Oda
al silencio
El silencio es el recogimiento del Ser
en el retorno a su verdad.
-Martin Heidegger-
Dr. Xavier A. López y de la Peña
En
el principio había silencio, luego surgió a partir del átomo primigenio o
huevo cósmico como le llamara el sacerdote y astrofísico Georges Lemaitre
en 1930, hace 13 800 millones de años, un sonido, ruido o estrepitoso estallido:
la gran explosión o Big Bang, llamado así posteriormente y a manera de
burla, por el también astrofísico Fred Hoyle.
Tal
vez esta frase suene trillada, insolente, necia o quizás absurda para algunos,
pero así fue como hasta hoy considera la ciencia el origen del universo. De la
silenciosa “nada” apareció súbitamente el estruendoso disparo energético -también
conocido como nucleosíntesis primordial-, o de una singularidad cuyas
ondas mecánicas (sonido) habrían de transmitirse por doquier de manera aún
indescriptible.
De la “nada”, de la ausencia de todo
lo objetivo, brota en un espléndido momento lo objetivo lleno de energía en
movimiento, de transformación, de evolución o, -como podríamos decirlo
brevemente-, del silencio absoluto (inerte) al dinámico sonido de la energía-materia
(vida).
La
palabra silencio proviene del latín silentium y este del verbo silere
y quiere decir abstenerse de hablar o estar callado en el tema de la
comunicación humana, aunque ello no necesariamente implique que no haya
comunicación; como también se refiere a la ausencia total de ruido o de
sonido. En el ámbito de la comunicación, el silencio puede ser utilizado
para transmitir emociones, para comunicar alguna cosa sin decirla, para
enfatizar un mensaje, para permitir la reflexión y muchas más. Sin embargo, el
silencio también puede llegar a crear un espacio de tensión, extrañeza e incertidumbre
que puede ocasionar situaciones absurdas e inesperadas; por ejemplo, cuando una
conversación se detiene abruptamente y ambos interlocutores permanecen en
silencio un largo periodo de tiempo sin una causa o razón aparente.
Y
el sonido, del latín sonĭtus, influido en su acentuación por ruido,
chirrido, rugido y otros es, en términos de la física, cualquier fenómeno que
involucre la propagación de ondas mecánicas (audibles o no), a través de un
medio (fluido o sólido) que esté generando el movimiento vibratorio de un
cuerpo. Esta vibración produce una sensación auditiva en el órgano de nuestro
oído al transmitirse por el medio elástico del aire.
Esto significa que debe haber
“algo”, un objeto que sea capaz de moverse en un medio en el que se puedan
producir dichas ondas mecánicas. Entre nosotros, el rango de sonido audible
oscila entre los 20 y 20,000Hz.
La concepción y percepción humana sobre
el silencio en cuanto a la comunicación, tiene amplias formas de
interpretarse en diversas sociedades y culturas. Por ejemplo, en la cultura
occidental y de manera general, el silencio es considerado como inaceptable e
indeseable, en tanto que en la oriental es todo lo contrario.
Es así que el silencio desde tiempos
inmemorables ha ocupado en la mente humana un lugar predominantemente especial,
no como una forma de no “comunicar” algo a otro u otros, sino para comunicarnos
con nosotros mismos, silenciando nuestras ideas y pensamientos discursivos,
representacionales o conceptuales. De hecho, ello ocurre en todas las
concepciones místicas y gnósticas en su lucha por revelarnos los más recónditos
secretos de nuestra propia existencia, para comprenderla sin las ataduras de
todo lo que esté fuera de nosotros, siendo una genuina parte nuestra y
mostrándose en nuestro devenir cotidiano.1
Es así que el silencio puede
verdaderamente percibirse y entenderse como una experiencia interna, aun en
medio de un entorno ruidoso, bajo un proceso de meditación o contemplación que
nos lleve a una experiencia de silencio interior que nos otorga una sensación
de quietud y paz.
En la filosofía griega el silencio
era considerado como una forma de sabiduría y se consideraba de gran valor el
mantener la calma y el equilibrio emocional en silencio.
En
la India, la lucha por la práctica del silencio era seguida para obtener la
iluminación espiritual.
Dentro
del budismo y el hinduismo, el silencio constituye el elemento primordial en los
procesos de meditación y contemplación.
En el cristianismo, el silencio se
valora y promueve como un mecanismo para acercarse a Dios y de concentración en
la oración.
De igual manera, es interesante
tratar de conocer el significado y la interpretación de lo que no se dice
explícitamente con el silencio. Así, el silencio podría éste interpretarse como
un desinterés en un tema de conversación o como lo contrario; porque no se
tenga o quiera algo qué decir; para evitar entrar en una discusión; para
preparar una respuesta ulterior; por mantener un secreto; por ignorancia y
muchas más.
