Sincronía es la coincidencia en el tiempo de dos o más hechos, fenómenos o circunstancias, especialmente cuando el ritmo de uno es adecuado al de otro.
DR. Xavier A. López y de la Peña
¿Qué es, por tanto el tiempo?
Si nadie me lo pregunta, lo sé;
pero si pretendo explicarlo, no lo sé.
San Agustín (Confesiones XI/14)
Dos comentarios incitan a la reflexión sobre el asunto. El primero de ellos establece una premisa que liga el tema de una forma extraordinariamente sencilla con las palabras de Norbert Wiener en 1964, el llamado padre de la cibernética al decir lo siguiente: "Los grandes problemas de la biología están ligados con los sistemas y su organización en el tiempo y el espacio. También aquí la autoorganización debe jugar un enorme papel. Por ello, mis conjeturas en el dominio de las ciencias de la vida se refieren no sólo a su asimilación progresiva por la física, sino también al proceso inverso: la progresiva asimilación de la física por parte de ellas".
La vida y la física constituyen así una indisoluble relación en el contexto espacio y tiempo.
El segundo comentario esboza los tropiezos en el establecimiento de éstas relaciones: "Podemos maravillarnos con las teorías que nos hablan de la estructura en los organismos vivientes más simples, por ejemplo, los virus, constituidos casi por completo por un eje de ácido nucleico encerrado en una cápsula proteínica; pero no podemos darnos por satisfechos con ellas. No es indispensable desarrollar una teoría supra estructural que nos permita comprender la organización de las formas superiores más complejas de la vida. Sin embargo, la elaboración de tal base, indispensable en biología para estudiar el camino que va del virus al ratón, constituye, probablemente, una tarea más grandiosa que aquella que resolvió la física en el camino que va desde el núcleo atómico a la molécula, al semiconductor y a la estrella".
El tiempo, lo temporal es el establecimiento generalmente arbitrario de acontecimientos sucesivos entre sí en un lugar (espacio) determinado; la distancia medida entre uno y otro a través o por medio de un punto de referencia que lo haga comprensible a nosotros, como por ejemplo: una hora, una semana o un año. Por ello hay un tiempo para sembrar o cosechar -sucesión de estaciones- para dormir o despertar -sucesión diaria-, la vida en sí representa una sucesión de acontecimientos a los que reaccionamos de manera periódica de tal forma que los acontecimientos cambiantes en el ambiente seguramente son los elementos que contribuyen de la manera más decisiva en la evolución biológica. Recordamos el ejemplo sobresaliente de Linneo que en el siglo XVIII construyó un "reloj floral" en el que a ciertas horas específicas, se abrían o cerraban algunos tipos de flores.
Antes de la aparición de la vida sobre el planeta ya se realizaban cambios periódicos de acontecimientos a nivel geofísico que mantenían cuando menos dos ventajas sobresalientes: la predictibilidad y la posibilidad consecuente de cambios sucesivos en medio. Del primero puede comentarse, para ejemplificar de manera sencilla, que el período medio de la rotación de la Tierra sobre su eje ha variado en apenas unos 20 segundos (según nuestro sistema de medidas) en un lapso de 1 millón de años y en la segunda, que la rotación de la Tierra ofrece cambios sucesivos o cíclicos de temperatura -caliente a frío- y de iluminación -día y noche- en su superficie, entre muchos otros, además del efecto de la gravedad que otros cuerpos ejercen, el magnetismo y radiaciones de diversa índole.
Resulta entonces claro que la fisiología y la conducta de las especies sean consecuentes con los cambios periódicos geofísicos y no es aventurado decir que estén modelado por ellos.
Estos cambios cíclicos o periódicos geofísicos impusieron en los organismos su contraparte de respuesta adaptativa expresado en la enorme cantidad de variaciones rítmicas que ahora se conocen y que abarcan un amplio campo de frecuencias. Desde los diferentes tiempos de crecimiento de las plantas (años), hasta el batir de alas de un insecto a razón de 2,000 ciclos por segundo o el latir del corazón humano adulto en condiciones de reposo entre los 60 y 100 latidos por minuto.
