miércoles, 1 de marzo de 2023

Silencio.

 

Oda al silencio


El silencio es el recogimiento del Ser en el retorno a su verdad.
-Martin Heidegger-


Dr. Xavier A. López y de la Peña


En el principio había silencio, luego surgió a partir del átomo primigenio o huevo cósmico como le llamara el sacerdote y astrofísico Georges Lemaitre en 1930, hace 13 800 millones de años, un sonido, ruido o estrepitoso estallido: la gran explosión o Big Bang, llamado así posteriormente y a manera de burla, por el también astrofísico Fred Hoyle.
Tal vez esta frase suene trillada, insolente, necia o quizás absurda para algunos, pero así fue como hasta hoy considera la ciencia el origen del universo. De la silenciosa “nada” apareció súbitamente el estruendoso disparo energético -también conocido como nucleosíntesis primordial-, o de una singularidad cuyas ondas mecánicas (sonido) habrían de transmitirse por doquier de manera aún indescriptible.
            De la “nada”, de la ausencia de todo lo objetivo, brota en un espléndido momento lo objetivo lleno de energía en movimiento, de transformación, de evolución o, -como podríamos decirlo brevemente-, del silencio absoluto (inerte) al dinámico sonido de la energía-materia (vida).
La palabra silencio proviene del latín silentium y este del verbo silere y quiere decir abstenerse de hablar o estar callado en el tema de la comunicación humana, aunque ello no necesariamente implique que no haya comunicación; como también se refiere a la ausencia total de ruido o de sonido. En el ámbito de la comunicación, el silencio puede ser utilizado para transmitir emociones, para comunicar alguna cosa sin decirla, para enfatizar un mensaje, para permitir la reflexión y muchas más. Sin embargo, el silencio también puede llegar a crear un espacio de tensión, extrañeza e incertidumbre que puede ocasionar situaciones absurdas e inesperadas; por ejemplo, cuando una conversación se detiene abruptamente y ambos interlocutores permanecen en silencio un largo periodo de tiempo sin una causa o razón aparente.
Y el sonido, del latín sonĭtus, influido en su acentuación por ruido, chirrido, rugido y otros es, en términos de la física, cualquier fenómeno que involucre la propagación de ondas mecánicas (audibles o no), a través de un medio (fluido o sólido) que esté generando el movimiento vibratorio de un cuerpo. Esta vibración produce una sensación auditiva en el órgano de nuestro oído al transmitirse por el medio elástico del aire.
            Esto significa que debe haber “algo”, un objeto que sea capaz de moverse en un medio en el que se puedan producir dichas ondas mecánicas. Entre nosotros, el rango de sonido audible oscila entre los 20 y 20,000Hz.
            La concepción y percepción humana sobre el silencio en cuanto a la comunicación, tiene amplias formas de interpretarse en diversas sociedades y culturas. Por ejemplo, en la cultura occidental y de manera general, el silencio es considerado como inaceptable e indeseable, en tanto que en la oriental es todo lo contrario.
            Es así que el silencio desde tiempos inmemorables ha ocupado en la mente humana un lugar predominantemente especial, no como una forma de no “comunicar” algo a otro u otros, sino para comunicarnos con nosotros mismos, silenciando nuestras ideas y pensamientos discursivos, representacionales o conceptuales. De hecho, ello ocurre en todas las concepciones místicas y gnósticas en su lucha por revelarnos los más recónditos secretos de nuestra propia existencia, para comprenderla sin las ataduras de todo lo que esté fuera de nosotros, siendo una genuina parte nuestra y mostrándose en nuestro devenir cotidiano.1
            Es así que el silencio puede verdaderamente percibirse y entenderse como una experiencia interna, aun en medio de un entorno ruidoso, bajo un proceso de meditación o contemplación que nos lleve a una experiencia de silencio interior que nos otorga una sensación de quietud y paz.
            En la filosofía griega el silencio era considerado como una forma de sabiduría y se consideraba de gran valor el mantener la calma y el equilibrio emocional en silencio.
En la India, la lucha por la práctica del silencio era seguida para obtener la iluminación espiritual.
Dentro del budismo y el hinduismo, el silencio constituye el elemento primordial en los procesos de meditación y contemplación.
            En el cristianismo, el silencio se valora y promueve como un mecanismo para acercarse a Dios y de concentración en la oración.
            De igual manera, es interesante tratar de conocer el significado y la interpretación de lo que no se dice explícitamente con el silencio. Así, el silencio podría éste interpretarse como un desinterés en un tema de conversación o como lo contrario; porque no se tenga o quiera algo qué decir; para evitar entrar en una discusión; para preparar una respuesta ulterior; por mantener un secreto; por ignorancia y muchas más.
            Sin embargo, el silencio para con nosotros mismos considero que sea el que más nos debería importar. El silencio necesario para comunicarnos con nosotros mismos, para tratar de entendernos, sabernos y tal vez explicarnos.
Como bien lo señalara Max Scheler: La comprensión de uno mismo es necesaria para hacer entender a otros que es lo que se piensa, lo que se desea, lo que se ama, etc., y ello depende muy estrechamente de la técnica del silencio.2
En forma general puedo aventurar que esta manera de silencio es poco valorada como tal. Más aún en el vertiginoso y bullicioso mundo que nos rodea donde existen multiplicidad de factores que nos lo impiden y se propalan como sonidos o ruidos provenientes de todas partes, de muchas formas y a todo momento.
            Se estima que más de 1000 millones de personas de edades comprendidas entre los 12 y los 35 años corren el riesgo de perder la audición debido a la exposición prolongada y excesiva a música fuerte y otros sonidos recreativos, lo que puede acarrear consecuencias devastadoras para su salud física y mental, educación y perspectivas de empleo.3
            Con el impresionante avance habido en la tecnología y la comunicación actuales, la idea y necesidad de silencio se ha convertido en un deseable objetivo por demás raro y de gran valor.
Al silencio ahora se le suele asociar a la soledad y a la desconexión interpersonal que conllevan de manera importante a la marginación y a la depresión, en tanto que en otras situaciones el silencio se convierte en una forma de bálsamo de escape deseado de la agobiante, estridente y avasallante sobrecarga sensorial del mundo que nos rodea.
El silencio, sin embargo, nos prepara para una autorreflexión que, guiada inteligentemente, nos permita relacionarnos con nuestro entorno en tranquilidad y paz.
            El silencio para con nosotros -resumidamente-, es como lo refiere el filósofo y ensayista dominicano Alejandro Arvelo Polanco: …la respuesta del alma a una sociedad en creciente proceso de deshumanización, que reduce constantemente su capacidad de diálogo, es decir, la capacidad de entendimiento entre sus miembros, lo cual es causa de conflictos, a nivel de la totalidad social. El diálogo va entretejiendo el tejido social humano, unificando todos sus componentes, en la búsqueda de estrategias comunes.
            La profundidad de espíritu es imposible al margen de la soledad. Aquel que no es capaz de dedicar a su construcción racional algún instante de silencio creativo, de detenerse y guardar para sí mismo sus palabras hasta pulir como pieza de orfebrería sus pensamientos, es también incapaz de apreciar y percibir en su justa dimensión la sublime quietud, la insondable placidez del universo.4 
Finalmente, se puede agregar que el silencio es el lugar donde se manifiesta la gran presencia del ser, la gran gesta de todo, la palabra es su proyección y su sueño. La quietud, nos entrega el origen y el polo opuesto, a la acción. El inicio de todo lo que será proyectado. Por ende, el sujeto es presente, y será percibido por los demás, en su quietud y silencio, máximos.5
Silencio y quietud son entonces la clave para que nuestra autoconsciencia aprenda a expresarse hacia el equilibrio, la plenitud y la paz.

