lunes, 3 de junio de 2019

Humano ¿qué?



Su deconstrucción y reconstrucción en un ente omnímodo.


La cibernética permitió despojar a la identidad humana de singularidad
 y exclusividad para pasar a ser flujo de información, teoría de sistemas y no sujeto.
El razonamiento dejó de ser parte de lo humano ya que podía ser reproducido y copiado por cualquier máquina inteligente. El ser humano entonces, se ha descorporizado.

Gabriela Chavarría Alfaro (2015)

Dr. Xavier A. López y de la Peña

             El autor israelí del libro titulado Homo Deus (2016)1, Yurval Noah Harari, entreteje sus conceptos con una atractiva prosa en torno, pero sin limitarse, a las siguientes cuestiones: ¿Quién es el ser humano y cómo el humanismo (entendido como una religión dominante) podría causar su propia desintegración?

             Es un libro provocador que aleja o de plano cercena la ideología en torno a que el ser humano es, en sí mismo, un sujeto. Nos adentra entonces en el intrincado periplo bio-tecno-informático de los tiempos modernos que tiende a descorporizar al sujeto humano para concebirlo y convertirlo en un objeto, en sólo un algoritmo. Es decir, dicho en lenguaje matemático, en un objeto con un conjunto ordenado de operaciones sistemáticas que permite hacer un cálculo y hallar la solución de un tipo de problemas.
             Argumenta en contra de los pilares de la propia humanidad (tanto como especie, como género o en su propia naturaleza desde una perspectiva antropológica) por lo que para algunos les resultará odioso, irreverente, falaz, incrédulo o simplemente fantasioso; en tanto que otros le reconocerán como visionario, materialista o dataísta. Sin embargo, su lectura es excitante ya que nos ofrece una mirada al ser humano en capacidad (técnicamente hablando) de construirse y tal vez de perpetuarse a sí mismo en una conciencia global, al ritmo y conducción de un hardware y software superior sustentado en bits o datos.
             Su libro es además, sugestivo como un manual de superación personal que nos persuade a reconocer que (y como ciertamente está ocupando hoy a un gran número de investigadores), mediante la manipulación tecno-científica del organismo humano, la enfermedad, el envejecimiento y la propia muerte del ser humano podrían ser evitados; que podrá hacérsele más inteligente, más fuerte, con mejor visión o audición, o inclusive de poder ser reemplazado por una entidad material con inteligencia y capacidad artificial y omnímoda.

             Hace referencia a que el humanismo o más precisamente a lo que él llama el credo humanista surgido el Renacimiento, que dio principio a la Edad Moderna iniciado (nosotros así lo consideramos) con el pensamiento filosófico de la  corriente llamada ulteriormente humanista como tal, propalada, entre otros, por el pensador italiano Giovanni Pico della Mirandola, y cuyo contenido ideológico se manifiesta a través de su obra Oratio de hominis dignitate escrita en latín en 1486, que asienta ya lo que hoy se considera  el derecho inalienable a la discrepancia, el respeto por las diversidades culturales y religiosas y, finalmente, el derecho al crecimiento y enriquecimiento de la vida a partir de la diferencia,2 está quedando atrás.

             Adiós al humanismo que se manifestó así:

He aquí un fragmento de su Oratio hominis dignitate:

Oh Adán, no te he dado ni un lugar determinado, ni un aspecto propio, ni una prerrogativa peculiar con el fin de que poseas el lugar, el aspecto y la prerrogativa que conscientemente elijas y que de acuerdo con tu intención obtengas y conserves. La naturaleza definida de los otros seres está constreñida por las precisas leyes por mí prescritas. Tú, en cambio, no constreñido por estrechez alguna te la determinarás según el arbitrio a cuyo poder te he consignado. Te he puesto en el centro del mundo para que más cómodamente observes cuanto en él existe. No te he hecho ni celeste ni terreno, ni mortal ni inmortal, con el fin de que tú, como árbitro y soberano artífice de ti mismo, te informases y plasmases en la obra que prefirieses. Podrás degenerar en los seres inferiores que son las bestias, podrás regenerarte, según tu ánimo, en las realidades superiores que son divinas.3

             Adiós al humanismo propalado de tiempo atrás en el principio de las ideas filosóficas en torno a responder a la pregunta ¿quién soy?, esto es a saber de alguna manera qué es el ser humano.

