miércoles, 1 de mayo de 2024

Yo Creo. Erich Fromm.

 

Yo Creo.


Yo creo que hoy, esencialmente, para el hombre moderno,
y en general para el hombre que vive en la Tierra,
tan sólo hay una alternativa:
la barbarie o un nuevo renacimiento del humanismo.
 
Erich Fromm.


Dr. Xavier A. López y de la Peña.

            La grave tensión geopolítica generada en el mundo actual en la que se determina un belicoso reacomodo de las fuerzas globales y se vislumbra la inminente posibilidad de una Tercera Guerra Mundial a causa de múltiples diferencias ideológicas, económicas, territoriales, políticas y sociales, me llevan a considerar que la destrudo o “pulsión de muerte” -concepto desarrollado por Sigmund Freud- como fuente de agresión humana, ha aflorado en nuestra sociedad ávida de consumo e insaciable por “tener” cada vez más y más, y que nos estimula y predispone a actuar de manera egocéntrica y materialista, me lleva a compartir las ideas expresadas por el destacado psicoanalista, psicólogo social y filósofo humanista alemán, Erich Fromm (1900-1980), en su libro titulado El humanismo como utopía real (1965), sobre lo que él cree en su pensamiento humanista.
            A mi modo de ver, Erich Fromm modela con ello un humanismo racional en el que preconiza el amor -antónimo del odio-, como la fórmula para inhibir la actual y actuante destrudo de nuestra primitiva naturaleza que hoy, como ayer, amenaza con destruirnos.
 
            ¡Escuchémoslo!
                        Dice así:
 
