Pertenencia a una
profesión.
También
esta noche, Tierra, permaneciste firme.
Y
ahora renaces de nuevo a mi alrededor.
Y
alientas otra vez en mí
la
aspiración de luchar sin descanso
por
una altísima existencia.
“Fausto”,
de Johann Wolfgang von Goethe
Dr.
Xavier A. López y de la Peña
El médico cirujano norteamericano David H. Galloway (1852-1944) publicó
en el año de 1896 algunas de sus experiencias profesionales en la ciudad de
Aguascalientes, México.
1
En una de ellas da
cuenta de que estando asistiendo a un joven mexicano gravemente enfermo en una
pierna por una infección, hubo de improvisar prácticamente todo en ello para
curarle; desde el lugar para intervenirle quirúrgicamente, quién o quiénes
podrían asistirle, qué instrumentos y equipos habría de necesitar y hasta cómo
habría de hacerlo.
Las condiciones en las
que trabajó fueron deplorables y de mucho riesgo, tanto que mientras le
intervenía quirúrgicamente hubo de lanzar, el propio cirujano, múltiples baldes
con agua hirviendo a la multitud inquieta y amenazante que se apiñaba en la
puerta de entrada de la habitación en la que estaba operando al paciente y que
gritaban: “¡lo están despedazando!, ¡lo están matando!, y más”, para que
dejaran entrar la luz -ya que la habitación en que operaba no tenía ventanas-, y
poder continuar con su procedimiento quirúrgico. En esta intervención fue
auxiliado con la anestesia (cloroformo) dada por un dentista también
norteamericano Frank C. Doty y con la asistencia de un niño de apenas 14 años.
Continuó con su trabajo a pesar de los insultos
proferidos por la enardecida población y la abrupta intromisión de un familiar físicamente
agresivo al que sometió el mismo cirujano con escalpelo en mano, gritándole (en
inglés, por supuesto porque no hablaba español) y amenazándole con “arrancarle
el hígado” si no se retiraba de allí de inmediato. El cirujano no detuvo su
trabajo aún y a pesar de que el dentista que le ayudaba le pedía dejarlo ya, y
solicitar asistencia a la guardia de la localidad.
Al fin, todo salió
bien después de un largo tiempo de recuperación postoperatorio y este suceso me
llevó a reflexionar sobre el qué nos hace “pertenecer a una profesión” porque,
independientemente de las dificultades que este médico cirujano afrontó, del
riesgo que corrían él y sus auxiliares, el deseo de servir y ayudar al
semejante con graves problemas de salud imperó en su conducta revelando en él,
con esta única manifestación, una clara y espléndida “pertenencia profesional a
la medicina”.
De hecho, lo que nos hace íntimamente
pertenecientes a una profesión no es solo el título en ello adquirido, los
honorarios o el salario percibido por el servicio o la rutina ejecutada en su práctica,
sino un conjunto más profundo de elementos tanto personales, como éticos y
existenciales en ello involucrados. Veamos algo de ello.
El filósofo alemán Martin Heidegger en su obra
"Ser y Tiempo" de 1927 sostiene que la esencia del ser humano no está
en el "tener" o en el "hacer", sino en el "ser",
o mejor aún en el “poder-ser” que, aplicándolo al ejercicio de una profesión,
se entendería como que todo lo que se hace en ella es parte de nuestra forma
de estar en el mundo.
Para el sociólogo, también alemán, Max Weber, ejercer
una profesión es responder a un “llamado” o vocación cuya pertenencia se
alcanza cuando la persona entiende y vive su trabajo como una expresión de su
destino tanto moral como social; y para el francés Jean-Paul Sartre que en su
filosofía afirma que el ser humano está condenado a ser libre, refiere que la
profesión “es” un acto de libertad, algo que nos define por dentro no por
fuera, un acto de responsabilidad ante uno mismo.
En fin, para “pertenecer a una profesión” primero
hay que sentir el llamado hacia ella, esto es, la vocación que lleva implícito
un propósito determinado e identificarse con ésta sintiendo que tu manera de
pensar, percibir y actuar se amolda de forma natural con las exigencias y
valores de esa práctica, y aceptando con orgullo la responsabilidad moral que
ello conlleva, y reconociendo y aprendiendo de nuestros errores para
corregirlos y evitar repetirlos en adelante. De igual manera, es necesario demostrar
maestría y pasión en ella esforzándonos en aprender y mejorar continuamente,
innovando y creciendo tanto en sus habilidades como en la práctica.
