domingo, 1 de junio de 2025

Arte moderno.

 

Arte Moderno.
¿Emoción o alienación
anti naturaleza?

 

Es un arte de lo informe, de lo abyecto,
por contraposición a la forma y a lo sublime.
 
Alain Badiou. Filósofo francés.1
 

Dr. Xavier A. López y de la Peña


Pequeño paraíso.
Helen Frankenthaler, 1964

Acudiendo al llamado de la tierra, hice un viaje con mi hijo a España particularmente para conocer el lugar donde nacieron algunos de nuestros ancestros López.
Viajamos de la ciudad de México a Madrid y de allí directamente hasta la ciudad de Bilbao para iniciar recorrido en varios lugares para llegar, finalmente, al Concejo de la Comunidad Autónoma del Principado de Asturias en España, Llanes; terruño añejo de nuestros antepasados congéneres bañado por las ricas aguas del mar Cantábrico.
             Antes de este objetivo destino, recorrimos ávidamente varios lugares de Bilbao y, el motivo de esta reflexión se ubica en la impresión que tuve al visitar el famoso Museo Guggenheim que presentaba, entre otras, obras de la artista neoyorquina Helen Frankenthaler (1928-2011), representante del expresionismo abstracto (movimiento pictórico contemporáneo dentro de la abstracción, en concreto, de las tendencias informalistas y matéricas posteriores a la Segunda Guerra Mundial, dice su definición) descripción que semánticamente me cuesta trabajo comprender, debo confesarlo.
Es así, que tanto el icónico Museo Guggenheim y la obra de esta artista plástica representan con ello una búsqueda de innovación en la pintura y el arte contemporáneo.
La señora Helen Frankenthaler es un claro ejemplo de artista cuyas obras son parte integral de las narrativas que sobre el arte moderno el Museo Guggenheim celebra, en movimientos conocidos como el Expresionismo Abstracto o de abstracción Post Pictórica (Post-Painterly Abstraction).
Para tratar de aprender sobre esta faceta artística consulté sobre la técnica seguida por esta pintora y encontré este, permítaseme llamarlo así, circunloquio:
 

Dentro de su técnica se menciona que esta artista desarrolló un método que llamó “campo de color” (color field) o “abstracción pictórica”, más cercano al paisajismo tradicional chino que al que se daba en la Escuela de Nueva York entre 1940 y 1950. “Por otro lado, la pintora mezclaba aguarrás diluido en la pintura que derramaba sobre el lienzo para que la tela se impregnara en su totalidad, consiguiendo así una distancia del enfoque gestual. Manifiesta una ruptura con la tradición clasicista y la búsqueda de una libertad auténtica en la expresión en la que incursionó, también, con la pintura de manchas o stain painting) características del expresionismo abstracto”.2

 
¿What?
 
Bueno, vamos al grano. Al entrar a la primera sala del museo observé una imponente -por su tamaño, obra titulada: “El nadador en la niebla económica”, de la autoría de James Rosenquist:3


