Por un mundo
donde seamos socialmente iguales,
humanamente
diferentes y totalmente libres.
Quien no se
mueve -advierte- no siente las cadenas.
Rosa
Luxemburgo
Dr. Xavier A.
López y de la Peña.
A propósito de los recientes
feminicidios y la violencia en contra de las mujeres en México, fue impulsado
por el colectivo veracruzano “Brujas del Mar”, al que se adhirieron ciudadanas,
activistas, colectivos e instituciones que convocaron a #UnDíaSinMujeres, un
paro nacional que se llevó a cabo el lunes 9 de marzo pasado, y debo afirmar
con ello que en México como en casi todo el mundo la mujer o, mejor dicho, las
mujeres continúan en pie de lucha por sus derechos, su valía, su vida y por justicia.
A esta lucha se le da ahora el
nombre de feminismo, (del francés féminisme, y este del latín femĭna
'mujer' y el sufijo -isme '-ismo', sustantivo que designa doctrina), que
propugna por el principio de igualdad de derechos de la mujer y el hombre, y su
realización efectiva.
Esta lucha principia, sin embargo,
con la humanidad misma. Un conflicto de roles entre personas que, aunque
iguales, tienen hondas diferencias. Estas diferencias están e inician en los
cromosomas X y Y, ya que el sexo del embrión queda determinado en el momento de
la fecundación según que el espermatozoide contenga un cromosoma X o un
cromosoma Y. El resultado normalmente será, XX para las mujeres, XY para los
hombres; luego vienen los cambios morfo y fisiológicos propios de cada uno de
ellos, al tenor y ritmo -entre muchos otros-, de los estrógenos para la mujer y
de los andrógenos para el hombre.
Ya como hombre, mujer y prole, dan
inicio también los diferentes roles sociales, porque el ser humano es un ser
social; hay que buscar y conseguir comida, abrigo, mecanismos para defenderse,
ayuda para ciertas tareas y otras más, en una palabra: sobrevivir. Inicia con
ello la repartición y administración de las tareas. La distribución de las
labores entonces se hace con una diferenciación sexual. La preponderancia en
esta forma de gobierno del grupo social se ubica entonces entre el matriarcado
(gobierno por las mujeres) o el patriarcado (gobierno por los hombres).
Es posible que en las sociedades protoagrícolas
la mujer haya jugado un papel preponderante o matriarcal al establecer
su autoridad sobre sus descendientes matrilineales reunidos en tribus
independientes al ejercer, de facto, el poder político, económico y religioso. En
las más antiguas culturas agrícolas, mandan sin ninguna traba las mujeres: la
gran madre incluso tiene a su servicio una corte de doncellas, hijas, nietas,
parientes, etc.[i].
Se instauró con ello lo que podríamos
llamar el estrocentrismo o la percepción del mundo y de las relaciones
sociales centrada en el punto de vista femenino.
Sin embargo, esta condición predominante
habría de terminarse al desarrollarse las sociedades agrícolas sedentarias,
particularmente en los deltas de los ríos, haciendo que la fertilidad femenina
se incrementara, creciendo notablemente la población y proveyéndole así de más
personas para su prosperidad y defensa ante grupos rivales. La mujer tuvo
entonces que ocuparse de forma importante en la maternidad y el cuidado
familiar, en tanto que los hombres al trabajo productivo, provisión de
mantenimientos, organización colectiva y defensa. Con ello, la mujer quedó
dependiente del hombre[ii] y giró 180 grados la
percepción del mundo y las relaciones sociales hacia el hombre, dando paso al patriarcado
y el ulterior llamado androcentrismo.
El periodista español, Pepe Rodríguez, en
su obra Dios nació mujer nos refiere que, como ha sido probado por la
arqueología, que la primera deidad con características de
generadora/controladora surgió como mujer durante más de 20.000 años y que no
hubo otra deidad más que ésta Gran Diosa hasta que, entre el VI y III milenios
a.C., por necesidades socioeconómicas, apareció el concepto del dios varón.
La agricultura con excedentes provocó la derrota de la mujer y de la Diosa a
manos del varón y del Dios -también varón-, y la sumisión entonces se impuso
así, aquí en la tierra como en el cielo.
La Gran Diosa podría estar representada
por la pieza labrada en caliza oolítica hallada en Willendorf, Austria, y que
representa a una mujer cuyo nombre mejor conocido es como la Venus de
Willendorf relacionada con la fertilidad, el bienestar y el éxito.
