EUTANASIA, PALABRA POLISÉMICA
Y TEMA ESCABROSO.
Se ha dicho
que la Eutanasia [buena muerte]
deberá ser
objeto de disposiciones legales claras y precisas hasta donde sea posible.
Hay que
pasar del jus conditum al jus condendum, es decir,
del Derecho
ya establecido, al Derecho por establecer.
En esto no hay gran novedad: A lo
largo de los siglos las nuevas
situaciones han exigido siempre
nuevos ordenamientos legales.[i]
Dr. Xavier A. López y de la Peña
La legislación en salud de México consigna por primera
vez en su historia la palabra Eutanasia,
en el Artículo 166 Bis 21 de la Ley General de Salud, publicada en el Diario
Oficial de la Federación el 5 de enero de 2009 diciendo:
Artículo 166 Bis 21. Queda prohibida,
la práctica de la eutanasia, entendida como homicidio por piedad, así
como el suicidio asistido conforme lo señala el Código Penal Federal, bajo el
amparo de esta ley. En tal caso se estará a lo que señalan las disposiciones
penales aplicables.
Seguramente
ha sido así, porque el termino produce escozor al escucharlo, un temor
irreverente a discutirlo y un miedo pánico, lógicamente, a registrarlo por
escrito con sus reflexiones consecuentes ya sea a favor como en contra.
Hoy, los
temas de la vida y de la muerte están en los labios de la sociedad en formas
inimaginables a como estaban a principios de siglo. El genoma humano, la base estructural
de la vida, ha sido descifrada; se manipulan ya las propias células germinales
y se abre camino a pasos agigantados la clonación de mamíferos, incluyendo a
los humanos; se discuten acalorada e interminablemente los temas del aborto, la
contracepción, el suicido médico asistido y la eutanasia, entre otros, en otras
latitudes. En México estos tópicos todavía representan mayoritariamente un
tabú.
La
Eutanasia, de las palabras griegas eu
y thanatos, que juntas significan
“buena muerte” o “muerte suave”, parece ser sin embargo y así de golpe, un
vocablo que en nada debería atemorizar. No obstante, su significado es
polisémico, por ejemplo: la palabra buena
o bueno¸ tiene un significado variable ya sea utilizado en asuntos
políticos, morales, económicos, legales, sociales y más, y muerte se asocia con la llamada muerte digna, el derecho al
suicidio, a dejar morir, al suicidio asistido o matar por compasión y otras más.
La
muerte es un evento propio de la misma vida. Es el marcador de una etapa que
los seres vivos invariablemente habremos de cumplir. La muerte, por tanto,
dulce y buena (eutanasia) se contrapone con la muerte amarga, difícil, dolorosa,
conocida con el término de Distanasia, palabra formada a partir de los vocablos
griegos también de dis que significa
obstáculo o dificultad y el thanatos,
muerte, ya referido. La Eutanasia (buena muerte), sin
embargo, se entiende de forma general como la muerte directamente buscada de
una persona (con su consentimiento o sin él) para acortar sus sufrimientos o
para librarlo de una «vida indigna».[ii]
Distanasia
es “la práctica que tiende a alejar lo más que sea posible a la muerte,
prolongando la vida del paciente, del anciano o del moribundo, sin esperanza de
vida, desahuciados, utilizando todos los medios disponibles, aún los
extraordinarios, muy costosos en sí mismos o en relación con la situación
económica del enfermo y de su familia[iii]”
y es también un término conocido como “encarnizamiento terapéutico”. Forma
considerada moralmente reprobable que se convierte, de hecho, en un robar indignamente la muerte a nuestros
semejantes. Representa el enajenar la conciencia personal o colectiva en una
lucha desigual contra lo inevitable por el mero seguir hasta donde sea y a
costa de lo que sea, por mantener un corazón latiendo en un ser humano, de
hecho, ya muerto.
La
muerte de un ser humano cuando se conjuga en activo matar premeditada o
imprudencialmente es un homicidio, matar o dejar morir con fines piadosos, por
compasión y bajo determinadas circunstancias es Eutanasia.
La
Eutanasia suele conocerse a su vez en las forma activa o positiva, cuando se procura la muerte para librar del
dolor o del sufrimiento a una persona desahuciada; Eutanasia pasiva o negativa, cuando se actúa
evitando sufrimientos y dolores a la persona, y se deja llegar a la muerte
cuando ya no hay esperanza alguna de vida. Esta última forma, para complicar
más el asunto, suele llamarse ahora Adistanasia (de la misma raíz que distanasia,
pero con la “a” privativa), esto es, dejar morir en paz sin poner obstáculos a la muerte.
Médicamente
se tiene la misión y obligación de preservar la vida de los seres humanos, pero
se habla de vida en sentido amplio
entiéndase bien, no de preservar la vida biológica únicamente. De hecho, se ha
hecho referencia a que un criterio importante para actuar en favor de la vida,
con los recursos que puedan tenerse disponibles, y ello estriba en que se tenga
la posibilidad de que la persona alcance en vida un desarrollo sensato de su libertad humana, la cual debe estar
ligada invariablemente a la recuperación de su
vida consciente[iv].