Y ya, para un observador pobremente versado en el arte como yo, percibí en él un torbellino de colores inquietante, grato en su composición y combinación de colores, formas y trazos para mí, pero, sin embargo, sin sentido mnemónico o de lenguaje ensamblador para con mi visión arquetípica de la naturaleza. Es por ello que suele considerarse como un hecho que el Arte Moderno se interprete -en muchos casos-, como una mirada hacia la antinaturaleza, no como un rechazo a la naturaleza en sí, sino a la renuncia a la representación idealizada de la misma: Trataré de explicarme.
            Recordemos que el género homo al que pertenecemos ha convivido estrechamente con el mundo natural o la naturaleza desde el paleolítico de hace unos 2,59 millones de años (en África), hasta hace apenas unos 12 000 años en el que pasó de su nomadismo trashumante al sedentarismo, marcando el inicio de la agricultura y la civilización.
Luego entonces, en nuestro inconsciente colectivo, la visión o mirada nuestra de la naturaleza que nos rodeaba dejó en él su impronta ya que “el mundo entra por nuestros ojos”. Todo ello porque reconocimos, interpretamos y vivimos en medio de dicha naturaleza siendo una parte inseparable de ella. Sus imágenes entonces nos han sido inconscientemente reconocibles, identificables y hasta previsibles como medio de supervivencia de la especie.
Así, si vemos humo a la distancia, “sabemos” que algo se está quemando; una brecha en un matorral en la llanura nos señala un probable camino; nubarrones a la distancia indican que una tormenta está por llegar; huesos o sangre nos representan peligro o muerte; un hueco en la tierra puede ser una evidencia de guarida animal; ademanes como el puño cerrado significan violencia o disgusto; el color en ciertos animales nos indica amenaza y peligro o -en algunos frutos, su madurez; vemos a otros como a nosotros mismos, árboles y animales distintos unos de otros; montañas y ríos, cuevas, piedras, etc.
            Es de esta manera que los múltiples y variados contenidos inconscientes guardados en nuestra psique representan imágenes arquetípicas esenciales (es  decir, estructuras universales y supra temporales del inconsciente colectivo que se manifiestan en símbolos y tienen un significado profundo y compartido para la humanidad) que, asociadas con determinadas creencias surgidas ulteriormente entre nuestras múltiples y variadas culturas y religiones, se han improntado en imágenes colectivas en nuestras sociedades. La configuración de nuestro entorno queda entonces ligado a las imágenes de nuestro propio subconsciente y a los valores que cada determinada sociedad le impone.
En la expresión de nuestro inconsciente colectivo, específicamente en este asunto del arte recordemos que, durante milenios, la representación artística observada desde el arte rupestre se centraba en representar a la naturaleza en general y a la humana en lo particular de manera progresiva cada vez de forma más detallada y fiel acorde con la realidad; ciertamente como así la veíamos y percibíamos. Éramos entonces felices “naturalistas” desde las primitivas e iniciáticas expresiones artísticas.
Pero ahora, con el Arte Moderno al extremo, un manchón rubicundo sobre un fondo amarillo salpicado de gotas azul turquesa utilizando la técnica de acrílico sobre papel imprimado, se nos presenta como una obra de arte y, además -y supongo que como una “indispensable” guía mental para asimilarlo, entenderlo y gozarlo-, con el título de: ¡La felicidad interactiva del otrora descarriado!  
No hay modo, no puedo (en inglés There's no way, I can't para que todos -por el carácter universal del idioma-, me entiendan) hacer enlace con ello.
Pues sí, con el Arte Moderno y particularmente a partir del Impresionismo de finales del siglo XIX y más intensamente con el Cubismo, el Expresionismo y el Abstraccionismo de principios del siglo XX muchos artistas comenzaron a romper con estas convenciones y a rechazar la idea de que el arte debía ser una representación fiel del mundo físico, e iniciando con ello una forma de expresión artística “antinaturalística”. Sí, así con todas sus letras.
Como ejemplo, Pablo Picasso y Georges Braque con el llamado cubismo desintegraron y reconfiguraron las formas naturales (esto es, distorsionaron nuestros naturales y ancestrales arquetipos visuales de la naturaleza) en composiciones geométricas y abstractas e irreales. Esto marcó, definitivamente, una ruptura con la representación naturalista dándole una reinterpretación radical en términos de formas, líneas y colores a sus manifestaciones pictóricas argumentando transformarlas en algo mucho más personal y emocional.
Luego, en el Arte Abstracto se va un paso más allá de lo “antinatural” al pretender capturar a la quién sabe por qué le llaman como “pureza visual”, a la técnica que se da mediante formas geométricas simples y colores planos sin relación alguna con cualquier elemento real o natural, como ocurre en la corriente llamada suprematismo (movimiento artístico basado en la supremacía del sentimiento artístico puro) originado por el pintor ucraniano Kasimir Malevich en 1915.
Hoy, la industria, la tecnología y la modernización han asestado un golpe más a la representación realista de la naturaleza en la que la máquina, la ciudad, el progreso, el desarrollo y el caos social, político y económico se convirtieron en los nuevos temas transformadores del arte.
Es así que la globalización ha impactado a la naturaleza humana de forma determinante dejándola a la deriva en un mundo en constante cambio y zozobra con posibles consecuencias como la pérdida de identidad, desigualdad social, desempleo, deterioro en la salud mental, aumento de la violencia y criminalidad, emigración, etc.
Los arquetipos improntados en nuestro inconsciente colectivo, chocan y enloquecen ahora ante la nueva realidad del convulso mundo en que vivimos. De hecho, el Arte Moderno podría entonces entenderse también tanto como una reflexión sobre la alienación o como una manifestación de ésta.
Sépase que en el psicoanálisis se postula que las obras de arte son expresión del inconsciente del artista, revelando deseos, fantasías y conflictos no resueltos tanto para el artista como para el espectador como señalaba el llamado “padre” del psicoanálisis Sigmund Freud. En la realidad, nada queda más claro que en el Arte Moderno se deja en evidencia la desconexión y choque distópico de las personas con su entorno natural, con sí misma, las instituciones y la sociedad misma.
Por otro lado, el alejamiento de las formas tradicionales de arte y la incomprensión generalizada de muchas de sus manifestaciones pueden generar una sensación de alienación tanto para el espectador como para el creador, que podría hacerle sentir desvinculado a una comunidad o con un público determinado.
El Arte Moderno de hecho, en su complejidad y ambigüedad, finalmente no da respuestas claras ni definitivas sobre la alienación, pero sin duda refleja las tensiones y contradicciones que el mundo moderno impone a nuestras diversas sociedades y culturas, invitando al espectador a cuestionar su propia mirada arquetípica en relación con el arte, con la sociedad en la que se desenvuelve y sobre nuestra misma identidad individual.
Desde otro ángulo, el Arte Moderno puede verse como una forma de liberar al individuo de las restricciones de la tradición y la conformidad social, permitiendo que el artista o el espectador tengan una experiencia más profunda y genuina de la vida, aunque esta experiencia esté teñida de la alienación inherente a la condición humana. Jacques Lacan, bien señalaba que el artista posee la capacidad de “leer” los síntomas de cada época y -agregaría yo-, la alienante antilogía en su expresión moderna.
 
