lunes, 8 de febrero de 2016

Medicina Náhuatl.

MEDICINA NÁHUATL: VÍNCULOS HISTÓRICOS.
© DR Xavier A. López y de la Peña
La práctica de la medicina en México tiene indudablemente raíces profundas en el conocimiento precortesiano que sobre salud y enfermedad tenían los antiguos mesoamericanos y mantienen vigencia actual algunos ejemplos como el de relacionar algunos padecimientos con el frío o la humedad, el calor y la sequedad. Comentaremos algunos aspectos históricos acerca de la medicina náhuatl, historia que constituye un puente entre el hoy y el ayer, la historia entendida como lo expresara Fray Juan de Torquemada en el siglo XVI:
"...es un beneficio inmortal que se comunica a muchos: ¿Qué depósito hay más cierto y más enriquecido que la historia? Allí tenemos presentes las cosas pasadas y testimonio y argumento de las por venir. Ella nos da noticia y declara y muestra lo que en diversos lugares y tiempos acontece. Los montes no la estrechan, ni los ríos, ni los años, ni los meses, porque ni está sujeta a la diferencia de los tiempos ni del lugar. Es la historia un enemigo grande y declarado contra la injuria de los tiempos, de los cuales claramente triunfa. Es la reparadora de la mortalidad de los hombres y una recompensa de la brevedad de esta vida..."
De una manera extraordinariamente simplista podemos resumir el contexto histórico del desarrollo cultural náhuatl como base de la interpretación de la medicina, en que el ordenamiento material tenía como base el régimen militar y el espiritual el teocrático, ambos entrelazados indisolublemente. Así, la gestación de la práctica médica y el desenvolvimiento alcanzado hasta el tiempo de la llegada de los españoles transitó entre un continuo luchar, conquistar y domeñar tierras y hombres, amalgamando las tradiciones, costumbres, ideologías, conceptos, artes y técnicas de las culturas de los otros pueblos mesoamericanos, desde el momento mismo del establecimiento del imperio azteca en Tenochtitlán guiados por el implacable dios Hitchilopochtli -colibrí zurdo-, el dios de la guerra.
Nace de esta manera una nueva cultura, la náhuatl, fortaleciendo el Ticiotl o arte y técnica de la medicina que habrán de darnos a conocer los historiadores; recios conquistadores y pacientísimos sacerdotes a la luz de la espada, la cruz y la pluma que en un choque cultural portentoso gestaron nuestro mestizaje aderezado con un fuerte sabor medieval.
El hombre prehispánico ejercía la práctica médica, nos dice el Dr. Gonzalo Aguirre Beltrán, en la edad adulta, en tanto que la mujer lo conseguía hasta pasada la menopausia una vez libre de la impureza derivada de partos y menstruaciones.
Pero, ¿qué hacía, cómo actuaba ese médico? Fray Bernardino de Sahagún nos da una descripción de sus acciones: "El médico suele curar y remediar las enfermedades; el buen médico es entendido, buen conocedor de las propiedades de las yerbas, piedras, árboles y raíces, experimentado en las curas, el cual también tiene por oficio saber concertar los huesos, purgar, sangrar y sajar, y dar puntos, y al fin librar de las puertas de la muerte. El mal médico es burlador, y por ser inhábil, en lugar de sanar empeora a los enfermos con el brebaje que les da, y aun a las veces usa hechicerías y supersticiones para dar a entender que hace buenas curas".
El ejercicio de la práctica médica se heredaba de padres a hijos según declaraciones del Dr. Francisco Hernández, protomédico de las Indias en su obra Historia Natural de la Nueva España , y también hay pruebas de que en los templos como el Cálmecac, los sacerdotes (o sátrapas según Sahagún) enseñaban acerca de las propiedades medicinales de algunas hierbas pues "algunos eran médicos".
El formulario terapéutico que utilizaban era amplísimo y aquí ofrecemos algunos breves ejemplos: Para concertar lo huesos (tratar las fracturas) se indicaba que "...las quebraduras de los huesos de los pies, curarse han con los polvos de la raíz que se llama acocotli (panta parecida al hinojo) y la de la tuna que deberá ponerse en la quebradura del pie, y envolverse, y atarse con algún lienzo o paño. y después de puesto, se han de poner cuatro palitos o tablitas a la redonda de la quebradura, y atarse han fuertemente con algún cordelejo, para que de esta manera salga la sangrasa, y también se sangrará de las venas que vienen a juntarse entre el dedo pulgar del pie y el otro porque no se pudra la herida; y los palillos o tablillas se han de tener atados por espacio de veinte días, y después de este tiempo, se ha de echar una bilma de ocolzótl (cierta clase de pino) con polvos de la raíz de maguey, con alguna poca de cal y sintiendo alguna mejoría, podránse tomar algunos baños" .