            Creo que la unidad del hombre, a diferencia de otros seres vivientes, se debe a que el hombre es la vida consciente de sí misma. El hombre es consciente de sí mismo, de su futuro, que es la muerte; de su pequeñez, de su impotencia. Es consciente del otro en cuanto otro. El hombre está en la naturaleza y sometido a sus leyes, aunque la trascienda con el pensamiento.
            Creo que el hombre es consecuencia de la evolución natural: que ha nacido del conflicto de estar preso y separado de la naturaleza y de la necesidad de hallar unidad y armonía con ella.
            Creo que la naturaleza del hombre es una incoherencia, debida a las condiciones de la existencia humana, que exige buscarle soluciones, las cuales a su vez crean nuevas incoherencias y la necesidad de nuevas soluciones.
            Creo que toda solución a estas incoherencias puede cumplir realmente la condición de ayudar al hombre a superar el sentimiento de separación y a lograr un sentimiento de concordancia, comunidad y participación.
            Creo que, en toda solución a estas incoherencias, el hombre sólo tiene la posibilidad de escoger entre avanzar o retroceder. Estas opciones, que se manifiestan en actos precisos, son medios para rebajar o para desarrollar la humanidad que tenemos dentro.
            Creo que la alternativa fundamental para el hombre es la elección entre “vida” y “muerte”, entre creatividad y violencia destructiva, entre la realidad y el engaño, entre la objetividad y la intolerancia, entre fraternidad con independencia y dominio con sometimiento.
            Creo que podemos atribuir a la “vida” el significado de continuo nacimiento y constante desarrollo.
            Creo que podemos atribuir a la “muerte” el significado de suspensión del desarrollo y continua repetición.
            Creo que, con la solución regresiva, el hombre trata de encontrar la unidad librándose del insoportable miedo a la soledad y a la incertidumbre, desfigurando lo que lo hace humano y lo atormenta. La orientación regresiva se desarrolla en tres manifestaciones, juntas o separadas: La necrofilia, el narcisismo y la simbiosis incestuosa.
            Por necrofilia entiendo el gusto por todo lo que es violencia y destrucción: el deseo de matar, la adoración de la fuerza, la atracción por la muerte, el suicidio y el sadismo y el deseo de transformar lo orgánico en inorgánico sometiéndolo al “orden”. El necrófilo, por carecer de las cualidades necesarias para crear, en su impotencia encuentra más fácil destruir, porque para él sólo una cualidad tienen valor: la fuerza.
            Por narcisismo entiendo la falta de un interés autentico por el mundo exterior y un intenso apego a uno mismo, al grupo, clan, religión, nación, raza, etc., con graves distorsiones del juicio racional. En general, la necesidad de satisfacción narcisista deriva de la necesidad de compensar una pobreza material y cultural.
            Por simbiosis incestuosa entiendo la tendencia a seguir ligado a la madre y a sus equivalentes: la estirpe, la familia o la tribu; a descargarse el insoportable peso de la responsabilidad, la libertad y la conciencia, para ser protegido y amado en un estado de seguridad con dependencia, que paga el individuo con el cese de su propio desarrollo humano.
            Creo que, escogiendo avanzar, el hombre puede encontrar una nueva unidad mediante el pleno desarrollo de todas sus energías humanas, que se muestran en tres orientaciones, juntas o separadas: la biofilia, el amor a la humanidad y a la naturaleza y la independencia y libertad.
            Creo que el amor es la llave principal para abrir las puertas al “crecimiento” del hombre. El amor y la unión a alguien o algo fuera de uno mismo permite trabar relaciones con otros, sentirse uno con otros, sin reducir el sentido de integridad e independencia. El amor es una orientación positiva, para la cual es esencial que se hallen presentes al mismo tiempo la solicitud, la responsabilidad, el respeto y el conocimiento del objeto de unión.
            Creo que la experiencia del amor es el acto más humano y humanizador que es dado gozar al hombre y, como la razón, carece de sentido si se entiende de manera parcial.
            Creo en la necesidad de “liberación” de los lazos, externos o internos, como condición para poder tener la “libertad” de crear, obrar, querer saber, etc., para poder llegar a ser un individuo libre, activo y responsable.
            Creo que libertad es la capacidad de obedecer la voz de la razón y del conocimiento, en contra de las voces de las pasiones irracionales. Es la emancipación que libera al hombre y lo pone en el camino de emplear sus facultades racionales y de comprender objetivamente el mundo y el papel que en éste representa.
            Creo que la “lucha por la libertad” tiene, en general, el sentido excluido de lucha contra la autoridad impuesta sobre la voluntad individual. Hoy la “lucha por la libertad” debe significar liberarnos, individual y colectivamente, de la “autoridad” a la que nos hemos sometido “voluntariamente”: liberarnos de las fuerzas interiores que exigen este sometimiento porque somos incapaces de soportar la libertad.
            Creo que la “libertad de elección” no siempre es igual para todos los hombres en todo momento. El hombre de orientación exclusivamente necrofílica, narcisista o simbiótico incestuosa, puede tomar sólo una opción regresiva. El hombre libre, liberado de lazos irracionales, no puede tomar ya una opción regresiva.
            Creo que el problema de la libertad de elección existe sólo para el hombre de orientaciones contrapuestas, y que esta elección siempre está estrechamente condicionada por deseos inconscientes y por justificaciones tranquilizadoras.
            Creo que nadie puede “salvar” a su prójimo decidiendo por él. Únicamente podrá ayudarlo señalándole alternativas posibles, con toda sinceridad y amor, sin sensiblería ni engaño alguno. La conciencia intelectiva de las alternativas liberadoras puede reavivar en un individuo sus energías ocultas y ponerlo en el camino en el que escoja la “vida”, en lugar de la “muerte”.
            Creo que la igualdad se siente cuando, al descubrirse uno mismo por completo, se reconoce igual a otros y se identifica con ellos. Todo individuo lleva la humanidad en su interior. La “condición humana” es única e igual en todos los hombres, a pesar de las inevitables diferencias de inteligencia, talento, estatura, color, etc.
            Creo que la igualdad entre los hombres se debe recordar especialmente para evitar que uno se convierta en instrumento de otro.
            Creo que la fraternidad es el amor dirigido a nuestros semejantes. No obstante, se quedará en palabra hueca mientras no se hayan eliminado todos los lazos “incestuosos” que impiden juzgar objetivamente al “hermano”.
            Creo que el individuo no puede entablar estrecha relación con su humanidad en tanto no se disponga a trascender su sociedad y a reconocer de qué modo ésta fomenta o estorba sus potenciales humanos. Si le resultan “naturales” las prohibiciones, las restricciones y la adulteración de los valores, es señal de que no tiene un conocimiento verdadero de la naturaleza humana.
            Creo que la sociedad ha chocado siempre con la humanidad, aun teniendo una función a la vez estimulante e inhibitoria. La sociedad no dejará de paralizar al hombre y promover la dominación hasta que su fin se identifique con el de la humanidad.
            Creo que podemos y debemos esperar una sociedad cuerda que fomente la capacidad del hombre de amar a sus semejantes, de trabajar y crear, de desarrollar su razón y un sentido real de sí mismo basado en la experiencia de su energía positiva.
            Creo que podemos y debemos esperar la recuperación colectiva de una salud mental caracterizada por la capacidad de amar y crear, por la liberación de los lazos incestuosos con el clan y la tierra, por un sentido de identidad basado en la experiencia que tienen de sí mismo el individuo como sujeto y agente de sus facultades y por la capacidad de influir en la realidad exterior e interior a uno mismo, logrando el desarrollo de la objetividad y de la razón.
            Creo que, mientras parece que este mundo nuestro enloquece y se deshumaniza, cada vez más individuos sentirán la necesidad de asociarse y colaborar con quienes compartan sus preocupaciones.
            Creo que estos hombres de buena voluntad, no sólo deben hacerse una interpretación humana del mundo, sino que también deben señalar el camino y trabajar por su posible transformación: la interpretación sin voluntad de reforma es inútil; la reforma sin previa interpretación es ciega.
            Creo posible la realización de un mundo en que el hombre “sea” mucho, aunque “tenga” poco; un mundo en que el móvil dominante de la existencia no sea el consumo; un mundo en que el “hombre” sea el fin primero y último; un mundo en que el hombre pueda encontrar la manera de dar un fin a su vida y la fortaleza de vivir libre y desengañado.1

