lunes, 4 de marzo de 2019

Medicina Teúrgica.


Jirones en la Medicina Teúrgica.


En estas cuatro cosas -creencia en los espíritus, ignorancia de las causas segundas,
 devoción a lo que suscita el temor de los hombres y el tomar como presagio
 lo que es casual- consiste la semilla natural de la religión; (Thomas Hobbes en “Leviatán”, 1651)

o de la elección de las medicinas alternativas.


Dr. Xavier A. López y de la Peña.

             De camino del Aeropuerto de Lhasa Gonggar (a una altura de 3570 msnm) en la Región Autónoma del Tíbet, hacia la ciudad de Lhasa, por la carretera Chuanzang, me detuve ante el monumento erigido al Dios Buda de la Medicina: Bhaisajyaguru.

             De este evento surge la siguiente reflexión sobre la medicina teúrgica.

             Comenzaré diciendo que el término teúrgia, se refiere a la magia mediante la cual en la Antigüedad se pretendía entrar en comunicación con los dioses y ejercer influencia sobre ellos para la consecución de alguna cosa. Como adjetivo aplicado a la medicina se entiende como la magia médica que, lejos de quedarse en los tiempos antiguos aún pervive entre nosotros.

             La imagen que aquí presento corresponde a Bhaiṣajyaguru que es el llamado «Buda de la Medicina» y suele ser generalmente representado como un buda de color azul, que deriva del lapislázuli, piedra azul con diminutas vetas doradas asociada desde tiempos inmemoriales con la sanación de los enfermos, probablemente desde el tiempo de la civilización sumeria y pudiendo estar asociada con la leyenda de la diosa Inanna (Ishtar)

             El siguiente mantra (sonido compuesto por sílabas, palabras, fonemas o grupos de palabras que otorgan a quien las pronuncia y en ciertas creencias, cierto poder psicológico o espiritual) y que nos llevaría a la iluminación, suele repetirse ante este Buda de la Medicina:

Mantra del Buda de la Medicina

TAYATA OM BEKANDZE BEKANDZE MAHA
BEKANDZE RADZA SAMUDGATE SOHA.

(Mantra que puede traducirse así):

“Pueda yo tener las mejores, las mejores, las muy mejores condiciones a fin de poder ayudar a los demás. Que se elimine el dolor que procede del sufrimiento del cuerpo y la mente, la vejez y la enfermedad, que se elimine el sufrimiento que procede de la mente y los pensamientos perturbadores, que se eliminen el sufrimiento que procede de las huellas que dejaron esos pensamientos en mi mente. Que pueda yo así ofrecer la mejor terapia y ayuda a mi paciente”.

             Recuérdese que los doce juramentos del Buda Maestro de Medicina al lograr la iluminación, de acuerdo con el Sutra del Buda Maestro de Medicina son:

             Iluminar incontables reinos con su radiante luz, permitiendo a todos convertirse en un Buda como él.
             Despertar las mentes de los seres conscientes a través de su luz de lapislázuli.
             Proveer a los seres conscientes con cualquier necesidad material que tengan.
             Corregir las perspectivas heréticas e inspirar a los seres hacia el camino de un Boddhisattva.
             Ayudar a los seres conscientes a seguir los preceptos morales, aún si han fallado en cumplirlos anteriormente.
             Curar a seres con deformidades, enfermedades u otros sufrimientos físicos.
             Ayudar a aliviar el sufrimiento de los indigentes y enfermos.
             Ayudar a las mujeres que desean reencarnar como hombres a que logren su reencarnación deseada.
             Ayudar a curar enfermedades mentales y delirios.
             Ayudar a los oprimidos a ser liberados del sufrimiento.
             Aliviar a quienes sufren de mucha hambre y sed.
             Ayudar a proveer ropas a indigentes y a quienes sufren por el frío y los mosquitos.1

             La búsqueda por obtener la salud perdida, entre muchas otras cosas, invocando de diversa forma a seres superiores o deidades con más propiedad, se pierde en el pasado histórico de la humanidad. Ello ha estado a cargo ya de magos, chamanes, sacerdotes o personas con algún alto puesto político o religioso dentro de determinada comunidad. Ellos han sido llamados taumaturgos (palabra proveniente del griego thauuma, milagro o cosa digna de admiración o maravillosa y ergon, trabajo), esto es, gente con la supuesta capacidad de realizar acciones extraordinarias de carácter sobrenatural.
             Múltiples ejemplos pictóricos se encuentran en diversas cavernas descubiertas alrededor del mundo en los que se muestran actos y ritos varios de invocación a “dioses” o a ciertos elementos que rigen nuestras vidas en el cosmos.
             En el principio de la historia hace cinco mil años, los sumerios dejaron inscrito en sus tablillas de arcilla diversas referencias a rituales, hechizos, recetas y más para conjurar la enfermedad, solicitar la intervención divina para la resolución de sus problemas y conseguir la salud. Luego con los egipcios, los griegos, los chinos, los hindúes, los aztecas, los mochicas, en fin, en casi todas las culturas, los taumaturgos han estado y están, de alguna manera, presentes.
             Todo ello proviene de la generalizada percepción, franca o soterrada mente, que se tiene de una interpretación cosmodivina de la naturaleza del ser humano. Esto da pie a la “supuesta” realidad del hecho milagroso; de un lado, está el sufrimiento del paciente que le hace susceptible a la sugestión y del otro el operador taumaturgo dispuesto a llenar esa necesidad.
             Ya el neurólogo francés Jean Marie Charcot (1825-1893) a fines del siglo XIX había dado cuenta de ello de la siguiente manera:

          Los llamados hechos milagrosos tienen un doble carácter; son engendrados por una disposición especial del espíritu del enfermo. Como la confianza, la credibilidad, la sugestión; como se dice hoy en día, constituyen la “fe que cura”, que puede ponerse en marcha por razones de distinto orden.
          En general, la “fe que cura” no se desarrolla de manera espontánea en toda su intensidad curadora. Un enfermo escucha decir que hay un santuario en el que se producen curaciones milagrosas, indaga entre quienes lo rodean, solicita informes sobre las circunstancias en que se dieron las curaciones maravillosas cuyo rumor ha escuchado. Y no sólo escucha palabras alentadoras por parte de su entorno directo, incluso a veces de su médico, que no quiere privar a su paciente de una última esperanza. La contradicción en tal caso, no puede tener otro efecto más que la exaltación de la creencia en la posibilidad de una curación milagrosa. La “fe que cura” comienza a nacer, se desarrolla paulatinamente, se prepara incubándose hasta que la realización de una peregrinación se vuelve idea fija. En tales condiciones, el estado mental no tarda en dominar al estado físico. El último esfuerzo será una ablución en el estanque como parte del culto exterior; entonces la “fe que cura” produce el efecto deseado, la curación milagrosa se vuelve realidad.2

             Este es el disparador inicial para que cualquier persona con mentalidad creencial se afilie a una medicina teúrgica o hacia alguna de las llamadas “alternativas”.


1 . Bhaiṣajyaguru. Consultado en internet el 3 de marzo de 2019 en: https://es.wikipedia.org/wiki/Bhaisajyaguru
2 . Jean-Marie Abgrall. Los charlatanes de la salud. Ed. Oceano. México 2003, p. 197.