Tiempo.
Lo que es y lo que no es.
Lo pasado ha
huido,
lo que esperas
está ausente,
pero el presente es tuyo.
Proverbio árabe
Dr. Xavier A. López y de la Peña
A
su vez, la palabra tiempo viene del latín tempus, temporis y significa momento,
ocasión propicia, estado temporal en un momento determinado. El diccionario de
la RAE lo define como la duración de las cosas sujetas a mudanza o como una
magnitud física que permite ordenar la secuencia de los sucesos, estableciendo
un pasado, un presente y un futuro, y cuya unidad en el sistema internacional
es el segundo, definido como un número de veces específico del tiempo que dura
la transición energética entre dos niveles del átomo de cesio 133.
Sea
como sea, son abstracciones que no han encontrado una definición que satisfaga
completamente al ser humano como elementos constitutivos del, podríamos llamarlo,
Todo. El Todo que queda incluido en la tetralogía METE
(Materia-Energía-Tiempo-Espacio).
En
este asunto, los filósofos son los más preocupados por el tema, aunque
continúen divagando sobre él en el éter porque el tiempo y su definición, está
aún muy lejos y fuera de su alcance. A los simples mortales nos satisface saber
que el tiempo es la medida entre una sucesión de eventos, conformando un pasado
(ayer), un presente (hoy) y un futuro (mañana).
Dos
corrientes filosóficas se disputan particularmente el asunto del tiempo, el
idealismo y el materialismo. Unos por lo que parece “ser” (subjetivo) y otros
por lo que “es” (objetivo).
Así,
dentro de la corriente idealista de la filosofía, se niega que haya una
dependencia del tiempo y espacio respecto de la materia. Como lo propusiera el
obispo y filósofo irlandés George Berkeley (1685 - 1753 d. C.) quien desarrolló
una rama de la filosofía conocida como idealismo subjetivo o inmaterialismo
en la que se niega la realidad de las abstracciones como la materia extensa; o
como lo concibiera el filósofo, historiador, economista y ensayista escocés
David Hume (1711-1776) cuya concepción del tiempo la consideraba como una “idea
ordenadora” de la sucesión de determinados eventos. Por ello mismo tanto el
tiempo como el espacio son sólo ideas preformadas acorde a la impresión
percibida por los sentidos; o entendiéndolo como formas apriorísticas de la
contemplación sensorial como señalara el filósofo y científico prusiano Immanuel
Kant (1724.1804), quien fuera el primer representante del criticismo y
precursor del idealismo alemán afirmando que el tiempo es, pues, dado a priori.
Sólo en él es posible la realidad de los sucesos o fenómenos. Todos ellos
pueden desaparecer, pero el tiempo mismo (como condición universal de su
posibilidad) no puede ser suprimido. Es, por tanto, una condición de la
inteligencia humana; o entendiéndolo como categorías del espíritu absoluto como
pensara Georg Wilhelm Friedrich Hegel (1770 - 1831), filósofo también del
Idealismo alemán quien consideraba al tiempo como algo sencillamente abstracto
e ideal, diciendo que “el tiempo es el ser que, mientras es, no es, y
mientras no es, es”; el devenir intuido; lo que quiere decir que las
diferencias, simplemente son momentáneas, o sea, que se niegan inmediatamente,
son determinadas como diferencias extrínsecas, esto es, exteriores a sí mismas.
En
contraposición a este modo de pensar, en la filosofía materialista se
defiende el carácter objetivo del tiempo y el espacio como componentes
inseparables de la materia y energía; es decir, son elementos constitutivos de
la universalidad.
En
el espacio se ubica el orden de distribución de la materia-energía existente,
en tanto que el tiempo, expresa “la consecutividad de los procesos o fenómenos
que se sustituyen entre unos a otros” de forma irreversible siempre del pasado
al futuro.
El
tiempo como elemento aún demandante de definición, resulta ser un factor conceptual
constitutivo del universo, del Todo, y cuyo constructo como propiedad física mesurable
(objetivo) por el razonamiento humano instrumentalizado en un reloj, nos
permite “entender”, dar “explicación” y “prever” sobre lo que sucede en nuestro
entorno, y para satisfacer lo que necesitamos y deseamos.
Mi idea básica -explica- es que el tiempo como tal no existe.
No hay ningún río invisible del tiempo. Sin embargo, hay cosas que se podrían
llamar instantes de tiempo, o «Ahoras». Conforme vivimos parece que nos movemos
a través de una sucesión de Ahoras, y la pregunta es, ¿qué son? Son
configuraciones de todas las cosas en el universo, unas con respecto a otras,
en cualquier momento, por ejemplo, ahora.
Me
percato también que no puedo frenar el tiempo para seguir escribiendo, a menos
que ilusoriamente lo detenga, quitándole la batería al reloj digital o
poniéndole un tropiezo a la manecilla del reloj analógico con un esparadrapo.
Tal
vez objetivamente pudiera tratar de “matar el tiempo” dándole un martillazo a
mi reloj de mesa (porque no concibo otra forma de hacerlo), para detener el
tiempo, pero creo que ello sólo sería algo completamente “ilusorio” o estúpido,
además de una tarugada.
Me
doy cuenta que tampoco puedo “alargar el tiempo”, porque los recursos
tecnológicos de que dispongo (y creo que nadie los tenga tampoco) para su
medición y registro, esto es, mis relojes, no son elásticos.
Aunque
(no me han de creer), siento que el tiempo se me “echa encima” con cada minuto
que transcurre mientras sigo pegado aquí, escribiendo, palabra tras palabra.
Súbitamente también, en medio de este embrollo me surge a manera de chispazo el recuerdo de la letra del tango “Volver”, de Gardel, que dice en una parte que cierto periodo de tiempo es “nada”:
Volver, con la frente
marchita
Las nieves del tiempo
Mancharon mi sien.
Sentir que es un soplo la
vida,
Que veinte años no es nada…
Sí,
ciertamente “veinte años son nada” como dice la canción, pero mi problema es que
sólo faltan seis meses para el programa en Medellín y aún no hemos hecho
reservaciones en el Centro de Convenciones del Hotel Tequendama para realizar
el evento, entre muchas otras cosas.
Que
ayer no me tomé las píldoras para el control de mi presión arterial.
Que me percato que soy como el Yo a la manera como lo describiera Jorge Luis Borges, que soy tiempo sangre agonía como expresara en su poema El ápice:
[…]
Tu materia es el tiempo, el
incesante
Tiempo. Eres cada solitario
instante,
Sustancia suave y pesada
Que parece que ha sido
imaginada
Para medir el tiempo de los
muertos.
Tal vez poéticamente sea, como lo conceptuaba en un febril devaneo mezclando el tiempo y el vacío el historiador español, Eloy Benito Ruano:
Tiempo.
Vacío.
Tiempo vacío.
Capacidad inmensa.
Esencia
sin existencia:
Realidad de la nada.
Pero en ti todo existe.
Nada escapa al contorno
informe, ilimitado,
de tu ser, el Ser mismo,
antes de ser creado.
En ti la Historia.
De ella tú la sustancia
ella tu simple adensamiento
amorfo, indefinido,
sólo muy tarde
—¿tarde? — moldeado.