lunes, 1 de mayo de 2023

Símbolo de la Farmacia.

 

Símbolo de Farmacia:
El “Gusano de las piedras”

 

Los símbolos son signos sensibles […] que poseen una significación determinada,
[…] un rasgo de la realidad que […] designa inmediata y evidentemente algo
que puede comunicarse por medio del intelecto.

 

Oswald Spengler


Dr. Xavier A. López y de la Peña.

 

En la historia de la ciencia y de la filosofía, la alquimia (del árabe الخيمياء [al-khīmiyā]) es una antigua practica doctrinaria precientífica que estudia, experimenta y procesa diversos elementos químicos y productos naturales y minerales, particularmente metálicos, ayudados y rodeados de la física, la herbolaria, la medicina, la astrología, la semiótica, el misticismo, el espiritualismo, el ocultismo y el arte.
Es, entonces, un hacer y creer esotérico firmemente relacionado con la idea de la transmutación de la materia que pretende la transformación de los metales básicos, el encontrar la fórmula para la cura de diversas enfermedades y conseguir, en su caso, la forma de prolongar la vida.
            Como era de esperarse y desde sus inicios, la alquimia se rodeó de un gran misticismo en el que campeaba la invocación de diversas fuerzas tanto protectoras (deidades) como destructoras (demonios), por ello la Iglesia Católica, en nuestra cultura occidental, se les oponía vehementemente.
En la alquimia está considerada la putrefacción o descomposición de la materia en el proceso de transmutación como una etapa necesaria para la creación de lo que se llamó la piedra filosofal que, se creía, tendría el poder de transmutar o transformar metales comunes en plata y oro.
La putrefacción era, a su vez, una representación de la muerte y la regeneración, y se asociaba con la fase nigredo del proceso alquímico. Esta fase alquímica se refiere a la primera de tres fases, previa a la albedo y la rubedo, en la transmutación de la materia. La putrefacción involucra en sí, una disolución de la materia prima, para la generación de otra de orden superior (como el oro).
            La alquimia se admite como formalmente iniciada en el Antiguo Egipto (Alejandría) hacia el siglo III a.C., por Alejandro Magno quien había ordenado construir un centro de conocimiento en el que se estudiaran tanto el embalsamamiento de los cuerpos como las propiedades y diversas combinaciones de metales y, de entre ellos, el oro era considerado el más perfecto de todos.
El máximo objetivo que se perseguía con la alquimia era, repetimos, la de encontrar la piedra filosofal, esto es, el símbolo de pureza (oro) e inmortalidad.
            En China la alquimia se empezó a practicar en el siglo VI a.C. y tenía como propósito lograr un producto capaz de prolongar la vida de la persona o “Chin tan” (Elixir Dorado en el taoísmo, una tradición fuerte seguida en la meditación para lograr la Alquimia Interior); además, lograron hacer la pólvora, trabajar el cristal, la porcelana y crear diversos colorantes.
Los alquímicos árabes lograron grandes conocimientos en el procesamiento de substancias mercuriales y arsenicales, entre muchas otras, y dando paso a lo que hoy se conocen como los reactivos químicos.1
            Gracias a la investigación y experimentación alquímica en lo general se llegó entonces al conocimiento y puesta en práctica de la destilación, amalgamación, sublimación, cristalización y oxidación. Lograron la elaboración de la pólvora, el procesamiento de metales o la metalurgia y más, constituyéndose así en la precursora de la química moderna.
            Ahora bien, nos preguntamos: ¿cómo eran aquellos lugares en donde se practicaba la alquimia?
Bueno, es de suponer que estos primitivos laboratorios fuesen lugares cerrados y oscuros ya que la iluminación la proporcionaban algunas cuantas velas; lleno de olores varios como producto de la combustión, mezcla, reacción o descomposición de materiales orgánicos e inorgánicos utilizados en la búsqueda de combinaciones ya supuesta o realmente útiles para uno u otro objetivo a lograr.
Lugares rodeados de recipientes de barro o cristal conteniendo líquidos y sólidos variopintos; colguijes en las paredes o techos, tablas simples como entrepaños en las paredes y algunas sillas y muebles con cajoneras alojando substancias orgánicas e inorgánicas; morteros, destilador (balneum mariae), alambiques o tribikos, hornillas y quemadores, cedazos, martillos y cinceles, cucharas, tenazas, cuchillos, sierras, pesas y alguno que otro instrumento de medición; papeles, pinceles, plumas, huesos, pieles, plantas, tintas y libros, folletos y notas aquí y allá; acompañados, además, de algún perro o gato.
Polvo y un gran halo de secrecía pululando por doquier, sazonado de hermetismo, misticismo, hechicería, nigromancia, magia y… ciencia; tal vez alguno que otro ayudante siguiendo las instrucciones del alquimista quien contribuía, además, a combinar su olor a sudor añejo al ambiente reinante y… alcanzando de vez en cuando un resultado satisfactorio; tal vez algo fortuito, un ¡Eureka! inesperado sobre algo logrado.

