Elogio a la aguja.
La perfección no es cosa pequeña, pero está hecha de
pequeñas cosas.
Miguel Ángel.
Dr. Xavier A López y de la Peña.
La palabra aguja viene de la voz latina acucula, diminutivo (-cula), de acus (aguja).
La aguja, es uno de los desarrollos
tecnológicos más importantes en la historia de la humanidad que compite, en
igualdad de circunstancias, con el desarrollo primigenio del mazo, la raedera,
el hacha y el punzón, aunque generalmente no suele reconocérsele así.
Los orígenes de esta extraordinaria herramienta identificada como tal, como aguja, se remontan hasta ahora al periodo Paleolítico medio de hace unos 40.000 años, cuando se han encontrado agujas de hueso de reno, de colmillo de morsa o marfil de mamut. El arqueólogo esloveno Srečko Brodar descubrió esta herramienta de hueso en la cueva de Potok, al este de las montañas Karavanke, en Eslovenia (“The bone objects of small size from Potocka include also the earliest needle known so far in the world”). Otros materiales también utilizados para hacer agujas fueron huesos de ciervo y de aves.
Las agujas conservadas más antiguas hechas de hierro, provienen de Egipto y datan de una antigüedad de 2000 años. Estas agujas, sin embargo, no tenían un ojo o agujero perforado en un extremo, sino que tienen un gancho por el que se introducía el hilo. En la antigua Grecia y Roma se fabricaban de madera, plata y oro, luego las hubo de bronce, acero y hoy hasta de cristal y plástico, para diversos usos.
Dentro de nuestra cultura occidental
los mitos, como herencia de nuestra historia transmitida por tradición oral y cuya
narración da cuenta de saberes y acciones de personajes que encarnan,
simbólicamente, ya a fuerzas de la naturaleza o de la condición y las pasiones
humanas, y que se aplican particularmente a lo acaecido a los héroes y dioses
de la Antigüedad o a los grandes acontecimientos de la humanidad, lógicamente,
las agujas habían de estar presentes.
Es
así, que ya en los mitos griegos que dan forma y causa a los planteamientos
filosóficos diversos sobre las preguntas que el ser humano se ha planteado en
muy diversos ámbitos, las pequeñas pero extraordinarias agujas, insistimos,
ocupan un lugar decisivo. Mitos
que, no obstante, se han construido y reconstruido ya que, en esencia, como
asentara Hans Georg Gadamer, el mito nunca es completamente entendible en su
pureza originaria, llena de metáforas e ideas que conforman, en sí mismo, un
extraordinario simbolismo exegético.
En la Antigua Grecia (1200-146 a. de
C.), la mitología griega erigía a Atenea como la diosa de la guerra, la
sabiduría, la justicia y la habilidad. Sus grandes ojos le permitían saber todo
lo que ocurría en el mundo y era tan diestra con la espada como con las agujas
(metafóricamente comparable, podría decirse, con poder tanto sobre la muerte
como para la vida). Con su habilidad para el tejido, se simboliza que el
conocimiento es algo que se entreteje, que se mejora con paulatinas adiciones a
la urdimbre y se hace complejo progresivamente, aunque lentamente, en concordancia
con el tiempo controlado por las diosas Moiras.
Las Moiras, que son tres: Cloto,
Láquesis y Átropo, son hijas de la Noche. Deidades que personifican el destino
humano al controlar, metafóricamente también, el hilo de la vida de cada quien.
Cloto, representa al hilo desde que sale de la rueca (esto es, desde el inicio
de la vida); Láquesis, es quien controla la medida del hilo (esto es, el curso
de la vida, el vivir) y Átropo, quien con sus tijeras determinará cuando habrá
de cortarse el hilo (muerte).
Mas aún, el destino que habrá de
seguir la persona determinado por las referidas Moiras, deberá de transitarse
por todos los laberintos (los caminos que nos ofrece la vida) siguiendo el hilo
establecido por la diosa Ariadna, otra diosa más de la tejedura mítica.
En nuestra mitología originaria
podría encontrarse un símil (toda proporción guardada) con Tlazolteotl,
quien fuera una deidad de origen Huasteco a quien se le atribuía la invención
del tejido y del bordado, siendo por tanto su patrona. Así también, se le
consideraba una diosa adivinatoria y tenía una connotación bélica (muerte). Diosa
protectora de las embarazadas y parturientas (vida), por tanto, de las
parteras. Esta deidad, además, provocaba enfermedades venéreas que luego curaba
con las medicinas, inspiraba las desviaciones sexuales, pero a la vez tenía la
capacidad de absolverlas, y todo ello siendo diosa madre de la fertilidad, del
parto, patrona de los médicos y a la vez diosa cruel que traía locura.