Vale decir pues, como resumen unos autores argentinos:
 
            En pleno siglo XXI, el arte contemporáneo atraviesa la pintura, la escultura, sale de los museos, rompe con lo clásico, con lo esperado. Sus obras son anacrónicas. No responden a las fechas ni al calendario. Están allí para hacernos ver, interpelarnos, provocar la tyche -o el encuentro con lo real-, con lo que excede la palabra pero que deja una huella, permite una pregunta.4

Para terminar, permítame invitarle a observar la obra pictórica adjunta y hacerle ésa sugerida pregunta:
Pintura hecha por el orangután BAKA
Del Zoo Cheyenne Mountain,
Colorado, EUA.

¿Le provoca algo?


 

 




1 . https://es.linkedin.com/pulse/cr%C3%ADticas-al-arte-contempor%C3%A1neo-jos%C3%A9-luis-garc%C3%ADa-de-aguinaga-garc%C3%ADa
2 . https://es.wikipedia.org/wiki/Helen_Frankenthaler
3 Imagen tomada de: https://www.facebook.com/guggenheimbilbaomuseo/posts/no-pierdas-la-oportunidad-de-ver-esta-impactante-pintura-de-la-serie-el-nadador-/886507173513099/
4 . Jaime Bacile, Eliana y Cura, Virginia Liliana. Arte y psicoanálisis. Como el arte nos posibilita la tyche. En: https://www.aacademica.org/000-015/773.pdf

jueves, 1 de mayo de 2025

Ideas sobre el libro.

 

IDEAS SOBRE EL LIBRO.

Lee y conducirás,
no leas y serás conducido.

 
Teresa Sánchez de Cepeda Dávila y Ahumada
«Santa Teresa de Jesús» (canonizada en 1622)
 

