© DR. Xavier A. López y de la Peña.
En la milenaria y antigua concepción china, el germen de la vida estaba sujeto a una ininterrumpida metamorfosis cíclica -similar a la ideología India-. La vida se transformaba ya en plantas o animales, según las condiciones que encontrara más propicias. El hombre, ser vivo también, aparece en la sucesión de esas metamorfosis y vuelve insistentemente a ser parte de este círculo inacabable. Todos los seres nacen de este ciclo y vuelven a él. En el libro del Señor de la Tierra Amarilla (Huang Di) se dice que: “Cuando obra la forma, no se produce forma sino sombra. Cuando obra el sonido, no se produce sonido, sino eco. Cuando obra el no ser, no se produce no ser, sino ser. El espíritu vuelve a sus puertas, el cuerpo regresa a su raíz, ¿cómo podría subsistir yo?” (Liä Dsi, El libro verdadero de la prístina fuente surgente. China, siglos V a IV a.C.)
También, -se lee en el antiguo libro chino titulado Chu-Fuh-Ling, de Lieh Tsé- “nada muere ni nada vive; todo pasa por etapas que se suceden unas a otras sin que la esencia cambie. Al morir el Hombre se reintegra al telar cósmico -bella metáfora- y la aguja tejedora vuelve a comenzar a trabajar para él; todos los seres salen así un día de la hilandería cósmica para volver a entrar y luego volver a salir”. A pesar de que la vida se adscribe a una dinámica cíclica, la vida misma resulta una incógnita, por ello se preguntaba Confucio: “Si no conoces todavía la vida, ¿cómo será posible conocer la muerte?”
Y aunque la vida haya sido comparada con un tejido producida en el telar cósmico -apunta G. Senac de Meilhan- “la vida es un tejido bastante malo que no tiene más valor que el de sus bordados. Con frecuencia los hallamos ligados, más que a la vida, a cierta manera de vivir”.
La vida lleva implícita la idea de cambio, de movimiento, de dinamismo, de transformación y por ello, es determinante que desde el punto de vista biológico, la vida este conformada por múltiples procesos metabólicos encadenados que se desarrollan en nuestro medio fisiológico activados desde el ambiente externo a través de la relación ecológica y, -viene otra definición-, desde el punto de vista ecológico, la vida es un sistema de interdependencias dinámicas, metabólicas, entre la materia y el ambiente, que también es dinámico.
La vida, el movimiento, es por lógica opuesto al estatismo de la muerte “la vida es un conjunto de funciones que resisten a la muerte” decía Bichat.
Desde el punto de vista filosófico también la vida se define como una forma de movimiento de la materia; como el movimiento biológico de la materia orgánica.”
“Llamamos vida -decía Federico Nietzsche- a una multiplicidad de fuerzas unidas por un mismo proceso de nutrición. A este proceso de nutrición, como medio de su posibilidad, corresponden los llamados sentimientos, imaginación, pensamientos, etc.: 1) una resistencia a todas las demás fuerzas; 2) un poner en orden éstas fuerzas según la forma y el ritmo; 3) un evaluar referente a la incorporación o a la separación”.
Para la concepción materialista de Engels, “la vida es el modo de existencia de los cuerpos albuminoides en la que el elemento esencial consiste en el intercambio permanente de substancias con el ambiente exterior (dinámica), mientras que la cesación de este intercambio detiene la vida y las albúminas orgánicas entran en descomposición”.
Desde el punto de vista del biofísico, la vida constituye un sistema termodinámico abierto en los que se desarrolla una gran cantidad de procesos reversibles.
Desde el punto de vista de la informática, la vida puede ser considerada como el movimiento permanente de una información codificada y cibernética que es controlada por regulaciones orgánicas y por retroacción.
La relación dinámica de la vida con el entorno se constituye en una lucha en consideración a que el ambiente del hombre -y de los seres vivos en general- es inorgánico, orgánico y supra-orgánico, y su posibilidad de supervivencia aumenta proporcionalmente en la medida en que se adapte a su ambiente. Este es el principal problema de la vida.
