miércoles, 22 de diciembre de 2010

Maternidad subrogada


MADRE DE SUSTITUCIÓN
O DELEGADA.

© Dr. Xavier A. López y de la Peña

¡Oh, hombre, ¿cuál es tu procedencia?
Eres demasiado malo para un Dios
y demasiado bueno para haber surgido del azar!

Ma. Elena Martín Alonso (1993)


Es probable que un importante número de personas desconozcan los alcances y avances que se han logrado en el terreno de la reproducción humana y que han llevado a una disociación conceptual de la procreación y de la relación sexual.
Hoy han perdido sentido las antiguas frases latinas: mater sempre certa est que otorgaba el verdadero crédito de madre a la mujer que paría un hijo de sus entrañas, y el de pater is est quem nuptiae demostrant en el que el padre es el esposo de la madre.
La fecundación y la gestación se han fragmentado de forma tal que es posible la unión de un óvulo con un espermatozoide fuera del cuerpo humano y la posibilidad de implantar a este embrión en el cuerpo de otra mujer que, dejando entonces de ser genitora se convierte ahora en gestadora. Su hijo así, realmente no será hijo suyo; esto es lo que suele conocerse como -existen otras acepciones- madre portadora, madre de sustitución o subrogada.
El campo biotecnológico aplicado a la reproducción humana así, queda abierto para la participación de personas “ajenas” a ella y puede establecerse la venta o donación de óvulos a mujeres estériles, llevar a término el embarazo con embriones de otras mujeres o gestar embriones de donantes desconocidos y otras más. Como ejemplo actual, se tiene a la compañía norteamericana llamada The Surrogacy & Egg Donation Center (www.madresubrogada.com), fundada por Theresa M. Erickson y con oficinas en San Diego, Los Angeles y Miami.
La maternidad por sustitución, -esta información nos lleva a recordar el caso de maternidad “subrogada” bíblica de Abraham cuya mujer Sarai era estéril y, en el que ella misma le propuso a Abraham que tomara como concubina a una esclava egipcia de nombre Agar de la que tuvo un hijo al que pusieron por nombre Ismael (Génesis 16:2)-, delegada o subrogada inició operaciones comercialmente en 1980 con la Surrogate parenting associates en Louisville, Kentucky, E.U.A. con un “costo” -estimado- de 15 000 dólares; aquí, las mujeres “contratadas” para gestar el hijo mediante convenio son inseminadas artificialmente con semen del marido de la mujer estéril.
Se abre también con el procedimiento descrito, una nueva forma de filiación que puede denominarse contractual, que sigue a la legítima, natural y adoptiva que daban seguridad a la transmisión genealógica.
La dimensión que ofrecen las nuevas tecnologías rebasan con mucho los campos éticos y legales de la ciencia y caen con mucha frecuencia en la transformación objetiva del asunto desde una óptica mercantil como lo ofrece el contenido conceptual de la terminología empleada: Banco de semen, gestación por cuenta ajena, alquiler de vientre, stock de embriones, procreática, ingeniería genética, maternidad subrogada, donación o venta de ovocitos, etc.
Tres elementos de enorme trascendencia están ahora en la mesa de discusión en torno a la identidad humana: la diferencia entre los sexos (las operaciones para la reasignación de sexo, como expresan psiquiatras y cirujanos, que se reducen -desde el punto de vista morfológico únicamente- a un simple cambio de los órganos genitales en una persona para asemejarse al sexo opuesto únicamente. Los hombres siguen biológicamente siéndolo pero sin pene ni capacidad generacional y las mujeres con pseudopene son incapaces de concebir.), el orden naturabilis de las generaciones (nadie como los árabes que conocen su genealogía hasta la más remota generación) que fracturan la filiación, y la inviolabilidad del cuerpo humano que hoy es sujeto de manipulación desde su primerísima célula.
Tocan a las puertas del conocimiento humano también, las posibilidades reales de llevar a feliz término la ectogénesis (embarazo llevado a cabo fuera del útero y totalmente en un tubo de ensayo) y la clonación (copia idéntica de un mismo individuo -los Dres. Briggs y King en el Instituto Carnegie en Washington los iniciaron con éxito desde 1952).