La
Eutanasia y sus diversas formas de nombrarle, polarizan sensiblemente las
opiniones. El corazón y la razón entran en serios conflictos personales,
familiares y comunitarios entre los que juegan papeles importantes los deseos,
expectativas e intereses de muy diversa índole sobre el asunto eutanásico. Sin embargo, ya debe darse a la
Eutanasia el lugar que le corresponde en el léxico común y en el lenguaje
jurídico e implantarse en las normas de salud, civiles y penales de forma
amplia. Es ya mandatorio que se legisle en torno a este asunto y se abra la sociedad ante este fenómeno tan
añejo y tan cercano a todos, tan cotidiano como la muerte misma.
La
muerte del ser humano en la actualidad (como siempre) se relaciona directamente
con la eutanasia, aunque se le soslaye en la legislación y resulte palabra
prohibida para nuestros labios. Se hace y vive la eutanasia (como muerte dulce,
suave) en el morir diario de nuestros semejantes, se decide eutanásicamente en
torno a ello y pensamos eutanásicamente en nuestra propia futura muerte.
La
Eutanasia voluntaria, la que se
realiza a solicitud del paciente, ha merecido grandes titulares en la prensa
mundial y se ejecuta (en otros países) con el consentimiento informado previo y
por escrito del solicitante. Esta forma de Eutanasia parece que no está exenta
de controversias ante la posibilidad de que la solicitud no hubiese sido hecha
atendiendo al propio bien de la persona. Quizá dicha petición se hubiere
fundado en el supuesto de que con su muerte se libraría de una posible carga a
sus familiares, o tal vez que su decisión estuviere basada en una información incompleta y por tanto se hubiese hecho
una falsa impresión de sus expectativas de vida, de su calidad de vida y otras.
Una decisión realizada por una persona con una importante depresión podría
desvirtuar de forma diametralmente opuesta, sus deseos reales, etc.
La
Eutanasia voluntaria puede semejarse
al también controvertido suicido médicamente asistido como el que fomentaba el patólogo
estadounidense retirado Dr. Kevorkian quien utilizaba un aparato de especial
diseño listo para que el solicitante lo accione y se muera. La mayor parte de
los argumentos contra la Eutanasia voluntaria o el suicidio médicamente
asistido vienen del terreno religioso, el judeo-cristianismo y el islamismo
básicamente, ya que consideran a la vida como un don que no le pertenece a la
persona y por tanto no puede disponer de ella a voluntad. Este pensamiento se
opone al concepto de la persona dueña de sí y en el ejercicio pleno de su
autonomía que puede decidir qué hacer consigo mismo.
El
argumento o la Tesis (así le llama su autor) propuesta por el Dr. Mauro
Rodríguez en este sentido de ejercer la autonomía, está formulada de la
siguiente manera y le llama Tanasia (corresponde aproximadamente al Living Will propuesto y ejercido en
E.U.A. y otros países o a la “Voluntad anticipada” como ocurre ahora aquí en
México), para distinguirla de la Eutanasia en la que se infiere que “otro”
decida sobre la propia muerte:
Una persona puede ordenar la propia muerte
cuando a su propio juicio o al de una persona que ella designe ante un notario,
ya haya vivido lo suficiente y además un serio dictamen médico le atribuya una
enfermedad grave, incurable y terminal.
A
favor de la Eutanasia voluntaria positiva se esgrimen, entre otros, los
considerandos de que el ser humano que padece una enfermedad terminal o
incurable ha venido a ser inútil para su familia, para la sociedad y para él
mismo; que se encuentra incapacitado para cumplir con deberes y que la
prolongación de su sufrimiento es un mal mayor que procurarse una muerte
inmediata que de cualquier forma habrá de llegar. Es insensato pretender
conservar la vida de una persona que no quiere vivir más y oponerse a su libre
decisión como detentor absoluto, dueño de sí y, por tanto, de su vida o muerte.[v]
Como
argumentos en contra de la Eutanasia voluntaria se tiene el peso de la
tradición occidental y la filosofía teísta que señala a Dios como poseedor
único y en dominio directo de la vida humana. En otra esfera y en base a la
naturaleza humana racional, ¿qué razones podrían esgrimirse para solicitarle al
médico o a otra persona que ponga fin a su
vida?, ¿la liberación -con la muerte- del dolor o sufrimiento al que todos
tememos, es mejor o más digna que la búsqueda de recursos que lo alivien?, ¿la
decisión autónoma, puede dejar de estar matizada por presiones e intereses
económicos, sociales, políticos o familiares?, ¿quién será el encargado de ejecutar la voluntad del requirente?