Sin embargo, el silencio para con
nosotros mismos considero que sea el que más nos debería importar. El silencio
necesario para comunicarnos con nosotros mismos, para tratar de entendernos,
sabernos y tal vez explicarnos.
Como
bien lo señalara Max Scheler: La comprensión de uno mismo es necesaria para
hacer entender a otros que es lo que se piensa, lo que se desea, lo que se ama,
etc., y ello depende muy estrechamente de la técnica del silencio.2
En
forma general puedo aventurar que esta manera de silencio es poco valorada como
tal. Más aún en el vertiginoso y bullicioso mundo que nos rodea donde existen
multiplicidad de factores que nos lo impiden y se propalan como sonidos o ruidos
provenientes de todas partes, de muchas formas y a todo momento.
Se estima que más de 1000 millones
de personas de edades comprendidas entre los 12 y los 35 años corren el riesgo
de perder la audición debido a la exposición prolongada y excesiva a música
fuerte y otros sonidos recreativos, lo que puede acarrear consecuencias
devastadoras para su salud física y mental, educación y perspectivas de empleo.3
Con el impresionante avance habido
en la tecnología y la comunicación actuales, la idea y necesidad de silencio
se ha convertido en un deseable objetivo por demás raro y de gran valor.
Al
silencio ahora se le suele asociar a la soledad y a la desconexión
interpersonal que conllevan de manera importante a la marginación y a la
depresión, en tanto que en otras situaciones el silencio se convierte en
una forma de bálsamo de escape deseado de la agobiante, estridente y avasallante
sobrecarga sensorial del mundo que nos rodea.
El
silencio, sin embargo, nos prepara para una autorreflexión que, guiada
inteligentemente, nos permita relacionarnos con nuestro entorno en tranquilidad
y paz.
El silencio para con nosotros
-resumidamente-, es como lo refiere el filósofo y ensayista dominicano
Alejandro Arvelo Polanco: …la respuesta del alma a una sociedad en creciente
proceso de deshumanización, que reduce constantemente su capacidad de diálogo,
es decir, la capacidad de entendimiento entre sus miembros, lo cual es causa de
conflictos, a nivel de la totalidad social. El diálogo va entretejiendo el
tejido social humano, unificando todos sus componentes, en la búsqueda de
estrategias comunes.
La profundidad de espíritu es
imposible al margen de la soledad. Aquel que no es capaz de dedicar a su
construcción racional algún instante de silencio creativo, de detenerse y
guardar para sí mismo sus palabras hasta pulir como pieza de orfebrería sus
pensamientos, es también incapaz de apreciar y percibir en su justa dimensión
la sublime quietud, la insondable placidez del universo.4
Finalmente,
se puede agregar que el silencio es el lugar donde se manifiesta la gran
presencia del ser, la gran gesta de todo, la palabra es su proyección y su
sueño. La quietud, nos entrega el origen y el polo opuesto, a la acción. El
inicio de todo lo que será proyectado. Por ende, el sujeto es presente,
y será percibido por los demás, en su quietud y silencio, máximos.5
Silencio y quietud son entonces la clave para
que nuestra autoconsciencia aprenda a expresarse hacia el equilibrio, la
plenitud y la paz.
En un fragmento del poema Pido silencio del
poeta y político chileno, Pablo Neruda, con sencillez y galanura lo expresa de
la siguiente manera:
Pero porque pido silencio
no crean que voy a morirme:
me pasa todo lo contrario:
sucede que voy a vivirme.
Y
tal vez, para pregonar y reafirmarme en esta idea, compraré una camiseta a la
que haré le impriman la siguiente frase:
No molestar
Estoy muy ocupado en silencio, haciéndome.
Fuentes:
1.
Pérez-Boada, H. F. (2020). El silencio como experiencia mística: último refugio
de lo genuino y lo libre en un entorno comunicativo. Revista Filosofía UIS,
19(1), DOI: 10.18273/revfil.v19n1-2020009
2 .
Max Scheler. En Naturaleza y formas de la simpatía. Editorial Losada. Buenos
Aires 1994, p 74.
3 .
La OMS publica una nueva norma para hacer frente a la creciente amenaza de la
pérdida de audición. 2 de marzo de 2022. Noticias departamentales, Ginebra.
Consultado el 18 de febrero de 2023 en: https://www.who.int/es/news/item/02-03-2022-who-releases-new-standard-to-tackle-rising-threat-of-hearing-loss
4. Alejandro
Arvelo. Filosofía del silencio. Consultado en internet el 18 de febrero de 2023
en: https://www.escueladefilosofia.org/filosofia-del-silencio/
No hay comentarios:
Publicar un comentario