martes, 1 de octubre de 2019

Centenario Luctuoso del Dr. Jesús Díaz de León Ávila.


Conmemorando al Dr. Jesús Díaz de León Ávila.1851-1919.


“La conquista propia es la más grande de las victorias.” Platón

Dr. Xavier A. López y de la Peña.

             Sirvan estas breves líneas para recordar al ilustre aguascalentense, Dr. Jesús Díaz de León Ávila,1 a cien años de su defunción. Prohombre que dedicara su vida a la búsqueda, comprensión y divulgación del conocimiento en múltiples campos.
             Jesús Díaz de León Ávila fue médico, historiador, docente, escritor, impresor, editor, poeta, político, naturalista, etnólogo, filólogo, sociólogo, zoólogo, geólogo, traductor, lingüista y divulgador de la ciencia.
             Fue un expósito que nació en Aguascalientes, Ags., México, el 1 de noviembre de 1851,…hijo -según registrara el profesor Alejandro Topete del Valle-, del señor F. Alonso y de la señora J. Gómez. De este matrimonio nacieron siete hijos a saber: Pedro, Ángela, Dolores, Eduarda, Néstor, «Jesús, nuestro sujeto» y Margarita. Por penosas circunstancias derivadas del uso inmoderado del alcohol, su padre le rechazó agresivamente y, apenas recién nacido fue llevado y dejado a las puertas de la casa del Dr. Rafael Díaz de León y Dominga Ávila quienes le tomaron en adopción.
             Creció en el seno de una familia y un entorno católico conservador, en un estado que contaba con 79,000 habs., mayoritariamente rural en el que se registraba una gran morbimortalidad causada por enfermedades infecto-contagiosas.
             En el curso de su vida fue testigo de grandes acontecimientos nacionales como la Guerra de Reforma 1858-1861, la intervención francesa 1862-1867 y de la Revolución Mexicana 1910.
             Cursó estudios elementales en Aguascalientes al lado del profesor José María Guerrero, hombre de rectitud, probidad y honradez intachable, creyente católico cabal y muy respetado en la comunidad.
             A los 10 años de edad murió su padre adoptivo dejándole como herencia (entre otras cosas) la Hacienda “Gracias a Dios”, terrenos en Tortuguillas, una casa en la esquina de Nieto y Galeana, alhajas de la familia, onzas de oro, encajes de Milán y Brujas, brocados, mantillas, mantones y más que vendió para comprar libros, incunables en códices, en infolios, en biblias venecianas y políglotas, en enciclopedias, en antologías y libros en su idioma original de todos los clásicos griegos y latinos, hebreos y sánscritos, en equipo de laboratorio químico y de botica, en aparatos astronómicos y para su gabinete de historia natural. Invertía sus recursos en todo lo concerniente a la ciencia. En su sección de diccionarios tenía hasta una edición de chino.
             En 1870 fue alumno en el  Liceo de Varones de Guadalajara donde  estudió con el profesor Lázaro Pérez Gutiérrez (1817-1900),  químico farmacéutico, meteorologista y pedagogo; que impartía clases de química, farmacia, sociología, física, botánica y legislación farmacéutica.  Aprendió también  en esta época inglés, francés e italiano.
             El día 31 de enero de 1876 se recibe de Médico Cirujano y Partero en la Universidad de Guadalajara, siendo aprobado por aclamación en el examen de Academia y por unanimidad en el de Clínica Interna, Externa y Partos. También aprende alemán.