Imagen:

Silvério Ferreira da Silva Filho, Lattes CV: http://lattes.cnpq.br/7042681906158573 Consultado en internet el 24 de abril de 2023 en: https://quimicaexplica.wordpress.com/historia-da-quimica

Todo este panorama descrito ha llegado a nuestro conocimiento a través de las descripciones escritas, grabados y pinturas hechas por diversos autores de tiempo pretéritos y… algo que me ha llamado la atención en ellas es la alta frecuencia en la que se suele mostrar en su ambientación, la presencia de un reptil disecado y colgando del techo; con más precisión, el de un cocodrilo como la que mostramos en la imagen anexa.

Me pregunté entonces, ¿Por qué se presenta insistentemente en este ambiente alquímico el cocodrilo? 

Para empezar, hay que recordar que el cocodrilo estuvo presente durante largo tiempo en nuestro contacto humano primigenio con la naturaleza. Los seres humanos solo podían vivir y sobrevivir en lugares cercanos al agua, como muchos otros animales, con ellos fuimos haciendo cultura en los márgenes de los ríos dando paso a las primeras civilizaciones.
De hecho, actualmente una investigación, aún en controversia, ha encontrado evidencias de que algunos primeros seres humanos anatómicamente modernos (homo sapiens) se originaron hace unos 140 a 200 mil años en el África subsahariana cerca de un enorme humedal al sur del río Zambeze, el 4º. río más largo y la cuarta mayor cuenca fluvial de África atestada de cocodrilos, según se refiere en el estudio realizado por la genetista e investigadora sobre la genómica del cáncer y la genómica comparativa humana, Vanessa Hayes, investigadora del Instituto Garvan de Investigación Médica de Sídney, en Australia, y se sabe que este lugar ha sustentado a nuestros antepasados durante 70.000 años. Esta ubicación también cubría partes de Namibia y Zimbabue.2
Luego entonces, esta tan increíblemente añeja relación natural con el cocodrilo (que está presente en el mundo desde la era de los reptiles o Mesozoica hace 250 millones de años: Deinosuchus o Phobosuchus) ha quedado improntada en nuestro inconsciente colectivo como un arquetipo.
El contacto milenario con este reptil nos hizo reconocer en él sus instintos primarios por sobrevivir y reproducirse, que son su principal forma de actuar y su simbolismo que incluye, además de la muerte, la sabiduría primordial, su eficiencia, el sigilo y otras asociaciones poderosas.
Dada su existencia en todo el mundo, incluidas las regiones tropicales de África, Asia, las Américas y Australia, los cocodrilos llegaron a formar parte importante del sistema de creencias espirituales, del folclore y la mitología cultural en todas ellas.
            Al igual que los caimanes, los cocodrilos son animales prehistóricos que han evolucionado muy poco desde hace 50 millones de años y su simbolismo está directamente relacionado con la ideación de cómo mejorar en la vida, como un animal de gran poder que nos impulsa a la lucha contra la adversidad y al logro de objetivos.
            Es así que, en la alquimia, el cocodrilo estuvo presente como un símbolo del mal por ser un animal que se arrastra, como también lo hace la serpiente y por tanto considerados inductores del mal o del pecado como lo instauró la religión, de la putrefacción y la descomposición; por ello, se colocaban en el techo con el propósito de espantar o ahuyentar todo aquello maléfico o pernicioso, en tanto que abajo se trabajaba en la búsqueda de la piedra filosofal representando la transformación de lo impuro en puro. Por esto mismo el cocodrilo fue empleado como un símbolo generalmente hoy desconocido en la heráldica de las farmacias desde la Edad Media, como expresión de sabiduría y prudencia.3
            Cuando menos desde el siglo V al XV era una práctica frecuente en Europa tener estos reptiles colgados en los techos de hogares y templos religiosos para ahuyentar al mal. Por ejemplo, pueden aun observarse en la catedral de Sevilla en España y en templos de Castilla, León y Cataluña, así como en otros lugares de Europa.4

Ahora bien, la palabra cocodrilo o Krokodéilos, deriva de las voces griegas κρόκη kroké, que significa guijarro, canto o piedra redondeada y lisa que suele abundar en las márgenes de ríos y lagos, y δρῖλος, ' drî ' los ', atestiguada como 'pene', también 'gusano' o 'cualquier criatura semejante a una serpiente', literalmente entonces, "gusano de las piedras", pero en realidad se aplicó al principio a los lagartos y otros reptiles pequeños como lagartijas, y posteriormente llegó a referirse a los cocodrilos.5
En la cultura egipcia, Sobek (cuya figura era representada con cuerpo humano y cabeza de cocodrilo) era el dios-cocodrilo por excelencia y durante la Dinastía XIII se le adoptó como patrón de la realeza; dios de la fertilidad y de la potencia creadora, dios protector a ultranza. El cocodrilo constituyó, además, un elemento fundamental de sus prácticas adivinatorias, mágicas, religiosas, de enfermedad y de salud.
En el hinduismo, Váruna es el dios del océano y su vehículo se representa como un cocodrilo llamado Makara. Según el Ramayana, Váruna era dueño de Saumanasá, el Elefante del Oeste, uno de los cuatro paquidermos que sostienen el universo.6
            Entre los pueblos mesoamericanos este milenario gusano de las piedras o cocodrilo fue llamado en náhuatl como huey acuetzpalin (lagartija o lagarto grande de agua, caimán) y era el primero de los signos del calendario náhuatl y estuvo presente en su sistema de creencias, rituales y símbolos ligándole a la lluvia, el agua, el rayo y la fertilidad; su hocico se consideraba como una puerta al inframundo.
            También se le reconocían propiedades curativas, de hecho, el Dr. Francisco Hernández, protomédico de la Nueva España en el siglo XVI, en su Historia Natural de la Nueva España, describió lo siguiente:

