¿Qué diablos debo o puedo comer?
No existen alimentos buenos o malos, hay porciones y hábitos alimenticios, lo único que no podemos consumir son aquellos que nos causen daño o alguna alergia, o que por alguna comorbilidad hay que restringirlos, pero ninguno debe prohibirse.1
Dr. Xavier A. López y de la Peña
Empezaremos por
preguntarnos inicialmente: ¿Qué comemos?
Bueno esto es simple,
todos más o menos comemos lo que nuestros padres nos dan cuando somos niños; ya
mayores lo que logramos luego conseguir, lo que tenemos cerca o a la mano, lo
que podemos o queremos y nos gusta -en algunos casos-, y lo mismo que comen generalmente
los que nos rodean en nuestra sociedad y cultura en un determinado tiempo.
En la prehistoria los seres humanos éramos herbívoros
hasta que la evolución nos llevó a comer alimentos de origen animal y
convertirnos finalmente en omnívoros.
Ahora nos preguntamos: ¿Quién se detiene a pensar que un
alimento es cada una de las sustancias que un ser vivo toma o recibe con los
suficientes macronutrientes (hidratos de carbono, proteínas y grasas) y
micronutrientes (vitaminas y minerales) y la energía necesarios para el
desarrollo de sus procesos biológicos o nutrición? ¡Nadie! Bueno… casi nadie.
Además, solemos escuchar frecuentemente y referirnos
sobre la comida de manera negativa cuestionándonos y advirtiéndonos
sobre qué no debemos comer como tanto se publicita: si porque es grasosa
o salada, si es sabroso o no, si es un alimento natural o está procesado, si me
engordará o no; o este alimento no porque su empaque tiene varias etiquetas hexagonales
con advertencias: Exceso de calorías, Exceso de sodio, Exceso de
grasas saturadas, Exceso de fibra; pero nunca o casi nunca -repito para
ser tajante, nos detenemos a pensar si es un alimento saludable, equilibrado,
necesario o nutritivo. ¡No! Sólo pensamos en que rico o sabroso será tal o cual
platillo o producto, si habrá suficiente para servirnos otro poco más, o porque
esto o aquello se me antoja y me da la gana.
Pero ahora también nos salen y atiborran con otras voces
de advertencia como: ¡Cuidado que ese alimento: tiene un alto índice
glucémico!, prefiera comer este otro light que contiene menos azúcar
o grasas. ¡Piénselo y deténgase! ése es un alimento industrializado y
contiene muchos conservadores, estabilizadores, saborizadores y emulsificantes
que pueden causarle daño, etc. Estos otros, son productos malísimos o
“chatarra” y engordan; si es un producto barato puede ser que sea
malo o sin chiste como el comer zanahorias con sal y chile piquín, en vez de un
chicharrón en salsa verde acompañado de frijoles negros refritos.
¡Precaución! si su índice de masa corporal (IMC)
es igual o superior a 30 kg/m2 quiere decir que es usted obeso/a
según lo define la Organización Mundial de la Salud y ello puede llevarle a que
su calidad de vida disminuya restringiendo las actividades físicas que le
agradan, salir a lugares públicos por el temor a que le miren gordo/a y pueden
llegar inclusive a discriminarle y más.
¿Ya se midió la circunferencia de su cintura? ¿No?, pues
hágalo pronto porque tal vez tenga exceso de grasa abdominal (normalmente Hombres:
≤ 40 pulgadas (102 cm) y Mujeres: ≤ 35 pulgadas (88 cm) y puede implicar mayor
riesgo de diabetes tipo 2, presión arterial alta y enfermedades coronarias.
¡Aguas con el azúcar! Porque puede contribuir a la
sobre excitación en los niños, aumenta el riesgo de la caries dental, promueve
la obesidad, estimula el síndrome metabólico, la diabetes y otros.
Que comer carne es malo porque puede acelerar la
osteoporosis, porque puede contener hormonas y antibióticos, aumentar el riesgo
de contraer cáncer, enfermedades cardiovasculares, subir el ácido úrico y
otros.