Dr. Xavier A. López y de la Peña

            Haré referencia a un objeto producido por aquel organismo que pertenece al super reino Eukariota, reino Animalia, filo Chordata, clase Mammalia, orden Primates, Familia Hominidae, tribu Hominini, género Homo y especie Homo sapiens sapiens.1 Esto es importante aclararlo porque ningún chango, león, cacatúa, salmón, chinche, bacteria, virus u otro cualquier ser “vivo”, hasta ahora, ha producido el objeto en cuestión: un libro. Luego entonces sólo el ser humano lo ha hecho.
            El libro es un producto cultural del ser humano. Lo conforma con su lenguaje improntado en símbolos sobre diversos materiales: piedra, hueso, madera, arcilla, algodón, seda y otros, que dan cuenta de determinado conocimiento2 entendido como hechos, o datos de información adquiridos por una o más personas a través de la experiencia o la educación, la comprensión teórica o práctica de un tema u objeto de la realidad.
            El libro, como una manifestación cultural le da al ser humano la capacidad de reflexionar sobre sí mismo identificándolo como un ser precisamente humano, racional, crítico y éticamente comprometido. Al través del libro el ser humano discierne valores y realiza opciones, se expresa, toma conciencia de sí mismo, se reconoce como un proyecto inacabado, cuestiona sus propias realizaciones, se mantiene a la búsqueda de nuevas significaciones y crea obras que lo trascienden.3
            El libro es el eje y pivote que le provee a la cultura toda la información y habilidades que posee el ser humano. El libro está conformado por muchos memes, esto es, en las teorías de la difusión cultural, la unidad teórica de información cultural transmisible de un individuo a otro, o de una mente a otra, o de una generación a la siguiente. Estos memes (neologismo acuñado por Richard Dawkins en su obra “El gen egoísta”)4 también se replican.
Por analogía con la agrupación genética en los cromosomas, se considera que los memes también se agrupan en dimensiones culturales, incrementables con nuevas adquisiciones culturales. La gran diferencia es que, mientras los cromosomas son unidades naturales independientes de nuestras acciones, las dimensiones culturales son nuestras construcciones. De hecho, el ser humano añade a su propia “naturaleza”, una exponencialmente creciente “culturaleza” (palabra que fusiona los vocablos cultura y naturaleza para referirse a una forma "naturalizada" de comportarse mediada por construcciones culturales que operan como un conjunto de hábitos, respuestas y formas de pensar que una persona adopta tan profundamente por su cultura que llegan a parecerle naturales o innatas que le crean así, una "segunda naturaleza" formada por normas, valores, costumbres, que guían su comportamiento sin necesidad de reflexión consciente).
La cultura entonces, no es tanto un conjunto de formas conductuales, sino más bien información que las especifica.
            El término meme, considero importante señalar, deriva del griego mnemosime “memoria”, personificada por Mnemosina, diosa Titánide, hija de Gea y Urano, y la madre de las Musas con Zeus, en la mitología griega. Hermosa alegoría esta de la memoria, como hija de la tierra y el cielo, y madre de la inspiración y la fuerza o el poder.5
            Pues bien, el libro es el desiderátum de la cultura.
            Pero ¿Por qué se escribe?
            El escritor y periodista británico Georges Orwell6 (pseudónimo de Erick Arthur Blair) refiere que:

·         Quizá por egoísmo. Deseo de parecer listo, de que hablen de uno, de ser recordado después de la muerte, etc. Es una falsedad pretender que no es éste un motivo de gran importancia. Los escritores comparten esta característica con los científicos, artistas, políticos, abogados, militares, negociantes de gran éxito, o sea con la capa superior de la humanidad. La gran masa de los seres humanos no es intensamente egoísta.

·         Por entusiasmo estético. Percepción de la belleza en el mundo externo o, por otra parte, en las palabras y su acertada combinación. Placer en el impacto de un sonido sobre otro, en la firmeza de la buena prosa o el ritmo de un buen relato. Deseo de compartir una experiencia que uno cree valiosa y que no debería perderse. El motivo estético es muy débil en muchísimos escritores, pero incluso un panfletario o el autor de libros de texto tendrá palabras y frases mimadas que le atraerán por razones no utilitarias; o puede darle especial importancia a la tipografía, la anchura de los márgenes, etc. Ningún libro que esté por encima del nivel de una guía de ferrocarriles estará completamente libre de consideraciones estéticas.

·         Por impulso histórico. Deseo de ver las cosas como son para hallar los hechos verdaderos y almacenarlos para la posteridad.

·         Por propósito político, entendiendo lo "político" en el sentido más amplio posible. Deseo de empujar al mundo en cierta dirección, de alterar la idea que tienen los demás sobre la clase de sociedad que deberían esforzarse en conseguir. Insisto en que ningún libro está libre de matiz político. La opinión de que el arte no debe tener nada que ver con la política ya es en sí misma una actitud política.