            Y digamos, si se quiere: Así sea.

Mas Zaratustra contempló al pueblo y se maravilló. Luego habló así:
El hombre es una cuerda tendida entre el animal y el superhombre
— una cuerda sobre un abismo.
 
Friedrich Nietzche, en Así Habló Zaratustra.2
Fuentes:

1 . Erich Fromm. El credo de un humanista. “El credo de un humanista,” in: E. Fromm El humanismo como utopía real. La fe en el hombre. Obra póstuma.  VIl Edición a cargo de Rainer Funk, Barcelona, Buenos Aires, México (Paidós) 1998, pp. 109-114. Consultado en internet el 15 de abril de 2024 en: https://fromm-online.org/wp-content/uploads/13sp.pdf
Puede consultarse también: Erich Fromm. El humanismo como utopía real. La fe en el hombre. Ediciones Paidós Ibérica, S.A., Barcelona 2007. Consultado en internet el 15 de abril de 2024 en: https://pdfcoffee.com/eric-fromm-humanismo-como-utopia-real-pdf-free.html

 

lunes, 1 de abril de 2024

Entresijos de la percepción

 

Entresijos
de la percepción.

Todo lo que escuchamos es una opinión, no un hecho.
Todo lo que vemos es una perspectiva, no la verdad.

 

Marcus Aurelius Antoninus

Dr. Xavier A. López y de la Peña.

