lunes, 12 de junio de 2017

Creencias.

Creer es más fácil que pensar. He aquí la razón de que haya más creyentes; además, hay que considerar que muchas creencias se apoyan en el prejuicio y en la tradición y, si la verdad contradice las creencias profundamente arraigadas, entonces algo está muy mal. Es incorrecto siempre, en todas partes, y para todos, creer algo basándose en insuficientes evidencias. Lo que pretendemos despertar no es el deseo de creer, sino el de encontrar, que es todo lo contrario.
Dr. Xavier A. López y de la Peña
Principiaremos por definir qué es la creencia o creer.
Creencia es el la situación personalísima que supone como verdadero el conocimiento o la experiencia que se tiene acerca de alguna cosa o acontecimiento; cuando esta se objetiva, su contenido se presenta con una propuesta lógica, y entonces puede expresarse mediante un enunciado lingüístico como afirmación. Por ejemplo, yo creo en la magia, en los duendes o el demonio. Creer es, en fundamento, tener la certeza de algo pero sin tener nada que lo pueda confirmar.
De esta manera la creencia ha sido considerada como la forma más simple de contenido mental representativo en la formación del pensamiento. A su vez, las creencias pueden expresarse de dos maneras: Creer que..., para hablar de un contenido concreto: creo que Dios no existe; o Creer en…, creo en la bondad de una persona o, como arriba referimos, en los duendes. Una creencia o práctica que es presentada incorrectamente como científica, que no sigue un método científico válido, que no puede ser comprobada de forma fiable, o que carece de estatus científico es lo que se conoce como pseudociencia, esto es, falsa ciencia. Esta pseudociencia se caracteriza por el uso de afirmaciones vagas, contradictorias, exageradas o infalsables (esto es, que se opone al racionalismo crítico como propusiera el filósofo austriaco Karl Popper (1902-1994), y la poca o nula disposición por parte de sus seguidores a aceptar evaluaciones externas de expertos; y en general, la ausencia de procedimientos sistemáticos para el desarrollo racional de teorías.
Dentro de las múltiples creencias más o menos hoy en boga entre nosotros, haremos unos comentarios acerca del Biomagnetismo basado en el artículo que el doctor en Ciencias Físicas, Arnaldo González Arias, publicó en la Revista Anales de la Academia de Ciencias de Cuba, Vol. 3, No. 2, Año 2013, titulado: Apuntes para una historia sobre la medicina alternativa en Cuba - II. Terapias magnéticas y electromagnéticas. Mismo del que tomamos las siguientes notas:
Los intentos de curar mediante el empleo de imanes se remontan a la antigüedad como figuran incluidos en algunos textos árabes, persas y bizantinos. Ya el filósofo, médico y alquimista suizo Paracelso en el siglo XVI practicó con imanes para tratar casos de epilepsia, diarreas y hemorragias, entre otros. En el sigo XVIII el médico austríaco Franz Anton Mesmer causó furor entre el público francés con sus terapias curativas con imanes en personas afectadas con su inherente flujo magnético; pronto su fama decayó y finalmente dio término este abordaje terapéutico sobre el “magnetismo animal”. No obstante el empleo terapéutico con imanes no decayó totalmente en el tiempo y pulularon abierta o soterradamente, y se siguieron empleando y comercializando estos artilugios bajo una gran variedad de formas: sombreros con imanes, corsés, sandalias, pulseras, collares, camas y otros más, asegurando que con ellos se “curaría cualquier enfermedad curable”.
En México, como en otras partes del mundo, la magnetoterapia o biomagnetismo, como también suele llamársele, ha cobrado gran impulso gracias a uno de sus promotores, el doctor Isaac Goiz Durán, cuyas premisas son anticientíficas, contrarias a lo que está muy bien establecido desde hace mucho por la física y la química. Con base a lo anterior, describiré someramente la teoría pseudocientífica desarrollada por dicha persona denominada «Par Biomagnético», quien se basó en algunos trabajos del físico estadounidense Richard Broeringmeyer. Esta terapia se fundamenta en lo siguiente:
1. El cuerpo humano es considerado un imán. El polo norte (o negativo) correspondería al lado izquierdo del cuerpo y el sur (o positivo) al derecho. 2. Los campos magnéticos se denominan “pares”, por tener dos polos y están en “equilibrio” en el cuerpo humano saludable. Cuando se “desequilibran” aparece la enfermedad. 3. Un nivel energético considerado “normal” (NEN) indica que el organismo se encuentra con un pH cercano a siete (como el del agua). En estas condiciones no se pueden desarrollar microorganismos patógenos. 4. Cuando los “pares” están “desequilibrados”, en el polo sur (ambiente ácido) se concentrarán virus y hongos. En el norte (ambiente alcalino) harán lo propio bacterias y parásitos. 5. Entre los focos de virus (ambiente ácido) y bacterias (ambiente alcalino) se produce una comunicación a distancia en forma de ondas electromagnéticas o “comunicación de electrones”, denominada biorresonancia magnética, la cual permite una retroalimentación “energética” entre dichos focos produciendo un aumento de microorganismos patógenos y una potenciación en su virulencia. 6. Basándose en la “ley universal de cargas” la despolarización (es decir, el acto de equilibrar a los “pares”) se conseguirá aplicando un campo magnético de polaridad contraria a la del campo “bioenergético” producido por el organismo enfermo. Es decir, se utilizarían imanes para atraer iones de hidrógeno, o radicales libres de polaridad opuesta, hacia el exterior del organismo. 7. Si un órgano en el cuerpo tiene pH ácido (polaridad sur) entonces se colocará un imán con polaridad norte para compensar la “carga”. Pero al tenerse “pares”, se debe colocar un imán con polaridad sur en la zona correspondiente. Existen más de 850 “pares” magnéticos bien identificados. 