¿Chicharrón carnudo? ¡Ni de chiste! Porque siendo tan grasoso
ello aumenta el colesterol total y “malo” o LDL (siglas en inglés de low
density lipoprotein), el riesgo de la obesidad, aterosclerosis y aumento de la
presión arterial, propensión al infarto, derrame cerebral y otros. Que si las
grasas trans que podemos encontrar en las deliciosas comidas procesadas,
como hamburguesas, pizzas, hot dogs, papas fritas, etc., son terribles, y
que las grasas saturadas de la carne, mantequilla y leche entera, entre
otros, cuando menos son indeseables si se consumen en demasía.
¡Maldición!, este alimento -leo en la etiqueta su
contenido, tiene gluten o glutamato monosódico y nos va a matar,
no hay que comerlo.
Entonces nuevamente pregunto ¿qué diablos debo o puedo
comer? O dicho con más propiedad: ¿qué patrón, régimen de vida o
dieta (palabra proveniente del griego dayta) debemos entonces
seguir? Entendida la dieta como el “conjunto y cantidades de los alimentos o
mezclas de alimentos que se consumen habitualmente”.
En términos generales una dieta saludable se
caracteriza por un alto consumo de vegetales y frutas, consumo moderado de
leguminosas, pescado, cereales integrales, aceites vegetales y por un bajo
consumo de cereales no integrales, carne roja, particularmente embutidos, en
los cuales se utiliza sodio para su conservación, azúcar, sal y grasas trans
que pueden estar presentes en las margarinas, productos de pastelería
industrial, comida rápida, y otros productos principalmente industrializados.2 E idealmente se le considera que
deba ser completa (todos los nutrimentos), equilibrada (adecuada proporción de
los nutrimentos entre sí), suficiente (que cubra las necesidades de cada quién
según edad y características individuales), variada, inocua y adecuada según
los gustos, la economía y la cultura.
En México, por ejemplo, seguimos un tipo
de patrón de alimentación o dieta variable ya que: …los residentes del norte del país comen un 7 % más de carne y pescado,
un 27 % más de huevos y un 14 % más de cereales (excluido el maíz) que el
promedio nacional, los habitantes del sur y el centro del país consumen más
maíz (11 y 22 % respectivamente), frutas (3 y 10 %) y legumbres (1 y 10 %) que
el promedio nacional. En tanto quienes viven en Ciudad de México comen 31 % más
raíces, 16 % más carne, 14 % más cereales y 13 % más lácteos que el promedio
nacional”.3
Aparte de lo saludable que debe ser
una dieta para explicarnos y entender qué diablos poder comer, enfrentamos
también de manera directamente relacional con ella el acoso perceptual,
cognitivo y conductual que nuestra sociedad y cultura nos imponen con el
llamado Bullying alimenticio. ¡Sí!, sobre esta forma de violencia que
consiste en acosar, hostigar, intimidar o humillar a alguien por su imagen
corporal (especialmente en cuanto a volumen), considerada fuera del estándar establecido
socialmente como deseable y aceptable.
En este sentido cada día es más abrumador
a nivel de las redes sociales la pugna entre la delgadez o flacofobia y
la obesidad o gordofobia, particularmente esta última y sobre todo entre
las mujeres.
Recordamos que a principios del
siglo XX se glorificó la figura recta y simple en la mujer, que apuntaba a lo
andrógino, señalando que El cuerpo delgado es el camino de una mujer hacia
los brazos, el corazón y el hogar de un hombre[iv];
a mitad de siglo la mujer con cintura delgada y caderas anchas determinaron
el modelo llamado bombshell look [decíase así de la mujer que causaba un
gran impacto y atención al entrar en una habitación, al igual que lo hacía una
bomba al explotar] como Brigitte Bardot, Marilyn Monroe y Elizabeth Taylor; por
los años 60s y 80s hubo estándares tanto de extrema delgadez como la de Twiggy
(40 kg de peso y 1.68 m de estatura), hasta la apariencia atlética mostrada por
Cindy Crawford; a fines de siglo surgió el modelo heroin chic representada
por la supermodelo estadounidense Gia Carangi (rasgos muy demacrados como la
piel pálida, ojeras, cabello débil y una extrema delgadez, y que iba asociado
al consumo de drogas y los trastornos de la conducta alimentaria) y, finalmente,
en la actualidad se ha viralizado el movimiento body positivity que
tiene el objetivo de empoderar a personas gordas, al mismo tiempo que desafían
y cuestionan el cómo la sociedad muestra y observa el cuerpo humano, pugnando
por la aceptación general de los cuerpos con independencia de su grado
de discapacidad, tamaño, género, raza, o aspecto. Esta nueva corriente es, a
veces, considerada como una "denegación de lo que afirma la ciencia”[v]
ya que la obesidad es el primer factor de riesgo asociado con la diabetes,
hipertensión, e infertilidad. Sin embargo, la delgadez sigue siendo aún la
directriz de la idea de belleza corporal.4
Por tanto, ser flaco/a o gordo/a,
pero particularmente éste último, con frecuencia llega a afectar
importantemente la autoestima y la salud mental de las personas e incentivando
en muchos casos de ellos, graves desórdenes alimenticios.