 


Podemos decir que la percepción es un conjunto complejo de actividades y procesos ocasionados por la estimulación recibida por nuestros órganos sensoriales de la que obtenemos información sobre nuestro entorno, la interpretamos, la comprendemos y respondemos con determinadas acciones.
            La percepción es, pues, la sensación interior que resulta de una impresión producida en los sentidos corporales según señala la RAE, o la acción y efecto de capturar por completo las cosas.
            De hecho, la percepción es una imagen mental que hacemos del mundo que nos rodea a partir de la información que recibimos y de nuestra propia experiencia. Es, además, una forma de percepción subjetiva y muchas veces selectiva ya que solemos prestar más atención a lo que nos alerta, agrada, satisface, conviene o sirve más o mejor tanto en el tiempo presente como para el futuro, dentro de cierto grupo social y modelo cultural.
            El intrincado proceso perceptivo que desarrollamos es simbólico, gracias a una mejora adaptativa que desarrollamos favorecida por la evolución y con ella construimos una representación del mundo que nos ayuda a prepararnos para operar en él de una manera más práctica y eficaz.1
            Viene entonces saber si, de las acciones que ejecutamos en consecuencia acordes a lo percibido es verdadero o es falso, aceptable o inaceptable, bueno o malo, útil o inútil, conveniente o inconveniente, justo o injusto.

            Veamos algunos ejemplos sobre las decisiones tomadas a través del voto por un grupo de personas sobre un mismo tema y que evidencian, dadas sus respuestas, que perciben el tema de manera “diferente”:

 

            En Francia, la inclusión del aborto en la Ley fundamental el pasado 4 de marzo, se aprobó por amplísima mayoría con 780 votos a favor y 72 en contra de la libertad de interrumpir voluntariamente el embarazo.
            En España, el pleno del Congreso avaló también en este mes, con 178 votos a favor y 172 en contra, la ley de amnistía, que busca beneficiar a centenares de personas encausadas por el proceso de la autonomía catalana, y que se remite al senado. También el Congreso aprobó la ley de la eutanasia con 202 votos a favor frente a 141 en contra tras un intenso debate entre quienes ven en la norma una aberración moral y apuestan en su lugar por un refuerzo integral de los cuidados paliativos y una dotación máxima de medios.
            En México, el pleno del Senado aprobó con 67 votos a favor y 34 en contra, reformas a la Ley Federal del Trabajo, para que los patrones hagan descuentos salariales obligatorios a los trabajadores para cubrir el pago de sus cuotas sindicales. También, en la Primera Sala de la Suprema Corte de Justicia de la Nación, 5 ministros revisaron el caso presentado por la organización feminista GIRE (Grupo de Información en Reproducción Elegida) sobre los artículos 330 al 334 del Código Penal Federal, que sancionaban con penas de prisión la práctica de abortos voluntarios en instituciones de salud federales. En ella, 3 ministros votaron a favor de la despenalización total en la ley federal, mientras que 2 sostuvieron que solo debería amparar a los promoventes del caso. Por lo tanto, dada la mayoría de 3 a 2, se resolvió como veredicto (decisión de un órgano colegiado, que debe emitir una única decisión final): "que es inconstitucional el sistema jurídico que penaliza el aborto en el Código Penal Federal" ya que "viola los derechos humanos de las mujeres y personas con capacidad de gestar", así que la interrupción voluntaria del embarazo no podrá ser castigada si se practica en instituciones de salud administradas por el gobierno federal.2
           En otro caso, el Pleno de la Cámara de Diputados avaló el 19 de octubre de 2023 en lo general, con 260 votos a favor, 195 en contra y cero abstenciones, el dictamen por el que se expide la Ley de Ingresos de la Federación para 2024, la cual contempla ingresos totales por 9 billones 66 mil 045 millones de pesos y, más aún, en una encuesta realizada por el Centro de Opinión Pública de la Universidad del Valle de México, 72% de los encuestados piensa que la eutanasia debería legalizarse en el país, 14% considera que esto no debería ocurrir y 14% prefirió no tomar una posición al respecto.3
            ¿Por qué nos encontramos entonces ante opiniones tan disímbolas sobre un tema específico?
            Bueno, porque percibimos de diferente manera las cosas y esta diferencia de opiniones, como en muchas otras, no solo se debe a factores técnico-judiciales o a elementos legales, sino a un amplio grupo de situaciones psicológicas y de carácter social o extralegal que llegan a explicar hasta en un 60% las variaciones de nuestros juicios.
            Opinamos pues, y decidimos en su caso, motivados o impulsados por una gran cantidad de variables posibles en un entorno de incertidumbre que se aparta, con mucha frecuencia, de los principios básicos de la probabilidad.
            Dentro de nuestras variables internas, homeostáticas o sicológicas, cada persona responde según les considere acorde con sus necesidades fundamentales como pueden ser: Su integridad física y salud, sus creencias (religiosas o morales), su propio sistema de valores, su autoestima, su prestigio y modo de aceptación en el grupo social (familiar, laboral o económico) en el que se desarrolla, su rol dentro de ella y otros.
            En el entorno social nuestro modo de respuesta no sigue una lógica matemática donde, después de haber seguido un razonamiento adecuado y haber operado correctamente, llegamos siempre a un resultado numérico correcto; por tanto, todos debemos tener la misma respuesta (como ejemplo, el teorema de Pitágoras).
            Sin embargo, nuestra mente no funciona en forma computable ya que se guía por uno de los principios de la Teoría General de Sistemas que dice que: “El comportamiento de un sistema biológico depende de su naturaleza física y de las condiciones del entorno donde tiene lugar éste”.
            Estos elementos del entorno proporcionan el número de comportamientos o respuestas permitidos como afirma el físico y matemático británico, Roger Penrose, diciendo que “no existe hasta hoy, un algoritmo que resuelva todas las cuestiones que afectan al funcionamiento de la mente y a los fenómenos mentales (la evolución del sistema nervioso en los animales ha ido añadiendo nuevas opciones de comportamiento, esto es, un mayor número de grados de libertad, hasta crear en el hombre un sistema tan complejo que escapa incluso a los sistemas basados en algoritmos). Esto es debido principalmente a que los algoritmos constan de una realidad única e incuestionable (los números reales, por ejemplo) y se tratan en un mismo sistema operativo (unas instrucciones precisas que no pueden obviarse), mientras que la mente trabaja con una realidad “subjetiva”, una “base de datos” personal (memorias semántica y episódica) y un “sistema operativo” de distinta capacidad de procesamiento según la persona”.
            Para esta diversidad de conductas o respuestas que pueden darse se tiene la siguiente expresión matemática: f (dp, ds, dv, do, dm).
            En donde dp representa las diferencias de percepción; ds las diferencias de significado; dv las diferencias de valoración; do las diferencias de objetivos y dm las diferencias de motivación.
            Es así que cada opinión o respuesta que demos a algo dependerá de la percepción y proceso que hagamos cada uno de nosotros de la información recibida, considerando que “no toda interpretación va seguida necesariamente de una afectación emocional, pero sí que cada conducta debe ir precedida de un proceso cognitivo, nadie actúa por que sí, sin más, aunque éste sea mínimo”.

