miércoles, 2 de septiembre de 2020

Eutanasia.



EUTANASIA, PALABRA POLISÉMICA
Y TEMA ESCABROSO.

Se ha dicho que la Eutanasia [buena muerte]
deberá ser objeto de disposiciones legales claras y precisas hasta donde sea posible.
Hay que pasar del jus conditum al jus condendum, es decir,
del Derecho ya establecido, al Derecho por establecer.
En esto no hay gran novedad: A lo largo de los siglos las nuevas
situaciones han exigido siempre nuevos ordenamientos legales.[i]


Dr. Xavier A. López y de la Peña

               La legislación en salud de México consigna por primera vez en su historia la palabra Eutanasia, en el Artículo 166 Bis 21 de la Ley General de Salud, publicada en el Diario Oficial de la Federación el 5 de enero de 2009 diciendo:

Artículo 166 Bis 21. Queda prohibida, la práctica de la eutanasia, entendida como homicidio por piedad, así como el suicidio asistido conforme lo señala el Código Penal Federal, bajo el amparo de esta ley. En tal caso se estará a lo que señalan las disposiciones penales aplicables.

            Seguramente ha sido así, porque el termino produce escozor al escucharlo, un temor irreverente a discutirlo y un miedo pánico, lógicamente, a registrarlo por escrito con sus reflexiones consecuentes ya sea a favor como en contra.
            Hoy, los temas de la vida y de la muerte están en los labios de la sociedad en formas inimaginables a como estaban a principios de siglo. El genoma humano, la base estructural de la vida, ha sido descifrada; se manipulan ya las propias células germinales y se abre camino a pasos agigantados la clonación de mamíferos, incluyendo a los humanos; se discuten acalorada e interminablemente los temas del aborto, la contracepción, el suicido médico asistido y la eutanasia, entre otros, en otras latitudes. En México estos tópicos todavía representan mayoritariamente un tabú.
            La Eutanasia, de las palabras griegas eu y thanatos, que juntas significan “buena muerte” o “muerte suave”, parece ser sin embargo y así de golpe, un vocablo que en nada debería atemorizar. No obstante, su significado es polisémico, por ejemplo: la palabra buena o bueno¸ tiene un significado variable ya sea utilizado en asuntos políticos, morales, económicos, legales, sociales y más, y muerte se asocia con la llamada muerte digna, el derecho al suicidio, a dejar morir, al suicidio asistido o matar por compasión y otras más.

