miércoles, 14 de diciembre de 2016

Poesía y Ciencia.

En ciencia uno intenta decir a la gente, en una manera en que todos lo puedan entender, algo que nunca nadie supo antes. La poesía es exactamente lo contrario.
Paul Adrien Maurice Dirac (1902-1984)
© DR Xavier A. López y de la Peña
Comparto con los lectores esta vivencia que tuve hace algún tiempo.
El escenario estaba determinado de antemano. El autor presentaba su obra escrita: “El animal sin manada” de manera verbal y pródigamente aderezada con gesticulaciones, manejo de luces y apoyos varios que incluían juguetes, cuentas, velas, linternas, fósforos y fuego.
La obra escrita que expresaba las vivencias de su autor, era transmitida de esta manera a los espectadores (nosotros) en un marco teatral festinado por las diversas escenografías que el museo ofrecía. Sí, la presentación de este libro fue en un museo. Precisamente en el Museo de Historia Natural de la ciudad de México.
No dejo de asombrarme por la capacidad creadora del ser humano, independientemente de que mi respuesta pueda ser y sea parcial o totalmente opuesta a la de otros. Cada quien percibe «su realidad» bajo diversos constructos. Por esto no resistí la tentación de expresar aquí mi sentir ante este acontecimiento del que fui testigo y actor involuntario (voluntario -debo aclarar- porque yo decidí asistir, involuntario porque fuimos incluidos todos los asistentes en la representación) en consideración al conflicto sentido entre la poesía y la ciencia.
La presentación de este libro por su autor en el referido museo, contaba además con la presencia de un hombre dedicado a la ciencia en el capítulo de las ciencias de la vida animal. En tanto que el escenario se tenía y entretejía entre los diferentes módulos museográficos, el público era trasladado de uno a otro de éstos, guiado sólo apenas por las tenues luces que a diestro y siniestro nos conducían los presentadores.
De fondo, y sin poder ver a su ejecutante, se escuchaba el sonido armónico de un violín solitario que dejaba salir una composición lánguida y melosa al ritmo que su intérprete imponía. En cada cambio de escenario se entremezclaban el sonido del violín con una grabación de fondo que dejaba escuchar un montaje de naturaleza con aullido de lobos, la alharaca de las chicharras y silbidos de mil y un habitantes nocturnos.
El autor, hacía gala de una impronta histriónica bien estudiada, artista al fin. Mientras decía alguno de los versos que contenía su libro, ya sentado de lado en una banca e iluminándose el rostro desde abajo con la luz de una linterna sorda, o jalando lentamente una cuerda atada a un barco de juguete desde la parte alta de un módulo que representaba un pasaje del pleistoceno, marcaba al público definitivamente.
El científico alternaba con el autor en una extraña combinación. Mientras este último se preparaba para la siguiente escena, el científico exponía su improvisada poesía científica hablándonos de la mano del ser humano como de las “alas que han guiado a la humanidad en el pasado, el presente y al futuro”. Metáfora sutil que unía la fría idea de la característica humana biológica con el encanto alado transportador del ayer y el mañana en el hacer cultura. Cantos diversos de ballenas en uno y otro lado del mundo estructurados en armonías particulares como señal de “cultura” y más.
El público (nosotros) también era así mismo un público sui generis. Resaltaba el maquillaje mortecino en las mujeres que les hacía lucir un aspecto cianótico por la moda del color obscuro del lápiz labial y de la pintura para las uñas simulando una cardiopatía cianógena avanzada en el humano, en este momento sano. Un sombrero aquí y allá parecido al que utilizan las indígenas peruanas; moda light en todo caso, atizada de post-modernismo y generacionalmente también post-pop. El vestir masculino no se quedaba atrás, ropa negra mayoritariamente, nada de corbatas -como señal velada de rechazo eterno al establishment- , mezclilla y rayón; barbas de intelectualidad tocadas simétricamente por canas; amaneramiento profuso.
Ciertamente la expresión artística por medio del verso como se define a la poesía, daba a la obra del autor un carácter muy particular, dejando entre su público aquél encanto indefinible que halaga y suspende, conmueve y deleita en el ánimo por un lado, o pasa sin trastornar la sensibilidad. Creación al fin. Se recreaba un ambiente mágico en el medio de un escenario brutalmente natural. Poesía y ciencia entrelazadas por la palabra y el sentimiento. Corazón y razón. Ambos vibrando con el «impulso sensible» a la tónica que describiera Federico Schiller (1759-1805), y que habría de expresarse en esta presentación bajo su concepto universal que es la vida; dando el objeto de este impulso para valorar sus merecimientos estéticos a su aserto de que “a la libertad se llega por la belleza” . Libre fueron los actores y libre el espectador de juzgar la obra según sus apreciaciones ¿Libres? sí, no obstante con aquella libertad acotada y modelada por las vivencias de cada quien y por la que nos imponen los demás.
La creación artística ilimitada siempre, busca transmitir el “impulso sensible” del autor como en el caso presente a sus espectadores, de la misma manera como las vibraciones que el tañido de una campana emite se transmiten a cada tímpano que les recibe. El proceso de tal información ocurrida en el cerebro de cada quien, ya es otra cosa. Para unos podrá percibirse como un sonido estrepitoso en tanto que otros, podrán considerarlo como un llamado del gong tañido en un lamasterio tibetano.
La poesía y la ciencia no se oponen, se complementan como se hizo en esta presentación. Cada uno con su lenguaje y sus formas, cada quien con sus “sentires” y elementos expresivos.
La Divina Comedia de Dante Alighieri que nos ofrece diálogos filosóficos y teológicos con Santo Tomás de Aquino, San Buenaventura y Salomón, y los Miserables de Víctor Hugo para mencionar sólo algunos ejemplos nos pueden conmover hasta las lágrimas, como también puede hacerlo el contemplar la primera representación espacial del ADN (ácido desoxirribonucleico) elaborada por Watson y Crick expuesta en un museo de París o el comprender la magnificencia que encierra la ecuación que explica una posible nueva forma de materia llamada partícula Z(4430), elemento con una masa que supera a la de los protones y que tiene carga negativa. Hay poesía en la ciencia como hay ciencia en la poesía.
El siguiente poema titulado “Ceniza, la hermosura” de Francisco López de Zárate (1580-1658) combina átomos con flores y polvo. Encuéntrense la ideación científica que en su primera parte nos muestra al sol vívido de explosiones termonucleares en un aparente proceso inacabable.
Átomos son al sol cuantas beldades con presunción de vida siendo flores, siendo caducos todos sus primores respiran anhelando eternidades. La rosa ¿cuándo, cuándo llegó a edades con todos sus fantásticos honores? ¿no son pompas, alientos y colores rápidas, fugitivas brevedades? Tú de flor y de rosa presumida, mira si te consigue algún seguro ser en gracia a todas preferida; ni es reparo beldad, ni salud muro, pues va de no tener a tener vida ser polvo iluminado o polvo oscuro.
Este otro de madame Marie Curie que plasma el difícil trabajo que se exigía en su dedicación a la ciencia:
«¡Ah, cómo la juventud del estudiante transcurre amargamente, mientras que a su alrededor, con eterna pasión lozana, otros jóvenes buscan ávidamente los fáciles placeres! ¡Y no obstante, en su soledad vive, oscura y feliz, pues en su celda halla la fuerza que hace inmenso el corazón! Mas el tiempo bendito se esfuma, pues debe abandonar el país de la ciencia para luchar por su pan en los grises caminos de la vida. …Y muy a menudo, el espíritu fatigado vuelve bajo los techos de este rincón siempre amado por su corazón, en donde albergaba la labor silenciosa y en donde quedó un mundo de añoranzas».
O en este reciente de Benjamín Valdivia (1986) cual descriptor poético de la muerte, reino eterno de la entropía a la que nos accesa Carón el barquero del Aqueronte:
Un día hilará sobre mi voz el sopor último. Y los cordeles que tendones eran del duro barco de los huesos han de ceder al peso inmóvil de este tiempo, certero apaleador. Una piedra que casi puedo ver tiene mi nombre sobre la tierra de ceniza. Tamiz el cielo. Otros vendrán, acaso en ellos teje versos el aire, de nueva cuenta su primer gemido.
Si la ciencia se define como el tipo de conocimiento sistemático y articulado que aspira a formular, mediante lenguajes apropiados y rigurosos, las leyes que rigen los fenómenos relativos a determinado sector de la realidad , la poesía expresa en su sentir y mediante la palabra la comprensión estética de aquella realidad que definiera o tratara de definir la ciencia. Miradas aparentemente disímbolas enfocadas hacia la “explicación” de una misma realidad: todo lo que atañe al ser humano.

lunes, 7 de noviembre de 2016

Por una medicina defensiva.

