viernes, 1 de mayo de 2020

Pandemia ¿qué nos espera?


Pandemia por COVID-19,
¿qué nos espera?


¡Ser o no ser: he aquí el problema!
¿Qué es más levantado para el espíritu:
sufrir los golpes y dardos de la insultante Fortuna,
o tomar las armas contra un piélago de calamidades y,
haciéndoles frente, acabar con ellas?

William Shakespeare.


Dr. Xavier A. López y de la Peña.

Ante la incertidumbre que sentimos frente a una situación inesperada, atemorizante e incierta, hace que nos lleve a preguntarnos: ¿de qué se trata?, ¿qué pasará?, ¿cómo evitarla?, ¿cómo afrontarla?, ¿qué nos espera?, ¿qué puedo hacer?, etc.
La actual pandemia por coronavirus COVID-19 que estamos viviendo, está produciendo una gran incertidumbre en nosotros y entre la población en general.
Incertidumbre expresada como un sentimiento que nos produce inseguridad, falta de confianza o de certeza sobre este acontecimiento y que, de alguna manera y particularmente, nos mantiene en desazón, intranquilos e inquietos ante la amenaza y peligro ya por nuestra salud como por la de nuestros familiares, compañeros o amigos; en síntesis, afrontamos una situación que nos produce ansiedad.
Aquí entendemos la ansiedad, como la palabra proveniente del latín anxietas, anxietatis, cualidad o estado del adjetivo latino anxius (agitado, inquieto, intranquilo, angustiado, ansioso). Este adjetivo se relaciona con el verbo angere (apretar, estrechar, oprimir), de cuya raíz también nos vienen otras palabras de origen latino como ansia, angina, angosto, angustia y congoja.
           Entre las directrices sanitarias implementadas por las autoridades de salud, para evitar en la medida de lo posible los contagios por esta enfermedad, se encuentra el aislamiento social. Ello acarrea un incremento en la ansiedad anteriormente expresada, dado que, nos limita de alguna manera (con la sana distancia y el quedarse en casa) para ir a trabajar, para salir de compras y proveernos de alimentos, del contacto con otros familiares, de la convivencia, del esparcimiento, de la recreación, de relaciones varias con la “otredad”.      Dicha ansiedad nos hace pensar en ¿de qué vamos a vivir si no podemos salir a trabajar?, ¿nos despedirán en la fábrica?, ¿nos darán quizás sólo la mitad de salario?, ¿cerrarán la empresa? ¿quién nos surtirá los repuestos automotrices? y muchas preguntas más.
Bien, pero para sentir ansiedad debemos tener primero consciencia. Es decir, debemos ser capaces de reconocer la realidad que nos rodea y de relacionarnos con ella.
           Hace 100 años, de acuerdo con el pensamiento neurofisiológico y anatomo clínico de la época, la ansiedad era considerada como una irritación de la médula oblongada y se le suponía que fuese una forma de neurosis del nervio vago. Al respecto, Sigmund Freud, manifestaba en 1894 que, desde el punto de vista psíquico, el entendimiento de la ansiedad -él le llama angustia- le era tan indiferente como el conocimiento del trayecto nervioso seguido por las excitaciones que de él emanan.
Aun hoy se trata de encontrar el determinismo orgánico de la ansiedad, y para ello hay las importantes e impresionantes contribuciones que la neurobiología y la imagenología (Resonancia magnética funcional, la Tomografía por emisión de positrones -PET- y la Tomografía computarizada de emisión mono fotónica -SPECT-) nos han ofrecido, revelando algunas alteraciones en la corteza frontal, áreas occipitales y temporales, y otras, en situaciones de ansiedad.
La neuroquímica por su parte, a partir de los años sesenta da cuenta de que las comunicaciones a través del sistema nervioso no son solo eléctricas, sino químicas a través de los llamados neurotransmisores (dopamina, serotonina, adrenalina, noradrenalina, glutamato, ácido gamma aminobutírico, acetilcolina y otros) y ello abre las puertas a la investigación y producción de diversos fármacos que inhiben, estimulan, bloquean, compiten, sustituyen o refuerzan dichas comunicaciones neuronales, empleados en el tratamiento de pacientes con algún trastorno de ansiedad.
Sin embargo, y esto es muy importante, no olvidemos el efecto que tiene la palabra, que aún es necesario para tratar la ansiedad. Recuérdese el ejemplo que nos legó Sigmund Freud cuando nos presentó el ejemplo de ello: …un niño, angustiado por estar en un lugar oscuro, le pide a su tía que estaba en una habitación contigua que le hablara por favor porque sentía miedo; y ella le responde que, de que le serviría que le hablara, si de cualquier manera no podía verla en la oscuridad. El niño le responde entonces diciéndole; hay más luz cuando alguien me habla.[i]
           La ansiedad puede darse en dos formas, la ansiedad realista es aquella que consiste en un cambio orgánico-perceptual que ocurre en la persona alertándola y preparándola para la defensa o la huida ante una situación externa considerada como amenaza o de peligro (estrés); determinando un estado de alerta incrementada y de tensión motriz. Es decir, esta ansiedad constituye un mecanismo de respuesta normal del organismo ante una amenaza.
En tanto que la ansiedad neurótica aparece frente a un peligro interno y desconocido: el peligro interno está en la inminencia de la irrupción pulsional, y es desconocido en tanto que la persona no es consciente de que son las pulsiones -particularmente sexuales- las que motivan su ansiedad o angustia. Siente angustia y no sabe por qué, ya que no puede encontrar ninguna razón lógica o proporcionada a su estado.[ii]
Ahora bien, ante la pandemia del COVID-19 que afrontamos, la ansiedad realista que pudiéramos tener, podría expresarse a través de varias reacciones:
           Ya nos referimos al temor a enfermarnos nosotros mismos, nuestros familiares, compañeros y amigos; tendemos a alterar nuestros patrones de sueño y de alimentación lo que puede llevarnos a variables cambios de humor, de irritabilidad e intolerancia, falta de concentración en lo que hacemos, en lo que necesitamos o haremos, y en un aumento de peso.
           Si tenemos algún un problema de salud crónico como diabetes, artritis, hipertensión arterial, insuficiencia respiratoria u otras, es posible que se agraven porque no prestamos suficiente atención a la toma de los medicamentos, porque no podemos salir a conseguirlos, porque no seguimos la dieta adecuada o porque no tenemos dinero para comprar las medicinas.
           El encierro (#QuédateEnCasa) puede llevar también a un incremento en la violencia intrafamiliar y la posibilidad de aumentar el consumo de drogas, alcohol y tabaco.