Si se dejan de lado los elementos propuestos utilizados de carácter mágico e inútil, ciertamente el conocimiento de la inmovilización debió haber sido eficaz como lo demuestran algunos huesos fracturados y consolidados de la época prehispánica, como los hallados en Nonoalco según las descripciones osteopatológicas realizadas por T. Jaén y C. Serrano.
La realización de sangrías como método terapéutico en numerosos casos patológicos de manera única o como coadyuvante en las curaciones prehispánicas empleando corrientemente puntas de maguey, ciertamente no representaban como para los europeos, el dar con ello salida del cuerpo al elemento "morbífico" que contenía, sino que se ubicaba en el contexto de representar una "ofrenda" a los dioses para esperar su auxilio en recuerdo del autosacrificio de Quetzalcóatl (Dios del aire, representado bajo la forma de serpiente, emblema de los vientos y los torbellinos, recubierta de plumas de quetzalli, que representaban los céfiros y las nubes negras. Serpiente emplumada) que con su propia sangre dio vida (vivificó los huesos robados a Mictlatencutli -dios del reino de los muertos que en el gran templo de México tenía una capilla llamada tlaxico -en el vientre de la tierra-) a la generación presente.
Para tratar los furúnculos, este era el remedio descrito en el Libellus de Medicinalibus Indorum Herbis, escrito por Martín de la Cruz en 1552: "se muelen las raíces del tlalahuehuetl y otras bien sin agua, en yema de huevo se aplican al furúnculo de la cabeza después de bien lavado el pus, dos veces al día, por la mañana y por la tarde. Después se cubre bien la cabeza. Ahora, si solamente hay una parte en que se halle esta pudrición, se lavará con orines y se pondrá el mismo medicamento Hace tiempo se demostró que la alnuína, substancia antiinflamatoria obtenida de una variedad de alnus, especie del árbol ylin, tiene, como el tlalhahuehuetl propiedades astringentes y la yema de huevo contiene citopoyetinas que estimulan la proliferación de los fibrobalastos, elementos que utilizados en la fórmula anterior posiblemente hubieran contribuido a la solución de los furúnculos descritos.
La vida y la muerte, la salud y la enfermedad estaban íntimamente ligados a influencias teogónicas y cosmogónicas. En general, ambos conceptos duales representaban ya el castigo a una ofensa proferido por alguna deidad (enfermedad o muerte) o la recompensa (salud y vida) al buen comportamiento y devoción por los dioses. Como ejemplos: Xipe-totec el dios tutelar de la medicina y de los orfebres castigaba con el "mal de ojo, la sarna y la postema , Tezcatlipoca ("espejo brillante o que humea", gran dios con poder de provocar la guerra) el eterno enemigo de Quetzalcóatl castigaba a los viciosos con diversas y terribles enfermedades, algunas incurables del corazón y formaba parte también de la mitología mexica relacionada con la práctica de la medicina. El eclipse de luna como ejemplo de la influencia cosmogónica en la interpretación de las enfermedades determinaba algunos de los defectos congénitos como el de labio leporino, por mencionar uno bien conocido en relación con este fenómeno natural.
La actuación médica prehispánica por parte del ticitl (médico, partera, augur, adivino), había alcanzado un gran desarrollo al momento de la conquista española, su arte le llevó a reconocer y diferenciar para terminar con este vastísimo campo, las hemorroides externas de las internas: "la enfermedad de las almorranas se curará con el agua de la yerba tetlemaitl... entiéndanse estando dentro las almorranas; pero si estuvieran fuera, será necesario moler la dicha yerba y los polvos y ponerse sobre ellas".
La medicina prehispánica constituye aún un filón muy rico para explorar aunque poco esfuerzo se encamina a éste propósito, y la herbolaria representa un importante arsenal terapéutico en espera de incorporarse formalmente a la práctica médica oficial que le rechaza por presiones económicas y culturales básicamente.
Sirvan estas breves líneas para interesar al lector en el ticiyotl o ticiotl, el arte de la medicina expresado en la sutil y bella lengua náhuatl ligándolo a la concepción histórica y médica que nos ofrece el eminente Pedro Laín Entralgo:
"Para quien considere el ejercicio de la medicina sólo como una profesión más o menos lucrativa o como la mera ejecución [...] de técnicas y diagnósticos y terapéuticas perfectamente reguladas, la historia del saber médico será, sin el menor género de duda, pura inutilidad. Pero las principales razones por las cuales posee alguna utilidad el conocimiento de la historia de la medicina, es para quienes como médicos no se contenten con ser simples técnicos repetidores de técnicas, para cuantos aspiren a poseer en su persona la doble perfección del hombre culto y del técnico intelectualmente ambicioso".