Esto es, no ofensiva.
© DR. Xavier A. López y de la Peña.
Hay médicos porque hay enfermos. El enfermo así es causa y razón de la medicina. El médico es la persona que se ha dedicado a rescatar del sufrimiento y de la enfermedad a otra persona para con sus acciones procurar devolverle la salud.
El médico se ha convertido en el luchador contra el mal -la enfermedad- que con el paso del tiempo y la evolución tecnológica ha adquirido una amplia gama de destrezas y conocimientos que le ha alejado cada vez más -emocional y físicamente- del mismo enfermo. Así el estetoscopio representa simbólicamente el distanciamiento físico por excelencia entre ellos.
La relación ideal médico-paciente se caracterizaba comúnmente por una comunicación estrecha personal que llevaba a un conocimiento mutuo profundo entre ambos. Médico y enfermo constituían un todo que rebasaba los límites de la simple enfermedad para ser con cierta frecuencia amigos, compadres o establecer vínculos familiares.
No es mi intención parecer nostálgico, la sociedad y su cultura han modificado esas estructuras y nosotros como miembros de la misma hemos contribuido de alguna manera a que las cosas sean así. Sin embargo, algo que subyace en el quehacer médico y le mantiene por encima de todo es el deseo de ayudar al semejante que sufre. Esta es la cuestión principal.
Cuando la medicina se ejerce por razones ajenas -básicamente- al deseo de ayudar ésta se convierte en una medicina ofensiva.
En la relación médico-paciente se conjugan diversos intereses y propósitos. De un lado el interés del paciente por recuperar la salud comprometida por diversas causas en manos de tal o cual médico en quien deposita su confianza y el propósito de retribuirle por sus servicios; en el médico está el propósito de ayudar con sus conocimientos, habilidades y destrezas a recuperar la salud al enfermo y el interés de que sus servicios sean recompensados. Dicho con claridad y simpleza: tú me curas yo te pago, yo te curo tú me pagas.
Este tú y yo conforman la relación contractual médico-paciente que regula y norma nuestra sociedad a través de las leyes y reglamentos que definen los derechos y obligaciones a que cada uno de ellos se compromete.
El médico cuando lucha contra la enfermedad, de hecho defiende al enfermo, a su integridad física y psíquica amenazada. Sin embargo la defensa cada día se ha ejercido más contra la "enfermedad" como si se tratase de una entidad ajena a la persona, de tal suerte que hay cada día más enfermedades que enfermos. La enfermedad hoy suele concebirse como (si se me permite la burda comparación) si fuere un postizo en la cabeza o en el vientre: una cisticercosis cerebral o una apendicitis. La mirada médica actual en términos genéricos y bajo el auspicio de la burocratización, deshumanización y medicalización de la salud entre otros, "busca" y "ve" (si lo logra) a la enfermedad pero no al enfermo. Así al defenderle de la enfermedad le ofende como persona.
El paciente en el tiempo moderno ya no quiere que se le vean los postizos sino que se le tome en cuenta como una persona-enferma, quizá ya no para establecer una alianza amistosa, de compadrazgo o familiar pero sí que pueda formar "parte" de la relación médico-paciente con su capacidad de decisión, su libertad y su integridad.
La defensa médica puede ejercerse en diferentes escenarios, en la consulta privada, en la clínica, en el hospital y bajo modalidades diferentes de la prestación, ya se trate de social o pública. Sin embargo también estas modalidades pueden contribuir a entorpecer la defensa porque la relación médico-paciente (de dos) se ve comprometida por la concurrencia de más personas. De hecho, el médico bajo estas circunstancias debe ampliar su rango de defensa hacia los demás en la medida de sus posibilidades. El médico es el único responsable de la defensa de la salud comprometida del paciente, es su abogado defensor contra las deficiencias del sistema, la burocracia, la inexperiencia, la irresponsabilidad o negligencia de otro u otros.
La salud de su paciente puede ser amenazada ya no solamente por las circunstancias propias de su enfermedad sino por la de aquellos que coparticipen en su atención. Es ya mandatorio así, establecer una línea que defina el concepto de responsabilidad compartida, en donde la figura de la "responsabilidad profesional" se enriquezca y trascienda del profesional a todo el equipo de salud. ¿Acaso no es corresponsable el director de un centro de atención a la salud por contratar a un profesional no calificado para ejecutar ciertas acciones.
La demora en un procedimiento quirúrgico podría poner en un riesgo mayor a un paciente, el médico y el equipo de salud: ¿hacen realmente algo para resolverlo? esto es, ¿cada uno de ellos puso lo mejor de sí para solucionarlo, o se cruza de brazos culpando a otro porque él sí quiere ayudar, pero el otro no?
Mas allá de la contribución que el profesional pueda hacer de sus conocimientos habilidades y destrezas en el terreno médico estrictamente hablando hacia su paciente (y que tiene obligación de ofrecer) está lo que debe conocerse como la verdadera medicina defensiva.
Esta medicina que, superando su misión sobre el ámbito de la enfermedad, pugne porque exista la justicia en el cobro de honorarios y en las cuentas por la prestación de servicios a la salud en cualquiera de las modalidades en que esta se proporcione, en la igualdad en el trato y a la accesibilidad real y sin cortapisas a los servicios de salud, al respeto irrestricto hacia los derechos y la autonomía del paciente y su libertad, a su atención oportuna y de calidad constantemente evaluadas bajo leyes y reglamentos que le protejan verdaderamente será realmente medicina.
Una medicina así entendida cumple con la misión que desde siempre se ha propuesto: ayudar.
La medicina defensiva es la que el médico debe ejercer para la salvaguarda de los intereses del paciente primaria y secundariamente. Si es para que el médico se defienda del paciente (¿de qué?, ¿contra demandas por negligente?, ¿por pillo o abusivo?) deja de ser medicina y le envilece.

miércoles, 5 de octubre de 2016

Agonía del Psicoanálisis.

SIGMUND FREUD Y EL PSICOANALISIS
©DR. Xavier A. López y de la Peña.
La imagen de estudioso austríaco sobre los problemas y disfunciones mentales se asocia casi de forma automática a la entrevista médica por él desarrollada en su casa del 19 Berggasse, Viena, en una sala, que no propiamente un consultorio, y rodeada de una atmósfera tranquila, probablemente iluminada de forma tenue, con el paciente recostado cómodamente sobre un diván y explayándose de manera espontánea acerca de su vida íntima en su mayor parte e inducido en otras por el médico con apenas una insinuación o pregunta aquí o allá siguiendo un método analítico sobre este proceso catártico e integrando la psicobiografía subjetiva del paciente.
Diariamente realizó entre 8 y 11 sesiones de análisis con sus pacientes a los que "desnudaba" en su alma. Su concentración y capacidad de trabajo eran formidables y metódicamente regulados pues durante 40 años consecutivos atendió a su clientela, en el mismo lugar.
Sigmund Freud fue un innovador que dijo que el inconsciente y no la conciencia forman la parte más importante de la mente y señaló a la conducta y los sentimientos expresados por la persona como una consecuencia de tendencias reprimidas por el subconsciente, especialmente las de tipo sexual (libido); determinó la estructura dinámica de la personalidad compuesta por el ego, id y superego e hizo resaltar la importancia que tienen las vivencias infantiles en la estructuración del carácter o como base de las neurosis de la edad adulta.
La teoría analítica de Freud en torno al tinte sexual omnipresente seguramente debió ser influenciada por acontecimientos de su misma niñez ya que fue el hijo primogénito en segundas nupcias de un padre otoñal (Jacobo Freud) y de una madre primaveral (Amalia Natham) que sostenía probablemente relaciones amorosas con su hermanastro Felipe. La construcción en torno al desarrollo del complejo de Edipo (o de Electra en su caso) parte de su propia vivencia infantil y del resentimiento fuertemente enraizado contra su padre. En cierto momento, cuando tenía doce años -refiere Freud- en su pueblo natal ubicado en Freiberg, Moravia y constituido en un 95% por habitantes cristianos, su padre que le llevaba de la mano, le contó que en una ocasión un cristiano le había tirado de la cabeza con un manotazo su gorra y le gritó: ¡Judío, agáchate a recogerla! y cuando el niño Sigmund le preguntó lleno de ira: ¿y tú qué hiciste?, el padre respondió: me agaché y recogí mi gorra.
"Esto me impresionó vivamente -sigue diciendo Freud-. Comparé a mi padre con Amílcar Barca, cuando le hizo jurar a su hijo delante del altar para que se vengara de los romanos. Desde aquella ocasión, Aníbal tuvo un lugar preferente en mis fantasías".
Sigmund Freud, producto de su época y circunstancias al fin, supo destacar gracias a su extraordinaria capacidad intelectual. A los 8 años de edad era capaz de leer las obras de Shakespeare y estudió latín, griego y francés en la escuela, aprendió por sí mismo español e italiano y dominaba por supuesto el alemán y el inglés. Tuvo como mentores a Ernest Brücke en el campo de la fisiología y al apasionado defensor de las ideas de Aristóteles Franz Brentano en el área de la filosofía que, vale la pena resaltarlo, pugnaba por el concepto de que todos los motivos humanos estaban determinados por "una intención".
Freud se graduó de médico en 1881 y para 1886 estudió y compartió las enseñanzas tan conocidas sobre la histeria que Charcot daba en la Salpêtrière de París que le impresionaron profundamente y regresó a Viena como un gran defensor de la hipnosis. Aquí también tuvo contacto con Joseph Breuer que lo impactó al tratar a una mujer con el método de la "catarsis" y para 1889 con Hyppolyte-Marie Berheim, Freud se convenció de que la sugestión era el fundamento de la hipnosis.
Siete años después, en marzo de 1896, Sigmund Freud a los 40 años de edad hizo el descubrimiento de la "asociación libre" como método para escudriñar la mente y conocer sus secretos más íntimos, renunció por completo a la hipnosis y llamó por vez primera a su técnica como psicoanálisis. Su aportación al conocimiento de la humanidad fue que destacó el concepto de que la persona es un todo biológico e histórico "escuchando" a las neurosis que antes solo eran "vistas".
El siglo XX fue impresionado por la doctrina y práctica psicoanalítica en prácticamente todos los órdenes del saber humano: arte, música, pedagogía, religión, literatura, mitología, folklore, filosofía, historia y más. Su producción escrita fue muy amplia y para citar algunos pocos recordamos sus "Tres ensayos sobre la teoría de la sexualidad" de 1905 en la que Freud desarrolla su teoría de la libido como consecuencia de su propio análisis. Entre 1916 y 1917 publicó su "Introducción al Psicoanálisis" que trata extensamente de los mecanismos de defensa como: sobre compensación, la formación reactiva, la racionalización, la proyección y el desplazamiento.
Funda en 1907 en Viena la primera Sociedad Psicoanalítica formal en la que participaron enormes figuras: Alfred Adler que posteriormente postuló que todos los problemas psíquicos se sustentan en el "sentimiento de inferioridad" y en oposición a Freud propugnó por que el hombre debe solucionar sus problemas con el cosmos primero y no el conflicto con sus genitales; Wilhelm Steckel, Sandor Ferenczi, Otto Rank que se concentra en el "trauma del nacimiento"; Carl Gustav Jung que distinguió el inconsciente en dos tipos: el inconsciente propio como el asiento de represiones y deseos reprimidos y el inconsciente colectivo integrado por tendencias raciales heredadas; Karl Abraham y Max Eitington.
La humanidad debe a Sigmund Freud el psicoanálisis y el siglo XX es inconcebible sin los términos: libido, complejo de Edipo, narcisismo, transferencia, inconsciente, represión, inhibición, acto fallido, lapsus, motivación y neurosis o angustia.
Freud quitó con el psicoanálisis la hoja de parra que cubría los genitales de la humanidad desde la Edad Media y los expuso y ligó a la luz de la razón; otros demostrarían posteriormente, que tanto lo iluminado como lo ligado no era ni todo ni lo más importante.
Resumidamente Freud nos dio, con su teoría psicoanalítica, un proceso explicativo de la personalidad, “que con sus intuiciones geniales y con sus desaciertos, sacralizado por unos y satanizado por otros, continúa hoy en el ojo del huracán, provocando fascinación y rechazo, generando debate y controversia. Una técnica psicoterapéutica destinada a desenmascarar los fantasmas que atenazan a las personas y a los grupos, en los que hemos de buscar las raíces de muchos de sus desajustes y patologías. También una filosofía, una forma de interpretar el mundo, al ser humano, la vida” -como nos dice José Emilio Palomero Pescador-
El psicoanálisis, sin embargo, sigue siendo una metodología fuertemente criticada como ocurre con la obra El libro negro del psicoanálisis de Catherine Meyer (2005), en donde una serie de científicos, sociólogos y psicólogos trabajaron para demostrar que el psicoanálisis no es una práctica científica sino una pseudo ciencia pasada de moda que ya no debería aplicarse en el siglo XXI.

miércoles, 14 de septiembre de 2016

El conservadurismo y la moral.