Sábese que cada profesión posee un lenguaje,
ceremonias o rituales, así como ciertos códigos no necesariamente escritos que
deben ser entendidos, respetados y seguidos. Al hacerlo, gratamente se
percibirá sentirse parte de ella, compartiendo conocimientos, valores, deseos y
reconocimiento mutuo en la labor cotidiana; valorando a los colegas como pares,
defendiendo la dignidad de la práctica y compartiendo éxitos y fracasos,
memoria e historia en su hacer de cada día.
Dentro de la pertenencia a una determinada
profesión está también la obligación de cumplir con las responsabilidades en
ella adquiridas con puntualidad, ética y calidad, incluso en momentos difíciles;
actuar con honestidad, respeto y transparencia; respetar las normas, leyes y
principios que rigen la profesión y tratar a colegas y clientes con honestidad,
equidad y dignidad; ser consciente del impacto de tus acciones; buscar mejorar
tus habilidades y conocimientos constantemente y estar abierto a nuevas ideas,
críticas constructivas y cambios.
Todo lo dicho
anteriormente no tiene nada de nuevo a lo ya referido incansablemente por
muchos pensadores, así que a esta aproximación que puede sonar como catequística
y sermonial (vocablo derivado de la palabra inglesa «sermon», que
significa discurso religioso o moral. Puede interpretarse como una metáfora de
guía o sabiduría) contrapone al profesional con la realidad actual.
¡Si!, la pertenencia a una u otra profesión,
se enfrenta ahora a la realidad de un mundo globalizado, dado por la
interconexión y dependencia de las naciones a través de los flujos de capital,
información, mercancías, personas y cultura; capitalista cuyo sistema
económico es dominante en el mundo moderno y caracterizado por la propiedad
privada de los medios de producción, la competencia en los mercados y la
búsqueda del beneficio económico, y mercantilista, centrado en la
acumulación de riqueza en donde la búsqueda de la rentabilidad suele entrar en
conflicto con los principios éticos.
Bajo estas circunstancias los médicos, al igual que
otros profesionales, necesitan sentir a profundidad que su trabajo es útil a la
sociedad y que su papel en ello es justamente valorado. No obstante, cuando se
le oponen barreras políticas, económicas, sociales y laborales, suelen sentir una
desconexión con su vocación. Experiencia que ha dado en llamarse como "despersonalización"
en la medicina, donde el médico empieza a ver al paciente más como un caso, un
cliente o un número que, como una persona, lo que lleva a afectar directamente
a su atención.
De hecho, en México, como en muchos otros países los
sistemas de salud suelen ser deficientes y desorganizados y, por tanto, las
políticas públicas no suelen estar orientadas a la mejora de las condiciones
laborales del personal de salud (médicos, enfermeros y otros) ni de
proporcionar un equitativo acceso a los servicios de salud a la población
general. Situación que genera limitación y frustración en el profesional ante
el desorden y las deficiencias del sistema.
También suelen
enfrentarse a una burocracia y regulación excesiva cargada de trámites
administrativos que obstaculizan su capacidad de enfoque en el paciente, lo que
puede ocasionar una “desconexión” emocional con la profesión.
A laborar en sistemas de salud públicos mal
remunerados donde se reciben salarios relativamente bajos si se comparan con
los obtenidos en la práctica privada, les puede hacer sentir como “poco
valorados”.
Laborar con recursos
limitados (ya por crisis económicas, recortes de presupuesto en salud, mala
administración, mala distribución, corrupción y otros) para realizar
procedimientos necesarios, escasez de medicamentos y equipos, y la sobrecarga
de trabajo reducen la calidad de vida de los profesionales, sus capacidades
operativas y su conexión con su vocación.
Verse limitado en
recursos, sobrecargado de trabajo, mal pagado e inadecuadamente valorado suelen
ser combinaciones determinantes para que el profesional ejerza un trabajo
deficiente y limitado, que a la luz pública suele percibirse como un servicio
que no siempre se brinda con atención comprensiva y humana, haciendo que
algunos profesionales se sientan no completamente aceptados dentro de la
comunidad.
Ante este breve panorama, el sentido de
pertenencia, en este caso de la medicina, como hemos visto no está lleno de
dificultades. Hay que enfrentarse entonces a una serie de barreras
estructurales y emocionales que, de no ser abordadas, pueden generar un
sentimiento de desilusión con la profesión. A pesar de esto, muchos
profesionales encuentran formas de superar estos obstáculos, reconociendo la
importancia de su labor y buscando redes de apoyo que les permitan mantenerse
conectados con su propósito.