 

            De esta manera, ante la decisión que habremos de tomar en el próximo período electoral como ciudadanos conscientes, tendremos que decidirnos de acuerdo a nuestra percepción ya por uno(a)(s) o por otro(a)(s) en medio de un ambiente nacional fuertemente polarizado en donde campean la incertidumbre y la inseguridad.
            De cierto, es que, si nos fue bien en esta administración porque recibimos una concesión, un empleo, una pensión u algún otro beneficio, querríamos que continuaran operando y renovaremos a ellos el voto.
            Sin embargo, si nos fue mal porque no nos devolvieron el saldo a favor que solicitamos al SAT por nuestros impuestos, si nos negaron el permiso para construir un mega condominio horizontal en Tlalpan, o si nos liquidaron en nuestro empleo en el ISSTE por ser partidarios de otro partido político ajeno al del poder, votaremos por el otro(a). Si consideramos que el costo de la cancelación del aeropuerto de Texcoco fue altísimo, en lugar de sólo corregir sus corruptelas, pues ¡tache!; si tuve problemas porque cerraron la guardería en donde tenía a mis hijos, ¡tache!; si mejoró “algo” mi economía con la pensión a mayores de 65 años, entonces que sigan; si saber que 180 mil homicidios dolosos se han acumulado en el país o si 50 mil personas han sido reportadas como “desaparecidas” no nos dice nada ¡ni hablar!; si el territorio está militarizado, si la refinería de Dos Bocas produce o no petróleo, si el Tren Maya estará fuertemente subsidiado, si la CFE quién sabe qué, que si a PEMEX se le condonan impuestos y a mí no, que si siempre le he ido al partido QR y no me favoreció con una curul que creo merecer, pues ¡tómala!; que si soy chairo o no, o fifí, pues ¡no se vale!; que si el candidato X estuvo señalado por corrupción y pretende un puesto en el senado ¡son ideas y maniobras de los conservadores!; que no hay medicamentos contra el cáncer ¡culpa de los mafiosos de los fármacos!; que el Seguro Popular estaba corrupto ¡Tenga su inútil INSABI!, que quiten la CNDH, mueran los fideicomisos… Abajo el CONACYT, que muera la prensa comprada; que el Poder Judicial… o que a chuchita la bolsearon…; “abrazos y no balazos” o “castigos y no impunidad”…
            ¿Estás conmigo o contra mí, quieres progreso o retroceso, eres de derecha o de izquierda, conservador o liberal, chairo o fifí, nativo o extranjero, veracruzano o neolonés, crees en Dios o no, o en qué…?
¡Bah! Entonces… ¿Qué datos tiene usted?