            Todo lo anterior está bien, más yo creo que el que escribe un libro es porque ha terminado de pensar -espero que creativamente, y le parece importante o valioso expresarlo y darlo a la luz pública.
Escribir un libro requiere, previa a la intención, tener una idea, y si es buena insisto, mucho mejor.
            También se necesita constancia, algo de tiempo, trabajo, orden e información y de conocimiento previo pertinente del asunto a tratar y una autocrítica limitada, con esto quiero decir, que después de 30, 110 o más lecturas de lo escrito con correcciones, adiciones, supresiones y hasta hartazgo, se decida ponerle punto final al libro y no agregarle una palabra, nota, imagen o idea nueva, aunque tal vez quedara mucha tinta en el tintero.
            Al escribir un libro, las palabras hiladas que construyen su camino deben ser propias, y solicitar, obtener licencia y dar los créditos correspondientes en su caso, de los textos, gráficos, tablas, fotografías u otros elementos de autoría ajena que se incluyan en el texto.
            Escribir un libro también puede atormentar. Las ideas se disipan rápidamente si no se tiene un lápiz a la mano, tampoco quiere hacerse un “refrito” de más de lo mismo, quiere uno ser original, creativo, propositivo y constructivo. Sin embargo, las ideas no llegan, las palabras se atropellan, pasa el tiempo y no acabamos el libro. Cuando el libro se hace en conjunto con otro u otros autores el problema se multiplica a veces de manera alarmante.
            La segunda pregunta que un escritor debiera hacerse es ¿Qué diferencias, ventajas y aportaciones ofrece mi libro, comparado con otras obras similares, si las hubiere?
            ¿Qué título? ¿Cuántos capítulos? ¿Qué extensión? ¿A qué público está dirigido? y otras, tienen la mayor importancia en concordancia con el fin propuesto.
            Ya terminado o en su curso, el autor quisiera tener opiniones de sus pares, preferentemente, y debe uno aceptar que estas no siempre sean buenas y con ellas, si es posible, mejorar su trabajo.
            Después viene lo más problemático para un autor novel, sin padrino, “sin historial,” sin apellidos García Márquez o Vargas Llosa, entre otros: la búsqueda de un posible editor. Un paso importante previo es haber hecho el registro de la obra en la oficina del Derecho de Autor.
            De acuerdo a la naturaleza del libro el autor selecciona una, dos o más posibles casas editoriales que pudieran interesarse en él. Para tal efecto, el libro debe presentarse con ellas de la mejor manera posible y… esperar sentados o abrir el bolsillo y editarlo por cuenta propia.
            Las respuestas del editor en su caso y si es que le contestan o cuando menos le envían un “acuse de recibo” de su obra, suelen ser:
            “Agradecemos cumplidamente la confianza depositada en nuestra casa editora al enviarnos a consideración su libro tal… Sin embargo, nuestro programa editorial está actualmente cubierto y por tanto no estamos en condiciones de aceptar su meritorio trabajo.”
            “El gran problema por el que atraviesa actualmente la industria editorial en el país, nos limita importantemente en la adquisición de nuevos compromisos editoriales.”
            “El libro me parece estupendo, pero su edición ya no representa un negocio para nosotros, le sugerimos proponérselo a una empresa farmacéutica (si se trata de un libro médico) para que ella lo compre, y nosotros haríamos con ellos la edición.”
            Otro editor al fin, y si es que lo logra, le contestará que sí acepta su trabajo y le cita para acordar los pormenores de su edición.
            Hablaré ahora de la importancia, concretamente, de publicar un libro de medicina.7
            La principal característica de un libro de medicina frente a los generales es el tema, seguido de su terminología particular. Su especialidad se define por la temática. Tiene como objetivo y fin informar con precisión, claridad y economía a un receptor que está supuestamente al mismo nivel de comunicación que el emisor y que por lo tanto no tendrá problemas a la hora de decodificar el mensaje. Debe estar escrito con claridad, esto es, con oraciones bien construidas, ordenadas y sin sobreentendidos; con sencillez sintáctica.
Procurará ser preciso, evitando terminología ambigua y subjetiva.
Deberá tener verificabilidad, es decir, veracidad de los enunciados comprobables tanto ya por leyes científicas como de hipótesis y estar, enfáticamente actualizado.
Otra característica deberá ser la universalidad: Posibilidad de que en cualquier parte del mundo la obra pueda ser entendida por cualquier miembro del grupo al que va dirigida.
Y, por último, pero no por ello menos importante, deberá contar con objetividad, dando primacía a los hechos y datos sobre las opiniones y valoraciones subjetivas del autor.
 
