Un anticipo de lo que vendrá.
DR. Xavier A. López y de la Peña
Me interesa la moral,
a condición de que no
haya sermones.
Patricia Highsmith (1921-1995)
Se aprestan a tomar la gubernatura y la alcaldía en Aguascalientes personas afiliadas al Partido Acción Nacional (PAN) quien se rige, entre otras ideologías, por el conservadurismo social que es la doctrina política que defiende el mantenimiento del sistema de valores políticos, sociales y morales tradicionales y se opone a reformas o cambios radicales en la sociedad.
Como ejemplo de lo antes dicho, y en su calidad de virtual gobernador del Estado de Aguascalientes, Martín Orozco Sandoval, se refirió al tema en boga acerca de la diversidad sexual diciendo sarcásticamente, que una parte de su triunfo en las elecciones se lo debía al presidente Enrique Peña Nieto, ya que debido a su iniciativa de ley sobre matrimonio igualitario, le ayudó en su posicionamiento entre la población conservadora de Aguascalientes: “fue un regalito del cielo” -concluyó-.
Habrá entonces que esperar a que salgan a la calle, consecuentemente, los nuevos inspectores de la moralidad teñidos de azul. Es por ello que me hago las siguientes reflexiones.
Primero: ¿Quiénes serán? ¿Quién les dará autoridad? ¿Qué van a inspeccionar? ¿Qué entenderán por acto moral? ¿Qué criterios aplicarán para determinar qué clase de acciones son moralmente buenas o aceptables?
Segundo: Cuando escuchamos la palabra mesa inmediatamente sabemos que se trata generalmente de un objeto de superficie plana y con forma cuadrada, rectangular, circular u otras, elaborada con madera, plástico, metal u otro material y sostenido por una, dos o más patas y que sirve para muchas cosas, entre otras, para colocar encima los platos en que habrá de servirse la cena, poner el teléfono, el florero o unos libros.
Sin embargo, cuando hablamos de libertad, de conciencia o moral, las cosas se complican para entenderlas y poder hacernos una imagen adecuada y coherente de ellas. Lo que sucede es que tratamos con palabras que tienen un contenido simbólico distinto. La primera: mesa, es una palabra que simboliza algo objetivo, en tanto que la segunda: ya sea libertad, conciencia o moral, simbolizan algo subjetivo.
¿Qué es la moral? Moral, según el Diccionario de la Real Academia Española de la Lengua, es un adjetivo que se refiere a las acciones de las personas, desde el punto de vista de su obrar en relación con el bien o el mal y en función de su vida individual y, sobre todo, colectiva. Se dice también, que es la ciencia que trata del bien en general, y de las acciones humanas en orden -lógicamente- a su bondad o malicia.
Existe así mismo el término de bien moral que hace referencia y se reserva para señalar o definir en especial el bien humano. Así se puede decir que un hombre bueno es una persona que es buena en su humanidad y no propiamente por ser hábil en alguna cosa o asunto. Una buena cocinera, un buen comerciante, un buen ciudadano o un buen ciclista no necesariamente son unas personas buenas.
La bondad o malicia de las acciones serán moralmente buenas o malas solamente si la conciencia de la persona los juzga como tales, porque su conciencia, su razón, es su árbitro supremo.
Las personas no nacen ni buenas ni malas sino que se hacen personas buenas o malas según sean sus actos buenos o malos. En el actuar específicamente humano se ubica la diferencia para con el actuar de los animales, por la circunstancia de que el actuar humano es hecho con deliberación, esto es, con libertad de elección y con el conocimiento del objeto de ése actuar. Es de esta manera un acto libre y consiente, es su responsabilidad.
¿Qué acto humano es bueno o malo? De manera general se dice que un acto es bueno en tanto que contribuye al crecimiento del ser, que le ayuda a alcanzar la plenitud de su ser. Una persona que miente, roba u ofende en su actuar no contribuye al crecimiento de su persona; se lesiona a sí misma y a los demás, actúa inmoralmente. En tanto que una persona que actúa con veracidad y se conduce con cortesía hacia los demás, ejecuta un acto que ayuda a convivir en la sociedad y por tanto a su desarrollo y crecimiento como ser humano, actúa moralmente.
Pero para poder llegar a dar con el juicio de lo que es moralmente bueno o malo, es necesario poder encontrar el criterio con el cual se pueda determinar qué acciones son las que nos llevan a obtener dicho crecimiento del ser, qué acciones nos hacen más humanos, en síntesis, qué clase de acciones son moralmente buenas.