Un anticipo de lo que vendrá.
DR. Xavier A. López y de la Peña
Me interesa la moral, a condición de que no haya sermones.
Patricia Highsmith (1921-1995)
Se aprestan a tomar la gubernatura y la alcaldía en Aguascalientes personas afiliadas al Partido Acción Nacional (PAN) quien se rige, entre otras ideologías, por el conservadurismo social que es la doctrina política que defiende el mantenimiento del sistema de valores políticos, sociales y morales tradicionales y se opone a reformas o cambios radicales en la sociedad.
Como ejemplo de lo antes dicho, y en su calidad de virtual gobernador del Estado de Aguascalientes, Martín Orozco Sandoval, se refirió al tema en boga acerca de la diversidad sexual diciendo sarcásticamente, que una parte de su triunfo en las elecciones se lo debía al presidente Enrique Peña Nieto, ya que debido a su iniciativa de ley sobre matrimonio igualitario, le ayudó en su posicionamiento entre la población conservadora de Aguascalientes: “fue un regalito del cielo” -concluyó-.
Habrá entonces que esperar a que salgan a la calle, consecuentemente, los nuevos inspectores de la moralidad teñidos de azul. Es por ello que me hago las siguientes reflexiones.
Primero: ¿Quiénes serán? ¿Quién les dará autoridad? ¿Qué van a inspeccionar? ¿Qué entenderán por acto moral? ¿Qué criterios aplicarán para determinar qué clase de acciones son moralmente buenas o aceptables?
Segundo: Cuando escuchamos la palabra mesa inmediatamente sabemos que se trata generalmente de un objeto de superficie plana y con forma cuadrada, rectangular, circular u otras, elaborada con madera, plástico, metal u otro material y sostenido por una, dos o más patas y que sirve para muchas cosas, entre otras, para colocar encima los platos en que habrá de servirse la cena, poner el teléfono, el florero o unos libros. Sin embargo, cuando hablamos de libertad, de conciencia o moral, las cosas se complican para entenderlas y poder hacernos una imagen adecuada y coherente de ellas. Lo que sucede es que tratamos con palabras que tienen un contenido simbólico distinto. La primera: mesa, es una palabra que simboliza algo objetivo, en tanto que la segunda: ya sea libertad, conciencia o moral, simbolizan algo subjetivo.
¿Qué es la moral? Moral, según el Diccionario de la Real Academia Española de la Lengua, es un adjetivo que se refiere a las acciones de las personas, desde el punto de vista de su obrar en relación con el bien o el mal y en función de su vida individual y, sobre todo, colectiva. Se dice también, que es la ciencia que trata del bien en general, y de las acciones humanas en orden -lógicamente- a su bondad o malicia.
Existe así mismo el término de bien moral que hace referencia y se reserva para señalar o definir en especial el bien humano. Así se puede decir que un hombre bueno es una persona que es buena en su humanidad y no propiamente por ser hábil en alguna cosa o asunto. Una buena cocinera, un buen comerciante, un buen ciudadano o un buen ciclista no necesariamente son unas personas buenas.
La bondad o malicia de las acciones serán moralmente buenas o malas solamente si la conciencia de la persona los juzga como tales, porque su conciencia, su razón, es su árbitro supremo. Las personas no nacen ni buenas ni malas sino que se hacen personas buenas o malas según sean sus actos buenos o malos. En el actuar específicamente humano se ubica la diferencia para con el actuar de los animales, por la circunstancia de que el actuar humano es hecho con deliberación, esto es, con libertad de elección y con el conocimiento del objeto de ése actuar. Es de esta manera un acto libre y consiente, es su responsabilidad.
¿Qué acto humano es bueno o malo? De manera general se dice que un acto es bueno en tanto que contribuye al crecimiento del ser, que le ayuda a alcanzar la plenitud de su ser. Una persona que miente, roba u ofende en su actuar no contribuye al crecimiento de su persona; se lesiona a sí misma y a los demás, actúa inmoralmente. En tanto que una persona que actúa con veracidad y se conduce con cortesía hacia los demás, ejecuta un acto que ayuda a convivir en la sociedad y por tanto a su desarrollo y crecimiento como ser humano, actúa moralmente.
Pero para poder llegar a dar con el juicio de lo que es moralmente bueno o malo, es necesario poder encontrar el criterio con el cual se pueda determinar qué acciones son las que nos llevan a obtener dicho crecimiento del ser, qué acciones nos hacen más humanos, en síntesis, qué clase de acciones son moralmente buenas. Es frecuente que se juzgue un acto en moral o inmoral porque a una persona le parezca buena o mala, es decir, sus sentimientos y emociones son las que determinan la bondad o la malicia del acto en sí mismo. Una determinación así tomada realmente no puede cumplir con un buen criterio para juzgar la moralidad de un acto. Inmediatamente aflorará el prejuicio y el estado anímico particular del juzgador en la decisión. La opinión por tanto será visceral y no cerebral.
Otra forma posible de juzgar es por intuición basada en el dicho de que todas las personas normalmente desarrolladas tienen esta facultad para determinar lo que es bueno o malo de los actos pero sin que puedan dar razón para explicarlo, como saber que algo tiene un olor fétido pero no poder definirlo. Por otro lado ¿quién, o en base a qué podrá entonces juzgar que una intuición sea buena o mala, esto es, correcta e incorrecta, cuando haya otra que discrepe? Más todavía, podría juzgarse que algo es moralmente bueno o malo no por la naturaleza intrínseca del acto, sino por los elementos ajenos a él como se determina en el llamado positivismo moral que tiene una de sus más importantes estrategias diseñadas en el contrato-social. En este orden de ideas, las personas pueden celebrar un contrato o convenio con el gobierno para poder vivir en paz, comprometiéndose y obligándose a obedecerlo, y recibiendo en cambio garantías de seguridad y orden sociales. El gobierno entonces se convierte en decisor de qué acto está o no permitido y por tanto, qué es bueno o malo.
En el terreno religioso, el positivismo moral determinará si los actos fueron buenos o malos según las mande o las prohíba Dios. Si Dios dice que la mujer debe cubrirse el rostro cuando está en un lugar público, será un acto malo o inmoral si no lo hiciere, aunque tener o no el rostro cubierto ya en público como en privado no sea en sí mismo algo bueno o malo.
Un acto es bueno cuando produce placer, y malo cuando determina no-placer dice la perspectiva hedonista que viene desde la antigua Grecia. El bien es un medio para la realización del hombre en la felicidad. Epicuro y Aristipo sin embargo, hicieron hincapié en que los placeres del espíritu más que de la carne son los más durables y sensibles. ¿Todo lo que produce placer será entonces bueno? Seguramente a alguno se le ocurrirá que no.
¿El juicio moral del acto podrá ser enfocado desde la perspectiva del utilitarismo? Esta teoría complementa la teoría hedonista referida identificando al placer con la felicidad y determinando que la finalidad del actuar humano debe orientarse a alcanzar la mayor felicidad posible. La capacidad de producir felicidad fue llamada utilidad por Jeremías Bentham (1748-1832), de allí el nombre de utilitarismo. El utilitarismo enfrenta muchas veces conflictos serios con la idea de justicia porque, la búsqueda de satisfactores que provean felicidad (como sucede) podría determinar una distribución inequitativa de éstos satisfactores. ¿Es entonces mejor, bueno o moral tener? ¿O ser?
Una consideración más es la que plantea la posición existencialista, de forma amplia y clara en representación de Jean-Paul Sartre: la ética de situación que sostiene que la naturaleza no nos fue dada por un gran diseñador, Dios, porque Dios no existe. Asiente así mismo que no hay una naturaleza humana específica que nos obligue a una forma segura de obrar, por lo que el hombre haga o deje de hacer, dependerá única y exclusivamente de su libertad de acción. Así el hombre creará libremente los valores de acuerdo a una gran variedad de circunstancias y situaciones por lo que la moralidad será subjetiva y cambiable. El acto moralmente bueno es el que es hecho en libertad y tiene en consideración la situación actual. La conducción de la vida racional de Sartre se orientó siempre dentro de una activa responsabilidad que él mismo llamaba engagé (en francés ocupado), que significa estar definitivamente empeñado en modelar su propia vida.
Tercero: Pienso que el actuar moralmente presupone tener una madurez suficiente que nos capacite para reflexionar sobre los principios éticos que recibimos cuando menos desde la infancia, preguntándonos si son correctos o no. Si los consideramos adecuados, justos o morales, atendiendo a los elementos distintivos del acto humano específico, a saber: el objeto, el motivo, las circunstancias y las consecuencias previstas o imprevistas posibles. Los seguiremos en el futuro sobre la base de nuestra legítima e irrestricta libertad y convicción intelectuales, no a causa de la fuerza -si se le pudiera dar este nombre- de alguna supuesta o impuesta pseudo-autoridad ajena a nuestra conciencia, erigida como cancerbera de la moral pública con quién sabe qué intenciones.
Los liberales en Aguascalientes con una visión moderna de un Estado nacional laico, enfrentaremos nuevamente -espero equivocarme-, la visión pre moderna de grupos anclados a una visión conservadora del mundo como ya ha sido dado a conocer.

lunes, 8 de agosto de 2016

La matería en sincronía.

