domingo, 1 de septiembre de 2019

Anestesia en Aguascalientes.


EL ÉTER
 EN AGUASCALIENTES.
  
Dr. Xavier A. López y de la Peña

 El dolor es una manifestación que nos hace reconocernos, es también, una expresión sensorial indicativa de que “algo” en el organismo no marcha bien.
El ser humano desde tiempo inmemorial ha tratado de controlar y combatir el dolor en cualquiera de sus manifestaciones, ya como síntoma de una enfermedad o para lograr un estado de insensibilidad para poder realizar algún procedimiento quirúrgico necesariamente doloroso.
Para este último propósito sabemos que ya los asirios alrededor del año 3000 a. de C. recurrían a un método eficaz aunque ciertamente muy riesgoso: comprimir las arterias carótidas a nivel del cuello para provocar en la persona una isquemia cerebral que le llevara a la inconsciencia transitoria y con ello poder realizarle alguna intervención quirúrgica.
Los antiguos egipcios por allá del año 1000 a. de C. conocían y utilizaban la adormidera o amapola (planta papaverácea de hojas hendidas y grandes flores rojas o blancas, originaria de Oriente y de cuyo zumo se extrae el opio) como inductor del sueño o narcótico y productor de insensibilidad al encontrarse bajo sus efectos. Como paréntesis y sobre esta planta, merece aquí nuestro reconocimiento al ilustre médico poeta, naturalista, lingüista, ensayista etc., aguascalentense Jesús Díaz de León Ávila (1851-1919) quien en 1878 obtuvo reconocimientos por parte del Ministerio de Fomento y de los Jurados en las Exposiciones de Aguascalientes y Guadalajara, por sus muestras del primer opio recolectado por él en México1.
Hipócrates, el llamado padre de la medicina, empleaba por los años 460-377 a. de C. la llamada “esponja soporífera” que contenía una preparación de opio, beleño y mandrágora2.
El filósofo español Ramón Lull en el siglo XIII y Paracelso (1493-1541), combinaban ácido sulfúrico con alcohol caliente dando como resultado éter sulfúrico que, al inhalarse era capaz de producir un sueño profundo, sin embargo, no apreciaron sus propiedades como verdadero anestésico y habrían de transcurrir unos trescientos años más para que, seguido por los estudios del médico norteamericano Crawford Williamson Long (1815-1878) quien se había dado cuenta de que las personas que inhalaban el éter (este producto se utilizaba en su época como una “droga recreativa” en las fiestas) se producían lesiones sin percatarse de ello, le llevó a utilizarlo como anestésico propiamente, quitando exitosamente unos quistes sebáceos en el cuello a un muchacho en 1842; publicó posteriormente sus experiencias en el Southern Medical and Surgical Journal de 1849. El crédito histórico, sin embargo, se le otorgó al dentista norteamericano de Boston, William Thomas Green Morton después de la conocida demostración pública que hizo el 16 de octubre de 1846 en el Hospital General de Massachussets3.
La anestesia con éter marcó un capítulo brillante en la historia de la medicina mundial al lograrse un anestésico que permitiera abrir el campo de la cirugía, ahora sin temor al terrible y muchas veces insoportable dolor.
Aguascalientes no se mantuvo a la zaga de tan importante acontecimiento y utilizó, en manos de sus médicos, este notable recurso de manera exitosa, marcando con ello una primicia médica estatal en el año de 1847.
Para ese año del cuarenta y siete con el país enfrentando la agresión norteamericana, la ciudad de Aguascalientes contaba con una población estimada en 20,000 habitantes y el Ayuntamiento daba cuenta de 1918 niños bautizados y haber dado curso a 1660 entierros. Las causas de mortalidad dadas a conocer en 1649 por casos específicos la encabezaban los problemas infecciosos como era de esperarse: El primer lugar lo ocupa el sarampión con 437 defunciones (la quinta parte de los niños bautizados), seguidos por la Alferecía (convulsiones) 199, Tos 148, Cólico 133, Empacho (diarrea – enteritis) 132, Inflamación 129, Diarrea 124, Fiebre 107, Dolor de costado 96, Hidropesía (cirrosis) 36, Reumas 34, Parto 30, Apoplejía 17, Ictericia 16 y Heridas 11.4,5.
Bajo este escueto panorama, el día 20 de noviembre de 1847 fue realizada en Aguascalientes la primera anestesia con éter de acuerdo con la nota publicada en El Patriota, Periódico Oficial del Estado de Aguascalientes, del 27 de noviembre de 1847 y que a continuación reproducimos con correcciones ortográficas básicamente:6