            La muerte es un evento propio de la misma vida. Es el marcador de una etapa que los seres vivos invariablemente habremos de cumplir. La muerte, por tanto, dulce y buena (eutanasia) se contrapone con la muerte amarga, difícil, dolorosa, conocida con el término de Distanasia, palabra formada a partir de los vocablos griegos también de dis que significa obstáculo o dificultad y el thanatos, muerte, ya referido.             La Eutanasia (buena muerte), sin embargo, se entiende de forma general como la muerte directamente buscada de una persona (con su consentimiento o sin él) para acortar sus sufrimientos o para librarlo de una «vida indigna».[ii]
            Distanasia es “la práctica que tiende a alejar lo más que sea posible a la muerte, prolongando la vida del paciente, del anciano o del moribundo, sin esperanza de vida, desahuciados, utilizando todos los medios disponibles, aún los extraordinarios, muy costosos en sí mismos o en relación con la situación económica del enfermo y de su familia[iii]” y es también un término conocido como “encarnizamiento terapéutico”. Forma considerada moralmente reprobable que se convierte, de hecho, en un robar indignamente la muerte a nuestros semejantes. Representa el enajenar la conciencia personal o colectiva en una lucha desigual contra lo inevitable por el mero seguir hasta donde sea y a costa de lo que sea, por mantener un corazón latiendo en un ser humano, de hecho, ya muerto.
            La muerte de un ser humano cuando se conjuga en activo matar premeditada o imprudencialmente es un homicidio, matar o dejar morir con fines piadosos, por compasión y bajo determinadas circunstancias es Eutanasia.
            La Eutanasia suele conocerse a su vez en las forma activa o positiva, cuando se procura la muerte para librar del dolor o del sufrimiento a una persona desahuciada; Eutanasia pasiva o negativa, cuando se actúa evitando sufrimientos y dolores a la persona, y se deja llegar a la muerte cuando ya no hay esperanza alguna de vida. Esta última forma, para complicar más el asunto, suele llamarse ahora Adistanasia (de la misma raíz que distanasia, pero con la “a” privativa), esto es, dejar morir en paz sin poner obstáculos a la muerte.
            Médicamente se tiene la misión y obligación de preservar la vida de los seres humanos, pero se habla de vida en sentido amplio entiéndase bien, no de preservar la vida biológica únicamente. De hecho, se ha hecho referencia a que un criterio importante para actuar en favor de la vida, con los recursos que puedan tenerse disponibles, y ello estriba en que se tenga la posibilidad de que la persona alcance en vida un desarrollo sensato de su libertad humana, la cual debe estar ligada invariablemente a la recuperación de su vida consciente[iv].
            La Eutanasia y sus diversas formas de nombrarle, polarizan sensiblemente las opiniones. El corazón y la razón entran en serios conflictos personales, familiares y comunitarios entre los que juegan papeles importantes los deseos, expectativas e intereses de muy diversa índole sobre el asunto eutanásico.            Sin embargo, ya debe darse a la Eutanasia el lugar que le corresponde en el léxico común y en el lenguaje jurídico e implantarse en las normas de salud, civiles y penales de forma amplia. Es ya mandatorio que se legisle en torno a este asunto y se abra la sociedad ante este fenómeno tan añejo y tan cercano a todos, tan cotidiano como la muerte misma.
            La muerte del ser humano en la actualidad (como siempre) se relaciona directamente con la eutanasia, aunque se le soslaye en la legislación y resulte palabra prohibida para nuestros labios. Se hace y vive la eutanasia (como muerte dulce, suave) en el morir diario de nuestros semejantes, se decide eutanásicamente en torno a ello y pensamos eutanásicamente en nuestra propia futura muerte.
            La Eutanasia voluntaria, la que se realiza a solicitud del paciente, ha merecido grandes titulares en la prensa mundial y se ejecuta (en otros países) con el consentimiento informado previo y por escrito del solicitante. Esta forma de Eutanasia parece que no está exenta de controversias ante la posibilidad de que la solicitud no hubiese sido hecha atendiendo al propio bien de la persona. Quizá dicha petición se hubiere fundado en el supuesto de que con su muerte se libraría de una posible carga a sus familiares, o tal vez que su decisión estuviere basada en una información incompleta y por tanto se hubiese hecho una falsa impresión de sus expectativas de vida, de su calidad de vida y otras. Una decisión realizada por una persona con una importante depresión podría desvirtuar de forma diametralmente opuesta, sus deseos reales, etc.
            La Eutanasia voluntaria puede semejarse al también controvertido suicido médicamente asistido como el que fomentaba el patólogo estadounidense retirado Dr. Kevorkian quien utilizaba un aparato de especial diseño listo para que el solicitante lo accione y se muera. La mayor parte de los argumentos contra la Eutanasia voluntaria o el suicidio médicamente asistido vienen del terreno religioso, el judeo-cristianismo y el islamismo básicamente, ya que consideran a la vida como un don que no le pertenece a la persona y por tanto no puede disponer de ella a voluntad. Este pensamiento se opone al concepto de la persona dueña de sí y en el ejercicio pleno de su autonomía que puede decidir qué hacer consigo mismo.
            El argumento o la Tesis (así le llama su autor) propuesta por el Dr. Mauro Rodríguez en este sentido de ejercer la autonomía, está formulada de la siguiente manera y le llama Tanasia (corresponde aproximadamente al Living Will propuesto y ejercido en E.U.A. y otros países o a la “Voluntad anticipada” como ocurre ahora aquí en México), para distinguirla de la Eutanasia en la que se infiere que “otro” decida sobre la propia muerte:
            Una persona puede ordenar la propia muerte cuando a su propio juicio o al de una persona que ella designe ante un notario, ya haya vivido lo suficiente y además un serio dictamen médico le atribuya una enfermedad grave, incurable y terminal.
            A favor de la Eutanasia voluntaria positiva se esgrimen, entre otros, los considerandos de que el ser humano que padece una enfermedad terminal o incurable ha venido a ser inútil para su familia, para la sociedad y para él mismo; que se encuentra incapacitado para cumplir con deberes y que la prolongación de su sufrimiento es un mal mayor que procurarse una muerte inmediata que de cualquier forma habrá de llegar. Es insensato pretender conservar la vida de una persona que no quiere vivir más y oponerse a su libre decisión como detentor absoluto, dueño de sí y, por tanto, de su vida o muerte.[v]
            Como argumentos en contra de la Eutanasia voluntaria se tiene el peso de la tradición occidental y la filosofía teísta que señala a Dios como poseedor único y en dominio directo de la vida humana. En otra esfera y en base a la naturaleza humana racional, ¿qué razones podrían esgrimirse para solicitarle al médico o a otra persona que ponga fin a su vida?, ¿la liberación -con la muerte- del dolor o sufrimiento al que todos tememos, es mejor o más digna que la búsqueda de recursos que lo alivien?, ¿la decisión autónoma, puede dejar de estar matizada por presiones e intereses económicos, sociales, políticos o familiares?, ¿quién será el encargado de ejecutar la voluntad del requirente?
            Como posición intermedia surge hace algunos años el término de Ortotanasia, neologismo formado del griego orthos, recto, justo y thanatos, muerte y que se refiere a la muerte justa, equilibrada, recta para hablar de la postura que “tiende a conocer y respetar el momento natural de la muerte de cada ser humano y sus concretas circunstancias, sin querer adelantarla para no incidir en la Eutanasia [activa] reprobable, ni tampoco prolongar artificialmente cualquier tipo de vida con medios desproporcionados, para no caer en el extremo opuesto de una Distanasia, también reprobable; aunque siempre dejando actuar e intervenir la relativa libertad de conducta que permite y exige la racionalidad humana, frente a una pasividad meramente animal”.[vi]
            La muerte, el thanatos está en cada uno de nosotros como nuestra propia sombra, y todos aspiramos a una buena muerte, a una Eutanasia; palabra y reflexión compleja, tormentosa, rodeada de prejuicios, simbolismos, tradiciones y variables circunstancias que habremos de afrontar tarde o temprano.
            La deontología médica y la moral (que no la ley en algunos países) se oponen y reprueban a la Eutanasia activa y directa sea esta voluntaria o involuntaria. En tanto que acepta a la Eutanasia pasiva o indirecta que deja que la muerte llegue cuando tenga que llegar librando al ser humano de dolor y sufrimiento en la medida de las posibilidades, respetando siempre la autonomía de la persona y acompañándole en el último tramo del vivir, solidaria, digna y humanamente[vii]. No constituido en su verdugo directo o indirecto.