Como
posición intermedia surge hace algunos años el término de Ortotanasia, neologismo
formado del griego orthos, recto,
justo y thanatos, muerte y que se
refiere a la muerte justa, equilibrada, recta para hablar de la postura que
“tiende a conocer y respetar el momento natural de la muerte de cada ser humano
y sus concretas circunstancias, sin querer adelantarla para no incidir en la
Eutanasia [activa] reprobable, ni tampoco prolongar
artificialmente cualquier tipo de vida con medios desproporcionados, para no
caer en el extremo opuesto de una Distanasia, también reprobable; aunque siempre
dejando actuar e intervenir la relativa libertad de conducta que permite y
exige la racionalidad humana, frente a una pasividad meramente animal”.[vi]
La
muerte, el thanatos está en cada uno
de nosotros como nuestra propia sombra, y todos aspiramos a una buena muerte, a
una Eutanasia; palabra y reflexión compleja,
tormentosa, rodeada de prejuicios, simbolismos, tradiciones y variables
circunstancias que habremos de afrontar tarde o temprano.
La
deontología médica y la moral (que no la ley en algunos países) se oponen y
reprueban a la Eutanasia activa y directa sea esta voluntaria o involuntaria.
En tanto que acepta a la Eutanasia pasiva o indirecta que deja que la muerte
llegue cuando tenga que llegar librando al ser humano de dolor y sufrimiento en
la medida de las posibilidades, respetando siempre la autonomía de la persona y
acompañándole en el último tramo del vivir, solidaria, digna y humanamente[vii].
No constituido en su verdugo directo o indirecto.
La
demoscopia nacional sobre el tema llevada a cabo en el año 2016, fue realizada
por Investigación en salud y demografía, S.C. (INSAD), quien hizo el
levantamiento de la Encuesta Nacional sobre Muerte Digna para la Asociación
Civil Derecho a Morir con Dignidad A.C. (DMD), en la que se concluye que un número
mayor de mexicanos se muestra a favor de la eutanasia y el suicidio médicamente
asistido, y desean que las leyes se modifiquen para regular su práctica,
evitando con ello el dolor y sufrimiento que se tiene antes de que la muerte
llegue.[viii]
Finalmente,
podemos decir que el ser humano debería ser capaz de decidir sobre su partida y
cantar a la vida en su ocaso como Amado Nervo nos legó con su poema EN PAZ,
despidiéndonos con serenidad, tranquilidad, dignidad y entereza de la vida «eutanásicamente», acompañados por nuestros seres queridos
y lejos del enajenante silbido de monitores, del ambiente ajeno, aséptico e
impersonal de una clínica u hospital, invadido por cánulas, sondas, catéteres y
más, lejos de aquellos insensibles cancerberos luchadores contra la muerte que
no, en algunas ocasiones, nuestros verdaderos aliados en el tramo final de
nuestra existencia.
Muy cerca de mi ocaso, yo
te bendigo, Vida,
porque nunca me diste ni
esperanza fallida
ni trabajos injustos, ni
pena inmerecida;
porque veo al final de mi
rudo camino
que yo fui el arquitecto de
mi propio destino;
que, si extraje las mieles
o la hiel de las cosas,
fue porque en ellas puse
hiel o mieles sabrosas;
cuando planté rosales
coseché siempre rosas.
... Cierto, a mis lozanías
va a seguir el invierno:
¡Mas tú no me dijiste que
mayo fuese eterno!
Hallé sin duda largas
noches de mis penas
mas no me prometiste tú
sólo noches buenas;
y en mi camino tuve algunas
santamente serenas...
Amé, fui amado, el sol
acarició mi faz
¡Vida, nada me debes!
¡Vida, estamos en paz!
[i] . Doctor en psicología, Mauro Rodríguez Estrada. La nueva
Tanasia. Ediciones Botas S.A., México 1989 p. 57.
[ii] . Alfons Auer. Problemas éticos de la eutanasia y de la
prolongación artificial de la vida. En Ética y Medicina (varios autores).
Ediciones Guadarrama. Madrid (España) 1972 p 174.
[iii] . Ortelano A. Problemas actuales de moral, 1980. Citado en: El
ser humano y su dignidad ante la muerte. Soc. Internacional Pro-Valores Humanos
E. Fromm y S. Zubiran, A.C. 1989, México, p. 76.
[iv] . Kautzky, citado en: El ser humano. Ob Cit. pag. 79
[v] . Xavier A. López de
la Peña, Moisés Rodríguez-Santillán. Por la autonomía del paciente. Gac Méd Méx
Vol. 138 No. 1, 2002, pp. 121-127.
[vi] . Víctor M. Pérez Vela. La eutanasia: problema humano
fundamental. En El ser humano, Ob cit. p 80.
[vii] . Xavier A. López de la Peña. El médico ante la muerte. Pren Méd
Mex 1977;42(5-6):525-526.
[viii] . En Contexto.
Salvador Moreno y Noemí Segovia. La muerte tiene permiso. Eutanasia o el
derecho a la muerte digna. Abril de 2019. Centro de Estudios Sociales y de
Opinión Pública (CESOP), Cámara de Diputados. Consultado en internet en: file:///C:/Users/Usuario/Downloads/CESOP-IL-72-14-MuerteTienePermiso-300419%20(1).pdf