EL ÉTER
EN AGUASCALIENTES.
Dr. Xavier A.
López y de la Peña
El ser humano desde tiempo inmemorial ha
tratado de controlar y combatir el dolor en cualquiera de sus manifestaciones,
ya como síntoma de una enfermedad o para lograr un estado de insensibilidad
para poder realizar algún procedimiento quirúrgico necesariamente doloroso.
Para este último propósito sabemos que ya los
asirios alrededor del año 3000 a. de C. recurrían a un método eficaz aunque
ciertamente muy riesgoso: comprimir las arterias carótidas a nivel del cuello
para provocar en la persona una isquemia cerebral que le llevara a la
inconsciencia transitoria y con ello poder realizarle alguna intervención
quirúrgica.
Los antiguos egipcios por allá del año 1000 a.
de C. conocían y utilizaban la adormidera o amapola (planta papaverácea de
hojas hendidas y grandes flores rojas o blancas, originaria de Oriente y de
cuyo zumo se extrae el opio) como inductor del sueño o narcótico y productor de
insensibilidad al encontrarse bajo sus efectos. Como paréntesis y sobre esta
planta, merece aquí nuestro reconocimiento al ilustre médico poeta,
naturalista, lingüista, ensayista etc., aguascalentense Jesús Díaz de León
Ávila (1851-1919) quien en 1878 obtuvo reconocimientos por parte del Ministerio
de Fomento y de los Jurados en las Exposiciones de Aguascalientes y Guadalajara,
por sus muestras del primer opio
recolectado por él en México1.
Hipócrates, el llamado padre de la medicina,
empleaba por los años 460-377 a. de C. la llamada “esponja soporífera” que
contenía una preparación de opio, beleño y mandrágora2.
El filósofo español Ramón Lull en el siglo XIII
y Paracelso (1493-1541), combinaban ácido sulfúrico con alcohol caliente dando
como resultado éter sulfúrico que, al inhalarse era capaz de producir un sueño
profundo, sin embargo, no apreciaron sus propiedades como verdadero anestésico
y habrían de transcurrir unos trescientos años más para que, seguido por los
estudios del médico norteamericano Crawford Williamson Long (1815-1878) quien
se había dado cuenta de que las personas que inhalaban el éter (este producto se
utilizaba en su época como una “droga recreativa” en las fiestas) se producían
lesiones sin percatarse de ello, le llevó a utilizarlo como anestésico
propiamente, quitando exitosamente unos quistes sebáceos en el cuello a un
muchacho en 1842; publicó posteriormente sus experiencias en el Southern
Medical and Surgical Journal de 1849. El crédito histórico, sin embargo, se
le otorgó al dentista norteamericano de Boston, William Thomas Green Morton
después de la conocida demostración pública que hizo el 16 de octubre de 1846 en
el Hospital General de Massachussets3.
La anestesia con éter marcó un capítulo
brillante en la historia de la medicina mundial al lograrse un anestésico que
permitiera abrir el campo de la cirugía, ahora sin temor al terrible y muchas
veces insoportable dolor.
Aguascalientes no se mantuvo a la zaga de tan
importante acontecimiento y utilizó, en manos de sus médicos, este notable
recurso de manera exitosa, marcando con ello una primicia médica estatal en el
año de 1847.
Para ese año del cuarenta y siete con el país
enfrentando la agresión norteamericana, la ciudad de Aguascalientes contaba con
una población estimada en 20,000 habitantes y el Ayuntamiento daba cuenta de
1918 niños bautizados y haber dado curso a 1660 entierros. Las causas de mortalidad
dadas a conocer en 1649 por casos específicos la encabezaban los problemas
infecciosos como era de esperarse: El primer lugar lo ocupa el sarampión con
437 defunciones (la quinta parte de los niños bautizados), seguidos por la Alferecía
(convulsiones) 199, Tos 148, Cólico 133, Empacho (diarrea – enteritis) 132,
Inflamación 129, Diarrea 124, Fiebre 107, Dolor de costado 96, Hidropesía
(cirrosis) 36, Reumas 34, Parto 30, Apoplejía 17, Ictericia 16 y Heridas 11.4,5.
Bajo este escueto panorama, el día 20 de
noviembre de 1847 fue realizada en Aguascalientes la primera anestesia con éter
de acuerdo con la nota publicada en El Patriota, Periódico Oficial del Estado
de Aguascalientes, del 27 de noviembre de 1847 y que a continuación
reproducimos con correcciones ortográficas básicamente:6
Operación
practicada bajo la influencia del Éter, con el aparato de insensibilidad.