             Sófocles refería que “nada hay tan maravilloso como el ser humano”; Protágoras ubicaba al ser humano como “medida de todas las cosas; Platón le concebía bajo un concepto dualista: el entorno que conocemos a través de los sentidos, mismo que es sensible y variable, y otro que se integra a través del raciocinio, mismo que es inteligible e inmutable; Aristóteles que aceptaba al ser humano como un ente a la vez físico y biológico, dotado de un alma tanto vegetativa como sensitiva. Unidad de alma y cuerpo; un animal con logos, es decir con la capacidad de hablar, pensar, razonar, juzgar y más. Es además, un animal social y político; Epicuro siguiendo un razonamiento materialista, concebía a la naturaleza (y al ser humano incluido) conformada toda por átomos; San Severino Boecio definió al inicio de la Edad Media a la persona humana como sustancia individual de naturaleza racional; Nicolás Maquiavelo conceptuaba al ser humano, como una dualidad fluctuante entre su condición humana y animal a través del instinto. Así dice, su naturaleza es particularmente instintiva; Francisco Rabelais refería que el hombre es un ser que ríe; Renato Descartes, señalaba la individualidad del ser humano con su frase “pienso, luego existo”; Baruch Spinoza, enseñaba que el ser humano forma parte de la naturaleza y sigue su orden aunque parezca lo contrario, forma parte de la historia que él mismo construye y que lo hace a él, y forma parte de una sociedad, de una época, de una civilización. Denise Diderot nos decía que el ser humano es alguien que siente,  que reflexiona y piensa, que es superior respecto a los demás animales a los que domina, un ser social, creador del arte y las ciencias, que puede ser tanto malo como bueno, que vive organizado, que tiene una cultura, leyes, normas, etc. Immanuel Kant,  consideraba al ser humano como un agente racional y moral que se elevaba por encima de su naturaleza instintiva gracias a la razón; es un ser que, además, juzga; Karl Marx, señalaba que el ser humano es una persona que trabaja para otra, que no está en su naturaleza; Henri Bergson  , nos decía que es un ser que crea y que en su esencia radica tanto la memoria, como la libertad, la conciencia y la reflexión; José Ortega y Gasset afirmaba que “el hombre (ser humano) no tiene naturaleza, sino que tiene… historia”. “Yo soy yo y mi circunstancia y si no la salvo a ella no me salvo yo”; Martín Heidegger apuntaba que  el ser humano es fundamental y esencialmente un sujeto que existe, es alguien que se coloca en el mundo; Jean Paul Sartre comentaba que el hombre está condenado a inventarse a sí mismo pero no desde la nada.

             Pese a todo lo anterior dicho a través de siglos, ahora ¡pamplinas! el autor dice que el ser humano es, lo repito, un algoritmo. No sólo en su intelecto sino también sus emociones, sentimientos, sus deseos, etc.

             Ciertamente los organismos vivos utilizan mecanismos parecidos a los algoritmos que siguen determinados códigos, como ocurre con la genética, pero no se rigen por discernir sobre un sí o no, o entre un 0 (cero) o un 1 (uno) como ocurriría para surtir un helado como se programó previamente a la máquina expendedora. No, simplemente la variación genética por medio de las mutaciones, por ejemplo, es un proceso que involucra una gran cantidad de azar. El algoritmo en cambio no es un azar, “es un conjunto prescrito de instrucciones o reglas bien definidas, ordenadas y finitas que permiten llevar a cabo una actividad mediante pasos sucesivos que no generen dudas a quien deba hacer dicha actividad”.
             En los seres vivos, incluido el ser humano, el sustrato es la materia viva y “vulnerable compuesta de proteínas, azúcares, lípidos. No son líneas determinadas de código”.4