Sincronía es la coincidencia en el tiempo de dos o más hechos, fenómenos o circunstancias, especialmente cuando el ritmo de uno es adecuado al de otro.
DR. Xavier A. López y de la Peña
¿Qué es, por tanto el tiempo? Si nadie me lo pregunta, lo sé; pero si pretendo explicarlo, no lo sé.
San Agustín (Confesiones XI/14)
Dos comentarios incitan a la reflexión sobre el asunto. El primero de ellos establece una premisa que liga el tema de una forma extraordinariamente sencilla con las palabras de Norbert Wiener en 1964, el llamado padre de la cibernética al decir lo siguiente: "Los grandes problemas de la biología están ligados con los sistemas y su organización en el tiempo y el espacio. También aquí la autoorganización debe jugar un enorme papel. Por ello, mis conjeturas en el dominio de las ciencias de la vida se refieren no sólo a su asimilación progresiva por la física, sino también al proceso inverso: la progresiva asimilación de la física por parte de ellas".
La vida y la física constituyen así una indisoluble relación en el contexto espacio y tiempo.
El segundo comentario esboza los tropiezos en el establecimiento de éstas relaciones: "Podemos maravillarnos con las teorías que nos hablan de la estructura en los organismos vivientes más simples, por ejemplo, los virus, constituidos casi por completo por un eje de ácido nucleico encerrado en una cápsula proteínica; pero no podemos darnos por satisfechos con ellas. No es indispensable desarrollar una teoría supra estructural que nos permita comprender la organización de las formas superiores más complejas de la vida. Sin embargo, la elaboración de tal base, indispensable en biología para estudiar el camino que va del virus al ratón, constituye, probablemente, una tarea más grandiosa que aquella que resolvió la física en el camino que va desde el núcleo atómico a la molécula, al semiconductor y a la estrella".
El tiempo, lo temporal es el establecimiento generalmente arbitrario de acontecimientos sucesivos entre sí en un lugar (espacio) determinado; la distancia medida entre uno y otro a través o por medio de un punto de referencia que lo haga comprensible a nosotros, como por ejemplo: una hora, una semana o un año. Por ello hay un tiempo para sembrar o cosechar -sucesión de estaciones- para dormir o despertar -sucesión diaria-, la vida en sí representa una sucesión de acontecimientos a los que reaccionamos de manera periódica de tal forma que los acontecimientos cambiantes en el ambiente seguramente son los elementos que contribuyen de la manera más decisiva en la evolución biológica. Recordamos el ejemplo sobresaliente de Linneo que en el siglo XVIII construyó un "reloj floral" en el que a ciertas horas específicas, se abrían o cerraban algunos tipos de flores.
Antes de la aparición de la vida sobre el planeta ya se realizaban cambios periódicos de acontecimientos a nivel geofísico que mantenían cuando menos dos ventajas sobresalientes: la predictibilidad y la posibilidad consecuente de cambios sucesivos en medio. Del primero puede comentarse, para ejemplificar de manera sencilla, que el período medio de la rotación de la Tierra sobre su eje ha variado en apenas unos 20 segundos (según nuestro sistema de medidas) en un lapso de 1 millón de años y en la segunda, que la rotación de la Tierra ofrece cambios sucesivos o cíclicos de temperatura -caliente a frío- y de iluminación -día y noche- en su superficie, entre muchos otros, además del efecto de la gravedad que otros cuerpos ejercen, el magnetismo y radiaciones de diversa índole.
Resulta entonces claro que la fisiología y la conducta de las especies sean consecuentes con los cambios periódicos geofísicos y no es aventurado decir que estén modelado por ellos. Estos cambios cíclicos o periódicos geofísicos impusieron en los organismos su contraparte de respuesta adaptativa expresado en la enorme cantidad de variaciones rítmicas que ahora se conocen y que abarcan un amplio campo de frecuencias. Desde los diferentes tiempos de crecimiento de las plantas (años), hasta el batir de alas de un insecto a razón de 2,000 ciclos por segundo o el latir del corazón humano adulto en condiciones de reposo entre los 60 y 100 latidos por minuto.
La capacidad de los organismos para responder adaptativamente a los cambios que se generan en el ambiente se da a través de los llamados relojes biológicos.
El tiempo en biología tiene un conocimiento remoto. Hipócrates refería que "aquél que desee investigar en medicina apropiadamente debe proceder así: en primer lugar, debe considerar las estaciones del año, y qué efectos tiene cada una de ellas, pues difieren entre sí. Luego, los vientos, el calor y el frío...".
Los relojes biológicos formalmente estudiados desde hace cerca de 50 años, dieron paso a acuñar términos como el de "ritmos cicadianos" para representar a la sucesión cíclica de acontecimientos que se llevaban a efecto en un período de tiempo cercano a las 24 hrs. (circa y día) y han dado luz a la integración de los conceptos de la vida con el espacio y el tiempo, y más recientemente al conocimiento de ritmos menores a 1 día llamados infradianos o mayores conocidos como ultradianos entre los que sobresalen el lunar con 28 días (que podría llamarse circasinódico), el de 7 días (circaseptadiano) o de 3.5 días conocido como circasemiseptadiano.
El ser humano tiene sus propios relojes biológicos y para muestra nos referiremos a uno que nos hace despertar o dormir cíclicamente acorde a los periodos, cíclicos también, del día y la noche geofísicos. Este reloj está ubicado en un núcleo de la base del cerebro cercano a los nervios ópticos conocido como "supraquiasmático" y está conformado por unas 10,000 neuronas. Para reaccionar a los cambios cíclicos de luminosidad, este núcleo recibe información a partir de la retina de los ojos en la que algunas fibras nerviosas que le componen actúan como "dosímetros" de luz y llevan la información al núcleo supraquiasmático. Con esta información, el núcleo a su vez envía señales o mensajes hormonales (vía hipófisis) y nerviosas (vía simpático) al sistema de "alerta" del organismo para que este se despierte, si es el caso, o que se duerma.
De esta forma los impulsos endocrinos u hormonales y nerviosos que actúan en las personas para mantenerse despiertos o para dormir, se llevan a efecto con una periodicidad acorde a los ciclos día-noche, de forma sincrónica.
Hay personas, sin embargo, que tienen "su" reloj biológico del alerta diferente al ciclo día-noche geofísico normal, acorde a las necesidades de su trabajo como sucede con los panaderos, veladores, artistas, etc., en los que duermen de día y trabajan de noche sin ningún problema. Malo es cuando una persona se encuentra en desajuste con su reloj biológico y tenga que mantenerse "despierto" cuando su señal sea "dormir" o la inversa, como sucede con frecuencia con el empleado que debe cubrir, alternadamente y por ciertos períodos de tiempo, los turnos laborales nocturnos o diurnos; hecho que pasa desapercibido con mucha frecuencia en la industria, con el consecuente daño a la salud del trabajador y la disminución en la productividad, incremento en los riesgos de accidentes laborales y otros.
Tan importante es el conocimiento de los relojes biológicos que actualmente se propugna por adaptar algunos tratamientos a ciertos horarios para el logro máximo de efecto en lo que se conoce como "cronoterapia".
De acuerdo con esta información podría hacerse la sugestión de evitar visitar al odontólogo a las 6 de la tarde porque justamente a esta hora los mecanismos analgésicos internos (llamados endorfinas) se encuentran en su punto más bajo, o tomar los medicamentos contra alergias conocidos como antihistamínicos preferentemente a las 7 de la mañana y no a las 7 de la noche que es cuando el organismo produce el máximo de histamina.
Si su reloj biológico funciona acorde con el geofísico, es decir sincrónico en lo relativo al ciclo día-noche, tendrá la oportunidad de iniciar el día a las 8 de la mañana con un máximo de ansiedad a consecuencia de la adrenalina producida en su organismo que se encuentra en su nivel óptimo, en el caso contrario que su reloj esté asincrónico, habrá de iniciar el día sintiéndose desganado, malhumorado y cansado.

jueves, 14 de julio de 2016

Acercamiento a la Coevolución.

COEVOLUCIÓN
Dr. Xavier A. López y de la Peña.
La evolución ha ido avanzando hacia la cumbre de la complejidad y, tanto si nos gusta como si no, la cumbre en estos momentos somos nosotros. De nosotros depende que la evolución continúe produciendo formas más complejas en el futuro. Podemos ayudar a hacer que este mundo sea un lugar más increíble que nunca o acelerar su retorno al polvo inorgánico.
Mihály Csikszentmiháilyi
La historia del pensamiento en torno a la evolución se remonta hasta la antigüedad en la que sobresalieron pensadores como Empédocles de Agrigento y Aristóteles de la corriente filosófica griega, a San Agustín en el Renacimiento y luego Kant, Geoffroy Saint-Hillarie y otros más por señalar solo unos cuantos en los tiempos recientes.
Sin embargo, la estructura conceptual moderna de la evolución asienta en el pensamiento del caballero de Lamarck , Juan Bautista Pedro Antonio de Monet que nació el 1o. de agosto de 1744 en Bazentin, Picardía, Francia y quien se dedicó a la carrera de las armas, al estudio de la medicina en la Universidad de Edimburgo, a la meteorología, a la física y química experimentales y por último a la botánica cuyo fruto fue la creación del método dicotómico para la clasificación de las plantas en su célebre obra de 1779 Flore française ou description succinte de toutes les plantes qui croissent naturellement en France, posteriormente el primer estudio sistematizado de los invertebrados en su monumental obra de siete volúmenes titulada Historie des animaux sans vertèbres publicado en París entre 1815 y 1822. Empero, la obra en la que postula la teoría de la evolución se da en su Philosophie zoologique de 1809.
Esta teoría ya la había referido desde 7 años atrás en su Lección inaugural con que iniciaba sus cursos de zoología, y que podría resumirse en los siguientes puntos, harto discutidos y ya históricos:
1) Los seres vivos y las partes que lo conforman siguen la tendencia a incrementar su tamaño continuamente, 2) la aparición de una nueva estructura corporal es una resultante lógica a una necesidad que ésta debe cubrir y a su vez es consecuencia de las condiciones del medio en donde se desarrolla el organismo. El organismo frente a las necesidades cambiantes de su medio, o se adapta y sobrevive, o muere, 3) una estructura orgánica se desarrollará en relación directamente proporcional a su uso, en caso contrario se atrofia y desaparece, 4) los cambios sufridos en el organismo como resultado de la presión externa se transmitirán a la descendencia
El 11 de enero de 1844 Charles Darwin, otro de los pilares de la teoría de la evolución escribía a Joseph Dalton Hooker su amigo naturalista, colega y crítico:
“Finalmente, algunos rayos de luz me han iluminado y estoy casi totalmente convencido (en contraste con mi punto de vista inicial) de que las especies no son (es como confesar un asesinato) inmutables. ¡El cielo me proteja del contrasentido de Lamarck de "una tendencia al progreso" o de "adaptaciones debido al tenue deseo de las especies", etc.! Aunque las conclusiones a que he llegado no son muy diferentes de las suyas, los mecanismos por lo que las especies cambian son totalmente distintos. Creo que he encontrado (¡qué presunción!) el sencillo mecanismo por el cual las especies adquieren exquisitas adaptaciones para varios fines. Probablemente ahora usted se queje y piense para sus adentros: "con qué tipo de persona he estado perdiendo el tiempo". Yo hubiese pensado lo mismo hace cinco años”.
Charles Darwin nació el 12 de febrero de 1809 en Shrewsbury, Inglaterra. También estudio algo de medicina en la Universidad de Edimburgo. Fracasó en su vocación eclesiástica y se hizo un naturalista autodidacta a partir de su incorporación a bordo del bergantín Beagle (durante 1831-1836) de 235 toneladas que, bajo las órdenes del capitán Fitz-Roy exploraría las costas de la Patagonia y Tierra del Fuego, las de Chile, Perú y algunas islas del Pacífico y llevaría a cabo mediciones cronométricas diversas.
Su producción científica le merece un destacado sitial como zoólogo, botánico y paleontólogo al escribir (sólo por citar unos cuantos) una monografía sobre los cirripedios, observaciones sobre di y trimorfismo de algunos géneros de plantas, sobre la fecundación de las orquídeas a través de insectos, sobre los movimientos de las plantas trepadoras, sobre plantas insectívoras, sobre fecundación cruzada en vegetales, sobre el efecto de las lombrices en la formación de tierra vegetal, sus Observaciones geológicas de las islas volcánicas, las Observaciones geológicas de Sudamérica.
Sin embargo los científicos toman en cuenta las tesis transformista hasta que publica el 24 de noviembre 1859, con un tiraje de 1250 ejemplares a 15 chelines cada uno y que se agotaron el mismo día, su obra magna: On the Origin of Species by Means of Natural Selection, or the Preservation of Favoured Races in the Struggle for Life (Sobre el origen de las especies por medio de la selección natural, la conservación de las razas en la lucha por la vida). El impacto que su obra produjo en la ciencia y la fe fue dramático y probablemente no haya sido evaluado en toda su magnitud hasta la fecha.
Darwin abrevó en las ideas de Tomás Roberto Malthus (1766-1834) plasmadas en su An Essay on the Principle of Population que le hicieron reflexionar y desarrollar su teoría de que la selección natural era el resultado de la lucha por la vida y el mayor mérito de su concepción evolutiva de la vida fue que incorporó a ella un apabullante cúmulo de información científica como fruto de su acción e investigación personales, contra las ideas evolutivas previas basadas en teorías básicamente.
Resumidamente Charles Darwin explicó el proceso evolutivo bajo 3 grandes rubros: 1) la selección natural, 2) la selección sexual y 3) la pangénesis. Esta última fue una teoría que desarrolló para explicarse la idea que le atormentaba sobre el cómo las variaciones adquiridas por los individuos se transmitían a la descendencia (desconocía por supuesto el trabajo del monje agustino Johan Gregor Mendel sobre la herencia). Esta pangénesis se sustentaba en que, así como la planta produce granos, así cada célula del organismo producía "gémulas" o pequeñísimas partículas materiales que representaban exactamente a las células madres y que se recreaban en la progenie.
Luego surgió el neodarwinismo como teoría explicativa de la evolución como corriente de pensamiento biológico que considera la evolución de las especies como resultado de un juego complejo de mutaciones y de recombinaciones genéticas en el acervo hereditario de los seres vivos. Entre ellos sobresalen el genetista de poblaciones Theodosius Dobzhansky con su libro La genética y el origen de las especies de 1937 y Ernst Mayr, zóologo y evolucionista con La sistemática y el origen de las especies que vio la luz editorial en 1942, y hoy se acumulan cada vez más evidencias en el sentido que los cambios genéticos ocurren independientes de los procesos de selección natural y se deben a mutaciones aleatorias, combinadas con efectos de deriva genética.
Ahora las cosa se comprende mejor con el surgimiento del concepto de coevolución, término sugerido a partir de los trabajos de Paul Ehrlich y Peter Raven en 1965 (Butterflies and plants: A study in coevolution’, Evolution, 18:586-608) para explicar cómo las mariposas de la superfamilia Papilionoidea (muchos ejemplos han surgido después) han evolucionado conjuntamente con plantas de diversas familias taxonómicas. Es decir, la coevolución se explica como la "evolución conjunta de dos o más taxa que tienen relaciones ecológicas estrechas, sin intercambio de genes, y cuyas presiones selectivas operan recíprocamente originando con esto que la evolución de cada taxón sea independiente del otro" [Ken Oyama, 1988].
Este enfoque parecería que se opone, desde luego, a la teoría neutral de la evolución molecular propuesta por el investigador Motoo. Kimura (1983) que se refiere a que la mayor parte de los cambios a nivel molecular se llevan a cabo por procesos de la deriva génica más que por procesos de selección natural y adaptación. Sin embargo, la mayoría de los biólogos evolutivos consideran que las dos teorías son compatibles En síntesis, la coevolución es un cambio evolutivo recíproco que ocurre en especies interactuantes y que está mediado por la selección natural, o dicho de otra forma (Janzen. 1980), es aquel proceso por el cual dos o más organismos ejercen presión de selección mutua y sincrónica (en tiempo geológico) que resulta en adaptaciones específicas recíprocas. Si no hay adaptación mutua, no puede hablarse de coevolución.
Los biólogos e investigadores Rodolfo Dirzo y John Thompson resumen el asunto de la coevolución diciendo que
“a partir de las ideas de la evolución de Darwin más las herramientas de la biología molecular y el estudio de ecosistemas poco alterados por la acción humana, permite aprovechar la perspectiva coevolutiva para entender mejor el curso de vida en el planeta y para hacer lo más posible por conservarla. Lo más posible implica -afirman estos autores-, conservar hábitats de forma tal que permita a las especies seguir evolucionando y coevolucionando. Idealmente, deberíamos aspirar a vivir en un paisaje en el que la actividad humana se alterne con remanentes del esplendor y la exuberancia de la naturaleza silvestre”.

