LA FIBRA EN LA DIETA
© DR Xavier A. López y de la Peña
Hace ya tiempo que se preconiza el establecimiento de nuevos patrones de conducta alimentaria dirigidos hacia la población en general con el propósito de evitar alteraciones a la salud entre los que se cuentan hemorroides, algunas formas de cáncer, la temida aterosclerosis y sus efectos en la esfera cardiovascular y muchos otros más.
La fórmula generalmente recomendada fue la de reducir el consumo de grasas hasta un máximo de 30 por ciento de las calorías totales diarias, incrementar el consumo de frutas, verduras y legumbres como fuente de fibra, y el de azúcares complejos de absorción lenta como los que contienen la papa y algunas legumbres y evitar al máximo posible el consumo de azúcar refinada, los alimentos ahumados y los preparados de alimentos que contengan conservadores.
La fibra, tema que nos ocupa, contenida en una amplia variedad de alimentos también ha merecido un importante y creciente interés y ha sido recomendada para el tratamiento de algunos padecimientos como la constipación, las hemorroides, el aumento de las grasas en la sangre (hipercolesterolemia), la obesidad y la diabetes mellitus entre otras, y como preventivo contra enfermedades del corazón y el cáncer del colon particularmente.
La producción científica que se ha dado en la investigación de este campo y su ulterior difusión por la prensa ha sido determinante en estos cambios influyendo en los patrones de compra, consumo y producción de alimentos de manera sobresaliente. De hecho, el conocimiento de la importancia que el consumo de fibra tiene para la salud humana en general impulsó a la industria de los alimentos a destacarla como un contenido importante en sus productos, y se ha incorporado ya a la dieta de una buena parte de los mexicanos el otrora desconocido pero rico en fibra, brócoli.
La fibra de los alimentos está constituida por aquella parte de la planta que es resistente a la degradación por las enzimas que contiene el intestino delgado humano y está formada principalmente por polímeros de carbohidratos complejos como la celulosa, pectina, hemicelulosa y mucílago. A la fibra vegetal a su vez suele reconocérsele en dos formas: la soluble y la insoluble en agua y aún cuando ambas son resistentes a la degradación enzimática en el intestino delgado como arriba mencionamos, la fibra conocida como soluble sí es degradada de forma muy eficaz por las bacterias que contiene el colon en tanto que la fibra insoluble pasa sin modificaciones a través de todo el tracto digestivo.
Tiene mucho interés además el saber que, independientemente de que la fibra sea soluble o insoluble, ambos tipos de fibras poseen propiedades algo diferentes tanto sobre la mecánica intestinal como en varios efectos metabólicos, de tal suerte que la fibra soluble retrasa el vaciamiento gástrico en tanto que la insoluble no lo hace y ambos tipos de fibra regulan de igual manera el tiempo del tránsito del bolo fecal por el colon, su volumen y la frecuencia de los movimientos intestinales. La fibra soluble lentifica la absorción de glucosa por el intestino delgado y reduce el colesterol total de la sangre en tanto que la fibra insoluble no tiene estos efectos.
Vamos a señalar por partes algunas de las acciones benéficas que la fibra en general tiene sobre las funciones del tubo digestivo, su empleo en la obesidad, la diabetes mellitus y la hiperlipidemia y por último sus efectos indeseables que también los tiene.
Para un adecuado funcionamiento intestinal suele recomendarse la ingestión diaria de 30 gramos de fibra que puede conseguirse fácilmente con la adición de una o más porciones de frutas y vegetales al día en los alimentos o desayunar cereal e incrementar la ingestión de líquidos.
A nivel intestinal la fibra tanto la soluble como la insoluble previenen y corrigen la constipación incrementando el bolo fecal al hidratarse en el intestino haciendo más fácil la evacuación con lo que mejora o previenen las hemorroides, la diverticulosis, la diverticulitis y la hernia hiatal al disminuirse la presión intra-abdominal que se ejerce al pujar. También a nivel de colon puede prevenir el cáncer ya que en diversos modelos experimentales se ha demostrado que la fibra contenida en la dieta puede inhibir la acción de ciertos carcinógenos.
En el caso de la obesidad, la fibra ha cobrado una gran importancia dado que produce una sensación de "plenitud" en el estómago y por ello ha sido recomendada como complemento en las dietas de reducción de peso, además de que estas mismas dietas suelen ser bajas en grasas y en calorías totales.
Para el caso de la diabetes mellitus, la fibra de la dieta ocupa un segundo lugar en importancia después de sus acciones directas sobre las alteraciones gastro-intestinales y esto ha hecho que la Asociación Americana de Diabetes recomendara una dieta que contenga unos 40 gramos de fibra al día en los diabéticos. Esta indicación está basada en múltiples estudios que han demostrado que consumiendo cantidades iguales del mismo azúcar pero en diferentes alimentos, se producía una diferencia importante en su absorción lo que llevó al concepto de que los alimentos tiene un determinado "índice glucémico" y ello puede deberse cuando menos en forma parcial, al contenido de fibra que los mismos tienen, particularmente la fibra soluble, por lo que se ha recomendado ampliamente su consumo como coadyuvante en el tratamiento de esta enfermedad.
El ataque al colesterol y sus efectos devastadores a nivel cardiovascular particularmente, ha enfocado la atención hacia la fibra contenida en los alimentos ya que también se ha demostrado que el consumo de la misma en grandes cantidades en su forma soluble y purificada como el caso de la pectina y el psyllium, reducen los niveles sanguíneos de colesterol, en tanto que la fibra insoluble no tiene estos efectos. Los mecanismos que buscan explicar estas acciones son varias y entre otros se mencionan su efecto sobre el metabolismo de los ácidos biliares y cambios también en el metabolismo de los ácidos grasos por las bacterias del colon, sin olvidar asimismo que la simple adición de fibra a la dieta por si misma, tiene efectos sobre otros componentes de la misma como son sobre los azúcares y las grasas.
Por último algunas consideraciones sobre los efectos indeseables de la fibra contenida en los alimentos y entre ellos sobresale el de que puede aumentar la producción de gases en el intestino (metano, dióxido de carbono e hidrógeno) producidos por el metabolismo bacteriano sobre las fibras no digeridas en el colon, y la posibilidad de causar severa constipación y aún una completa obstrucción intestinal cuando la ingestión de fibra no se acompaña de cantidades suficientes de líquidos. También podría ser causa de cierto grado de deficiencia en calcio y zinc debido a que algunas substancias de las fibras pueden unirse a estos elementos e impedir su absorción a nivel intestinal. No deben pasar desapercibidos tampoco las reacciones alérgicas que algunas fibras pueden producir a algunas personas.