Esta sencilla herramienta puede o no
tener un ojo al extremo y cumplir con una gran y disímbola variedad de
propósitos y funciones, entre ellas podemos citar las siguientes:
La aguja baquetera y
cordobanera, de agavillar, de albardero, de apuntar, de bordar, de embalar, de enfardar,
de espadero, de malla o red, de pasar o pasador, de zapatero, de tejer, de
plástico, circulares, de bambú y madera, lanera, agujas auxiliares, saquera,
etc.
En medicina se emplean también diversos
tipos de agujas para suturas quirúrgicas, para aspiración de médula ósea, para
biopsia, para drenaje, para electroestimulación, para registros electromédicos,
para implantes, hipodérmicas, para braquiterapia (radioactivas) y más. En la
medicina alternativa de la acupuntura se emplean terapéuticamente agujas para
“desbloquear” los supuestos canales que recorren nuestro cuerpo, e incluso para
electroestimularles con pequeños pulsos de corrientes eléctricas.
Recordamos, además, que las aguzadas
agujas hipodérmicas inventadas en el siglo XIX, aún pueden despertar en algunas
personas temor y ataques de pánico, causando la llamada tripanofobia o fobia
a las inyecciones; palabra derivada del griego: trypanon (taladro) y phobos
(miedo), más el sufijo -ia (cualidad).
Otras agujas, dentro de su increíble
y amplísimo espectro serían la aguja náutica, o de marear, que sirve para guiar
la dirección de una embarcación de un lugar a otro con un rumbo preciso. Las agujas
o manecillas de reloj que sirven para indicarnos en términos de tiempo las
horas, los minutos, y en algunos casos los segundos transcurridos entre un
determinado momento o suceso y otro. Las agujas indicadoras ubicadas en
un específico dial, que mesuran cierta temperatura, humedad, presión, densidad,
viscosidad, resistencia, voltaje, radioactividad, velocidad, fuerza, empuje, longitud
de onda, amperaje, resistividad, elasticidad, acidez, etc., etc.
Pero, las agujas también
tienen su lado oscuro, entre ellas las agujas empleadas en exorcismos y
maleficios.
La simbología implicada en estas agujas,
cuando se utilizan perforando o pinchando un objeto, es pretender demostrar
que se ejerce poder sobre el hechizo y que con ello se crea un amuleto con
capacidades mágicas.
Los hechizos con agujas o alfileres
se supone que incrementen su fuerza mágico-ritual-destructiva por parte de
quienes los utilizan, particularmente en la brujería y hechicería contra
aquellos sujetos hacia la que ésta era dirigida, y dichas prácticas realizadas
tanto en diferentes épocas ya antiguas como modernas, llevaban a cabo estos
rituales de magia negra, hechicería o brujería con agujas o,
particularmente alfileres que se clavaban en un muñeco que representaba a la
persona por afectar.
Entre algunos gitanos se hace
referencia a maleficios llevados a cabo con corazones de vaca, carnero o
gallina que eran enterrados después de haberles clavado algunas agujas.
En
otras ocasiones se plantaban en tiestos y se regaban con vino blanco, o se enterraban
en ellos los corazones de animales traspasados por los alfileres y agujas.
En la práctica del Vudú, una
variante caribeña de religión teísta-animista fuertemente ligada a la
cosmología y creencias mágico-rituales antiquísimas, suelen usarse muñecos en
rituales de magia negra, a los que se les clavan agujas en alguna parte
de su cuerpo con la intención que la persona identificada con dicho muñeco,
sufra algún mal o reciba una maldición. ¡Vamos, actualmente se ofrece al
público un muñeco de Vudú fabricado, según la tradición y acompañado de una
larga aguja de acero e instructivo de 14 páginas con el ritual original seguido
en Haití!
Con la práctica del Susuk o agujas de encanto, una práctica ancestral de magia negra que consiste en implantar diminutas agujas de oro u otros metales preciosos bajo la piel para actuar como talismanes y para realzar el aura, resurge con fuerza entre la clase media de Indonesia para varios propósitos además de los estéticos, como lo es para el tratamiento del dolor articular y otras afecciones menores, y como protección contra accidentes. Debido a que la práctica de Susuk es anterior a la islamización de la región, está prohibida (Haram) por los eruditos islámicos modernos.
La presencia de las agujas en
nuestra vida diaria es extraordinariamente amplia, tanto así que podríamos
afirmar que no podríamos vivir sin agujas.
Finalmente, gracias a la revolucionaria
invención técnica de la generalmente pequeña, esbelta, modesta e ignorada aguja
y sus servicios como herramienta de usos múltiples, el ser humano ha podido sobrevivir
en el planeta, explorar su entorno, colonizarlo, prosperar y domeñarlo e,
incluso, llegar y mantenerse vivo en el espacio extraterrestre soñando y
pensando también en cómo conquistar, ahora, el Universo.
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