No es menos notable que, cuando (los cocodrilos) tienen hambre y carecen de otros alimentos, comen piedras, que se les encuentran éstas en el estómago corroídas y casi consumidas, y que hechas polvo y tomadas curan el mal de piedra. Además encontré en sus fauces unas glándulas casi del tamaño de habas, que tienen un gratísimo olor de almizcle y curan eficazmente las fiebres extinguiéndolas por completo. También el estómago de estos animales, lavado y limpiado, bien secado al sol, molido y tomado oportunamente, rompe y arroja la piedra de los riñones y de la vejiga, y provoca al punto la orina.7


En la cultura Maya se le conocía en la época virreinal como el dios Itzam Kaab Áayin (lagarto cocodrilo de la tierra) o Ya’ax Mumul Áayin (cocodrilo colocho verde), considerado el señor supremo del panteón maya, dios relacionado la vida que resurge de la tierra o dios de la fertilidad, relacionado con el dios de la lluvia Chaak.
Así también, habré de decir que el gusano de las piedras o cocodrilo, por su abundante e inevitable presencia en el entorno primitivo de la humanidad desarrollada cerca de las grandes corrientes de agua, dejó su presencia marcada en muchas y diversas facetas ceremoniales, totémicas y simbólicas de nuestras diversas culturas, como lo son la magia, el sigilo, la fuerza, el honor, la astucia, la resistencia, la protección, las emociones más profundas, la esperanza, la fertilidad, la muerte y el renacimiento, salud y enfermedad, entre otras. Llegó incluso a ser símbolo de la farmacia como arriba señalamos.
Hoy, para los citadinos habitantes del globo, los cocodrilos nos son ahora más que unos simples y primitivos reptiles semiacuáticos y peligrosos que podemos ver en el zoológico (si es que en ellos tienen ejemplares) y que se exhiben cuando se les alimenta bajo horarios predeterminados. Absortos de ver cómo hacen por llegar a la comida y como la tragan rápidamente, o como les obligan a saltar fuera del agua para obtener dicho alimento.
O cuando más cercanos y relacionados que pudiéramos estar del cocodrilo, podríamos recurrir al uso del aceite de cocodrilo comercializado para tratar algunos problemas de la piel como acné, espinillas, quemaduras, heridas, quemaduras de sol, eczema y psoriasis; también como ayuda para disminuir las arrugas, mejorar la limpieza y la salud de la piel.8

 

Actualmente se consideran como símbolos de la Farmacia, entendida como la ciencia y práctica de la preparación, conservación, presentación y dispensación de medicamentos; así como el lugar donde se preparan, dispensan y venden los productos medicinales:
En primer lugar, la Copa de Higia con una serpiente enroscada en su fuste que empezó a usarse desde 1796, en Francia, por Sociedad parisina de Farmacia y es la más ampliamente reconocida en la actualidad. Sin embargo, debemos recordar que la diosa griega Higia, hija del dios Asclepio (de la medicina) y de la diosa Epiome (de la curación), dominaba particularmente los campos de la salud, higiene y la limpieza, no la elaboración de medicamentos; de hecho, la palabra “higiene” deriva de este nombre. En todo caso, el reconocimiento le correspondería más a su hermana, la diosa Panacea (cuyo nombre se compone del vocablo pan, todo y akos, remedio) ser la representante simbólica de la farmacia ya que ella curaba mediante la elaboración de perfectas recetas con diversas hierbas que permitían sanar (curación farmacológica) enfermedades y que fue, por milenios, el buscado objetivo capaz de curar cualquier enfermedad o -propiamente la panacea-, por los practicantes de la alquimia.
El unicornio, animal mítico considerado símbolo de pureza y gracia por los antiguos griegos, cuyo cuerno tenía el poder de curar, principalmente como un anti veneno. Tanto el unicornio como el león son símbolos de la monarquía británica y, en 1617, el rey Jaime I, otorgó sus estatutos a la Sociedad de Boticarios junto con su escudo de armas que incluye a dos unicornios.
El mortero. Este símbolo se hizo popular a partir de 1759, principalmente en Escocia y en el centro de Europa. Hoy, este símbolo se emplea ampliamente en los Estados Unidos de Norteamérica para identificar los establecimientos de farmacia.
            Una cruz verde sobre fondo blanco o una cruz griega, que también suele utilizarse en algunos países para identificar a las farmacias. En 1984, la Real Sociedad Farmacéutica de Gran Bretaña la eligió como el símbolo estándar de farmacia.9
           Con una A gótica y estilizada de color roja (la letra A, proviene de la palabra germana Apotheke, Farmacia), en Alemania, que incluye la copa de Higia.
            Y otros como la Vara de Esculapio, la Cruz de Malta en color     verde y el símbolo de recipe (tómese): Rx.

