OSTEOPATÍA Y QUIROPRÁCTICA
EN EL REFUERZO DE LAS SIGLAS M.D., QUE UTILIZAN LOS MÉDICOS ANGLOSAJONES.
© DR Xavier A. López y de la Peña
Estas disciplinas se han abierto camino entre diversas sociedades como procedimientos “alternativos” a la medicina oficial y tienen antecedentes muy lejanos en la tradición popular con los conocidos “sobadores, y hueseros” que, por eso mismo, se formaron al margen de la medicina oficial.
Formalmente el inicio de la osteopatía se atribuye al hijo de un predicador metodista, Andrew Taylor Still (1828-1917) que naciera en Jonesboro, Virginia, E.U.A. lugar que abandonó a los 6 años de edad para trasladarse luego con su familia a Macon, Missouri donde se desarrolló con una pobre educación, en contacto con las tribus pieles rojas y desempeñando labores agrícolas en su ambiente familiar. Luego, se fue abriendo paso en el campo del conocimiento con muchos esfuerzos e hizo algunos estudios en la School of Physicians and Surgeons de la ciudad de Kansas, mismos que abandonó para dedicarse a la política hasta alcanzar el cargo de representante a la Legislatura Local en 1857 cuando contaba con 28 años de edad.
Además de sus ocupaciones políticas, se interesó vivamente por lograr una forma de curar a los alcohólicos y adictos de su época que, de forma alarmante se incrementaban y que no encontraban solución en manos de los médicos locales. Este hecho y la impactante muerte de 3 de sus hijos en una epidemia de meningitis ocurrida en 1864 hizo que su vida cambiara radicalmente al “reconocer” como ineficaces los modelos de tratamiento y los recursos que la medicina oficial tenían por aquél tiempo y concibió “que la salud del hombre no dependía de los humores, ni de la alteración de los procesos bioquímicos que ocurren durante la enfermedad, sino de la estructura funcional del cuerpo”. Sus nuevas ideas recibieron un rechazo formidable por parte de los médicos de la Universidad de Baker (donde radicó un tiempo) en Baldwin, Kansas, por lo que Still decidió mudarse a la ciudad de Kirksville, Missouri, en donde tuvo una “revelación divina” indicándole que las enfermedades eran causadas por la dislocación de una o más vértebras y, fue en esta misma ciudad que fundó en 1892 la American School of Osteopathy ayudado por sus hijos y algunos curanderos diseminando de forma muy importante sus experiencias, conocimientos y prácticas entre la población ávida de respuestas a sus problemas de salud. Tenía la certeza de que “Dios había hecho un remedio para cada enfermedad en la casa en la que habita el espíritu de la vida” y hacía énfasis en que se debía tener fe en la divinidad para poderse curar.
La osteopatía se abrió paso rápidamente entre la población norteamericana quienes sin embargo consideraron a ésta práctica como de “curanderismo” por el sector médico oficial desde el tiempo de su fundación, como indicamos en 1892 (cuando fundó su escuela), hasta 1953 en el que el informe del Comité para el estudio de las relaciones entre la Osteopatía y Medicina declaró a sus practicantes como “sanadores científicos” y su escuela fue incluida dentro de las facultades de medicina del país.
La osteopatía se abrió paso incorporando a las “manipulaciones” óseas, la terapia con agua, con electricidad e incluso con ciertos medicamentos con lo que su ejercicio dio un giro de la simple manipulación a una “medicina osteopática” con un cuerpo de conocimientos muy ampliado que incluía fisiología, patología y farmacología entre sus bases. La osteopatía, hoy por hoy ha cedido paso en gran medida a la quiropráctica.
La quiropráctica se inició con un hombre descendiente de colonos escoceses e ingleses nacido a la orilla del Lago Skoogag cercano a Toronto en Canadá: Daniel David Palmer (1845-1913). A muy temprana edad y hasta los 30 años trabajó como comerciante viajero en el amplio territorio norteamericano de Iowa. En 1833 se asentó en Burlington, Iowa en donde se dice que inició con experiencias curativas empleando el “magnetismo animal” y para 1895 se estableció en Davenport (Iowa, E.U.A.) donde aparentemente recibió enseñanzas por parte de un médico local llamado James Atkinson. Es muy posible que este médico tuviera conocimientos de la Osteopatía que ya para ese tiempo había alcanzado fama en el territorio y le hubiera inculcado, además de los conocimientos médicos, su doctrina a Palmer y por este hecho se ha suscitado una gran polémica en torno a que éste se habría “robado” la teoría quiropráctica a partir de teoría la osteopatía.