En el caso de la ectogénesis (crecimiento y desarrollo de un organismo vivo en un ambiente artificial) obtenido a partir de un óvulo y un espermatozoide anónimos ¿quiénes serán asignados como los padres? o dicho de otra forma ¿cómo se establece la filiación?, ¿la “madre” -en el absurdo- será la el útero artificial en que se desarrolló el nuevo ser? La ciencia y tecnología actuales ya están sobre los pasos de este procedimiento, y los avances en la puesta en marcha de una placenta artificial se describen ampliamente en: Development of an Artificial Placenta. Nobuya Unno. pp. 62-69. Disponible en la internet en:
http://translate.google.com.mx/translate?hl=es&sl=es&tl=en&u=http%3A%2F%2Fen.wikipedia.org%2Fwiki%2FEctogenesis
En 1791 en Inglaterra aparentemente se iniciaron las primeras medidas encaminadas a aplicar la inseminación artificial a solicitud de parejas con problema de esterilidad y sin embargo parece que no tuvieron éxito y, para 1897 el Santo Oficio les impuso una oposición formal: non licere. El tribunal de Bordeaux había antes (1883) emitido una condena previa al decir que “la inseminación artificial repugna a la ley natural, puede constituir un verdadero peligro social e importa a la dignidad del matrimonio que semejantes procedimientos no sean trasladados del terreno de la ciencia al de la práctica.”
Actualmente consideramos que no representa un problema mayor tanto jurídico como ético-filosófico el que una pareja con problema de esterilidad recurra a la inseminación artificial empleando sus propias células germinales, ya que el hijo concebido así, será realmente su hijo biológico y afectivo.
La controversia se suscita cuando en la procreación artificial se hace participar a un donante y/o una madre de sustitución, porque se ponen en tela de juicio la maternidad-paternidad, el derecho a la filiación, las estructuras de la parentalidad, y la representación del hijo en la sucesión de las generaciones, además de que coloca al cuerpo humano como una posible opción inaceptablemente negociable, esto es, que pudiera estar sujeta de comercio que sustituye la relación de pareja en el orden del ser con una relación en el orden del tener: el hijo se convierte entonces en la cosa de su madre, simple objeto de posesión -apunta el profesor Alain Seriaux-.
Aún cuando muchos procedimientos actualmente utilizados en el tratamiento de la o los problemas de infertilidad sean legalmente aceptados, moralmente se presentan objeciones dependiendo de razones culturales, religiosas, económicas y hasta políticas en su caso.
La Dra. López Moratalla en su libro de Deontología biológica (1987) nos dice: El desarrollo tecnológico ha acostumbrado de tal forma al hombre de la civilización actual a fabricar cualquier cosa, que se ha hecho en ocasiones difícil reparar en la gravedad que supone sacar el origen de una nueva vida humana del entorno profundamente humano de la sexualidad conyugal, para situarlo en el mundo de la técnica, donde el padre y la madre, convertidos en simples donadores de gametos, no son ya insustituibles, y lo único que queda como imprescindible es el trabajo de un técnico capacitado y eficaz.
Jacques Testard, el padre científico del primer “niño de probeta” francés (recordamos que el primer “bebé de probeta”, la niña Louise Brown nació el 25 de julio de 1978 en el Oldham and District General Hospital de Lancanshire, cerca de Manchester luego de 15 años de trabajos del fisiólogo Robert Edwards y el ginecólogo Patrick Steptoe) se retiró de la investigación en 1987 con las siguientes palabras:
“El científico no es ejecutor obligado de cualquier proyecto salido de la lógica inherente de su propia técnica. Situado en el eje del remolino de las posibilidades, el investigador adivina antes que nadie la dirección de la curva que sigue, y debe tener capacidad autocrítica. La novedad trae satisfacción y hace falta mucho coraje para detenerse en la investigación comenzada..., pero sé que cuanto más se avance en estas técnicas sin una guía ética los riesgos y los percances serán mayores: no ha ocurrido nunca que un conocimiento adquirido deje de ser aplicado después.