Operación practicada bajo la influencia del Éter, con el aparato de insensibilidad.
El día 20 el Sr. Rivera, asociado de los Sres. Rodríguez, Rayón y Cierra, amputó el brazo izquierdo a una mujer de 56 años de edad, y en ella es la 1a. en que ha usado el aparato de insensibilidad por medio de las aspiración de éter, y sobre cuyo aparato tanto se ha escrito en pro y contra. Se preparó con 8 onzas de éter y se colocó para que la paciente lo aspirase. El ser la primera vez que se usaba el aparato, hacía que el facultativo procediese sin la confianza de la certeza, y sin la habilidad que da la práctica, de manera que todo era imperfecto. Bajo estos auspicios comenzó la operación, y tan luego como la paciente aspiraba éter y comenzaba a sentir los primeros síntomas de la embriaguez, hablaba, gritaba y aun lloraba aspirando el aire que nulificaba la influencia del éter. Así concluyeron las 8 onzas sin dar resultado, por lo expuesto; mas se dio observación al facultativo, que determinó cargar de nuevo el aparato con 4 onzas de éter, y que si concluidas no se conseguía la insensibilidad de la paciente, se procediese de todos modos a la amputación del brazo.
Comenzó la aspiración de este 2°. éter del mismo modo que la del primero, pero estaba al concluirse cuando a la paciente se le obligó a que se aspirase sin interrupción, y a los 8 minutos se observó que había en ella mucha fatiga, se quejaba, lloraba y aun gritaba, y entonces habiéndola pellizcado, vimos que no sentía, creímos ya conseguido el efecto de la insensibilidad y no nos engañamos, pues se le dio una ligera cortada y no la sintió, y en el instante se le amputó el brazo izquierdo, sin dar mas muestras de sensación que las que antes estaba dando, llanto, gritos y desasosiego, efecto de la embriaguez de la eterización. La operación fue felizmente terminada y la eterización siguió lo mismo después como por una hora. Se recuperó la paciente, entró en calma y dijo, que nada había sentido, ni nada le había dolido: que se acordaba cuando le aserraron haber sentido una cosa amorosa, y que cuando le ligaron las arterias conocía que le estiraron una cosa pero que le era sabrosa. Objetándole que debió haberle dolido mucho, pues gritó, lloró, y se inquietó o fatigó, respondió, que ella no se acordaba haberlo hecho, y que si lo hizo seria porque estaba borracha, y que como nunca lo había estado sentía cosas muy feas. De este hecho rectamente inferimos: 1°. que la acción del éter en esta enferma, determinó una fuerte embriaguez; 2° que esta embriaguez fue causa del llanto, gritos, fatiga y desasosiego de la paciente, antes, durante y después de la operación; 3° Que se produjo una perfecta insensibilidad en la misma operación por confesión de la paciente, y que la amputación se practicó sin conciencia; 4°, por último, que con la aspiración del éter sin interrupción y con practica en el manejo del aparato, la insensibilidad se producirá a una media hora, y con 4 onzas de éter.
Se ha referido el caso tal cual ha pasado en el honor del facultativo operante, y para que de él deduzcan las inferencias a que dé lugar, los médicos prácticos en el uso del aparato de insensibilizar, y para que por ellos sea tratado este punto tan interesante en cirugía.

¿Quiénes fueron los protagonistas de este jirón de la historia médica en Aguascalientes? Por el orden en que fueron descritos la encabezó el Sr. Guadalupe Rivera, facultativo médico como se le llamaba, y político muy activo que ocupó -entre otros muchos puestos- un lugar como diputado en el Congreso del Estado en 1846 y venía ejerciendo su profesión cuando menos desde 1835 en Aguascalientes. En seguida se menciona al Sr. Rodríguez, en referencia a don Atanasio Rodríguez Ramírez, activo y muy conocido farmacéutico local que anunciaba la farmacia de su propiedad en los siguientes términos ya sin correcciones ortográficas:

AVISO en “El Patriota” de 1847:
El establecimiento de BOTICA, cita en la plaza de armas conosida con el nombre de RODRIGUEZ, se ha vuelto a abrir con un exselente surtido de medicinas nuevas y selectas, que espenderán al público y a las personas que deseen igualarse a precios muy cómodos, obserbando la esactitud debida en el despacho de resetas, para que obren con la energía apetesible contra las enfermedades a que han sido aplicadas7.