             Su desarrollo intelectual se forjó en estas instituciones que, aunque religiosas, estaban permeadas por las ideas positivistas de Augusto Comte; siguiendo la razón y la ciencia como únicas guías de la humanidad, capaces de instaurar el orden social sin apelar a lo que él considera oscurantismos teológicos o metafísicos. A partir de entonces, el Dr. Díaz de León, reconoció e interpretó los fenómenos de la naturaleza en base a la razón, guiándose por el paradigma científico para conocer y aprehender el mundo.
             Profundizó en el  latín, griego, francés, alemán, inglés, hebreo, italiano, sánscrito y volapuk.
             En 1872 publica sus primeras obras, hoy perdidas: El calor animal, La Vacuna, La vida Fisiológica y La vida psíquica.
             Regresa en 1876 ya como médico y cirujano a Aguascalientes y se incorpora como catedrático en el Instituto de Ciencias con las asignaturas de raíces griegas y latinas e historia natural.
             En 1878 funda con otros personajes el Liceo de Niñas e introduce en sus planes de estudio las asignaturas de: Historia del arte, telegrafía, astronomía, botánica, zoología, historia de la civilización y fotografía.
             En 1879 obtiene un Diploma en Aguascalientes y Medalla de segunda clase en Guadalajara por sus muestras de opio y se desempeña como catedrático de Filosofía en el Colegio de San Ignacio, en Aguascalientes.
             Contrae matrimonio con la señorita Ángela Bolado en 1880 y es nombrado director del Hospital Civil de 1878 a 1881.
             Recibió a lo largo de su vida múltiples premios, reconocimientos, condecoraciones y membresías de sociedades científicas, humanitarias y literarias de países como Italia, Francia, Inglaterra, España, Portugal, Austria, Baviera, India, Estados Unidos, Alemania y México.
             En 1880 laboró temporalmente en Torreón y Gómez Palacio, Dgo., en la compañía minera Peñoles. La prensa local así lo reconocía:

“Para nadie en Torreón, Gómez Palacio y Lerdo, es desconocida la personalidad o el nombre de este eminente y digno discípulo de Hipócrates, porque el último aún se conserva escrito y deseáramos que allí se conservara, siquiera para un recuerdo grato a los que tuvimos la inmerecida honra de tratarlo, en las vidrieras del Consultorio Médico, de la Botica Internacional del señor Francisco Villanueva, en este lugar lo mismo que en su sucursal establecida en Lerdo, del mismo propietario”.

             ¿Cómo era el Dr. Jesús Díaz de León Ávila? El contemporáneo y colega suyo, Dr. Manuel Gómez Portugal Rangel, así le describió:

De carácter poco seco, sin ser huraño; serio sin esa seriedad repugnante de la misantropía; grave, sin la gravedad de la petulancia y de la necedad, y por último, retraído, no por orgullo como muchos lo creen, sino porque prefiere a las ocupaciones frívolas muchas veces de la sociedad, las que proporcionan el estudio y la observación de la naturaleza.
Es un trabajador infatigable; las horas que le deja libres el ejercicio de su profesión, las emplea en el estudio y la meditación y todavía le roba otras al sueño para continuar sus trabajos del día; posee una biblioteca selecta, y es de verlo en su gabinete de estudio, que es como si dijéramos su Sancta - Sanctorum, …medio perdido entre los libros y los papeles, los periódicos y los cuadernos que recibe de todas partes del mundo, leyendo, tomando notas, haciendo acotaciones, contestando correspondencia, en una palabra, haciendo y llevando a cabo toda esa labor silenciosa pero eminentemente práctica, que hacen y llevan a cabo los que contribuyen de buena fe y voluntad firme, al progreso de sí mismos y de sus semejantes.
Como hombre público es de una rectitud y de una fidelidad intachable, siempre dispuesto a cuanto tiende a implantar el progreso en su suelo natal; entusiasta por la instrucción pública, ya en el Congreso, ya en las relaciones con el Ejecutivo,…nunca deja de abogar por ella, de consagrarle sus afanes, de iniciar mejoras, de perfeccionarla, de ensancharla y de llevarla hasta las últimas clases sociales. Por fortuna, en este punto goza de todo el apoyo del actual Gobernador, D. Alejandro Vázquez del Mercado, hombre progresista y enérgico y de gran elevación de carácter y de inteligencia.
          Para los que conocen la vida monótona y pasiva, sin ambición y casi sin esperanza que se arrastra por desgracia en la mayor parte de nuestros Estados, y esto por causas que no podemos examinar aquí, como lo sabemos nosotros, de aquél que por un trabajo ímprobo pero siempre noble, procura salir del quietismo de la ignorancia y elevarse un poco sobre el nivel medio; para los que saben esto repetimos, no les extrañará que al Dr. Díaz de León se le vea como una especie de ser raro y extraño, con sus ribetes de descreído y casi como dejado de la mano de Dios.