Yo, Jacques Testard, trabajando en el campo de la procreación asistida he decidido parar y acabar con esta carrera enloquecida hacia la novedad científica, porque sé la dirección de la curva. Se pretende sacrificar innumerables vidas humanas para construir un hipotético progreso genético: primero se eliminarán embriones con enfermedades congénitas y posteriormente serán otros motivos para desecharlos: el sexo, la estatura, el color de los ojos, el color de los cabellos... Mi última aportación ha sido la congelación de embriones humanos, pero no iré más allá, ni intentaré otras marcas. Lo harán otros, pero no porque sean mejores, sino simplemente porque tienen ganas de hacerlo, de que se hable de ellos, de aparecer en la televisión. Soy plenamente consciente de que esta decisión equivale para mí a una especie de suicidio profesional”.
Cuando el ser humano -apunta la Lic. Ma. Elena Martín Alonso (1993)- pueda ser expresado ad integrum, éste quedará reducido a un objeto. La dignidad y racionalidad del hombre, único, irrepetible, incanjeable, insustituible y trascendente deberían ser permanentes, intocadas.
Todas estas opiniones tienen valor, sin embargo, no responden cabalmente al derecho humano de procrear cuando ciertas condiciones de naturaleza insalvable lo impiden. Surge entonces la posibilidad de procrear artificialmente mediante la procreática, término acuñado por los franceses para referirse a todo el espectro de la reproducción artificial o fabricación de seres humanos y que habla del derecho a tener o a no tener hijos, del derecho a la reproducción, a la libertad reproductiva, etcétera.
Es entonces necesario encontrar alternativas terapéuticas válidas a la esterilidad, compatibles con la dignidad de la procreación humana. Todo un reto para los científicos responsables de conciliar la ciencia y la ética.
En México se estima actualmente que hay un millón y medio de parejas con problemas de fertilidad y acaba de promulgarse en el Distrito Federal la Ley de Gestación Subrogada que fue aprobada el 29 de noviembre del 2010. Esta ley entrará en vigor a partir del mes de enero de 2011 y ha sido producto de esfuerzos conjugados que se han venido gestando desde años atrás. Recuérdese el documento titulado: Maternidad Subrogada, que emitió en el 2008 la Cámara de Diputados de la LX Legislatura a través del Servicio de Investigación y Análisis, Subdirección de Política Exterior, de la autora Lic. Alma Arámbula Reyes, Investigadora Parlamentaria, accesado en: http://www.diputados.gob.mx/cedia/sia/spe/SPE-ISS-14-08.pdf.
El tiempo y la experiencia habrán de decirnos si esta ley, similar a la que se tiene en algunos países como Australia, Alemania, Francia, Noruega y Suecia, entre otros, contribuye a hacer valer el derecho de procreación de las mujeres imposibilitadas naturalmente para ello, en nuestro país.

1 comentario:

  1. Esto atropella los derechos de los así gestados, pues desvincula el acto amoroso de la procreación de los sentimientos más sublimes y dignos en la culminación de la relación amorosa y complementaria entre dos personas que se aman.
    ¿Qué sentirá ese nuevo ser cuando sepa que fue resultado de la necesidad económica de su madre, al menos madre en el sentido de haberle prestado su vientre para poder formarse y crecer? ¿cómo afectará en él, la ruptura del inevitable vínculo que se formó entre él y su madre "incubadora" mientras estuvo en su vientre?, ¿cómo afectará esto mismo a la madre, no solo en esos 9 meses, sino a lo largo de toda su vida?...Estas son preguntas que no se pueden responder fácilmente.
    Por su puesto esta práctica ya ha generado enormes ganancias a algunos médicos en los EEUU que han tomado ventaja de ésta modalidad de gestación, llevando a cabo la fertilización en los EEUU y luego viajando con embriones congelados a países como Nepal e India dónde por unos cuantos dólares ya han comprado a una "madre substituta"
    Que pena que este modelo de "servicio de paternidad", si es que se puede llamar así ya se vive en México. Por supuesto no se trata más que de una nueva manera de hacer dinero.

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