            La demoscopia nacional sobre el tema llevada a cabo en el año 2016, fue realizada por Investigación en salud y demografía, S.C. (INSAD), quien hizo el levantamiento de la Encuesta Nacional sobre Muerte Digna para la Asociación Civil Derecho a Morir con Dignidad A.C. (DMD), en la que se concluye que un número mayor de mexicanos se muestra a favor de la eutanasia y el suicidio médicamente asistido, y desean que las leyes se modifiquen para regular su práctica, evitando con ello el dolor y sufrimiento que se tiene antes de que la muerte llegue.[viii]

            Finalmente, podemos decir que el ser humano debería ser capaz de decidir sobre su partida y cantar a la vida en su ocaso como Amado Nervo nos legó con su poema EN PAZ, despidiéndonos con serenidad, tranquilidad, dignidad y entereza de la vida «eutanásicamente», acompañados por nuestros seres queridos y lejos del enajenante silbido de monitores, del ambiente ajeno, aséptico e impersonal de una clínica u hospital, invadido por cánulas, sondas, catéteres y más, lejos de aquellos insensibles cancerberos luchadores contra la muerte que no, en algunas ocasiones, nuestros verdaderos aliados en el tramo final de nuestra existencia.

Muy cerca de mi ocaso, yo te bendigo, Vida,
porque nunca me diste ni esperanza fallida
ni trabajos injustos, ni pena inmerecida;
porque veo al final de mi rudo camino
que yo fui el arquitecto de mi propio destino;
que, si extraje las mieles o la hiel de las cosas,
fue porque en ellas puse hiel o mieles sabrosas;
cuando planté rosales coseché siempre rosas.
... Cierto, a mis lozanías va a seguir el invierno:
¡Mas tú no me dijiste que mayo fuese eterno!
Hallé sin duda largas noches de mis penas
mas no me prometiste tú sólo noches buenas;
y en mi camino tuve algunas santamente serenas...
Amé, fui amado, el sol acarició mi faz
¡Vida, nada me debes! ¡Vida, estamos en paz!


[i] . Doctor en psicología, Mauro Rodríguez Estrada. La nueva Tanasia. Ediciones Botas S.A., México 1989 p. 57.
[ii] . Alfons Auer. Problemas éticos de la eutanasia y de la prolongación artificial de la vida. En Ética y Medicina (varios autores). Ediciones Guadarrama. Madrid (España) 1972 p 174.
[iii] . Ortelano A. Problemas actuales de moral, 1980. Citado en: El ser humano y su dignidad ante la muerte. Soc. Internacional Pro-Valores Humanos E. Fromm y S. Zubiran, A.C. 1989, México, p. 76.
[iv] . Kautzky, citado en: El ser humano. Ob Cit. pag. 79
[v] . Xavier A. López de la Peña, Moisés Rodríguez-Santillán. Por la autonomía del paciente. Gac Méd Méx Vol. 138 No. 1, 2002, pp. 121-127.
[vi] . Víctor M. Pérez Vela. La eutanasia: problema humano fundamental. En El ser humano, Ob cit. p 80.
[vii] . Xavier A. López de la Peña. El médico ante la muerte. Pren Méd Mex 1977;42(5-6):525-526.
[viii] . En Contexto. Salvador Moreno y Noemí Segovia. La muerte tiene permiso. Eutanasia o el derecho a la muerte digna. Abril de 2019. Centro de Estudios Sociales y de Opinión Pública (CESOP), Cámara de Diputados. Consultado en internet en: file:///C:/Users/Usuario/Downloads/CESOP-IL-72-14-MuerteTienePermiso-300419%20(1).pdf