             Ahora resulta que los deseos, la creación artística, la holgazanería, la filantropía, el sentimiento místico, el egoísmo, el amor, los celos, la amistad, el honor, la honra, la libertad y la dignidad de los seres humanos, entre muchas otras, no son constructos personales (de nuestro yo) cuya dimensión subjetiva (conciente o inconciente) está modelada por el lugar y tiempo en que cada uno vive, sino que simple y sencillamente ahora son la salida o el output de una dinámica terrenal guiada por una refinada algoritmia social.5

             El acercamiento a esta ideología materialista, deshumanizadora y ahora también transhumanista, ha surgido de los extraordinarios avances recientemente  alcanzados por diversas ciencias, la bio-tecnología y la informática. Veamos algunos ejemplos de ello:

             En el año de 1942 nació la cibernética impulsada por Norman Wiener y Arturo Rosenblueth Sterns cuyo objetivo es “el control y comunicación en el animal y en la máquina” o “desarrollar un lenguaje y técnicas que nos permitirán abordar el problema del control y la comunicación en general”. Más adelante, el nuevo paradigma que esta ciencia abrió, llevó a considerar al ser humano como una entidad procesadora de información, esencialmente similar a las máquinas inteligentes. El intrincado cerebro fue entonces comparado con una computadora y de esta manera, la cibernética contribuyó a la descorporización de la razón, a despojar de la “identidad humana” la idea de ser una entidad racional y autónoma, para hundirse en un flujo de información dentro de la teoría de sistemas y no el sujeto.6
             En 1950, el biólogo austríaco Ludwig von Bertalanffy planteó la teoría general de sistemas propiamente dicha, exponiendo sus fundamentos, su desarrollo y sus aplicaciones. Esta teoría  “se concibe como una serie de definiciones, de suposiciones y de proposiciones relacionadas entre sí por medio de las cuales se aprecian todos los fenómenos y los objetos reales como una jerarquía integral de grupos formados por materia y energía; estos grupos son los sistemas.”7
             En 1953 se dio a conocer la estructura dimensional del ácido desoxirribonucleíco o ADN (que contiene las instrucciones genéticas usadas en el desarrollo y funcionamiento de todos los organismos vivos y algunos virus; también es responsable de la transmisión hereditaria), con las aportaciones hechas por Rosalind Franklin y otros, James Watson y Francis Crick propusieron en el modelo de la doble hélice de ADN para representar la estructura tridimensional del polímero.
             En 1956, John McCarthy, Marvin Minsky y Claude Shannon en la Conferencia de Dartmouth acuñaron la expresión de «inteligencia artificial», definiéndola como «la ciencia e ingenio de hacer máquinas inteligentes, especialmente programas de cómputo inteligentes».

             El desarrollo ha sido impresionantemente exponencial en este campo (informática), de la ciencia que se ocupa de almacenar, procesar y transmitir información y datos en formato digital que, desde la llamada primer computadora analógica conocida como el mecanismo de Anticitera probablemente de origen griego construida cerca del año 200 a. C., hasta el año de 1822 en que el matemático y científico británico Charles Babbage diseño su Máquina Analítica considerada quizás como el primer diseño de una computadora moderna, transcurrieron cerca de 2000 años.
             Hoy se cuenta con la supercomputadora de nombre Summit (2018), desarrollada por IBM y localizada en el Laboratorio Nacional Oak Ridge en Tennessee, EUA, que es capaz de procesar 200 cuatrillones de cálculos por segundo y es 100 millones de veces más rápida que una computadora típica y que se diseñó particularmente para desarrollos de inteligencia artificial (IA), han transcurrido sólo 196 años.