8. Todas las enfermedades son producidas por virus, bacterias, hongos y parásitos debido a su proliferación cuando un organismo está en “desequilibrio magnético” (pH ácido y alcalino). 9. La acidez provocará el acortamiento de una de las piernas del paciente y la alcalinidad provocará su distensión. Esto es visible cuando la persona se acuesta con los pies juntos. 10. En el diagnóstico se utiliza la “respuesta corporal inteligente”. Se le pregunta a la “inteligencia del cuerpo” lo que necesita a través de un diálogo “binario”. A esta forma de obtener respuestas se le llama “kinesiología”. Se acuesta a la persona con los pies juntos. Si las piernas tienen la misma longitud, hay equilibrio energético, si no, hay desequilibrio (casi todos los pacientes están en desequilibrio). Después se le pregunta al “ser superior” de la persona si desea ser ayudado. Para que el “ser superior” responda “sí”, las piernas se igualarán en longitud. Para el “no” las piernas se desemparejarán. Esta forma de comunicación permitirá conocer “el estado” de cada “par” del cuerpo. 11. Normalmente se colocarán los imanes orientados hacia el polo norte en el lado derecho del cuerpo, y hacia el sur para el izquierdo. Se debe confirmar esta colocación preguntando al “ser superior” del paciente. 12. El par biomagnético es una terapia “efectiva y real” basada en “conceptos científicos” y sustentada por miles de casos en el mundo de pacientes que han sanado o mejorado de graves enfermedades consideradas antes incurables (cáncer y sida).
La forma de hacer el diagnóstico:
Se coloca al paciente en decúbito supino sobre una base firme de madera o material aislante para evitar interferencias con los imanes. El paciente deberá usar ropa preferentemente de algodón, aunque puede hacerse sobre ropa ligera sintética. Es conveniente dejar puestos los zapatos del paciente ya que estos permiten valorar el acortamiento o la elongación del miembro inferior derecho. Se procede a rastrear los puntos de diagnóstico con el polo negativo del imán. En cada uno de los puntos se comprueba la dimensión de la pierna derecha para lo cual se toman los talones del paciente y se levantan las piernas unos 30° donde es más palpable cualquier alteración. Al encontrar algún punto alterado, los miembros inferiores tienen una diferencia que oscila desde un centímetro hasta más de cinco centímetros. Una vez que se encuentra uno de los polos se procede a encontrar su contraparte de acuerdo a la lista de pares biomagnéticos.
Tratamiento:
Al colocar los imanes positivo (+) y negativo (-) se comprueba que los miembros inferiores recuperen su simetría normal. Se aplican los imanes durante veinte minutos para lograr la despolarización de los órganos y restituir el equilibrio del pH en los órganos afectados. Finalmente se comprueba la efectividad del tratamiento retirando el imán (+) y revisando la simetría con el método antes indicado (levantando las piernas del paciente).
Un análisis muy superficial de lo anteriormente referido nos lleva a la conclusión de que la inherente necesidad de creer en el ser humano podría llevarnos a creer que, si no poseemos una visión racionalista y crítica acerca del biomagnetismo, que con el empleo de imanes podrían corregirse los más diversos problemas de salud en las personas.
En el mejor de los casos, el citado Dr. González Arias, mesuradamente puntualiza que: las evidencias teóricas y experimentales acumuladas sobre la magnetoterapia a lo largo de cientos de años muestran que esas terapias son inocuas; no hay beneficios ni perjuicios, excepto quizás por la pérdida de tiempo, esfuerzos y recursos, más la imprudencia de que el paciente no reciba algún tratamiento realmente efectivo para su dolencia, lo que a la larga puede causar males mayores.
Además, el Centro de Dispositivos y Salud Radiológica de la Administración de Alimentos y Medicamentos de los Estados Unidos (FDA), informa lo siguiente acerca del uso médico de los Imanes:
Los imanes comercializados con reclamaciones médicas, se consideran dispositivos médicos porque se promueven para tratar una condición médica o para afectar la estructura o función del cuerpo. La ley exige que los fabricantes de dispositivos médicos, incluidos los imanes destinados a uso médico, obtengan autorización de comercialización para sus productos de la Administración de Alimentos y Medicamentos (FDA) antes de que puedan ofrecerlos para la venta. Esto ayuda a proteger la salud pública asegurando que los nuevos dispositivos médicos sean seguros y eficaces o sustancialmente equivalentes a otros dispositivos ya comercializados legalmente en este país. Hasta la fecha, 1 de marzo de 2000, la FDA no ha autorizado la comercialización de imanes promocionados para usos médicos. Debido a que estos dispositivos no tienen autorización de comercialización, están en violación de la ley, y están sujetos a medidas reglamentarias. La acción se toma caso por caso, dependiendo de la importancia de las reclamaciones médicas que se están haciendo. Las afirmaciones significativas que pueden desencadenar medidas reguladoras incluyen, pero no se limitan a, el tratamiento del cáncer, el VIH, el SIDA, el asma, la artritis y el reumatismo.
Pero quizá creer en el biomagnetismo le sirva a usted como un placebo, como menciona la Asociación Americana del Cáncer, en diciembre de 2012, diciendo que: aunque los placebos no son medicamentos activos, parecen ayudar a algunos pacientes. Los efectos de los placebos pueden ocurrir porque el paciente cree en la sustancia, el tratamiento o el médico. Incluso si una persona se siente mejor después de tomar un placebo, no significa que la enfermedad de la persona o los síntomas no eran reales.

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