Hay pues la necesidad de que el profesionista,
además, sea ahora capaz de adaptarse a la globalización y las nuevas
tecnologías accediendo a una educación de calidad desde cualquier parte del
mundo a través -si ello es posible-, de plataformas de aprendizaje online
y de recurrir al teletrabajo y al networking digital, si ello fuere
necesario.
A participar en nuevas formas de activismo
profesional para sortear posibles obstáculos tanto sociales como culturales
para abogar por la igualdad de oportunidades y el reconocimiento de sus
derechos. Ejerciendo acciones para influir en decisiones políticas y
legislativas a través de la comunicación y la presentación de argumentos a
favor de nuestros intereses profesionales o lobbying, enfocado en la formulación
de políticas públicas que impacten en la profesión para la creación de mejores
condiciones económicas, sociales, políticas, legales y laborales, y la promoción
de la justicia social y económica.
Resiliencia para
lidiar contra la corrupción y la burocracia estableciendo conexiones con otros
profesionales para diseñar y operativizar determinadas acciones contra ello.
Ante la gran competencia en el mercado laboral, hay que sacar adelante la
creatividad y capacidad profesional, mejorar el pensamiento crítico, la
innovación y la adaptación a las crecientes demandas del mercado.
Ante el mercantilismo
que nos rodea, la búsqueda de la rentabilidad suele entrar en conflicto con los
principios éticos como ya citamos. Por ello, hay que luchar por trabajar con prácticas
justas, sostenibles y éticas, lo que no solo nos posicionaría como líderes en nuestro
campo, sino que también puede atraer a clientes o empleadores comprometidos con
la ética corporativa.
Aguzar, dentro de las
tendencias emergentes a la adaptación profesional la mentalidad de
crecimiento que permite a los profesionistas enfrentarse a fracasos,
aprender de ellos y reinventarse según lo exija el mercado.
Empoderamiento a través del emprendimiento
creando sus propias empresas o startups para tener control sobre su
carrera con lo que se permite eludir las limitaciones del sistema laboral
tradicional creando nuevos modelos de negocio.
Sea como sea y de forma personal, si carecemos de
recursos busquemos activamente la forma de improvisar y dar factibles soluciones.
Si el trabajo es tedioso, buscarle aristas satisfactorias. Por ejemplo,
recopilar información sobre lo que hemos hecho en determinado tiempo, reconocer
aciertos y errores, frecuencias, porcentajes, comparaciones y otras (esto es
investigación) y con ello saber qué hemos hecho y por tanto cómo
mejorarlo y corregirlo o, inclusive, hacerlo menos tedioso.
Si la lambisconería y
la corrupción imperan en el ambiente de trabajo para solapar deficiencias,
irregularidades u otros defectos, habrá que sostenerse en la vía del bien hacer
profesional que nos mantenga al margen de esta práctica y, con el ejemplo
seguir ejerciendo nuestro trabajo mirando siempre el interés en la salud del
paciente. Podría entonces poder decirse, si es que se labora en determinada
institución pública de salud, que se es NO INSTITUCIONAL; esto es, estar al
servicio de los intereses del paciente al que servimos, no como veladores del
interés institucional.
Propugnar porque las posiciones directivas de la
institución se consigan por méritos y capacidad profesionales, no por
amiguismos, premios políticos, compadrazgos, u otros varios e inenarrables justificaciones.
En resumen, para sortear obstáculos sociales,
económicos, políticos y laborales, los profesionistas actuales deben sentir y
expresar con sus acciones su pertenencia a la profesión, ser honestos,
responsables, equitativos y justos, además de adaptables, creativos,
resilientes y continuamente en formación.
La clave actual para ello está en la flexibilidad personal
y la capacidad de construir redes globales, -si ello fuere necesario y
oportuno-, lo que les permitiría aprovechar las oportunidades que ofrece el
entorno globalizado y, al mismo tiempo, sortear las dificultades
impuestas por el contexto capitalista y mercantilista tanto en el hacer
en la esfera pública como en la privada. Sólo así se podrá observar cómo la pertenencia
a una profesión se convierte en un reflejo de las concepciones más amplias
sobre el individuo y su relación con su servicio a la sociedad.
En
todo caso, habrá de seguir lanzando baldes con agua hirviendo
contra
los ignorantes, estúpidos, incapaces y corruptos que impiden la entrada de luz
y obstaculizan o impiden nuestro hacer y pertenecer profesional,
bajo cualquier circunstancia.
1 . Galloway D. H. Experience of an American
physician in Mexico. Operating for suppurative lymphangitis under difficulty. –
Taking his one medicine. - Strychnia poisoning. JAMA. 1896;27(24):1235-1238.