miércoles, 1 de junio de 2016

Réquiem por el cabás o maletín médico.

Dr. Xavier A. López y de la Peña
Cualquier profesional, esto es, la actividad habitual para la que una persona se ha preparado formalmente y que, al ejercerla tiene el derecho a recibir una remuneración económica, requiere de cierto tipo de utensilios para llevarlos consigo y ejecutar su trabajo.
Así, cada profesión demanda ciertos útiles para poder cumplir con su objetivo. En la profesión médica los útiles de trabajo conforman su particular armamentarium (en el diccionario inglés Collins: los objetos que componen el material y equipo utilizado por el médico en su práctica profesional) El profesionista médico suele utilizar un cabás (palabra de origen provenzal, cabas, y del latín vulgar capacium, capazo o capacho originalmente, en Francia; cesto que servía para llevar provisiones de boca, durante mucho tiempo tejido con juncos o eneas) o maletín pequeño para cumplir con su función y con el que generalmente se reconoce al médico general que hace visitas a domicilio.
El empleo de este particular contenedor, bolso o cabás se remonta a los tiempos prehistóricos en los que el primer sanador, médico brujo o chamán -por llamarlo de alguna manera-, asiste a su prójimo enfermo apoyándose con las diversas hierbas, flores, frutos, tierra u otros variados y múltiples objetos que consideraba necesario llevar consigo y realizando diversas maniobras y rituales a la luz de lo que le indicaren las estrellas en el firmamento, o la historia reciente de una inundación o una plaga cualquiera o la ira sobrenatural de su creación de la divinidad.
Algunas personas, no necesariamente médicos, habían de estar provistas de un determinado bolso o cabás con lo necesario para atender sus propias necesidades de salud trastornada, como lo demuestra el hallazgo de Ötzi, el Hombre de Similaun u Hombre de Hauslabjoch, como suele llamarse a este hombre momificado que vivió cerca del año 3300 a.n.e., encontrado en los Alpes de Ötztal, cerca de Hauslabjoch en la frontera ítalo-austríaca a una altitud de 3200 msnm., y quien aparentemente trató de curar una herida en su mano usando un hongo que llevaba en su cabás, el Fomes fomentarius, que podía usarse tanto como yesca para hacer fuego como para curar heridas, ya que este hongo posee acción antibacteriana; también llevaba consigo otro hongo, el Piptoporus betulinus (hongo del abedul), usado como remedio tradicional para combatir los parásitos, lo cual tiene sentido porque también se encontraron huevos de parásitos en el intestino de ese hombre.
Como quiera que haya sido, el chamán o sanador generalista poco a poco fue diversificándose, según sus propias cualidades, gustos, capacidades y necesidades sociales hacia determinado ámbito de la salud trastornada con lo que empezaron a distinguirse los sanadores de ojos, de huesos, de humores desajustados y más. Siempre acompañándose con su respectivo cabás provisto con lo necesario para hacer su trabajo.
Documentalmente, uno de los más antiguos cabás formalmente empleados en la práctica de la medicina está representado en un grabado en piedra caliza de un templo egipcio dedicado a los dioses Apolo e Isis de Kom Ombo (templo comenzado a construir por Ptolomeo VI en el siglo II a.n.e., siendo Kom Ombo capital del primer nomo del Alto Egipto, y terminado por Ptolomeo XII en el siglo I a.n.e.) que nos muestra ciertos instrumentos médicos utilizados en aquella época para el tratamiento quirúrgico de cataratas ya que en el templo también se recibían y atendían personas enfermas.
Gran variedad de materiales han sido utilizados para confeccionar el cabás o maletín médico: vegetales, animales y minerales, y presentándose también en diversas modalidades: como el xiquipilli (bolsa en náhuatl) que llevaría el tícitl (médico en náhuatl) en la época prehispánica, cartera, faltriquera, macuto, bulto, caja, maleta, talego, alforja, valija, zurrón o estuche.
También el contenido de cada cabás informa, de alguna manera, sobre la capacidad de respuesta del profesional de la salud que lo utiliza ante determinado problema. De hecho, lo que lleva en él nos ofrece un perfil de su campo de acción ya que contendrá principalmente material quirúrgico si se trata de un médico que atienda pacientes con heridas, o analgésicos potentes como la morfina si se ocupa de la atención a enfermos terminales.
En ocasiones un cabás puede ser insuficiente para el médico generalista cuando éste ejerce en un lugar aislado (como suele ocurrir en el medio rural) en donde previamente debe procurarse la mayor información posible acerca del caso que irá a atender para estar en condición de llevar lo posiblemente necesario. Por ejemplo: cuando al médico en este lugar rural es llamado para dar servicio a una persona enferma a la que se puede llegar a pie a dos o tres horas de distancia, no es lo mismo llevar el cabás ordinario con el que se podrá asistir a una persona con un proceso neumónico, que encontrarse con una paciente en trabajo de parto distócico que demande el uso de un fórceps u otro material que tenemos preparado en otro cabás en el consultorio y que no llevamos con nosotros.
En términos generales el cabás domiciliario de los médicos generalistas o de familia en una ciudad suelen contener pero no limitarse a: material impreso como el recetario, equipo diagnóstico (esfigmomanómetro, estetoscopio, termómetro, estuche de diagnóstico, martillo percusor, glucómetro capilar, abatelenguas, cánula de Guedel) material de curación (vendas, gasas, esparadrapo, guantes, jeringas y agujas, gel lubricante, solución antiséptica, ligadura, equipo para pequeña cirugía), medicamentos (adrenalina, atropina, cortico esteroides, analgésicos, antieméticos, sedantes, antimicrobianos, antihipertensivos, diuréticos, anestésicos locales, solución salina y glucosada al 50% en ampolletas, etc.)
Aun con lo referido, algunos estudios realizados particularmente en España (Roca y cols. Los maletines domiciliarios de los médicos de familia. Aten Primaria. 2008;40(7):371-8.), evidencian graves carencias sobre el contenido del cabás del médico generalista o familiar como que en más del 30% de los 103 cabás revisados de estos profesionistas carecían de esfigmomanómetro o estetoscopio, más del 60% no tenían fármacos para la reanimación cardiopulmonar y ninguno llevaba antimicrobianos.
El estudio anterior demuestra la falta de interés de algunos profesionales de la salud por conocer la presión arterial de su paciente o por escucharle el pecho, esto es de establecer un contacto físico con él o ella, o tal vez por dar por sentado que toda consulta será fácil y estará bajo control con sólo dialogar y escribir una prescripción, o que habrán de remitirle al Centro de Salud.
Así, el icónico cabás o maletín del médico que destacaba a mediados del siglo pasado: languidece. Ya no le sostiene una mano interesada en atender conocer y solucionar el problema de salud de su congénere en la primera visita. Ya no lleva en sus entrañas el armamentarium elemental que le daba presencia, orgullo a su portador y tranquilidad, seguridad o esperanza al enfermo que le veía llegar.
Ya no nos muestra su curtido y reluciente cuero y las iniciales grabadas de su orgulloso portador que, con el paso del tiempo, se iba engalanando de raspones, grietas y fisuras ganadas en el servicio que su dueño le daba por servir a otros. Persona y objeto en la atención al sujeto se han trastocado en los tiempos actuales dejando al cabás famélico e incapaz.
Ahora es la bata blanca y el estetoscopio al cuello del sujeto embutido en el ambiente aséptico del centro de salud u hospital que gira en torno a la medicina mercantilizada que brinda servicios de salud la que nos proporciona esta imagen icónica, y dejando abandonando en el rincón de un armario al cabás de otros tiempos.
Sin embargo, aún hay voces de aliento hacia el cabás o maletín médico como la siguiente:
El profesional de la salud -refieren los médicos españoles Juan Gérvas y Mercedes Pérez Fernández-, aparte de trabajar con sus conocimientos científicos, de los pacientes y de sus comunidades, y del compromiso con el paciente y la sociedad, debería mantener en saludable equilibrio material su cabás ya que “el trabajo sin ellos se torna de baja calidad, y termina llevando a la pérdida de autoestima y del prestigio profesional”.

lunes, 2 de mayo de 2016

Credibilidad.