En un fragmento del poema Pido silencio del poeta y político chileno, Pablo Neruda, con sencillez y galanura lo expresa de la siguiente manera: 


Pero porque pido silencio
no crean que voy a morirme:
me pasa todo lo contrario:
sucede que voy a vivirme.

Y tal vez, para pregonar y reafirmarme en esta idea, compraré una camiseta a la que haré le impriman la siguiente frase:

No molestar

Estoy muy ocupado en silencio, haciéndome.

Fuentes:



1. Pérez-Boada, H. F. (2020). El silencio como experiencia mística: último refugio de lo genuino y lo libre en un entorno comunicativo. Revista Filosofía UIS, 19(1), DOI: 10.18273/revfil.v19n1-2020009

2 . Max Scheler. En Naturaleza y formas de la simpatía. Editorial Losada. Buenos Aires 1994, p 74.

3 . La OMS publica una nueva norma para hacer frente a la creciente amenaza de la pérdida de audición. 2 de marzo de 2022. Noticias departamentales, Ginebra. Consultado el 18 de febrero de 2023 en: https://www.who.int/es/news/item/02-03-2022-who-releases-new-standard-to-tackle-rising-threat-of-hearing-loss

4. Alejandro Arvelo. Filosofía del silencio. Consultado en internet el 18 de febrero de 2023 en: https://www.escueladefilosofia.org/filosofia-del-silencio/

5 . El silencio como concepto filosófico. SitioCero, 23 de febrero de 2023. Consultado en internet el 23 de febrero de 2023 en: El silencio (2) como concepto filosófico – SITIOCERO https://sitiocero.net/2012/08/el-silencio-2-como-concepto-filosofico/