Actualmente los avances tecnológicos e informáticos permiten la elaboración de libros en formato electrónico. Tiene sus ventajas, pero yo prefiero el libro impreso en papel y creo que sobrevivirá por mucho tiempo más.
Los libros son uno de los interfaces (En informática, el vocablo interfaz se refiere a la dinámica física y lógica de interconexión entre dos aparatos o sistemas independientes, o bien entre un sistema informático y su usuario humano) más estables que la humanidad haya desarrollado, cápsulas de sentido que circulan a través del tiempo y el espacio, propiciando la comunicación entre seres humanos, generando comunidades de intereses y de saber.8
Para terminar, es oportuno recodar las siguientes frases:
 
Un libro abierto es un cerebro que habla;
Cerrado un amigo que espera;
Olvidado, un alma que perdona;
Destruido, un corazón que llora.
 
La capa de polvo de cubre a un libro en una biblioteca pública,
es directamente proporcional a la cultura de la población en la que éste se ubica.
 
Es probable que el organismo de los nuevos nativos digitales
cree otras redes neuronales que les permitan preferir lo electrónico
al papel, pero mientras tanto, hoy el resto de la población
sigue prefiriendo el contacto con las históricas hojas.


1 Homo sapiens. http://es.wikipedia.org/wiki/Homo_sapiens
2 Conocimiento. http://es.wikipedia.org/wiki/Conocimiento
3 http://aulasvirtuales.wordpress.com/category/fundamentos-socioculturales/
4 Richard Dawkins. El gen egoísta. http://es.wikipedia.org/wiki/El_gen_ego%C3%ADsta
5 Mnemosine diosa de la memoria. http://www.fotolog.com/mastershaka/96206213
6 Georges Orwell ¿Porqué escribo? http://www.1001libros.com/george-orwell-%C2%BFpor-que-escribo/
7 Características textos científicos. http://www.mitecnologico.com/Main/CaracteristicasTextosCientificos
8 De Joaquín Rodríguez en El libro 2010. http://www.madrimasd.org/blogs/futurosdellibro/2007/03/29/62547:


martes, 1 de abril de 2025

Conversatorio entre dos miradas.

 

Conversatorio entre dos miradas:
Oriental y occidental.


Quien sigue la “aurea medianía”,
 vive por una parte protegido,
libre de los peligros de un techo inseguro
 y por otra con sobriedad,
libre de un palacio por todos envidiado.
 
Horacio (Fragmento de la aurea mediocritas)


Dr. Xavier A. López y de la Peña


Vamos a empezar con la etimología de estas dos palabras:   
Oriente tiene su origen en el latín oriens, que significa nacer o aparecer. El término se refiere al punto cardinal de donde “nace el sol”; en tanto que el termino Occidente depende de la raíz “kad- (cas, cis) que marca la idea de caída (cadere, caer), “occidens” siendo el participio de presente de “occidere” (caer al suelo, perecer, ponerse). La locución occidente sole se refiere entonces, al punto cardinal en donde “se pone el sol”.
Vaya pues, son términos que indican algo sustantivamente opuesto. ¿Habrá entonces alguna repercusión no sólo etimológica sino ideológica entre las culturas desarrolladas entre las civilizaciones originadas en ellas? La respuesta es: ¡Sí!
            Para dar cuenta de ello imaginemos entonces una conversación sostenida entre algunos reconocidos ideólogos representantes de cultura de las llamadas generalmente como oriental y occidental, hablando de su experiencia humana en algunas corrientes más representativas de cada tradición. Básicamente, sobre entendemos que la visión de ellos sobre el mundo es, en una sola palabra: antropocéntrica para el pensamiento occidental y holística en la oriental.
            En este conversatorio participan ideólogos occidentales y orientales discutiendo algunas de sus ideas, y son: El filósofo, poeta, compositor musical y filólogo alemán Friedrich Wilhelm Nietzsche (1844 -1900), el filósofo chino Confucio (551 a. C.- 479 a. C.), el filósofo francés Jean-Paul Charles Aymard Sartre (1905- 1980), el filósofo chino Lao Tsé (siglo IV a.C.), el filósofo y economista alemán Karl Marx (1818- 1883) y el asceta y meditador hindú Buda Gautama, (563 a. C. ​- 483 a. C).