 

            La clave para comprender cómo funciona la mente moderna es darse cuenta de que sus circuitos no fueron diseñados para resolver los problemas cotidianos de un humano moderno: fueron diseñados para resolver los problemas cotidianos de nuestros cazadores-recolectores ancestros.
            Una de las razones para explicar este fenómeno, es que las opiniones y creencias individuales reflejan la forma como cada quien entiende y comprende el mundo que lo rodea. ¿A un individuo le resultará fácil cambiar los principios y creencias en los que se basa su concepción de sociedad? La respuesta es no. Cambiar y repensar los supuestos es difícil y crea disonancia cognitiva, lo cual conlleva un gasto cognitivo.
            De acuerdo con Kahneman (2013), el cerebro tiende a tomar el camino fácil siempre que sea posible, ya que este tiende a ser perezoso (gastar menor recursos energéticos). Los seres humanos prefieren no pensar, ya que esto requiere energía cognitiva. Así que si se encuentran hallazgos o hechos que vayan en contravía de nuestras creencias u opiniones se prefiere descartar de plano dichos hallazgos antes que enfrentar sus implicaciones.4

 

            Así que mejor analice, o cuando menos trate y procese los entresijos de sus percepciones de la mejor manera posible antes de, en este caso, votar; razone y actúe posteriormente buscando el deseable beneficio -si lo hubiere-, no solo para usted sino para todos.


1 . José Dahab y cols. ¿Por qué pensamos? Revista de terapia cognitivo conductual. No. 21, septiembre 2012. https://cetecic.com.ar/revista/por-que-pensamos/
2 . La Suprema Corte de México despenaliza el aborto en todo el país. 6 de septiembre de 2023. En https://www.bbc.com/mundo/articles/cp98d0njylpo
3 . UVM Centro de Opinión Pública. https://opinionpublica.uvm.mx/estudios/hacia-una-muerte-digna-mexicanos-favor-o-en-contra-de-la-eutanasia/
4 . Daniel Kahneman. En https://es.wikipedia.org/wiki/Daniel_Kahneman

viernes, 1 de marzo de 2024

Empatía

 

EMPATÍA


Quien no comprende una mirada,
tampoco entenderá una larga explicación.
(Proverbio Árabe)
 
La empatía es la presencia completa a lo que está vivo en otra persona
en el momento presente.
(John Cunningham Lilly)

Mafalda. Quino.

Dr. Xavier A. López y de la Peña.