El día 20 el Sr. Rivera, asociado
de los Sres. Rodríguez, Rayón y Cierra, amputó el brazo izquierdo a una mujer
de 56 años de edad, y en ella es la 1a. en que ha usado el aparato
de insensibilidad por medio de las aspiración de éter, y sobre cuyo aparato
tanto se ha escrito en pro y contra. Se preparó con 8 onzas de éter y se colocó
para que la paciente lo aspirase. El ser la primera vez que se usaba el
aparato, hacía que el facultativo procediese sin la confianza de la certeza, y
sin la habilidad que da la práctica, de manera que todo era imperfecto. Bajo
estos auspicios comenzó la operación, y tan luego como la paciente aspiraba
éter y comenzaba a sentir los primeros síntomas de la embriaguez, hablaba,
gritaba y aun lloraba aspirando el aire que nulificaba la influencia del éter.
Así concluyeron las 8 onzas sin dar resultado, por lo expuesto; mas se dio
observación al facultativo, que determinó cargar de nuevo el aparato con 4
onzas de éter, y que si concluidas no se conseguía la insensibilidad de la
paciente, se procediese de todos modos a la amputación del brazo.
Comenzó la aspiración de este 2°.
éter del mismo modo que la del primero, pero estaba al concluirse cuando a la
paciente se le obligó a que se aspirase sin interrupción, y a los 8 minutos se
observó que había en ella mucha fatiga, se quejaba, lloraba y aun gritaba, y
entonces habiéndola pellizcado, vimos que no sentía, creímos ya conseguido el
efecto de la insensibilidad y no nos engañamos, pues se le dio una ligera
cortada y no la sintió, y en el instante se le amputó el brazo izquierdo, sin
dar mas muestras de sensación que las que antes estaba dando, llanto, gritos y
desasosiego, efecto de la embriaguez de la eterización. La operación fue
felizmente terminada y la eterización siguió lo mismo después como por una
hora. Se recuperó la paciente, entró en calma y dijo, que nada había sentido,
ni nada le había dolido: que se acordaba cuando le aserraron haber sentido una
cosa amorosa, y que cuando le ligaron las arterias conocía que le estiraron una
cosa pero que le era sabrosa. Objetándole que debió haberle dolido mucho, pues
gritó, lloró, y se inquietó o fatigó, respondió, que ella no se acordaba
haberlo hecho, y que si lo hizo seria porque estaba borracha, y que como nunca
lo había estado sentía cosas muy feas. De este hecho rectamente inferimos: 1°.
que la acción del éter en esta enferma, determinó una fuerte embriaguez; 2° que
esta embriaguez fue causa del llanto, gritos, fatiga y desasosiego de la
paciente, antes, durante y después de la operación; 3° Que se produjo una
perfecta insensibilidad en la misma operación por confesión de la paciente, y
que la amputación se practicó sin conciencia; 4°, por último, que con la
aspiración del éter sin interrupción y con practica en el manejo del aparato,
la insensibilidad se producirá a una media hora, y con 4 onzas de éter.
Se ha referido el caso tal cual
ha pasado en el honor del facultativo operante, y para que de él deduzcan las
inferencias a que dé lugar, los médicos prácticos en el uso del aparato de
insensibilizar, y para que por ellos sea tratado este punto tan interesante en
cirugía.
¿Quiénes fueron los protagonistas de este jirón
de la historia médica en Aguascalientes? Por el orden en que fueron descritos
la encabezó el Sr. Guadalupe Rivera, facultativo médico como se le llamaba, y
político muy activo que ocupó -entre otros muchos puestos- un lugar como
diputado en el Congreso del Estado en 1846 y venía ejerciendo su profesión
cuando menos desde 1835 en Aguascalientes. En seguida se menciona al Sr.
Rodríguez, en referencia a don Atanasio Rodríguez Ramírez, activo y muy
conocido farmacéutico local que anunciaba la farmacia de su propiedad en los
siguientes términos ya sin correcciones ortográficas:
AVISO en
“El Patriota” de 1847:
El
establecimiento de BOTICA, cita en la plaza de armas conosida con el nombre de
RODRIGUEZ, se ha vuelto a abrir con un exselente surtido de medicinas nuevas y
selectas, que espenderán al público y a las personas que deseen igualarse a
precios muy cómodos, obserbando la esactitud debida en el despacho de resetas,
para que obren con la energía apetesible contra las enfermedades a que han sido
aplicadas7.