 

Corolario.

 

El cocodrilo, con su impronta y su simbolismo de sabiduría primordial y eficiencia que incluyen tanto la lucha contra el mal, concepción, incubación y nacimiento de ideas, así como el cómo pueden utilizarse para mejorar la vida como le reconocían los esfuerzos alquímicos, ha quedado atrás y se va perdiendo sutilmente su recuerdo en nuestro milenario inconsciente colectivo.
            Por todo ello propongo que, ante la gran cantidad de símbolos que hay para representar a la Farmacia en el mundo, el símbolo que podría ser universalmente reconocido debería ser, simple y llanamente, la imagen de un cocodrilo.
¡Sí!, la de aquel animal perteneciente a familia Crocodylidae que convivió cotidianamente con nuestros primitivos ancestros al que le dieron el singular y alegórico nombre de gusano de las piedras, el saurio representado en el territorio de la añeja alquimia precursora la Farmacia, el tótem temido, respetado y deificado en muchas culturas.


1 . Briceño V., Gabriela. (2020). Alquimia. Recuperado el 22 abril, 2023, de Euston96: https://www.euston96.com/alquimia/

Redacción. BBC News Mundo. 29 octubre 2019. https://www.bbc.com/mundo/noticias-50222475

3. Origen: Conversación con Bing, 25/4/2023. Crocodylidae - Wikipedia, la enciclopedia libre. https://es.wikipedia.org/wiki/Crocodylidae. El simbolismo animal en la cultura medieval, Ma. Dolores-Carmen Morales .... http://www.bibliotecagonzalodeberceo.com/berceo/moralesmuniz/simbolismoanimalmedieval.htm. La Edad Media, cuando los árboles dominaban el mundo. https://elpais.com/cultura/2020/07/28/babelia/1595960218_485268.html.

4. Historiador. Cocodrilos disecados en los techos de las iglesias en la Edad Media. 7 diciembre de 2020. Consultado en internet el 30 de Abril de 2023 en: https://elhistoriador.es/cocodrilos-disecados-en-los-techos-de-las-iglesias-en-la-edad-media/#:~:text=En%20la%20Edad%20Media%20colgaban%20cocodrilos%20disecados%20en,pinturas%20iconogr%C3%A1ficas%20con%20diversas%20escenas%20del%20antiguo%20testamento.

5. Etimologías de Chile. Consultado en internet el 24 de abril de 2023 en: https://etimologias.dechile.net/?cocodrilo

6. Comisión Nacional del Agua. Deidades mitológicas del Agua. Consultado en internet el 25 de abril de 2023 en: https://www.gob.mx/conagua/es/articulos/deidades-mitologicas-del-agua?idiom=es

7. Francisco Hernández. Historia Natural de la Nueva España. Consultado en internet el 25 de abril de 2023 en: http://www.franciscohernandez.unam.mx/tomos/03_TOMO/tomo003_27/tomo003_027_005.html

8. Jacaré, aceite de cocodrilo. https://www.tecnobotanicademexico.com.mx/tienda/producto/754

9 . The origins and meanings of pharmacy symbols. https://wellcomecollection.org/articles/We9Wqx4AAA5amD91

sábado, 1 de abril de 2023

Primera ligadura de la arteria axilar en América.

 

Primera cirugía de ligadura de la arteria axilar
en América. Aguascalientes, México 1864.

Dr. Xavier A. López y de la Peña.


Durante la intervención francesa, el 12 de enero de 1864, el cirujano francés Jules Aronssohn (1830-1902)1 efectuó con éxito en la ciudad de Aguascalientes, Ags., México, la primera ligadura reportada hasta ahora en América de la arteria axilar en un torero mexicano, desgarrada a consecuencia de una cornada acaecida en una fiesta de toros.
    Esta noticia fue dada a conocer en la Gaceta Médica de México, órgano de la Academia de Medicina. Tomo I, Años 1864-1865, páginas 337-338, y que lleva por título:
    “Observación de la ligadura de la arteria axilar a consecuencia de una cornada”, escrita por el doctor Jules Aronssohn y fechada el 28 de diciembre de 1864.2
     Jules Aronssohn nació el 12 de febrero de 1830 en Estrasburgo, Francia y sus padres fueron el señor Jacques-Léon Aronssohn y la señora Caroline Levy.
    Obtuvo su título como médico por parte de la Facultad de Medicina de la Universidad de Estrasburgo, Francia, con una tesis defendida el 26 de agosto de 1854 y que lleva el título de: Principales leyes físicas de la progresión sanguínea.3
    Este médico militar formó parte del contingente invasor enviado a nuestro país durante la segunda intervención francesa (1862-1867) y quien llegó a México el 20 de febrero de 1863.
    La descripción que hace en francés del suceso ocurrido en la entonces Plaza de diversiones, llamada más tarde en 1869, Plaza Buen Gusto, de la ciudad de Aguascalientes, fue publicada en la Gaceta referida y es la siguiente:

         El 12 de enero de 1864 había una corrida de toros en Aguascalientes. El torero Severiano Montes quiso subir a la balaustrada para escapar a la embestida del toro que había hecho por él. Pero había llovido. Los postes de madera estaban resbalosos: el desgraciado cayó de vuelta al ruedo y fue embestido por el animal antes de poderse levantar. Recibió una cornada en la axila derecha. Puesto que estaba yo presente en la función, pronto estuve al lado del torero.