Entonces:

           Primero que nada, sépase que esta pandemia no podrá afectarnos de manera importante si seguimos, conscientemente, las medidas de protección y aislamiento indicados.
           Atienda todos los avisos que nos da la autoridad sanitaria y No haga caso al insensato, irresponsable y absurdo comentario que hizo por TV abierta el locutor Javier Alatorre.
           Si tiene síntomas sugestivos de la enfermedad: comúnmente fiebre, cansancio o tos seca, y tal vez dolores y molestias vagas, congestión y secreción nasal, dolor de garganta o diarrea, consulte a su médico a la brevedad o acuda a la institución de salud más cercana para su diagnóstico y tratamiento necesarios.
Ya en confinamiento voluntario o necesario, planee su día. Siga alguna rutina de ejercicio o de relajación, procure dormir a sus horas y de alimentarse saludable y balanceadamente. Evite consumir drogas, alcohol o tabaco.
Distráigase con una buena lectura o película. Diviértase con juegos de mesa o haciendo trabajos de costura, tejido, jardinería, pintura, carpintería o bricolaje, papiroflexia y más.
Evite los pensamientos negativos y mantenga la cordura ante esta contingencia sanitaria que pronto habrá de pasar.
Ayude, de la mejor manera posible, a quien pueda necesitarlo cerca de usted.
Mantenga comunicación con su familia, amigos, compañeros de trabajo y vecinos, y comparta con ellos su experiencia, ayudándose mutuamente en la medida de lo posible. Hábleles por teléfono u organice vídeo llamadas.
Trabaje en su casa, si es necesario.[iii]

           Termino el ¿qué nos espera? de la presente pandemia por coronavirus COVID-19, parafraseando al escritor chino, Lin Yutang, con lo que escribió al final de una de sus obras:[iv]

           Ha llegado la tranquilidad a nuestras vidas; habrá festejos y alegría, y se cantará gozosamente. Todos habremos de bailar luciendo nuestras mejores galas en las calles con las personas que, dedicadas directa o indirectamente a la atención de la salud de sus congéneres, hicieron guardia bajo la tempestad y entre la noche amenazadora de ésta terrible pandemia, pues la larga guardia ha terminado, ha llegado el día y nunca más volverá a caer la noche. Así terminará la vela de la Nación.


[i] . Gloria E. Gómez B. Neurofisiología de la ansiedad, versus la angustia como afecto que se siente en el cuerpo. Informes Psicológicos, No. 9 p.101 – 119, Medellín – Colombia. Ene-Dic de 2007, ISSN 0124-4906. Pp. 101-119.
[ii] . EcuRed. Angustia neurótica. Consultado en internet el 22 de abril de 2020 en: https://www.ecured.cu/Angustia_neur%C3%B3tica#La_angustia_neur.C3.B3tica
[iii] . Enfermedad de coronavirus COVID-19. https://espanol.cdc.gov/coronavirus/2019-ncov/daily-life-coping/managing-stress-anxiety.html
[iv] . Lin Yutang. Una Nación en vela. Editorial Auseba. México 1945, pp. 374-5.