En varias culturas la deidad femenina
puede ser considerada como la Madre Tierra, como las esculturas pétreas de la
diosa Cibeles hasta la Dione (‘diosa’) que se invocaba junto con el dios Zeus
en el Oráculo de Dódona (Grecia) hasta finales de la época clásica. Entre los
himnos homéricos (siglos VII-VI a. C.) hay uno dedicado a la diosa madre
llamado «Himno a Gea, madre de todo».[iii] Gea, o Madre Tierra, era
la gran diosa de los antiguos griegos. Ella representaba a la Tierra y era
adorada como la madre universal. En la mitología griega, ella creó al Universo
y dio a luz a la primera raza de los dioses (los Titanes) y los primeros
humanos.
De la parte masculina y en la
tradición judeo-cristiana de la que nuestra cultura es también su heredera, hay
una interpretación rabínica del Génesis 1:27 que dice: Y creó Dios (Dios
varón) al hombre a su imagen, a imagen de Dios lo creó; varón y hembra los
creó. Esta mujer (que no Eva) fue
considerada de hecho, la primera esposa de Adán, nombrada Lilith: Yahvéh
formó entonces a Lilith (del hebreo: לילית, figura legendaria de origen
mesopotámico en el folclore judío). Sin embargo, Adán y Lilith nunca estuvieron
de acuerdo; por ejemplo, en la colección titulada Yalqut Reubeni
(colección de sentencias midráshicas y comentarios cabalísticos sobre el
Pentateuco, recopilada por R. Reuben ben Hoshke Cohen, en el siglo XVII), se
refiere que, cuando Adán deseaba tener relaciones sexuales con ella, Lilith se ofendía
por la postura sedente que él le exigía -reclamándole-: ¿por qué he de
acostarme debajo de ti? -preguntaba-, yo también fui hecha con polvo, y
por lo tanto soy tu igual. Pero, como Adán quiso someterla a obedecer,
Lilith, encolerizada, pronunció el nombre mágico de Dios, se elevó por los
aires y lo abandonó.[iv]
Entonces Dios, posteriormente y de una costilla de Adán, hizo a Eva, su nueva
compañera.
Desde entonces, en la historia de la
humanidad la presencia y huella de la mujer ha estado prácticamente ausente. Su
invisibilidad ha sido producto del profundo androcentrismo con el que se
han impregnado las relaciones sociales y el conocimiento de la realidad.[v]
Es así, que la lucha de la mujer en
México por desaparecer su invisibilidad, esto es, por su libertad y derechos,
ha tenido que darse en un entorno cultural milenariamente hostil, de corte
androcentrista, machista, fuertemente tradicionalista y católico.[vi] El panorama es entonces aterrador,
veamos algunas cifras:
México ocupa la posición 124 de 149
países por su brecha de género. En su último informe, el Foro Económico
Mundial, refiere que ninguna mujer actual, ni sus hijas, ni incluso sus nietas,
vivirán lo suficiente para conocer una sociedad en la que la paridad de género
a nivel económico esté totalmente garantizada y que la paridad política podría
lograrse en el mundo quizá hasta dentro de 107 años[vii]; que el ingreso
anual promedio de las mujeres mexicanas es 54.5% más bajo que el de los hombres;
que los hombres reciben en promedio un ingreso laboral por hora trabajada 34.2%
mayor al de las mujeres y que las mujeres en posiciones directivas perciben una
quinta parte menos de remuneración que sus pares masculinos.
En la esfera de la violencia contra
la mujer en México, se han registrado 3,621 casos de violencia de género entre
los años 2015 y 2019, y los casos más graves han ocurrido en Culiacán,
Villahermosa, Iztapalapa, Ecatepec y Acapulco.
Ocurren 10 feminicidios en promedio
al día en México.
En el año 2019 se registraron 2,825
asesinatos de mujeres en el país y sólo 1,006 de ellos fueron considerados como
feminicidios. Uno de cada 10 feminicidios es cometido contra niñas y
adolescentes menores de 17 años y, no obstante que el feminicidio es la forma
más extrema de violencia contra la mujer en el país, alrededor de un 99% de ellos
queda en impunidad.[viii]
Del 21 de noviembre de 2019 al 31 de
enero de 2020 se presentaron 362 denuncias por delitos sexuales únicamente en
la CDMX y sólo 55 (15%) se convirtieron en carpetas de investigación.[ix]
Por esto y mucho, pero mucho más…
paran las mujeres.