Este hombre fue descrito por don Agustín R.
González como “un hombre de pueblo, farmacéutico y médico sin título, no muy
conocedor de los ramos de la administración pública; honrado, devoto, de trato
afable y desinteresado. Tenía relaciones con casi todas las familias, era
consultado por muchas de ellas, y de otras conocía hasta los secretos que le
confiaban. Era popular y su popularidad crecía hasta el puesto que desempeñaba;
pero irresoluto, débil, una bandería explotó a este hombre convirtiéndole en su
instrumento8.”
Ocupó el puesto Jefe Político del Estado de 1850 a 1853 cuando fue anexado como
partido político de Zacatecas y al dejar don Jesús Terán el cargo.
El tercer personaje es el de don Antonio Rayón,
gobernador interino en Aguascalientes de febrero a abril de 1862, descendiente
de la familia de los héroes de la independencia y también descrito por Agustín
R. González como “un hombre de baja estatura, color moreno, frente ancha, ojos
pequeños. Era farmacéutico y su botica fue un club político en donde se reunían
muchas personas. Rayón leía y escribía mucho. Fue liberal como pudo ser
conservador, pues su temperamento flemático, su indiferencia, su escepticismo
no le permitía preocuparse por nada ni por nadie. No fue hombre de pasiones y
vio con frialdad, con calma cuanto pasaba. Se dejaba persuadir fácilmente, y a
los terribles ataques que por la prensa le dirigían sus enemigos, contestaba
con una sonrisa que nunca alteró su fisonomía. Como diputado, le era
indiferente que sus proyectos de ley fuesen aprobados o reprobados. Por lo
demás, era Rayón desinteresado, buen amigo y protegía a los pobres9.”
El cuarto y último personaje protagonista de
este acontecimiento fue probablemente el médico cirujano José María Sierra que
se anunciaba como tal y despachaba en la botica San Rafael allá por el año de
1867.
Esta primicia médica es, a todas luces, un
orgullo para la anestesiología nacional y estatal ya que habla muy bien de la
información y recursos que tenían nuestros médicos y farmacéuticos, y parece
ser la segunda en el país realizada por mexicanos si se considera que la
primera anestesia con éter en México conocida hasta hoy, se hizo en Yucatán el
12 de junio de 1847 por el Dr. José Matilde Sansores en el Hospital de San Juan
de Dios al realizar una amputación de la mano izquierda en la persona de José
María Juchim y cuya descripción está consignada en el diario “El Noticioso de
Yucatán” fechado el 15 de junio de 1847.10
La primera anestesia con éter en Aguascalientes
es, ciertamente, una lasca histórica orgullosamente aguascalentense.
1. El Instructor, 1 de
agosto de 1894, páginas 6 y 7.
2. Luis F. Higgins
G., César Cortez Román. Cronología de la historia de la anestesia. Tomado de: http://www.anestesia.com.mx/histor2.html el 10 de julio de
2001.
3. Westhorpe R. William Morton and the first successful demostration of
anestesia. Anaesth Intens Care 1996;24:529.
4. El Patriota, Periódico
Oficial del Estado, 29 de enero de 1848.
5. Secretaría de
Economía. Catálogo de las sinonimias populares mexicanas de las enfermedades y
su clasificación conforme a la clave internacional detallada. México 1956.
6. Xavier A. López de
la Peña. Primera anestesia con éter en Aguascalientes, México. Gac
Med Mex 2001;137(1):85-86.
7. El Patriota, Periódico Oficial
del Estado, septiembre 3 de 1847.
8. González Saldaña,
Agustín Rómulo. Historia del Estado de Aguascalientes. Instituto Cultural de
Aguascalientes. México. 4a. Ed. 1992. pág. 170.
9. González Saldaña,
Agustín Rómulo. Historia del Estado de Aguascalientes. Instituto Cultural de
Aguascalientes. México. 4a. Ed. 1992, págs. 206-7.
10. Carlos Sáenz
Larrache. ¿Es la primera anestesia por inhalación administrada en Yucatán, la
primera en la República Mexicana? Rev
Mex Anest 1985;8:151-154.
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