Una de las primeras lecturas que recuerdo haber hecho en mi niñez es la del libro titulado “Las Tribulaciones de Meterete”. Un libro para niños ya viejo, ilustrado por J. Monsell y editado en Barcelona, España en 1917, que tenían mis padres en un librero en la sala de nuestra casa y que, a causa de que tenía muchas palabras y frases que yo desconocía, hube de pedirle frecuentemente ayuda “traductiva, explicativa y significativa” a mi padre. Como, por ejemplo: le pregunté qué significaba o que quería decir con la frase: ¡Válgame el Gran Trasgo! -exclamación que hace Meterete- (nombre del protagonista del cuento que es, además, un gnomo alado) al escuchar el estruendoso ruido que surgió cuando, con una acción molestó un avispero y me contestó que con ello se hacía referencia a un Gran Duende o Ser Fantástico.
Por cierto, este personaje (Trasgo u Orco) es traído de nueva cuenta en la novela fantástica de El Hobbit, de J. R. R. Tolkien. 
            Bien, el libro de las Tribulaciones empieza así con este primer cuento:

“La venganza de la vieja avispa”.

Revoloteaba un día el gnomo Meterete, escoba en mano, por los campos de Bayas Rojas, cuando su mirada de lince se fijó en el tronco de un árbol muerto que se alzaba en un sitio cubierto hasta pocos días antes por intrincada maleza.

Curioso como era por naturaleza, se detuvo, contempló muy atentamente el tronco y dio dos vueltas a su alrededor. Llamóle la atención un agujero que en él vio, olfateó primero lo que había adentro, y, como no pudiera averiguar nada, introdujo la escoba en el agujero y le imprimió un movimiento de rotación bastante acentuado.

A su travesura contestó un ruido formidable, algo así como el furioso hervor de una olla, que le obligó a retroceder asustado, haciendo repicar el cascabel que adornaba la punta de su caperuza.

¡Válgame el Gran Trasgo, que ruido tan espantoso!


            Brotan en estas breves líneas iniciales, la actitud inquisitiva propias de un muchacho (gnomo en este caso) sobre su entorno, que le animan a hurgar en el árbol a la búsqueda de una respuesta al ¿qué hay o puede haber allí? Quiso entonces saber más y volvió a meter el palo de su escoba en el hueco del árbol y

El ruido que le siguió fue otra vez terrible, espantoso, atronador, semejante al resollar de una fragua gigantesca, mezclado con el rugir de fieras monstruosas y el bramar de desencadenadas tempestades.

 