Es frecuente que se juzgue un acto en moral o inmoral porque a una persona le parezca buena o mala, es decir, sus sentimientos y emociones son las que determinan la bondad o la malicia del acto en sí mismo. Una determinación así tomada realmente no puede cumplir con un buen criterio para juzgar la moralidad de un acto. Inmediatamente aflorará el prejuicio y el estado anímico particular del juzgador en la decisión. La opinión por tanto será visceral y no cerebral.
Otra forma posible de juzgar es por intuición basada en el dicho de que todas las personas normalmente desarrolladas tienen esta facultad para determinar lo que es bueno o malo de los actos pero sin que puedan dar razón para explicarlo, como saber que algo tiene un olor fétido pero no poder definirlo. Por otro lado ¿quién, o en base a qué podrá entonces juzgar que una intuición sea buena o mala, esto es, correcta e incorrecta, cuando haya otra que discrepe?
Más todavía, podría juzgarse que algo es moralmente bueno o malo no por la naturaleza intrínseca del acto, sino por los elementos ajenos a él como se determina en el llamado positivismo moral que tiene una de sus más importantes estrategias diseñadas en el contrato-social. En este orden de ideas, las personas pueden celebrar un contrato o convenio con el gobierno para poder vivir en paz, comprometiéndose y obligándose a obedecerlo, y recibiendo en cambio garantías de seguridad y orden sociales. El gobierno entonces se convierte en decisor de qué acto está o no permitido y por tanto, qué es bueno o malo.
En el terreno religioso, el positivismo moral determinará si los actos fueron buenos o malos según las mande o las prohíba Dios. Si Dios dice que la mujer debe cubrirse el rostro cuando está en un lugar público, será un acto malo o inmoral si no lo hiciere, aunque tener o no el rostro cubierto ya en público como en privado no sea en sí mismo algo bueno o malo.
Un acto es bueno cuando produce placer, y malo cuando determina no-placer dice la perspectiva hedonista que viene desde la antigua Grecia. El bien es un medio para la realización del hombre en la felicidad. Epicuro y Aristipo sin embargo, hicieron hincapié en que los placeres del espíritu más que de la carne son los más durables y sensibles. ¿Todo lo que produce placer será entonces bueno? Seguramente a alguno se le ocurrirá que no.
¿El juicio moral del acto podrá ser enfocado desde la perspectiva del utilitarismo? Esta teoría complementa la teoría hedonista referida identificando al placer con la felicidad y determinando que la finalidad del actuar humano debe orientarse a alcanzar la mayor felicidad posible. La capacidad de producir felicidad fue llamada utilidad por Jeremías Bentham (1748-1832), de allí el nombre de utilitarismo. El utilitarismo enfrenta muchas veces conflictos serios con la idea de justicia porque, la búsqueda de satisfactores que provean felicidad (como sucede) podría determinar una distribución inequitativa de éstos satisfactores. ¿Es entonces mejor, bueno o moral tener? ¿O ser?
Una consideración más es la que plantea la posición existencialista, de forma amplia y clara en representación de Jean-Paul Sartre: la ética de situación que sostiene que la naturaleza no nos fue dada por un gran diseñador, Dios, porque Dios no existe. Asiente así mismo que no hay una naturaleza humana específica que nos obligue a una forma segura de obrar, por lo que el hombre haga o deje de hacer, dependerá única y exclusivamente de su libertad de acción. Así el hombre creará libremente los valores de acuerdo a una gran variedad de circunstancias y situaciones por lo que la moralidad será subjetiva y cambiable. El acto moralmente bueno es el que es hecho en libertad y tiene en consideración la situación actual. La conducción de la vida racional de Sartre se orientó siempre dentro de una activa responsabilidad que él mismo llamaba engagé (en francés ocupado), que significa estar definitivamente empeñado en modelar su propia vida.
Tercero: Pienso que el actuar moralmente presupone tener una madurez suficiente que nos capacite para reflexionar sobre los principios éticos que recibimos cuando menos desde la infancia, preguntándonos si son correctos o no. Si los consideramos adecuados, justos o morales, atendiendo a los elementos distintivos del acto humano específico, a saber: el objeto, el motivo, las circunstancias y las consecuencias previstas o imprevistas posibles. Los seguiremos en el futuro sobre la base de nuestra legítima e irrestricta libertad y convicción intelectuales, no a causa de la fuerza -si se le pudiera dar este nombre- de alguna supuesta o impuesta pseudo-autoridad ajena a nuestra conciencia, erigida como cancerbera de la moral pública con quién sabe qué intenciones.
Los liberales en Aguascalientes con una visión moderna de un Estado nacional laico, enfrentaremos nuevamente -espero equivocarme-, la visión pre moderna de grupos anclados a una visión conservadora del mundo como ya ha sido dado a conocer.