¿Qué creer?
© DR Xavier A. López y de la Peña
Imagine una compra de maquinaria para la industria de la confección de ropa que realiza un empresario con propósito de hacer más eficiente su producción y que, una vez acordado el precio y las condiciones con el vendedor, éste le afirma que su pedido estará listo en la primera quincena del mes de Junio. Pasa Agosto y el comprador sigue esperando su maquinaria.
También puede usted pensar en que una persona mande hacerse unas tarjetas de presentación, deje un 50% de anticipo y le ofrezcan entregárselas en una semana y, quince días después siga esperando sus tarjetas. O tal vez requiera un empaque para la olla de presión y en el comercio especializado le informan que de momento no tienen ésa marca, pero que en tres días llegará el material solicitado. Pasa un mes y no llega el empaque.
El caso de una persona que acude a realizar oportunamente su trámite de renovación de licencia ante la oficina municipal correspondiente, hace su pago y le indican que debe regresar después de 15 días a recogerla porque "aún no están firmadas" las mismas. Quizá el automovilista que sufre un choque y enfrente su responsabilidad ante la autoridad correspondiente se percate de que, la solución -en éste caso la responsabilidad- que no justicia, se hará para el que se ponga "más" listo con dinero, palancas, palabras o trinquetes.
Así las cosas: ¿Qué significa creer? Seguramente es utópico, sin embargo, debemos luchar por creer y esforzarnos por que en lo que hacemos y decimos haya credibilidad. Que crean en nosotros, en nuestro trabajo, en el hogar, en el taller o la oficina, en nuestras conversaciones y convicciones. Si ofrecemos un artículo en venta a cierto precio, hay que venderlo a ése precio y no a tal si es en efectivo o a tal más si es con tarjeta de crédito, si prometemos un pedido para el lunes, hay que entregarlo ése mismo día no el miércoles. Si solicitamos un procedimiento cualquiera con carácter urgente, debe ser cierto que es urgente. Debemos -o deberíamos- creer que hay justicia y no sentirnos atemorizados y hasta agredidos ante el agente del ministerio público que con sus acciones pretende hacernos sentir culpables de lo que en realidad somos víctimas.
Hágase la siguiente reflexión sobre lo que representa a la ley, la justicia y el orden y piense: ¿Qué imagen se forma al ver a un soldado, un policía, un judicial, un agente del ministerio público, un juez o un inspector cualquiera?
O sobre el comercio, los servicios o la política: ¿Qué siente al ver a un vendedor de automóviles, un abogado o médico, a un candidato a la presidencia o a un diputado? ¿Cree en ellos?, es decir, confía en lo que dicen. Siente seguridad en que lo que harán será honesto, justo, equitativo, válido o bueno y cierto. ¿O se forma la idea de que tratarán de venderle más caro, de que no es cierto que el producto esté tan bien como lo ofrecen, de que hay pocas posibilidades de que puedan ayudarle o lo que dicen son sólo palabras vacías?
La imagen que nos formamos del mundo que nos rodea se recibe a través de nuestros sentidos y así nos damos idea y creemos que algo está caliente o frío cuando lo tocamos, lejos o cerca cuando lo vemos o ruidoso cuando lo escuchamos, sin embargo todas estas impresiones dependerán de la agudeza particular de cada uno de nuestros sentidos y con ello nos daremos cuenta de inmediato de que lo que para unos es duro para otros puede no ser tanto. La percepción entonces de nuestro entorno "depende" de la manera como la recibimos con nuestros sentidos y en consecuencia nos hacemos una idea "personal" de lo que sucede y que no siempre es real. Podemos mirar una luz en el firmamento y pensar que "es" una estrella, no obstante lo único que percibimos es su luz pues ella, probablemente hace tiempo que desapareció.
Estas consideraciones nos llevan a saber que nuestro conocimiento del mundo es imperfecto. ¿Cómo lo percibiremos si en nuestra relación con otras personas la comunicación es con palabras y acciones -lenguaje verbal y no verbal- y éstas son distorsionadas?, ¿Qué certeza o valor podemos atribuirle a lo que alguien dice o hace? Necesitamos creerle y que a su vez crea en nosotros, debemos propugnar porque en nuestras palabras y acciones se asiente la verdad, que lo que se haga o diga sea cierto, sea creíble.
Cuando compre y reciba una caja con guayabas o fresas grandes y apetitosas con la seguridad de que no habrá pequeñas o podridas en el fondo, cuando acuda a presentar una queja por un mal servicio y sea bienvenido y solucionen su problema, cuando vea en el soldado o el policía de caminos a un amigo dispuesto a ayudarle y a defenderle si fuere el caso y no con temor por su actitud prepotente, cuando tenga la certeza de que mañana tendrá su pedido como ofrecieron y esté completo y en buen estado, cuando la verificación vehicular se realice honestamente, cuando la ley se aplique con justicia, impere el equilibrio y la razón y cuando las campanas del reloj anuncien que son las doce del día y tenga usted la certeza de que sean efectivamente las doce, entonces el mundo marchará con credibilidad.
En México hace falta creer para tener seguridad y fortaleza. Creer en quienes representan a las instituciones, creer al campesino, al obrero, comerciante, industrial, empleado, funcionario, profesionista, político o al vecino.
Cuando creamos en nosotros, creerán en nosotros también. Decir y hacer con verdad dará certeza, credibilidad, lo demás son pamplinas.

viernes, 1 de abril de 2016

El hombre que miraba al cielo.

Sobre mirar al cielo y la primavera.
DR Xavier A. López y de la Peña
Hace millones de años el ancestro del ser humano formaba una unidad con la naturaleza y se sometía a ella como todos los demás seres vivos. Poseedor de un cuerpo físico en el que variados elementos básicos de la materia primigenia -polvo de estrellas- como el carbono, hidrógeno, oxígeno, nitrógeno, fósforo y azufre, entre otros, se entremezclaron de cierta manera en su composición y le hacían capaz de moverse, alimentarse y reproducirse. Todo ello cambió después cuando hace más de seis millones de años ocurrió la «hominización», esto es, el evolutivo paso biológico del primate al hominino, una sub tribu de primates homínidos que se caracterizan por su postura erguida y la locomoción bípeda, rama de la que sólo hasta ahora sobrevive el Homo sapiens (nosotros).
Hombro con hombro en este proceso evolutivo físico se dio la evolución cultural que se transmite a las nuevas generaciones por vía no genética, entendiendo aquí como «cultura» al conjunto de modos de vida y costumbres, conocimientos y grado de desarrollo artístico, científico, tecnológico, en una época y grupo social determinado. En el curso de esta evolución cultural el ser humano adquirió el control del fuego, paso trascendente al mejorar con la cocción de los alimentos la absorción de proteínas e hidrocarbonados de su dieta, de proporcionarse calor ante el inclemente tiempo, de protección contra sus depredadores y de incrementar sus labores durante la noche. Tuvo así su primer hogar.
Durante este prolongado tiempo evolutivo (según nuestra propia estimación del tiempo), el ser humano miraba y escudriñaba constantemente el cielo; reconoció el poder del sol e hizo conciencia del cambio de las estaciones y planificó sus actividades conforme estas variaciones cíclicas de la naturaleza. Dada su capacidad intelectual legó sus conocimientos a su descendencia como lo prueba el hecho de que del Paleolítico superior (hace cerca de 35,000 años) proviene el llamado «hueso de Lebombo», que consiste en un peroné de babuino marcado con 29 muescas distintas, descubierto en la Cordillera Lebombo en Suazilandia, sugiriendo que el hueso podría haberse utilizado para marcar los días de un ciclo lunar o menstrual. Hace más de 10,000 años surgió la agricultura de manera independiente en Mesopotamia y Egipto, Asia y Mesoamérica, así como también la domesticación de animales.
Fue entonces que la mirada al cielo se hizo más importante para decidir, según las diversas estaciones cuándo era el tiempo más propicio para sembrar y cosechar. Surgen entonces las primeras civilizaciones, como la Sumeria, que nos legara la escritura, la rueda, el carro y otras muchas allá por el año 3,000 a. de N. E. El sol, generador y motor de la vida fue considerado entonces por los que miraban el cielo, como una deidad. De esta manera, entre los sumerios le llamaban Utu (Shamash, en acadio), el dios que se daba cuenta de todo lo que ocurría en la tierra y por tanto se le consideraba también: dios de la justicia.
El dios sol era conocido como Helios entre los griegos, Inti en la cultura inca, Xué entre los muiscas, Tonatiuh entre los aztecas, Ra entre los egipcios y con muchos otros nombres entre otras tantas culturas en el planeta. Por lo tanto, desde las observaciones que antaño hacían los que miraban al cielo hasta nuestros días, la vida en el planeta en todos sus órdenes depende directa o indirectamente de la energía que nos provee el sol. Así también es el responsable de la circulación atmosférica, del clima y de las estaciones: primavera, verano, otoño e invierno. Este cambio de estaciones se debe a la inclinación del eje de giro de la Tierra respecto al plano de su órbita alrededor del sol, no como popularmente se cree porque la órbita terrestre alrededor del sol sea un poco elíptica. Dichas estaciones corresponden a la posición precisa de la órbita terrestre, opuestas dos a dos, y que reciben el nombre de equinoccios (del latín aequinoctium, noche igual) de primavera y otoño y solsticios (del latín solstitium, sol quieto) de invierno y verano.
El cambio cíclico de las estaciones marcaba todas las actividades vitales en el planeta y llegaron a relacionarse en gran medida con la salud y la enfermedad; así, Hipócrates de Cos, considerado el padre la medicina occidental estableció las siguientes sentencias relacionadas, particularmente, con la primavera:
Cuando el estío parece una primavera, disponte a ver en las fiebres sudores copiosos. Las enfermedades en el otoño son muy agudas y graves en extremo; la primavera es muy saludable y poco mortífera. Si el invierno es seco y dominan vientos del norte, y la primavera lluviosa con vientos de mediodía, habrá forzosamente en el estío fiebres agudas, oftalmías y disenterías, especialmente en las mujeres y en los hombres de temperamento húmedo. Mas si el invierno es lluvioso y templado, y reinan vientos del sur, y la primavera seca y fatigada de vientos del norte, las mujeres a las cuales corresponde parir en ella, abortarán con el más leve motivo; o si llegan a parir, tendrán hijos tan endebles o enfermizos, que o bien morirán desde luego, o se criarán enclenques y valetudinarios. Las demás gentes padecerán disenterías y oftalmías secas, y los viejos, catarros que les quitarán la vida en breve tiempo. En la primavera y entrada de verano, los niños y los próximos a la infancia gozan buena salud y están alegres. Los viejos en el estío y parte del otoño, y los de mediana edad en lo restante de la misma estación y en el invierno. La primavera produce perturbaciones mentales, melancolías, epilepsias, flujos de sangre, anginas, corizas, ronqueras, toses, lepra, herpes, alfos, multitud de pústulas ulcerosas, tubérculos y dolores articulares.
La primavera (primer verdor) es también llamada la estación del renacimiento que para los pueblos de la antigüedad representaba tanto los poderes de la naturaleza, como su transformación y emergencia cíclica. Para ello baste recordar el mito griego del rapto de Perséfone:
El griego Homero (c. siglo VIII a. de N.E.) refería que durante un tiempo en el sureste de Europa reinaba permanentemente la primavera. Siempre verde y con flores y no había hambre. Esto se le debía a la cuarta esposa de Zeus, Démeter, quien era considerada la diosa de la fecundidad de los campos, de la Madre Tierra y del trigo que proporciona el pan. De la unión de estos dioses nació Core, quien luego sería llamada Perséfone, una joven hermosa adorada por su madre y que solía disfrutar y jugar en un campo repleto de flores. Un día, pasó por allí el terrible Hades, dios de los infiernos que rige en el Tártaro o Mundo de los Muertos, quien se enamoró de Perséfone, raptándola y llevándola consigo a su territorio en el subsuelo. Deméter salió entonces a la búsqueda de su hija llevando una antorcha en cada mano, durante nueve días y nueve noches. Al décimo día el Sol, que todo lo ve, se atrevió a confesarle quién se había llevado a su hija. Contrariada por esta ofensa, Démeter, decidió entonces dejar sus funciones y abandonar el Olimpo. Vivió y viajó por la tierra que estaba entonces desolada y sin ningún fruto ya que, privada de su mano fecunda, esta se secó y las plantas no crecieron más. Ante este desastre Zeus se vio obligado a intervenir pero no pudo devolverle la hija a su madre. Es que Perséfone ya había probado el fruto de los infiernos (la granada) y por eso le era imposible abandonar las profundidades y regresar al mundo de los vivos. Sin embargo, se pudo llegar a un acuerdo: una parte del año Perséfone lo pasaría con su esposo y, la otra parte, con su madre.
Es así que los hombres que miraban y miran al cielo de alguna manera han interpretado su propia relación con el universo dándole orden y sentido. La naturaleza es concebida entonces por el ser humano y transmitida a sus generaciones en forma de cultura, o quizá con más propiedad, en sus diversas formas de cultura, estableciendo y marcando su propio estilo de vida y generando el conocimiento de su “particular” mundo natural; planteando, regulando y ordenando su vida diaria como lo es con la agricultura, pesca, caza, alfarería, comercio, preparación de alimentos e intercambio de información, entre otras.
Así tenemos que en la mirada de la cultura occidental, el concepto de naturaleza es aceptada como una relación de control y dominación, sustentada en una visión mecanicista del universo que establece una separación entre pensamiento, naturaleza y sociedad; en tanto que en China y Japón -por citar sólo dos países- las relaciones con la naturaleza son interpretadas como de cercanía y armonía en la que el cosmos y la persona son una misma entidad, y desde la perspectiva de algunos grupos amerindios, se le acepta como relaciones de subordinación y respeto.
Bajo el estrellado cielo que miraba Nezahualcóyotl (“Coyote-Hambriento o que ayuna”), Tlatoani (erudito, poeta y arquitecto) de Tetzcuco (1431-1472) en el México antiguo, he aquí una de sus poesías que lleva por título Canto de primavera:
En la casa de las pinturas Comienza a cantar, Ensaya el canto, Derrama flores, Alegra el canto. Resuena el canto, Los cascabeles se hacen oír, A ellos responden Nuestras sonajas floridas. Derrama flores, Alegra el canto. Sobre las flores canta El hermoso faisán, Su canto despliega En el interior de las aguas. A él responden Variados pájaros rojos. El hermoso pájaro rojo Bellamente canta. Libro de pinturas es tu corazón Has venido a cantar, Haces resonar tus tambores, Tú eres el cantor. En el interior de la casa de la primavera Alegras a las gentes Tú sólo repartes Flores que embriagan Flores preciosas. Tú eres el cantor. En el interior de la casa de la primavera, Alegras a las gentes.
Finalmente, sea la forma en que los seres humanos miraban y miran al cielo, ya sea para predecir un eclipse, ofrecer un augurio, saber cuándo sembrar o cosechar, emitir una plegaria o solicitar un perdón, para buscar una nueva estrella o galaxia, para disfrutar de la vista de la aurora boreal o para inspirar un poema de amor a la luz de la luna en pleno, entre mil más, lo hacen con los pies sobre la tierra sabiéndose consciente o inconscientemente parte del universo, simplemente polvo de estrellas.