La hemorragia era espantosa. El cuerno del animal, rematado en forma de espiral muy alargada, había penetrado por en medio del hueco de la axila en dirección al húmero. Desde ese punto el pitón se había enderezado y había penetrado a más de diez centímetros de profundidad; el dedo entero desaparecía dentro de la herida. La sangre corría abundantemente como formando una capa; tenía el color de la sangre arterial. Al introducir el dedo en la herida no se sentía el latir de la arteria humeral: había que remontarse hasta la arteria axilar para poder encontrar los latidos. La compresión en ese punto, ayudada por la compresión de la arteria subclavia, hacía disminuir considerablemente la hemorragia. De ese modo la sangre solo manaba lentamente y ya no tenía el color de la sangre arterial; intente precisar de manera correcta las indicaciones para este gravísimo caso, ya que me parecía evidente que tenía la vida del herido en mis manos.

         Al cambiar de lugar la compresión, buscando la ausencia o la presencia de los latidos en el trayecto del vaso sanguíneo, me percaté de que la hemorragia disminuía poco a poco. De tal manera que, según mis cálculos, una hora después del percance todo el derramamiento de sangre arterial había cesado y pude dejar de aplicar compresión alguna. No me cabe duda de que esta supresión de la hemorragia se debía al carácter mismo de la herida: es bien sabido que, tratándose de heridas arteriales por desgarramiento, la hemorragia cesa por sí sola. La industria moderna nos ha dado multitud de ejemplos de este tipo cuando hablamos de miembros arrancados por las máquinas. Era absolutamente necesario ligar el vaso aún a riesgo de exponer al herido a una hemorragia secundaria, la cual podría causarle la muerte, ya que había perdido más de dos kilogramos de sangre. El lugar para llevar a cabo la ligadura se situaba en la mitad del tercio inferior de la arteria axilar, ya que los latidos desaparecían justo en el punto en que dicha arteria se convierte en humeral, y ya no podían identificarse en toda la parte inferior del miembro.

         La operación en sí no tuvo nada de particular. A manera de precaución, el señor Logeay, veterinario, quien tuvo la bondad de asistirme durante el procedimiento, llevó a cabo la compresión de la arteria subclavia;4 se procedió a ampliar la herida y la arteria quedó al descubierto y fue ligada después que se constató fehacientemente la presencia de los latidos correspondientes.

         El herido no había dejado de estar en posición horizontal y no había perdido el conocimiento. Se trataba de un indio de 24 años de edad, de estatura mediana, temperamento bilioso y buena constitución física, pero de escaso desarrollo muscular. A pesar de ello, fue un nuevo ejemplo de la facilidad con que los traumatismos llegan a curarse en ciertas razas; esta propensión ha sido constatada en la raza árabe por todos los médicos militares que han vivido en África y por lo visto está también presente en los indios.

         La herida cicatrizó tan rápido, que el herido consideró prudente retomar sus actividades, y no sin sorpresa le vi reaparecer en el ruedo el 26 de enero, quince días después del percance. Intentó en varias veces estoquear al toro, pero le faltaba fuerza y tuvo que renunciar a estos esfuerzos demasiadamente dolorosos. Esta imprudencia no tuvo consecuencias nefastas: la ligadura se desprendió el 29 de enero, y para los primeros días de febrero la herida había cicatrizado por completo. En esos días, se sentían latidos muy débiles en la arteria radial derecha: la arteria humeral por debajo de la ligadura todavía estaba inmóvil.

         El torero que nos ocupa ya había recibido con anterioridad una cornada en la axila izquierda, más la arteria no había sido afectada y la herida se había curado sin complicaciones y sin cuidados. Después de que hubo curado de su segunda herida, el hombre lucía en cada axila una cicatriz irregular y similar: si uno no hubiera conocido el origen de las mismas hubiera podido atribuirlas a la supuración de ganglios.

         México, 28 de diciembre 1864.