             El ser humano multi-modificado y multi-protésico es una realidad. El humanismo entendido ahora según la International Humanist and Ethical Union (2009)
"…es una filosofía de la vida democrática y ética, que afirma que los seres humanos tienen el derecho y la responsabilidad de dar sentido y forma a sus propias vidas. Es sinónimo de la construcción de una sociedad más humana a través de una ética basada en valores humanos y otros valores naturales en el espíritu de la razón y la libre investigación a través de las capacidades humanas. No es teísta y no acepta opiniones sobrenaturales de la realidad".8
             Pero, según Harari, sómos simple y sencillamente algoritmos de diversas razas: Cyborg. Híbridos biológicos, mecánicos e informáticos que pueden ser montados en todas las especies animales, nosotros incluidos como Orgoborgs en una nueva faceta de la vida orgánica; los Humborgs, humanoides de diversas especies alienígenas que combinan lo sintético con lo orgánico, lo que mejora sus capacidades mentales y físicas.
             Symborgs. Organismos simbólicos autoreflexivos, autoconscientes, autoreproductivos; softwares o programas vivientes como si fueren conciencias que habitan en la red de supercomputadoras donde residirían en forma de conciencias instaladas como medio natural y que utilizan interfaces avanzados para la comunicación con diversas especies físicas.
             Silorg. Organismo de silicio humanamente no humanos (sí no está escrito con error), adaptados mediante un ADN artificial sobre compuestos de silicio con amoníaco, y diseñados básicamente para vivir en el espacio exterior. Todos ellos conectados ininterrumpidamente a una red controlada por algoritmos genéticos como banco donde depositar sus experiencias.
             Bioorgs. Bioorganismos recodificados proteínicamente, cuya infraestructura se adaptará a los distintos hábitats sin que sean los propios naturales.

             Ya el médico y filósofo mexicano, Samuel Ramos (1897-1959), se refería a que los cambios en la ideología del humanismo, lejos de incrementar la libertad y confianza en el ser humano, se encuentra abrumado y sin rumbo ante el creciente agobio de la cultura. Así, tanto su voluntad como su vocación, sentimientos, aspiraciones, y fuerzas, se revuelven impotentes ante el muro del exterior.9

             Es así que el moderno ser humano, prisionero adorador del dataísmo y en el círculo selecto del capitalismo informático, lucha desesperadamente por liberarse de sus debilidades y limitaciones naturales para convertirse transhumanamente, ahora, en un inmortal y totipotencial (quien sabe cómo se le llamará técnicamente), demiurgo digital omnímodo.

P.D. Mi Yo, mi Ello y mi Superyó gritan estridente y desencajadamente, para el profundo (espero) pesar de Homo Deus, ¡que no soy un algoritmo…!



1 . Yuval Noah Harari. Homo Deus. Penguin Random House. Grupo Editorial. España, 2016.
2 . Pico de la Mirandola. Consultado en internet el 25 de mayo de 2019 en: https://es.wikipedia.org/wiki/Giovanni_Pico_della_Mirandola
3 . Ensayos para pensar. Giovanni Pico Della Mirandola. Discurso sobre la dignidad del hombre. Consultado en internet el 24 de marzo de 2019 en: http://editorialpi.net/ensayos/discursosobreladignidaddelhombre.pdf
4. Antonio Damasio Dornsife. No debemos aceptar que la vida humana se reduzca a algoritmos.
5. Mariano Zukerfeld. La intersubjetividad algorítmica y la muerte del humanismo. Hipertextos, Vol. 6, No. 9, Enero/Junio de 2018. Buenos Aires, Arg., p.191.
6 . Gabriela Chavarría Alfaro. El posthumanismo y los cambios en la identidad humana. Rev. Reflexiones. 2015;94(1):97-107.
7 . Alonso Tamayo Alzate. Teoría general de sistemas. Universidad de Colombia. Rev. Depto. de Ciencias. Marzo 1999, p. 84.
8 . International Humanist and Ethical Union. Consultado en internet el 21 de mayo de 2019 en: https://web.archive.org/web/20130117101233/http://www.iheu.org/bylaws
9 . Samuel Ramos. Hacia un nuevo humanismo. México, Fondo de Cultura Económica, 1997.

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