Paran porque quieren ser
visibilizadas, paran para exigir sus derechos, paran porque no se les, explote,
ofenda, minimice, acose, relegue, someta, denigre, maltrate, discrimine o
asesine. Paran porque ya están hartas.
Ellas si paran, rompen el silencio y
gritan ahora con orgullo y a voz en cuello. Gritan ya para liberarse visibilizándose
y como para realizarse cargadas de ira:
¡Viva México y que muera el androcentrismo
misógino e hijo de la chingada, cabrones!
Emergen, crecen, luchan, denuncian, gritan,
analizan, participan, colaboran, trabajan, idean, crean, se ven, se rebelan y
paran como, en buen sentido amoroso, lo señala la maestra Giobanna Patricia Buenahora…
…pues de nada sirve teorizar si no se
transforma la vida; para poco nos es útil el feminismo si se queda en la hoja
de papel y no lo hacemos acción amorosa de la vida cotidiana.[x]
Es hora, por lo tanto (señala el Dr.
Oriol), de que la mujer tome los sitios de mando y las cátedras y los lugares prepotentes,
(que se empoderen en todas las esferas) pero no como un hombre cualquiera, pues
entonces pierde las esencias más “suyas”, para tornarse en una virago estéril
para la historia. Que vaya a la cultura, sí, ¡pero como mujer![xi]
[i] . Pia
Laviosa Zambotti. Origen y destino de la cultura occidental. Ediciones
Guadarrama, S. L., Madrid, España 1959, p. 67.
[ii] .
Ambrosio García Leal: Sesgos ideológicos en las teorías sobre la evolución del
sexo. Tesis doctoral. Codirectores: Jorge Wagensberg y Magi Cadevall.
Departament de Filosofia. Facultat de Filosofia i Lletres. Universitat Autònoma
de Barcelona. Curso 2004.2005.
[iii]
. Diosa madre. Consultado en internet el 1 de marzo de 2020 en: https://es.wikipedia.org/wiki/Diosa_madre
[iv] .
Lilith. Consultado en internet el 9 de marzo de 2020 en: https://es.wikipedia.org/wiki/Lilit#Lilit_en_la_mitolog%C3%ADa_mesopot%C3%A1mica.
[v] .
Norma Blázquez Graf, Fátima Flores Palacios, Maribel Ríos Everardo,
coordinadoras. Investigación feminista: epistemología, metodología y
representaciones sociales. México: UNAM, Centro de Investigaciones
Interdisciplinarias en Ciencias y Humanidades: Centro Regional de Investigaciones
Multidisciplinarias: Facultad de Psicología, 2012, p. 76.
[vi] .
Eli Bartra, Anna M. Fernández Poncela y Ana Lau. Feminismo en México, ayer y
hoy. Colección Molinos de viento. Serie mayor/Ensayo. Núm. 130. México 2002, p.
41.
[vii]
. Diario Expansión. España, 29 de diciembre de 2019.
[viii]
. CNN Español, 9 de marzo de 2020. https://cnnespanol.cnn.com/2020/03/09/por-que-paran-las-mujeres-en-mexico-4-cifras-que-muestran-la-situacion-de-las-mujeres-en-el-pais/
[ix] .
El Sol de México, 9 de marzo de 2020. Consultado en internet el 9 de marzo de
2020 en: https://www.elsoldemexico.com.mx/mexico/sociedad/un-dia-sin-mujeres-un-dia-sin-ella-paro-nacional-datos-mexico-violencia-economia-estadistica-4939227.html
[x] . Giobanna
Patricia Buenahora Molina. Escribir para no ser silenciadas: mujeres,
literatura y epistemología feminista. En: Norma Blázquez Graf y Martha Patricia
Castañeda Salgado (coordinadoras). Lecturas críticas en investigación
feminista. Centro de Investigaciones Interdisciplinarias en Ciencias y
Humanidades Programa de Posgrado en Estudios Latinoamericanos. Red Mexicana de
Ciencia, Tecnología y Género Consejo Nacional de Ciencia y Tecnología. UNAM
México 2016, p. 211.
[xi] .
Antonio Oriol Anguera. La mujer: aspectos antropológicos. Ed. Trillas, México
1975, p. 67.