            Agregamos que este médico militar francés participó en la batalla de la caída de Puebla en 1863 y refirió las siguientes palabras reconociendo la enconada resistencia habida por los mexicanos en ella, diciendo: Todos quedamos admirados de la fuerza de los trabajos de defensa. A la larga, muy probablemente, habríamos tomado la mayoría de los fuertes, pero nunca habríamos entrado a la ciudad, sin destruirla. El hambre rindió la plaza.5
     Estuvo también en la ciudad de Guadalajara en 1865 como queda registrado en una carta que envió el capitán, también francés, Hiles Bochet refiriendo que, si regresa feliz a Francia, como todos sus compañeros, escribe que conservará la «nostalgia de este hermoso país». Dejó la última frase de su escrito repitiendo las palabras pronunciadas por el médico mayor Jules Aronssohn: Si México tuviese la paz, el mundo entero quisiera venir a vivir acá... Cómo olvidar las noches de Guadalajara cuando me paseaba en la plaza, alumbrado por una luna tan clara que podía leer a su luz, con grandes sombras negras y mujeres, cabello suelto y mantillas, pareciendo hermosas todas bajo el astro de amor.6

            El médico mayor, Jules Aronssohn, recibió una condecoración por parte del Ministerio de Guerra del gobierno de Francia, como soldado participante en batalla en México, durante el período de 1862 a 1863, al regresar a su país7 y falleció en París el 27 de octubre de 1902.8 
Esta extraordinaria cirugía realizada por el Dr. Jules Aronssohn, efectivamente salvó la vida del torero mexicano y ciertamente la recuperación del mismo también fue extraordinaria.

A pesar de que la arteria axilar proporciona de manera importante la irrigación de la extremidad superior, su ligadura puede no comprometer la viabilidad de los tejidos de la extremidad -como sucedió en este caso-, gracias a la irrigación que ofrecen una gran cantidad de anastomosis en la región; sin embargo, se recuerda que la ligadura de esta arteria tiene un riesgo de amputación -en la actualidad-, de un 18 a 55%.9


1 . Fotografía de Jules Aronssohn de 1884. Tomada de: Raúl Aragón López y José Francisco Coello Ugalde. Historia de la cirugía taurina en México. Cirujanos Taurinos Mexicanos de la Sociedad Internacional de Cirugía Taurina, México 2018. Consultado en internet el 8 de enero de 2023 en: https://issuu.com/fcth/docs/03_junio_29a

2 Alfredo de Michelli. Los inicios de la cardioangiología mexicana en los albores de la Academia Nacional de Medicina. ArchCardiolMex.2016;86(3):276-281.

3. Catalogue des médiathèques de la Ville et de l’Eurométropole de Strasbourg. Consultado en internet el 9 de enero de 2023 en: https://www.mediatheques.strasbourg.eu/clientBookline/recherche/NoticesDetaillees.asp?INSTANCE=exploitation&iNotice=0&ldebut=&chkckbox23=off&chk0=on&chk1=off&chk2=off&chk3=off&chk4=off&chk5=off&chk6=off&chk7=off&chk8=off&chk9=off&DISPLAYMENU=&IDTEZO=&IDTEZOBASE=&IDTEZOFORM=

4. Probablemente siguiera el método de Dall de compresión para la subclavia: En el hueco supraclavicular, detrás de la parte media de la clavícula, a 2 pulgadas por fuera de su extremo interno y estando el hombro fuertemente deprimido y sin apoyo, se introduce profundamente el pulgar, con el pulpejo hacia abajo, por detrás y hasta debajo de la clavícula, por fuera del escaleno anterior, apoyándose por detrás en el lado del cuello con los otros cuatro dedos extendidos y se comprime la arteria subclavia contra la primera costilla. Se comprueba la eficacia de la compresión por los latidos de las arterias del brazo. El pulgar puede ser reemplazado por un sello de lacrar o un objeto análogo convenientemente acolchado. Pero, digital o instrumental, la compresión de la subclavia exige, para ser eficaz, un esfuerzo enérgico; durante las maniobras operatorias, es muy difícil de mantener de un modo regular y no siempre detiene por completo la circulación; es poco conveniente, además, en los cuellos gruesos y cortos. Consultado en internet en: diposit.ub.edu/dspace/bitstream/2445/13125/3/b16917108_0003.pdf.

5 . Jean Meyer, Yo, el francés, biografías y crónicas. La Intervención en primera persona, p. 324. Citado en: El Sitio de Puebla. 150 aniversario. Arturo Aguilar Ochoa. (Coordinador). Instituto Nacional de Estudios Históricos de las Revoluciones de México. Benemérita Universidad Autónoma de Puebla. Instituto de Ciencias Sociales y Humanidades “Alfonso Vélez Pliego”. México 2015, p. 216.

6. México, carta del 26 de septiembre de 1865, citada en: MEYER, Jean. México en un espejo: testimonio de los franceses de la intervención (1862-1867) In: México Francia: Memoria de una sensibilidad común; siglos XIX-XX. Tomo II [en línea]. Mexico: Centro de estudios mexicanos y centroamericanos, 1993 (generado el 09 janvier 2023). Disponible en Internet: <http://books.openedition.org/cemca/833>. ISBN: 9782821828001. DOI: https://doi.org/10.4000/books.cemca.833.