miércoles, 2 de marzo de 2016

Del sentimiento rítmico de la vida.

Ritmo.
“La música es la receta perfecta para todo facultativo agobiado de trabajo”.
Dr. Harvey Salomón. Internista-timbalero, Nueva York. 1966
© DR Xavier A. López y de la Peña
La vida es todo ritmo. Estamos sometidos a las variaciones rítmicas estacionales de primavera al invierno, ciclos día-noche, frío y calor, y al cambio cósmico cíclico también con variaciones temporales diversas como algunos de los factores externos. Somos compañeros inevitables de nuestro propio y rítmico latido cardíaco, del ritmo respiratorio, de la cadencia de nuestro talante que oscila rítmicamente también entre la alegría y la depresión, de ciclos hormonales circadianos, ultradianos e infradianos como algunos factores internos. La expresión emocional vibra también a ritmos. Con la voz inicialmente expresamos nuestras emociones -a más de gestos y posturas- y luego a través de instrumentos. Sonidos rítmicos creados con instrumentos que posteriormente se armonizaron.
¿Qué música nos hace vibrar de emoción? ¿Qué emoción despiertan? Habrá quien llegue a las lágrimas con el canto de un jilguero o el de un canario, como quien se cimbre más ante la modulación de sonidos que con el ritmo como sucede entre los mongoles.
Recuerdo a un viejo argelino, Ahmed, que al tañer acompasadamente un instrumento de cuerdas de fabricación propia pedía a los transeúntes, en los suburbios de Orán, alguna moneda para poder sobrevivir. Música, ritmo y sentimiento de la miseria del ejecutante, haciendo vibrar la compasión del distraído viajero.
Música sacra y profana, contraste de comunicaciones emocionales entre lo sagrado y lo terreno aunque de cualquier forma, sublimes ambos; música folklórica y popular que señala un lugar con sus usos y costumbres tradicionales como la interpretada por un solitario violinista de Helsingland, al oeste de Suecia, contra la sinfónica que alcanza un nivel universal; música infantil que recrea sueños y fantasías propias del menor, contra el estridente ritmo juvenil que en su expresión musical nos demuestra sus pasiones, desencuentros y búsquedas de adolescente ávido por crecer y ser; música para evocar o, inclusive, para forzar a comer. Ritmo que excita a favor o deprime en contra de una u otra expresión emocional.
El ritmo es también señal. Ha sido usado como señal de duelo -deprime-; señal de alerta -excita- como el ulular de las sirenas que previenen sobre un inminente bombardeo o del paso de una ambulancia; solicitud de socorro -demanda- como el representado por el lenguaje Morse con su SOS (tres golpes cortos, tres golpes largos y tres golpes cortos); bienvenida –alegría-. Juego: fanfarria olímpica. Guerra, marcha militar con olor a muerte, rígida. Acongoja si la cadencia del ritmo unida a la experiencia personal nos hace rememorar algún episodio triste en nuestro pasado como escuchar un lánguido dúo de damas japonesas tocando típicos instrumentos de cuerdas: el gekkin y el samisen.
Incita a beber y comer cuando se le escucha en los restaurantes o tabernas haciendo que el comensal o bebensal entre en tensión, y la desesperación -respuesta subliminal- inconsciente que genera, les haga pedir otra copa más o un pastelillo adicional, para mitigarle. Música con mariachis en el Asador Musquis, fiesta, disipación, alegría y jolgorio con el toque nacionalista. Regocijo. El ritmo de las bandas de guerra que al son de sus marchas militares nos indican y marcan orden, disciplina. Ritmos que alientan al honor en la defensa (¿) de una causa, en morir dignamente para ser glorificados y en el matar al prójimo -sin remordimiento- a grado de excelsitud: ... al sonoro rugir del cañón. Ritmo nacionalista o regionalista.
Ritmos cuya cadencia nos hace entrar en un sopor que invita, irremediablemente al sueño. El rítmico sonido del oleaje, relaja y hace entrar en sincronía a nuestros sentimientos. Tic tac de la naturaleza que impacta a otra naturaleza.
Villancicos, o aguinaldos venezolanos evocando episodios navideños cristianos. Rítmico el masaje que en el ir y venir de la mano, o las manos, impulsada por el músculo de ejecutante, hacen fluir el tónico para mitigar la contractura, posicionar la vértebra, reubicar el despistado tendón o dinamizar la linfa estancada. Relajar la tensión.
Ritmo en el aquelarre, las ceremonias de iniciación donde desbordan las acciones colectivas de posesiones ultraterrenas y demoníacas. Ritmo de la marcha nupcial indicando la unión de dos personas ante la sociedad. Ritmo que mueve a convulsión y posesiona a los participantes en ciertas ceremonias haitianas, impregnados de vudú al monótono son de los tambores.
La voz humana que sigue el ritmo de la música y genera también intensas emociones es, en algunos casos, incapaz de ser superada por otros. Es así, que la interpretación de la canción de 1951 Padam-padam interpretada sin el particularísimo estilo de la francesa Edith Piaf, carecería de todo encanto. El artista imprime emoción también al ejecutar su instrumento, sentimiento que se trasmite a quien le escucha. Ritmo, tono, altura, compás, textura, duración, timbre. Emoción en todo. Ritmo y comercio. “Al son que me toquen bailo”, espectáculo taquillero, disco de platino por ventas en el mundo a cierto exitoso fonograma.
Ritmo con el cuerpo en las artes marciales desde el más sutil hasta el más enérgico, con o sin contacto físico con otro. Ritmo en la práctica gimnástica y para el acondicionamiento físico; ritmo del desarrollo muscular a fuerza de contraer una, dos, tres y mil veces más un músculo o un grupo muscular contra una carga determinada; ritmo de construcción de imagen corporal. Ritmo para el baile: danzón, cumbia, vals, joropo, merengue.... Ritmo negro, blanco, amarillo impulsado por el color de la piel de las personas de una u otra región. Ritmo en la siega del trigo, en la pizca del tomate combinando sudor y esfuerzo. Ritmo de banyo (como la famosa composición instrumental de Arthur "Guitar Boogie" Smith, de 1955 para banjo bajo el título Feudin' Banjos) o del blues que surge de las manos negras del recolector de algodón norteamericano como la obra Summertime, aria compuesta en 1935 por George Gershwin, en que nos ofrece una canción cargada de dolor, sufrimiento, esperanza tal vez.
Una vez de viaje en Guatemala, reunidos en una larga casa con techumbre de paja llena de gente, nos sentamos en unas sillas hechas de cuero en el centro. Llegaron luego veinte músicos vistosamente vestidos con chalecos policromos, fajines, pañuelos y calzones cortos, cargando marimbas hechas por ellos mismos y, a su ritmo ejecutaron un repertorio musical incitante mezclado con los olores de la campiña de la ciudad de Retalhuleu, animados entre el calor humano concentrado y los efectos de la chicha.
Ritmos los hay para una contada elite refinada en la que una sinfonía de Mozart, un cuarteto de Beethoven, una pieza instrumental del austríaco Anton Webern, un concierto brandenburgés de Bach, un preludio de Chopin o una obra orquestal de Bartók, son partituras estimadas por los estetas como la más alta proyección del pensamiento musical. En contraposición, la música popular que hermana en la democracia, emana –como dijo Jacobo Grimm- como cualquier cosa buena de la naturaleza, silenciosamente y de la pacífica fuerza de todos; nace como también apuntó Cecil Sharp, del inconsciente colectivo.
El ritmo es, a fin de cuentas y en última esencia parte polifónica de nuestra propia existencia. En cuanto a la música se refiere y como en gustos se rompen géneros, cada quien tiene su especial sensibilidad y respuesta al ritmo y yo, ni hablar, como repetidamente he dicho prefiero el ritmo de la salsa.
El ritmo a nadie puede ser indiferente. El ciclo vital oscila ente el ritmo del nacer y el morir. Ritmo de crecimiento, ritmo de bombeo, ritmo de producción; todo es ritmo, la frecuencia periódica de un fenómeno en el que está inmersa la vida.