            Salió entonces el gnomo Meterete rápidamente volando, aterrado porque había molestado a un avispero. Con ello se despertó en él, la emoción de la rápida huida ante el peligro inminente de que los insectos le picaren.
Giran en torno a lo anteriormente descrito las emociones que evidencian nuestra actitud relacional con el mundo que nos rodea a través, en este caso e inicialmente, de nuestra capacidad inquisitiva (Meterete que quiere saber que causa el ensordecedor ruido que brotó del hueco del árbol) y quien, por la emoción que sintió -pues aterrado se obligó a retroceder asustado ante el espantoso ruido que percibió-, expresó así un estado afectivo que hizo a su organismo responder con cambios fisiológicos y endocrinos ante una situación determinada en el entorno (huida), como una respuesta “adaptativa” innata, con cierta capacidad de modificarse tanto por la educación como del aprendizaje. Esta emoción pues, nos provee entonces de cierta “información” acerca de una situación significativa que, a su vez, nos hace generar una reacción o respuesta particular.
Es así que a lo largo de este cuento y cinco más, se suscitan variadas expresiones emocionales y actitudes frente a situaciones de engaño, envidia, desinterés, maldad, astucia, ignorancia, reconciliación, traición, agradecimiento, bondad y, hasta autocrítica.
Ciertamente yo no fui consciente de ello a esa edad, pero si recuerdo haber sentido algo de ansiedad y angustia porque el gnomo Meterete fuera severamente castigado por la Vieja Avispa.
Así, esta manera de responder que ahora entiendo, conformó en mí una emoción, misma que se sustenta en una respuesta evolutiva llamada empatía que constituye la base del pensamiento y la conducta moral, dando lugar a lo que ha dado en llamarse el cerebro social.1
La empatía es el sentimiento mental y afectivo que nos hace capaces de identificarnos con algo o alguien y de compartir sus sentimientos. Esto es, una emoción que nos lleva a “conectarnos” con los demás y de la que pueden distinguirse dos modalidades: la empatía emocional y la empatía cognitiva o racional. La primera se refiere la capacidad de comprender y compartir los sentimientos de los demás, como un comportamiento antiguo o primitivo, espontaneo, natural e imitativo que nos conecta con las personas con sólo mirar sus gestos o escuchar su voz (por ejemplo, llorar cuando vemos el sufrimiento en el “otro”) y la segunda es derivada de la capacidad de análisis y la capacidad de entender el modelo mental y la situación emocional de otra persona, al margen de las emociones propias (por ejemplo, entiendo que el “otro” sufra, pero por ello no lloro, esto es, no hago mío su sufrimiento, sin embargo puedo aconsejarlo y ayudarlo, como hacen los siquiatras).
La empatía nos permite así construir nuestra propia identidad, a la vez que para con los otros mantener una actitud cooperativa y armoniosa. Es, por tanto, una emoción prosocial que nos capacita para dialogar con otros en la llamada interacción social en diferentes esferas ya familiares, religiosas, académicas, políticas u otras, con objeto de adquirir conocimientos útiles en la construcción del tejido social.2
El comportamiento antiguo o primitivo, espontaneo, natural e imitativo que nos conecta con los “otros”, ha dado en llamarse “contagio emocional”, la forma más ancestral hasta ahora conocida de empatía.
De esto resulta interesante que investigadores portugueses han demostrado recientemente que este “contagio emocional” o la capacidad que se tiene de alinearse con las emociones de los “otros” (por ejemplo: tienes miedo, siento miedo; estás preocupado, me preocupo, etc.), constituye el elemento básico de la empatía y que ha evolucionado hasta nosotros al estudiar el efecto que en el pez cebra tiene la hormona oxitocina, en su comportamiento, diciendo:

 

Probamos hasta qué punto los mecanismos próximos de contagio emocional se conservan evolutivamente al evaluar el papel de la oxitocina, conocida por regular los comportamientos empáticos en los mamíferos, en el contagio del miedo social en el pez cebra. Utilizando oxitocina y mutantes del receptor de oxitocina, demostramos que la oxitocina es necesaria y suficiente para que el pez cebra observador imite el comportamiento angustiado de los manifestantes conespecíficos. Las regiones del cerebro asociadas con el contagio emocional en el pez cebra son homólogas a las involucradas en el mismo proceso en los roedores (p. ej., cuerpo estriado, tabique lateral) y reciben proyecciones directas de neuronas oxitocinérgicas ubicadas en el área preóptica. En conjunto, nuestros resultados respaldan un papel conservado evolutivamente de la oxitocina como regulador clave de los comportamientos empáticos básicos en los vertebrados.3

 

Todo lo anterior vino a cuento por haber rememorado sentir angustia porque la Vieja Avispa encontrara al gnomo Meterete y lo castigara por haber, inconscientemente, hurgado en su morada. Siendo así uno de mis primeros recuerdos de emoción empática que yo tuve con esta lejana lectura que vino a mi memoria cuando ordenaba mis libros y me topé con el viejo de “Las Tribulaciones de Meterete”.


1 . Augusto Montiel-Castro y Jorge Martínez-Contreras. En busca del origen evolutivo de la moralidad: El cerebro social y la empatía. SIGNOS FILOSÓFICOS, vol. XIV, núm. 28, julio-diciembre, 2012: 32-56.
2 . Moreno, J. L., Progress in Psychoterapy, 1914, Nueva York, Grune & Stratton, 1ª ed.
3 . Akinrinade I, Kareklas K, Teles MC, Reis TK, Gliksberg M, Petri G, Levkowitz G, Oliveira RF. Evolutionarily conserved role of oxytocin in social fear contagion in zebrafish. Science. 2023 Mar 24;379(6638):1232-1237. doi: 10.1126/science.abq5158. Epub 2023 Mar 23. PMID: 36952426.