7. Morton Subastas. Expedition du Mexique. Medalla y Certificación a Monsieur Aronssohn. Libro: Micard, Etienne. Consultado en internet el 24 de enero de 2023 en: https://live.mortonsubastas.com/online-auctions/morton-subastas/expedition-du-mexique-medalla-y-certificado-a-monsieur-aronssohn-libro-micard-etienne-la-france-au-mexique-piezas-3-2830410

8. Ancestry. Jules Aronssohn. Consultado en internet el 10 de junio de 2022 en: https://www.ancestry.com/genealogy/records/jules-aronssohn-24-64gk96

9. Herrera, Mario Alain, Millán, Mauricio, del Valle, Ana Milena, Betancourt-Cajiao, Mateo, Caicedo, Yaset, Caicedo, Isabella, Gallego, Linda M., Rivera, Diego, Parra, Michael W., & Ordoñez, Carlos A. (2021). Control de daños del trauma vascular periférico - No le tema a la fosa axilar o poplítea. Colombia Médica, 52(2), e4074735. Epub April 10, 2021.https://doi.org/10.25100/cm.v52i2.4735

miércoles, 1 de marzo de 2023

Silencio.

 

Oda al silencio


El silencio es el recogimiento del Ser en el retorno a su verdad.
-Martin Heidegger-


Dr. Xavier A. López y de la Peña


En el principio había silencio, luego surgió a partir del átomo primigenio o huevo cósmico como le llamara el sacerdote y astrofísico Georges Lemaitre en 1930, hace 13 800 millones de años, un sonido, ruido o estrepitoso estallido: la gran explosión o Big Bang, llamado así posteriormente y a manera de burla, por el también astrofísico Fred Hoyle.
Tal vez esta frase suene trillada, insolente, necia o quizás absurda para algunos, pero así fue como hasta hoy considera la ciencia el origen del universo. De la silenciosa “nada” apareció súbitamente el estruendoso disparo energético -también conocido como nucleosíntesis primordial-, o de una singularidad cuyas ondas mecánicas (sonido) habrían de transmitirse por doquier de manera aún indescriptible.
            De la “nada”, de la ausencia de todo lo objetivo, brota en un espléndido momento lo objetivo lleno de energía en movimiento, de transformación, de evolución o, -como podríamos decirlo brevemente-, del silencio absoluto (inerte) al dinámico sonido de la energía-materia (vida).
La palabra silencio proviene del latín silentium y este del verbo silere y quiere decir abstenerse de hablar o estar callado en el tema de la comunicación humana, aunque ello no necesariamente implique que no haya comunicación; como también se refiere a la ausencia total de ruido o de sonido. En el ámbito de la comunicación, el silencio puede ser utilizado para transmitir emociones, para comunicar alguna cosa sin decirla, para enfatizar un mensaje, para permitir la reflexión y muchas más. Sin embargo, el silencio también puede llegar a crear un espacio de tensión, extrañeza e incertidumbre que puede ocasionar situaciones absurdas e inesperadas; por ejemplo, cuando una conversación se detiene abruptamente y ambos interlocutores permanecen en silencio un largo periodo de tiempo sin una causa o razón aparente.
Y el sonido, del latín sonĭtus, influido en su acentuación por ruido, chirrido, rugido y otros es, en términos de la física, cualquier fenómeno que involucre la propagación de ondas mecánicas (audibles o no), a través de un medio (fluido o sólido) que esté generando el movimiento vibratorio de un cuerpo. Esta vibración produce una sensación auditiva en el órgano de nuestro oído al transmitirse por el medio elástico del aire.
            Esto significa que debe haber “algo”, un objeto que sea capaz de moverse en un medio en el que se puedan producir dichas ondas mecánicas. Entre nosotros, el rango de sonido audible oscila entre los 20 y 20,000Hz.
            La concepción y percepción humana sobre el silencio en cuanto a la comunicación, tiene amplias formas de interpretarse en diversas sociedades y culturas. Por ejemplo, en la cultura occidental y de manera general, el silencio es considerado como inaceptable e indeseable, en tanto que en la oriental es todo lo contrario.
            Es así que el silencio desde tiempos inmemorables ha ocupado en la mente humana un lugar predominantemente especial, no como una forma de no “comunicar” algo a otro u otros, sino para comunicarnos con nosotros mismos, silenciando nuestras ideas y pensamientos discursivos, representacionales o conceptuales. De hecho, ello ocurre en todas las concepciones místicas y gnósticas en su lucha por revelarnos los más recónditos secretos de nuestra propia existencia, para comprenderla sin las ataduras de todo lo que esté fuera de nosotros, siendo una genuina parte nuestra y mostrándose en nuestro devenir cotidiano.1
            Es así que el silencio puede verdaderamente percibirse y entenderse como una experiencia interna, aun en medio de un entorno ruidoso, bajo un proceso de meditación o contemplación que nos lleve a una experiencia de silencio interior que nos otorga una sensación de quietud y paz.
            En la filosofía griega el silencio era considerado como una forma de sabiduría y se consideraba de gran valor el mantener la calma y el equilibrio emocional en silencio.
En la India, la lucha por la práctica del silencio era seguida para obtener la iluminación espiritual.
Dentro del budismo y el hinduismo, el silencio constituye el elemento primordial en los procesos de meditación y contemplación.
            En el cristianismo, el silencio se valora y promueve como un mecanismo para acercarse a Dios y de concentración en la oración.
            De igual manera, es interesante tratar de conocer el significado y la interpretación de lo que no se dice explícitamente con el silencio. Así, el silencio podría éste interpretarse como un desinterés en un tema de conversación o como lo contrario; porque no se tenga o quiera algo qué decir; para evitar entrar en una discusión; para preparar una respuesta ulterior; por mantener un secreto; por ignorancia y muchas más.
            Sin embargo, el silencio para con nosotros mismos considero que sea el que más nos debería importar. El silencio necesario para comunicarnos con nosotros mismos, para tratar de entendernos, sabernos y tal vez explicarnos.
Como bien lo señalara Max Scheler: La comprensión de uno mismo es necesaria para hacer entender a otros que es lo que se piensa, lo que se desea, lo que se ama, etc., y ello depende muy estrechamente de la técnica del silencio.2
En forma general puedo aventurar que esta manera de silencio es poco valorada como tal. Más aún en el vertiginoso y bullicioso mundo que nos rodea donde existen multiplicidad de factores que nos lo impiden y se propalan como sonidos o ruidos provenientes de todas partes, de muchas formas y a todo momento.
            Se estima que más de 1000 millones de personas de edades comprendidas entre los 12 y los 35 años corren el riesgo de perder la audición debido a la exposición prolongada y excesiva a música fuerte y otros sonidos recreativos, lo que puede acarrear consecuencias devastadoras para su salud física y mental, educación y perspectivas de empleo.3
            Con el impresionante avance habido en la tecnología y la comunicación actuales, la idea y necesidad de silencio se ha convertido en un deseable objetivo por demás raro y de gran valor.
Al silencio ahora se le suele asociar a la soledad y a la desconexión interpersonal que conllevan de manera importante a la marginación y a la depresión, en tanto que en otras situaciones el silencio se convierte en una forma de bálsamo de escape deseado de la agobiante, estridente y avasallante sobrecarga sensorial del mundo que nos rodea.
El silencio, sin embargo, nos prepara para una autorreflexión que, guiada inteligentemente, nos permita relacionarnos con nuestro entorno en tranquilidad y paz.
            El silencio para con nosotros -resumidamente-, es como lo refiere el filósofo y ensayista dominicano Alejandro Arvelo Polanco: …la respuesta del alma a una sociedad en creciente proceso de deshumanización, que reduce constantemente su capacidad de diálogo, es decir, la capacidad de entendimiento entre sus miembros, lo cual es causa de conflictos, a nivel de la totalidad social. El diálogo va entretejiendo el tejido social humano, unificando todos sus componentes, en la búsqueda de estrategias comunes.
            La profundidad de espíritu es imposible al margen de la soledad. Aquel que no es capaz de dedicar a su construcción racional algún instante de silencio creativo, de detenerse y guardar para sí mismo sus palabras hasta pulir como pieza de orfebrería sus pensamientos, es también incapaz de apreciar y percibir en su justa dimensión la sublime quietud, la insondable placidez del universo.4 
Finalmente, se puede agregar que el silencio es el lugar donde se manifiesta la gran presencia del ser, la gran gesta de todo, la palabra es su proyección y su sueño. La quietud, nos entrega el origen y el polo opuesto, a la acción. El inicio de todo lo que será proyectado. Por ende, el sujeto es presente, y será percibido por los demás, en su quietud y silencio, máximos.5
Silencio y quietud son entonces la clave para que nuestra autoconsciencia aprenda a expresarse hacia el equilibrio, la plenitud y la paz.