            Ya todos animosos, sentados alrededor de una mesa y disfrutando de una taza de té o café (gustos, desde ya, también diferentes), inician cordialmente su intercambio ideológico.

Buena tarde a todos y bienvenidos a la mesa -inicia Nietzche-, el crítico radical de la moral tradicional, especialmente a la cristiana que considera opresiva y degenerativa para la humanidad, diciendo: quisiera poner sobre la mesa mis ideas de libertad diciéndoles que sostengo que el ser humano debe trascender las estructuras morales impuestas por la religión y la sociedad que se sustentan en la sumisión y la humildad, como constituyentes inobjetables de una manera de opresión. Para ello, propongo que el ser humano se convierta en una persona creadora de sus propios valores viviendo más allá de las normas convencionales. Esto es, que sea capaz de convertirse en un Übermensch (superhombre) superándose a sí mismo y a su naturaleza.

 

Confucio, representante a su vez de una visión filosófica profundamente social, le responde: Entiendo tu incomodidad hacia una moral impuesta Friedrich, sin embargo, debes considerar que el equilibrio y bienestar social que todos deseamos se sustenta mediante el respeto mutuo, la actitud responsable y el cultivo de la virtud tanto dentro de la familia como en la sociedad. Más allá de un liberalismo individual se debe considerar que el logro de la armonía en la comunidad se obtiene desarrollando benevolencia (ren), la propiedad (li) y el respeto filial (xiaoshuo) necesarios a través de las relaciones interpersonales y respetando el orden establecido.

 

Nietzsche le responde: Tu propuesta basada así en el respeto a las jerarquías sociales y familiares se convierte entonces -pienso yo-, en una limitación a la autonomía del individuo, haciéndole parte de un mundo en el que se le incapacita para desafiar y reinventar, en su caso, la realidad. Cuando la verdadera libertad radica en superar las estructuras existentes y en crear nuevas formas de ser.

           

Bueno, replica Confucio, entiendo tu argumento, pero la verdadera libertad considero que no es la liberación total del individuo de las estructuras sociales, sino la capacidad del ser humano para vivir de manera virtuosa dentro de un marco de relaciones interpersonales. En la vida diaria, la libertad debe estar alineada con la responsabilidad hacia los demás. El bienestar de la sociedad depende de cómo los individuos se comportan en su entorno y en sus relaciones.

 

Jean Paul Sartre, acorde con su filosofía existencialista toma luego la palabra diciendo que está de acuerdo con lo dicho por Nietzsche en el sentido de que el ser humano es esencialmente libre y que la libertad es el núcleo de la existencia humana. Por lo tanto, el hombre está condenado a ser libre, es decir, a tomar decisiones sin un destino predeterminado o un propósito trascendental y la angustia que puede acompañar a esta libertad forma parte de nuestra condición humana.

 

Lao Tse, toma ahora la palabra y señala que, a diferencia de lo dicho por Sartre, mi visión sustentada en el taoísmo ve la libertad no como una imposición del individuo sobre el mundo, sino como un fluir personal con el Tao (camino), el principio que subyace a todo en el universo. Así, el sabio actúa sin forzar nada, sin buscar resultados. El wu wei (acción sin esfuerzo) nos enseña que debemos actuar de manera natural, sin resistirnos al curso natural de las cosas. La verdadera libertad es la que se encuentra en la simplicidad y en la aceptación del flujo de la vida.

 

Sartre le responde: Lo que dices parece contrario a mi noción de libertad radical. Para mí, la libertad es algo activo, algo que debemos ganar a través de nuestras decisiones. No podemos simplemente conformarnos con aceptar el flujo de la vida, pues eso sería abandonar nuestra responsabilidad y nuestra capacidad de definirnos.