La vida, movimiento-lucha, es un teatro como decía Demócrates: “se entra, se mira y se sale”. En el escenario de las representaciones “la vida humana -según Erasmo- no es más que una comedia, en la que bajo una máscara prestada, cada uno representa su papel hasta que el empresario le obliga a salir de la escena”.
La vida, sinónimo de movimiento requiere asimismo de la muerte, sinónimo del estatismo, pues “no puede definirse la vida sin la muerte” acotaba Ehremberg.
“La vida no se vincula en las células; les viene a éstas de algo más sutil”. (Jaime Ferran).
“La vida es como el fuego, que no se conserva más que con la condición de propagarse” (Guyau).
“La vida es un eterno transformarse. Creerse ya hecho, equivale a matarse” (Hebbel)
“La vida es una enfermedad fatal, extraordinariamente contagiosa” (Holmes)
“La vida es una operación que se hace hacia adelante. Se vive desde el porvenir, porque vivir consiste inexorablemente en un hacer, en un hacerse la vida de cada cual a sí mismo”. (José Ortega y Gasset)
“La vida es un conjunto de fenómenos que se suceden en un cuerpo organizado”. (Richerand)
“La vida es una guerra sin tregua, y morimos con las armas en la mano”. (Schopenhauer)
“La vida es como una escuela de gladiadores: convivir y pelear”, “La vida ni es un bien ni es un mal; es ocasión de bien y de mal”. (Séneca)
“La vida -nos dice Isaac Asimov- podemos definirla como una propiedad mostrada por esos objetos que pueden -de forma efectiva o potencialmente, aun en su totalidad o en parte- moverse, sentir y responder, transformarse por metabolismo, crecer y reproducirse de un modo en que disminuyan su almacenamiento de entropía”.
La vida del hombre, según el libro de la creación persa Del Bundehesh, siglos VII a XIII d.C. , como la de las plantas surgió de la tierra. Originalmente los dos sexos estaban “unidos mutuamente; al ser creados tenían la misma figura, el mismo rostro y el medio del cuerpo de ambos estaba unido, como el de las plantas. Tanto tenían una sola forma, que no se distinguía quién era hombre y quién mujer, ni se podía apreciar si ya tenían alma o aún si no la tenían...... Sólo después pasaron de la forma de planta a la animada forma humana, y el alma pasó de modo invisible a los seres superiores de la creación: tendía hacia los cielos y de esa suerte originó el caminar erguido del hombre. Por eso, lo mismo que en los hombres primitivos, el alma suele también ahora en nosotros tender, al modo de un árbol, a lo alto.”
Eugenio Frixione (2010), a la luz de la presente «revolución informática», propone la siguiente definición minimalista -recalca- de vida: "Vida es la propiedad que presentan ciertas estructuras naturales de contener, expresar y transmitir información mediante códigos mutables, lo cual les permite multiplicarse como individuos y evolucionar como especies en la medida y dirección que determinen las condiciones ambientales".
Desde una óptica científica, la vida se definiría "como la capacidad de administrar los recursos internos que tiene un ser físico, de forma adaptada a los cambios producidos en su medio, sin que exista una correspondencia directa de causa y efecto entre el ser que administra los recursos y el cambio introducido en el medio por ese ser, sino una asíntota de aproximación al ideal establecido por dicho ser, ideal que nunca llega a su consecución completa por la dinámica del medio" (Lynn Margulis).
Finalmente, para entender al ser humano, la vida y sus comportamientos tan contradictorios, habría que superar el concepto puramente biológico e individual y considerarlo como un ser de naturaleza biológico-animal cuya “esencia” es la de ser social, cultural e histórico, es decir, dinámico y cambiante socialmente. Lo cual equivale a aceptar la dependencia hombre-naturaleza”.