Se ha dicho que Palmer reforzó en gran medida su teoría quiropráctica a partir de la experiencia que tuvo en 1895 al atender a un empleado en el edificio en que tenía su oficina y que estaba aquejado de una “sordera” desde los 17 años de edad en que había sufrido un accidente. Palmer lo reconoció y se percató de que una vértebra se encontraba “fuera de su lugar”, rápida y ágilmente la manipuló en varias ocasiones haciendo fuerza con sus pulgares sobre la apófisis vertebral hasta conseguir regresarla a “su lugar”. Con este proceso el empleado se recuperó de la sordera. Este hecho y muchos más en su experiencia, reforzaron su idea de que la manipulación de los cuerpos vertebrales lograba la curación de sus pacientes de forma más importante que el simple “magnetismo” también por él practicado, posiblemente porque las vértebras se encontraban subluxadas y comprimían fibras nerviosas dando lugar a la enfermedad. Esta experiencia fue anunciada como una nueva ciencia y fundó, en 1897 en Davenport, la Palmer School of Chiropractic.
El hijo de Palmer, Bartlett Joshua Palmer (1881-1961) que nació en What Cheer, Iowa, EUA, fue quien dio un carácter crecientemente profesional a la quiropráctica cuando se hizo cargo de la escuela de su padre en Davenport a partir de 1903, con una gran promoción publicitaria gracias a sus innegables cualidades y capacidades como escritor prolífico y las presiones de la medicina oficial fuertemente oposicionista encabezada por la Asociación Médica Americana, para “profesionalizarse”.
El informe harto conocido con el nombre de Flexner sobre las Escuelas de Medicina norteamericanas promovido por la Fundación Carnegie en 1912 dio cuenta de que 200 de ellas otorgaban título a sus egresados y que entre ellas se encontraban las escuelas de osteopatía y quiropráctica. Mucha tinta corrió desde entonces en los periódicos y en los juzgados por la lucha de los osteópatas y quiroprácticos por alcanzar un nicho legal para su ejercicio como profesionistas dentro de la comunidad norteamericana básicamente, a tal grado que para 1922 en California, los quiroprácticos obtuvieron la victoria legal que les otorgaba licencia para ejercer como médicos. Como desde sus inicios ellos mismos se hacían llamar “doctor” (Doctor) sin hacer ninguna distinción aparente entre su dedicación a la osteopatía o la quiropráctica, los médicos alópatas norteamericanos enfatizaron desde entonces y hasta la fecha, el uso de las siglas M. D. (abreviatura del latín, Medicinae Doctor) en su nombre, para “distinguirse” de sus otros colegas.
Estas siglas ya tenían años de utilizarse; de hecho, el primer graduado en la Universidad McGill, en Canadá en 1833, fue William Leslie Logie, obteniendo el grado de Doctor en Medicina y Cirugía. La prensa local (La Minerve) lo informó de la siguiente manera:
“M Logie présenta un Diplôme de M.D. de l’Université du Collège McGill. Ce Diplôme fut rejeté unaniment. En ayant été informé, on lui offrit d’examiner, ce qu’il refuse.” Logie decided to appeal to the Court of King’s Bench in October 1833; in October 1834, the Court ruled that the Board should have accepted his McGill degree as satisfactory for the issuing of a licence to practice".
El Dr. Francisco Guerra, en fin, en su trabajo sobre las medicinas marginales (1976) apunta que “aunque sea errónea la concepción doctrinal grandiosa de estas dos medicinas marginales, que quieren hacer depender tantos cuadros nosológicos y su tratamiento de una simple compresión nerviosa vertebral, no hay duda que tanto la Osteopatía como la Quiropráctica son las más efectivas formas de tratamiento en la mayoría de los dolores de espalda salvo las formas infecciosa, como es el caso de la tuberculosis vertebral, tanto en los cuadros de compresión vertebral radicular con desplazamiento óseo, como en síndromes compresivos producidos por el disco intervertebral. Y esto tiene importancia para el médico -sigue diciendo-, pues en ciertos casos, su terapéutica de bloqueos, analgésicos y relajantes musculares puede fallar, mientras que las manipulaciones de osteópatas y quiroprácticos llegan a obtener la curación del enfermo”.
El recurso de acudir a las medicinas alternativas es tan importante, que se ha estimado que la población norteamericana en 1990 hizo 425 millones de “consultas” a estos proveedores de servicios, superando la cifra de 388 millones de consultas otorgadas a nivel de atención primara a la salud en el ámbito de la medicina oficial, y gastando en ello una cantidad aproximada de 13.7 billones de dólares (Stokstad E: 288:1568-1572, 2000).