lunes, 8 de febrero de 2016

Medicina Náhuatl.

MEDICINA NÁHUATL: VÍNCULOS HISTÓRICOS.
© DR Xavier A. López y de la Peña
La práctica de la medicina en México tiene indudablemente raíces profundas en el conocimiento precortesiano que sobre salud y enfermedad tenían los antiguos mesoamericanos y mantienen vigencia actual algunos ejemplos como el de relacionar algunos padecimientos con el frío o la humedad, el calor y la sequedad. Comentaremos algunos aspectos históricos acerca de la medicina náhuatl, historia que constituye un puente entre el hoy y el ayer, la historia entendida como lo expresara Fray Juan de Torquemada en el siglo XVI:
"...es un beneficio inmortal que se comunica a muchos: ¿Qué depósito hay más cierto y más enriquecido que la historia? Allí tenemos presentes las cosas pasadas y testimonio y argumento de las por venir. Ella nos da noticia y declara y muestra lo que en diversos lugares y tiempos acontece. Los montes no la estrechan, ni los ríos, ni los años, ni los meses, porque ni está sujeta a la diferencia de los tiempos ni del lugar. Es la historia un enemigo grande y declarado contra la injuria de los tiempos, de los cuales claramente triunfa. Es la reparadora de la mortalidad de los hombres y una recompensa de la brevedad de esta vida..."
De una manera extraordinariamente simplista podemos resumir el contexto histórico del desarrollo cultural náhuatl como base de la interpretación de la medicina, en que el ordenamiento material tenía como base el régimen militar y el espiritual el teocrático, ambos entrelazados indisolublemente. Así, la gestación de la práctica médica y el desenvolvimiento alcanzado hasta el tiempo de la llegada de los españoles transitó entre un continuo luchar, conquistar y domeñar tierras y hombres, amalgamando las tradiciones, costumbres, ideologías, conceptos, artes y técnicas de las culturas de los otros pueblos mesoamericanos, desde el momento mismo del establecimiento del imperio azteca en Tenochtitlán guiados por el implacable dios Hitchilopochtli -colibrí zurdo-, el dios de la guerra.
Nace de esta manera una nueva cultura, la náhuatl, fortaleciendo el Ticiotl o arte y técnica de la medicina que habrán de darnos a conocer los historiadores; recios conquistadores y pacientísimos sacerdotes a la luz de la espada, la cruz y la pluma que en un choque cultural portentoso gestaron nuestro mestizaje aderezado con un fuerte sabor medieval.
El hombre prehispánico ejercía la práctica médica, nos dice el Dr. Gonzalo Aguirre Beltrán, en la edad adulta, en tanto que la mujer lo conseguía hasta pasada la menopausia una vez libre de la impureza derivada de partos y menstruaciones.
Pero, ¿qué hacía, cómo actuaba ese médico? Fray Bernardino de Sahagún nos da una descripción de sus acciones: "El médico suele curar y remediar las enfermedades; el buen médico es entendido, buen conocedor de las propiedades de las yerbas, piedras, árboles y raíces, experimentado en las curas, el cual también tiene por oficio saber concertar los huesos, purgar, sangrar y sajar, y dar puntos, y al fin librar de las puertas de la muerte. El mal médico es burlador, y por ser inhábil, en lugar de sanar empeora a los enfermos con el brebaje que les da, y aun a las veces usa hechicerías y supersticiones para dar a entender que hace buenas curas".
El ejercicio de la práctica médica se heredaba de padres a hijos según declaraciones del Dr. Francisco Hernández, protomédico de las Indias en su obra Historia Natural de la Nueva España , y también hay pruebas de que en los templos como el Cálmecac, los sacerdotes (o sátrapas según Sahagún) enseñaban acerca de las propiedades medicinales de algunas hierbas pues "algunos eran médicos".
El formulario terapéutico que utilizaban era amplísimo y aquí ofrecemos algunos breves ejemplos: Para concertar lo huesos (tratar las fracturas) se indicaba que "...las quebraduras de los huesos de los pies, curarse han con los polvos de la raíz que se llama acocotli (panta parecida al hinojo) y la de la tuna que deberá ponerse en la quebradura del pie, y envolverse, y atarse con algún lienzo o paño. y después de puesto, se han de poner cuatro palitos o tablitas a la redonda de la quebradura, y atarse han fuertemente con algún cordelejo, para que de esta manera salga la sangrasa, y también se sangrará de las venas que vienen a juntarse entre el dedo pulgar del pie y el otro porque no se pudra la herida; y los palillos o tablillas se han de tener atados por espacio de veinte días, y después de este tiempo, se ha de echar una bilma de ocolzótl (cierta clase de pino) con polvos de la raíz de maguey, con alguna poca de cal y sintiendo alguna mejoría, podránse tomar algunos baños" .
Si se dejan de lado los elementos propuestos utilizados de carácter mágico e inútil, ciertamente el conocimiento de la inmovilización debió haber sido eficaz como lo demuestran algunos huesos fracturados y consolidados de la época prehispánica, como los hallados en Nonoalco según las descripciones osteopatológicas realizadas por T. Jaén y C. Serrano.
La realización de sangrías como método terapéutico en numerosos casos patológicos de manera única o como coadyuvante en las curaciones prehispánicas empleando corrientemente puntas de maguey, ciertamente no representaban como para los europeos, el dar con ello salida del cuerpo al elemento "morbífico" que contenía, sino que se ubicaba en el contexto de representar una "ofrenda" a los dioses para esperar su auxilio en recuerdo del autosacrificio de Quetzalcóatl (Dios del aire, representado bajo la forma de serpiente, emblema de los vientos y los torbellinos, recubierta de plumas de quetzalli, que representaban los céfiros y las nubes negras. Serpiente emplumada) que con su propia sangre dio vida (vivificó los huesos robados a Mictlatencutli -dios del reino de los muertos que en el gran templo de México tenía una capilla llamada tlaxico -en el vientre de la tierra-) a la generación presente.
Para tratar los furúnculos, este era el remedio descrito en el Libellus de Medicinalibus Indorum Herbis, escrito por Martín de la Cruz en 1552: "se muelen las raíces del tlalahuehuetl y otras bien sin agua, en yema de huevo se aplican al furúnculo de la cabeza después de bien lavado el pus, dos veces al día, por la mañana y por la tarde. Después se cubre bien la cabeza. Ahora, si solamente hay una parte en que se halle esta pudrición, se lavará con orines y se pondrá el mismo medicamento Hace tiempo se demostró que la alnuína, substancia antiinflamatoria obtenida de una variedad de alnus, especie del árbol ylin, tiene, como el tlalhahuehuetl propiedades astringentes y la yema de huevo contiene citopoyetinas que estimulan la proliferación de los fibrobalastos, elementos que utilizados en la fórmula anterior posiblemente hubieran contribuido a la solución de los furúnculos descritos.
La vida y la muerte, la salud y la enfermedad estaban íntimamente ligados a influencias teogónicas y cosmogónicas. En general, ambos conceptos duales representaban ya el castigo a una ofensa proferido por alguna deidad (enfermedad o muerte) o la recompensa (salud y vida) al buen comportamiento y devoción por los dioses. Como ejemplos: Xipe-totec el dios tutelar de la medicina y de los orfebres castigaba con el "mal de ojo, la sarna y la postema , Tezcatlipoca ("espejo brillante o que humea", gran dios con poder de provocar la guerra) el eterno enemigo de Quetzalcóatl castigaba a los viciosos con diversas y terribles enfermedades, algunas incurables del corazón y formaba parte también de la mitología mexica relacionada con la práctica de la medicina. El eclipse de luna como ejemplo de la influencia cosmogónica en la interpretación de las enfermedades determinaba algunos de los defectos congénitos como el de labio leporino, por mencionar uno bien conocido en relación con este fenómeno natural.
La actuación médica prehispánica por parte del ticitl (médico, partera, augur, adivino), había alcanzado un gran desarrollo al momento de la conquista española, su arte le llevó a reconocer y diferenciar para terminar con este vastísimo campo, las hemorroides externas de las internas: "la enfermedad de las almorranas se curará con el agua de la yerba tetlemaitl... entiéndanse estando dentro las almorranas; pero si estuvieran fuera, será necesario moler la dicha yerba y los polvos y ponerse sobre ellas".
La medicina prehispánica constituye aún un filón muy rico para explorar aunque poco esfuerzo se encamina a éste propósito, y la herbolaria representa un importante arsenal terapéutico en espera de incorporarse formalmente a la práctica médica oficial que le rechaza por presiones económicas y culturales básicamente.
Sirvan estas breves líneas para interesar al lector en el ticiyotl o ticiotl, el arte de la medicina expresado en la sutil y bella lengua náhuatl ligándolo a la concepción histórica y médica que nos ofrece el eminente Pedro Laín Entralgo:
"Para quien considere el ejercicio de la medicina sólo como una profesión más o menos lucrativa o como la mera ejecución [...] de técnicas y diagnósticos y terapéuticas perfectamente reguladas, la historia del saber médico será, sin el menor género de duda, pura inutilidad. Pero las principales razones por las cuales posee alguna utilidad el conocimiento de la historia de la medicina, es para quienes como médicos no se contenten con ser simples técnicos repetidores de técnicas, para cuantos aspiren a poseer en su persona la doble perfección del hombre culto y del técnico intelectualmente ambicioso".