Este hombre fue descrito por don Agustín R. González como “un hombre de pueblo, farmacéutico y médico sin título, no muy conocedor de los ramos de la administración pública; honrado, devoto, de trato afable y desinteresado. Tenía relaciones con casi todas las familias, era consultado por muchas de ellas, y de otras conocía hasta los secretos que le confiaban. Era popular y su popularidad crecía hasta el puesto que desempeñaba; pero irresoluto, débil, una bandería explotó a este hombre convirtiéndole en su instrumento8.” Ocupó el puesto Jefe Político del Estado de 1850 a 1853 cuando fue anexado como partido político de Zacatecas y al dejar don Jesús Terán el cargo.
El tercer personaje es el de don Antonio Rayón, gobernador interino en Aguascalientes de febrero a abril de 1862, descendiente de la familia de los héroes de la independencia y también descrito por Agustín R. González como “un hombre de baja estatura, color moreno, frente ancha, ojos pequeños. Era farmacéutico y su botica fue un club político en donde se reunían muchas personas. Rayón leía y escribía mucho. Fue liberal como pudo ser conservador, pues su temperamento flemático, su indiferencia, su escepticismo no le permitía preocuparse por nada ni por nadie. No fue hombre de pasiones y vio con frialdad, con calma cuanto pasaba. Se dejaba persuadir fácilmente, y a los terribles ataques que por la prensa le dirigían sus enemigos, contestaba con una sonrisa que nunca alteró su fisonomía. Como diputado, le era indiferente que sus proyectos de ley fuesen aprobados o reprobados. Por lo demás, era Rayón desinteresado, buen amigo y protegía a los pobres9.”
El cuarto y último personaje protagonista de este acontecimiento fue probablemente el médico cirujano José María Sierra que se anunciaba como tal y despachaba en la botica San Rafael allá por el año de 1867.
Esta primicia médica es, a todas luces, un orgullo para la anestesiología nacional y estatal ya que habla muy bien de la información y recursos que tenían nuestros médicos y farmacéuticos, y parece ser la segunda en el país realizada por mexicanos si se considera que la primera anestesia con éter en México conocida hasta hoy, se hizo en Yucatán el 12 de junio de 1847 por el Dr. José Matilde Sansores en el Hospital de San Juan de Dios al realizar una amputación de la mano izquierda en la persona de José María Juchim y cuya descripción está consignada en el diario “El Noticioso de Yucatán” fechado el 15 de junio de 1847.10
La primera anestesia con éter en Aguascalientes es, ciertamente, una lasca histórica orgullosamente aguascalentense.


1. El Instructor, 1 de agosto de 1894, páginas 6 y 7.
2. Luis F. Higgins G., César Cortez Román. Cronología de la historia de la anestesia. Tomado de: http://www.anestesia.com.mx/histor2.html el 10 de julio de 2001.
3. Westhorpe R. William Morton and the first successful demostration of anestesia. Anaesth Intens Care 1996;24:529.
4. El Patriota, Periódico Oficial del Estado, 29 de enero de 1848.
5. Secretaría de Economía. Catálogo de las sinonimias populares mexicanas de las enfermedades y su clasificación conforme a la clave internacional detallada. México 1956.
6. Xavier A. López de la Peña. Primera anestesia con éter en Aguascalientes, México. Gac Med Mex 2001;137(1):85-86.
7. El Patriota, Periódico Oficial del Estado, septiembre 3 de 1847.
8. González Saldaña, Agustín Rómulo. Historia del Estado de Aguascalientes. Instituto Cultural de Aguascalientes. México. 4a. Ed. 1992. pág. 170.
9. González Saldaña, Agustín Rómulo. Historia del Estado de Aguascalientes. Instituto Cultural de Aguascalientes. México. 4a. Ed. 1992, págs. 206-7.
10. Carlos Sáenz Larrache. ¿Es la primera anestesia por inhalación administrada en Yucatán, la primera en la República Mexicana?  Rev Mex Anest 1985;8:151-154.

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