             Su clientela particular era numerosa; también elaboraba y publicitaba sus propias fórmulas terapéuticas.
             Fue gobernador interino en 1891 e interino constitucional de diciembre de 1891 a diciembre 1893. Diputado propietario en el Congreso de 1877-1879, 1889-1891, 1891-1893 y 1901-1903. Diputado suplente en 1885-1887 y 1887-1889. Diputado federal propietario en 1880 y suplente en ocho períodos del año 1886 a 1910.
             Editó ininterrumpidamente (1884-1907) ¡durante 23 años! la revista mensual “El Instructor”, con temas de literatura, ciencia, religión, cultura, lingüística, agricultura, poesía, filosofía y muchos temas más.
             Publicó muchos libros, entre 50 de ellos destacamos los siguientes:
             En 1891 El cantar de los cantares de Salomón edición heptaglota en hebreo, griego, latín, alemán, francés, inglés y español.
             En 1892 Apuntes para el estudio de la higiene en Aguascalientes, en colaboración con el Dr. Manuel Gómez Portugal.
             En 1892 Anatomía artística y Curso de raíces griegas.
             En 1894 Apuntes para una tesis sobre la inmortalidad del alma. Libro comentado por
Emeterio Valverde Téllez  (1864-1948), obispo de León, Gto., en su Crítica filosófica o estudio bibliográfico crítico de 1904, quien señala sobre el autor, entre otras, que:

…por desgracia ha sido víctima o de los malos libros o de la propia alucinación, en puntos filosóficos de gran trascendencia. Y dice  (Don Emeterio) que la inmortalidad del alma… es una verdad revelada y que los excéntricos que la niegan, son sólo ruines desequilibrados con vocación de manicomio.
             1895. Compendio de Etnología General,  Bosquejo sobre la filosofía esotérica de las religiones de la antigüedad y Curso de raíces latinas.
             1896. Nociones elementales de agricultura.
             1897. El cerebro y sus funciones.
             1899. El libro del hogar y Nociones de botánica.
             1904. Lecciones de cosas e Índice de batracios.
             1905. Catálogo de los mamíferos de la República Mexicana.
             1907. Historia natural aplicada.
             1911. Concepto de indianismo en México.
             1913. Lamentaciones de Jeremías.

             El Dr. Díaz de León, tenía familia, mujer y cinco hijos, y el trabajo del pensamiento, el aislamiento y el silencio, no le daban para subsistir. La vida moderna –refiere su hijo José Rafael- no se une a la del espíritu y le faltó la riqueza para darse el regalo de producir, de superarse en medio del silencio y del aislamiento.
             En 1901, es llamado por el Gobierno Federal y se le nombra profesor de Historia de las Ciencias en la Escuela Nacional Preparatoria de la capital de la República; distinción que aceptó el señor Dr. Díaz de León, con mucho gusto, para contribuir al adelanto de la juventud que se educa en los diversos colegios de la Metrópoli.
             En 1910 recibió el grado de Doctor ex oficio por parte de la Universidad Nacional.
             En 1911 es nombrado director del Museo de Historia Natural.
             En 1914 junto con otros 51 profesores universitarios, promovió la autonomía y laicidad de la Universidad Nacional de México, acorde al siguiente documento…

Proyecto de Ley de Independencia (Autonomía) de la Universidad Nacional de México, cuyo Artículo 1º. Asienta:
Se decreta la independencia de la Universidad Nacional de México, en consecuencia, no dependerá en lo sucesivo del Gobierno Federal, que se concretará a garantizar su autonomía y a ministrarle los fondos indispensables para su subsistencia y desarrollo. En todo caso las enseñanzas que la Universidad imparta serán laicas.

             En 1915 la biblioteca que llegó a reunir a lo largo de unos veinte años fue totalmente saqueada cuando entraron a Aguascalientes las fuerzas revolucionarias al mando del General Fuentes Dávila. No se recuperó nada y parte de ella fue destruida por analfabetas que vieron en los caracteres de los viejos libros obras de hechicería o los vendieron para envolver kilos de manteca o de cereales. Otra parte, valorada por ojos menos analfabetas, fue llevada al extranjero.
             Finalmente, a los 67 años de edad, el día 26 de mayo de 1919 a las 11.05 hrs., murió a causa de una infección intestinal, en su casa de la calle de Regina No. 59 de la ciudad de México. Le sorprendió una anemia cerebral profunda y una colitis repentina agravó el caso. En su lecho de muerte su amigo, compañero y médico de cabecera, Dr. Manuel González de la Vega Hornedo, al aprestarse a ponerle una inyección - el Dr. Díaz de León le preguntó- ¿de qué, Manuel? De esto –respondió-, para que se anime doctor. No -contestó-, ya no Manuel, deje que “esto” venga luego. El Dr. González de la Vega comprendió entonces que su gran amigo y compañero se aprestaba a morir.