La capacidad de los organismos para responder adaptativamente a los cambios que se generan en el ambiente se da a través de los llamados relojes biológicos.
El tiempo en biología tiene un conocimiento remoto. Hipócrates refería que "aquél que desee investigar en medicina apropiadamente debe proceder así: en primer lugar, debe considerar las estaciones del año, y qué efectos tiene cada una de ellas, pues difieren entre sí. Luego, los vientos, el calor y el frío...".
Los relojes biológicos formalmente estudiados desde hace cerca de 50 años, dieron paso a acuñar términos como el de "ritmos cicadianos" para representar a la sucesión cíclica de acontecimientos que se llevaban a efecto en un período de tiempo cercano a las 24 hrs. (circa y día) y han dado luz a la integración de los conceptos de la vida con el espacio y el tiempo, y más recientemente al conocimiento de ritmos menores a 1 día llamados infradianos o mayores conocidos como ultradianos entre los que sobresalen el lunar con 28 días (que podría llamarse circasinódico), el de 7 días (circaseptadiano) o de 3.5 días conocido como circasemiseptadiano.
El ser humano tiene sus propios relojes biológicos y para muestra nos referiremos a uno que nos hace despertar o dormir cíclicamente acorde a los periodos, cíclicos también, del día y la noche geofísicos.
Este reloj está ubicado en un núcleo de la base del cerebro cercano a los nervios ópticos conocido como "supraquiasmático" y está conformado por unas 10,000 neuronas.
Para reaccionar a los cambios cíclicos de luminosidad, este núcleo recibe información a partir de la retina de los ojos en la que algunas fibras nerviosas que le componen actúan como "dosímetros" de luz y llevan la información al núcleo supraquiasmático. Con esta información, el núcleo a su vez envía señales o mensajes hormonales (vía hipófisis) y nerviosas (vía simpático) al sistema de "alerta" del organismo para que este se despierte, si es el caso, o que se duerma.
De esta forma los impulsos endocrinos u hormonales y nerviosos que actúan en las personas para mantenerse despiertos o para dormir, se llevan a efecto con una periodicidad acorde a los ciclos día-noche, de forma sincrónica.
Hay personas, sin embargo, que tienen "su" reloj biológico del alerta diferente al ciclo día-noche geofísico normal, acorde a las necesidades de su trabajo como sucede con los panaderos, veladores, artistas, etc., en los que duermen de día y trabajan de noche sin ningún problema. Malo es cuando una persona se encuentra en desajuste con su reloj biológico y tenga que mantenerse "despierto" cuando su señal sea "dormir" o la inversa, como sucede con frecuencia con el empleado que debe cubrir, alternadamente y por ciertos períodos de tiempo, los turnos laborales nocturnos o diurnos; hecho que pasa desapercibido con mucha frecuencia en la industria, con el consecuente daño a la salud del trabajador y la disminución en la productividad, incremento en los riesgos de accidentes laborales y otros.
Tan importante es el conocimiento de los relojes biológicos que actualmente se propugna por adaptar algunos tratamientos a ciertos horarios para el logro máximo de efecto en lo que se conoce como "cronoterapia".
De acuerdo con esta información podría hacerse la sugestión de evitar visitar al odontólogo a las 6 de la tarde porque justamente a esta hora los mecanismos analgésicos internos (llamados endorfinas) se encuentran en su punto más bajo, o tomar los medicamentos contra alergias conocidos como antihistamínicos preferentemente a las 7 de la mañana y no a las 7 de la noche que es cuando el organismo produce el máximo de histamina.
Si su reloj biológico funciona acorde con el geofísico, es decir sincrónico en lo relativo al ciclo día-noche, tendrá la oportunidad de iniciar el día a las 8 de la mañana con un máximo de ansiedad a consecuencia de la adrenalina producida en su organismo que se encuentra en su nivel óptimo, en el caso contrario que su reloj esté asincrónico, habrá de iniciar el día sintiéndose desganado, malhumorado y cansado.