En un fragmento del poema Pido silencio del poeta y político chileno, Pablo Neruda, con sencillez y galanura lo expresa de la siguiente manera: 


Pero porque pido silencio
no crean que voy a morirme:
me pasa todo lo contrario:
sucede que voy a vivirme.

Y tal vez, para pregonar y reafirmarme en esta idea, compraré una camiseta a la que haré le impriman la siguiente frase:

No molestar

Estoy muy ocupado en silencio, haciéndome.

Fuentes:



1. Pérez-Boada, H. F. (2020). El silencio como experiencia mística: último refugio de lo genuino y lo libre en un entorno comunicativo. Revista Filosofía UIS, 19(1), DOI: 10.18273/revfil.v19n1-2020009

2 . Max Scheler. En Naturaleza y formas de la simpatía. Editorial Losada. Buenos Aires 1994, p 74.

3 . La OMS publica una nueva norma para hacer frente a la creciente amenaza de la pérdida de audición. 2 de marzo de 2022. Noticias departamentales, Ginebra. Consultado el 18 de febrero de 2023 en: https://www.who.int/es/news/item/02-03-2022-who-releases-new-standard-to-tackle-rising-threat-of-hearing-loss

4. Alejandro Arvelo. Filosofía del silencio. Consultado en internet el 18 de febrero de 2023 en: https://www.escueladefilosofia.org/filosofia-del-silencio/

5 . El silencio como concepto filosófico. SitioCero, 23 de febrero de 2023. Consultado en internet el 23 de febrero de 2023 en: El silencio (2) como concepto filosófico – SITIOCERO https://sitiocero.net/2012/08/el-silencio-2-como-concepto-filosofico/