             En Aguascalientes  se informa (El Republicano, 1 de junio de 1919) escuetamente de tan desgraciada noticia:

Dejó de existir en la capital de la República, el sabio Doctor don Jesús Díaz de León, hijo distinguido de este Estado.

             El Dr. Díaz de León dejo inconclusas las siguientes obras:
             1. Gramática Hebrea.
             2. Los Amores de Eros. Poema mitológico.
             3. Los Orígenes del Alfabeto. Estudios filológicos.
             4. La Ruta de los Pueblos. Estudio sociológico.
             5. Filología Clásica. Resumen de las clases de 1º. y 2º. año de Filología, como profesor de la materia en la Escuela de Altos Estudios.
             6. El Libro de Ruth. Análisis gramatical del hebreo al español. Versión libre.
             7. Profecías de Malaquías. Análisis gramatical del hebreo al español. Versión libre.
             8. Profecías de Ageo. Análisis gramatical del hebreo al español. Versión libre.
             9. Profecías de Osadías. Análisis gramatical del hebreo al español. Versión libre.
             10. La Lengua Hebrea.
             11. Estudios Filosóficos.
             12. Los Colibríes de México. Estudio ornitológico.
             13. Elementos de Álgebra.

             En su semblanza, su hijo José Rafael, trató de conciliar la imagen antirreligiosa que algunos biógrafos daban de su padre diciendo que él era:

Instruido, empapado en aquél misticismo escolástico y al mismo tiempo en aquél escepticismo médico que reinó a fines del siglo XIX y principios del XX, ni abandonaba la creencia por la ciencia, ni dejaba de cultivar ésta, sin perjuicio de ser tan ortodoxo como el que más lo fuera.
No, el Dr. Díaz de León desoyó la “Ley de los Tres Estados” que cita su biógrafo y pasó a mejor vida mostrando en sus manos un crucifijo, en vez de la “Cartilla Comtiana”.

             Trece años después de su muerte, el 30 de mayo de 1932, el Sr. Manuel M. Zavaleta, de la Dirección de la Acción Cívica de la capital de la República, se dirigió al C. Presidente del H. Congreso del Estado de Aguascalientes diciendo que, en honra y memoria del ilustre sabio aguascalentense Dr. Jesús Díaz de León, se le solicita se le dedique en la misma ciudad una calle con su nombre. Refiere -además- que la obra completa de este médico la va a publicar la Secretaría de Educación: serán 50 tomos, sobre filología, filosofía, medicina, ciencias físicas y naturales, historia general y patria, religiones, etc.,  obra que nunca llegó a cristalizarse.

Colofón:

             Para terminar, debe reconocerse y decirse con gran orgullo que el Dr. Jesús Díaz de León Ávila, es el expositus aguascalentense más grande que proyectara su luz desde el centro de la República a México y al mundo en las postrimerías del siglo XIX, y cuyo brillo no se extinguirá jamás. Un polifacético prohombre liberal encerrado en sí mismo y atormentado por dar respuesta al eterno ¿cómo?, ¿por qué? y ¿para qué? de su propio tiempo y circunstancia con la herramienta de la razón.
             La memoria histórica de México le recuerda y deberá recordarla siempre. Sus propias palabras pueden servir para construir su epitafio:

El hombre que consagra su vida al progreso de la ciencia, bajo cualquier aspecto que se la considere o en cualquiera de sus importantes ramificaciones, es acreedor al título de benefactor y la sociedad cumple con un deber de justicia inscribiendo su nombre en el libro de los inmortales.


1 . Xavier A. López y de la Peña. Historia de la medicina en Aguascalientes. Universidad Autónoma de Aguascalientes. Aguascalientes, México 2018, pp. 701-726.

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