 

Lao Tse, seguidor de una libertad que surge también de la aceptación del Tao, el principio cósmico y natural que gobierna el universo, nuevamente le contesta: la armonía con el Tao lleva a una vida de simplicidad y calma interior, y dice enfáticamente: La libertad no es algo que se "gane" Sartre, sino algo que se "deja ir". El sabio no busca controlar la vida, sino que se convierte en uno con ella. Al actuar sin esfuerzo, no se impone sobre el mundo ni se lucha contra él. Esta es una libertad que surge del desapego, no de la lucha constante.

 

Tranquilos y calma, apunta luego Marx: Para mí, la libertad no se puede entender fuera de considerar las condiciones materiales. La verdadera libertad solo puede alcanzarse cuando las estructuras económicas y sociales que oprimen al individuo sean transformadas. Ejemplarmente la alienación que experimentan los trabajadores bajo el capitalismo limita su libertad real. Solo en una sociedad sin clases, en la que los medios de producción estén en manos del pueblo y para el pueblo, el individuo podrá experimentar una libertad genuina.

 

Buda tercia a su vez y le dice a Marx que la libertad, no solo es una cuestión externa de las estructuras materiales, sino también atañen al fuero interno. La causa del sufrimiento humano (dukkha) radica en el deseo y el apego, que nos mantienen atrapados en el ciclo del sufrimiento (samsara). La verdadera liberación se encuentra en la superación del deseo, en el desapego, y en alcanzar el nirvana, un estado de paz interior y liberación de las ataduras del ego.

 

Marx replica a Buda y le dice que, aunque tu camino hacia la liberación es válido a nivel personal, no puedes ignorar las condiciones materiales que subyugan a las personas. Creo que la superación del sufrimiento, tal como la planteas, es importante, pero también lo es la lucha contra las condiciones materiales que perpetúan la desigualdad. No podemos ignorar la necesidad de cambiar las estructuras socioeconómicas derivándolas en un equilibrio de clases. De lo contrario, el individuo podría -aunque tácitamente lo dudo-, lograr paz interior, sino que continuará viviendo bajo las mismas condiciones clasistas explotadoras y opresivas.

 

Vamos, dice Buda: El cambio exterior es importante, pero el verdadero cambio debe comenzar dentro de uno mismo. Mientras que la mente esté atada al deseo y al ego, y sin importar cuán libre pueda ser la sociedad, el individuo continuará siendo esclavo de su propia mente. Solo a través de la práctica de la meditación, el desapego y la compasión podemos encontrar la verdadera libertad.

 

Así es, como demuestra este supuesto coloquio entre pensadores, que existen tensiones inherentes entre las visiones orientales y occidentales; los occidentales en asuntos de libertad, sufrimiento y rol personal.
Nietzsche, Sartre y Marx, tienden a enfatizar la importancia de la libertad individual radical o auto afirmación, la auto transformación y las luchas sociales, en tanto que los pensadores orientales como Confucio, Lao Tse y Buda, subrayan la importancia de la armonía social, el desapego y la comprensión profunda del sufrimiento, la responsabilidad social y la transformación interna como camino hacia la liberación.
Es así que la mirada occidental considera la libertad como un proyecto individualista de auto determinación, en tanto que el oriente la percibe como una armonía con la naturaleza y la liberación interior. Es, -otra vez-, en una palabra, para la visión occidental el vivir para “tener”, en tanto que, para la oriental es para el “ser”.
Sin embargo, reconozcamos que ambas visiones ofrecen deseables caminos hacia la autocomprensión y la libertad, pero desde ángulos filosóficos opuestos.
Dependerá que entre ambas miradas fluyan la tolerancia, respeto, justicia y equidad para vivir la vida en armonía, ya estemos dentro de una cultura oriental u occidental. Tal vez, imitando la doctrina de la medianía o Zhongyong, que en la filosofía política china indica que en todas las actividades hay que conducirse con moderación y caminar con cautela y sobriedad. 

Lo que las ideologías dividen al hombre…
El amor con sus hilos los une en su nombre.
 
Ricardo Arjona