Sobre lo anteriormente dicho, se
debe recordar también, que cada uno de nosotros tiene un tipo particular de
cuerpo genéticamente heredado.
Somos lo que somos y, con el tiempo,
nos iremos dando cuenta de que tendemos a engordar o no, que tal o cual
alimento nos hace bien o daño, que esto o aquello nos gusta o disgusta, que
elegir (de acuerdo a lo que se sabe sobre la alimentación es bueno o deseable o
malo e indeseable) para saber que comer lo que es mejor nos dará la oportunidad
de vivir con salud y bienestar por más tiempo posible. Así, cada uno de
nosotros debe aprender qué diablos puede o no comer.
Resumidamente, la regla de oro para
mantenerse saludable radica en comer con variedad, lo que nos asegurará obtener
todos los nutrientes y micronutrientes necesarios; por supuesto con moderación
en todo y priorizando los alimentos frescos; evitando los alimentos procesados
y ultra procesados en la medida posible; mantenerse bien hidratado bebiendo
suficiente agua y abstenerse de comer aquello que sabemos nos hace daño o nos
lo impide alguna comorbilidad.
Y por favor, olvídese de seguir
aplicándose las viejas frases de que:
Le perdono el mal que me hace, por
lo bueno que me sabe.
Feliz tiene cinco letras y pizza
también: no es coincidencia.
No dejes para mañana lo que puedes
comerte hoy.
Diosito ¡mándame ganas de hacer
dieta, porque con las de comer ya te pasaste!
Pienso que quizás Cupido me flechó
con un tenedor, por eso amo tanto la comida.
El pecado de la carne es ése, comer
carne y no otro: ¡faltaba más!
La única manera de conservar la
salud es comer lo que no quieres, beber lo que no te gusta, y hacer lo que
preferirías no hacer.
No solíamos pensar en la comida
sana, porque creíamos que toda la comida era sana.
Y, si estás flaco/a o gordo/a, como
dice documentalista y director de cine Morgan Spurlock (Super Size Me) y
tienes problemas por ello:
Lo siento, no hay una solución mágica.
Debes comer sano y vivir de forma
saludable para estar saludable y lucir saludable.
Fin de la historia.
1.
Guadalupe Lugo. No hay alimentos buenos o malos, sino porciones y hábitos.
Global Revista UNAM, noviembre 8, 2021. https://unamglobal.unam.mx/global_revista/no-hay-alimentos-buenos-o-malos-sino-porciones-y-habitos/#:~:text=No%20existen%20alimentos%20buenos%20o%20malos,%20hay
2 Fabiola Mabel del Razo Olvera. Alimentación para la salud. 23 noviembre 2020. https://alimentacionysalud.unam.mx/definicion-de-una-dieta-saludable/
3. Patricia López / Rafael Paz. Adopción de dieta “globalizada” impacta la salud
de los mexicanos y sus ecosistemas. Gaceta de la UNAM. 6 de octubre 2024.
4.
Turner B. El cuerpo y la sociedad, investigaciones en teoría social. F.C.E.
México. 1989.
5 . https://greatist.com/live/best-and-worst-body-positivity-moments-2019.
6.
Charo Mancebo. Detrás de la pasarela: Los desafíos de la extrema delgadez en la
moda contemporánea. CRÓNICA INFORMATIVA. Jun 28, 2024. https://charomancebo.medium.com/detr%C3%A1s-de-la-pasarela-los-desaf%C3%ADos-de-la-extrema-delgadez-en-la-moda-contempor%C3%A1nea-0f44130c3fb8
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