Apocalipsis,
la pandemia por SARS-Cov2
y
la vulnerabilidad del paciente.
Años de descuido han perjudicado a
muchos hospitales de México.
Ahora, durante la pandemia, algunos
pacientes mueren por negligencia o errores que,
a decir de médicos y enfermeros, se
pueden evitar fácilmente.[i]
A
la memoria de mi amigo Ramón Bravo Guerra.
Dr.
Xavier A. López y de la Peña.
Me
permitiré construir una metáfora[ii] entre los cuatro jinetes
del Apocalipsis (título del último libro del Nuevo Testamento, palabra derivada
del griego y que significa “revelación”, o de otra manera fin catastrófico)
y la pandemia por Covid-19 que a todos nos afecta ya directa o indirectamente,
entreverado con los trastocados derechos y garantías de los que, directamente la
sufren: los pacientes.
Sobre el cabalgante del caballo
blanco, o de la Conquista:
Se lee en el Nuevo Testamento: Cuando
abrió el primer sello, oí al primer ser viviente, que decía: Ven. Miré y vi un
caballo blanco, y el que montaba sobre él tenía un arco, y le fue dada una
corona, y salió vencedor, y para vencer. Ap. 6,23.
Una interpretación de este pasaje,
sostiene que se hace referencia a la triunfante propagación del Evangelio; una
expansión que triunfa gracias al apoyo político.
Refirámonos entonces aquí a este
jinete del caballo blanco como al virus SARS CoV-2 (…y le fue dada una
corona, de allí coronavirus) que inició su propagación por el planeta el 17
de noviembre de 2019, en la persona de un ciudadano chino de 55 años de edad,
en la ciudad de Wuhan, provincia de Hubei, China, y que, gracias al hermetismo
político de las autoridades de salud locales, se impidió que su reconocimiento
se hiciera hasta enero de 2020.[iii]
Del jinete que cabalga el caballo
rojo, o de la Guerra:
Se lee en el Nuevo Testamento: Cuando
abrió el segundo sello, oí al segundo ser viviente que decía: «Ven». Entonces
salió otro caballo, rojo; al que lo montaba se le concedió quitar de la tierra
la paz para que se degollaran unos a otros; se le dio una espada grande. Ap.
6,3-43[iv]
Es entonces que el personal de salud
(médicos, enfermeras/os, auxiliares, laboratoristas, radiólogos, sanitaristas,
epidemiólogos y más), se aprestan a la lucha contra el ataque del nuevo virus. Así,
la guerra ha comenzado. Sí, me refiero a la guerra como el vocablo proveniente
del germánico werra, que significa desorden o pelea. Entonces se planean
estrategias, se ponen aprueba fármacos, se alistan camas, hospitales, clínicas.
Poco a poco se pasa del asombro al pánico, de la zozobra a la acción, de la
falta a la improvisación y de la prevención a la restricción.
Sigue el jinete que cabalga el caballo
negro, o del Hambre:
Se lee en el Nuevo Testamento: Cuando
abrió el tercer sello, oí al tercer ser viviente, que decía: «Ven». Miré, y vi
un caballo negro. El que lo montaba tenía una balanza en la mano. Ap. 6,53
La balanza indica la forma en la que
el pan se pesa en los tiempos de hambruna, sí, la hambruna como consecuencia de
esta guerra, de la batalla seguida contra el virus que paraliza por el creciente
número de víctimas, por el descalabro institucional, social y familiar que
acarrea, y por el impacto causado a la infraestructura productiva, económica y
comercial.[v]
Actualmente 10 países padecen una
grave crisis alimentaria (hambruna): Yemen, República Democrática del Congo
(RDC), Afganistán, Venezuela, las zonas sahelianas del África Occidental,
Etiopía, Sudán, Sudán del Sur, Siria y Haití.
Las Naciones Unidas han advertido de
hambrunas de "proporciones bíblicas" como resultado del COVID-19 y de
las medidas para contenerlo, y se estima que el número de personas en situación
de hambruna crítica aumentará a 270 millones antes de finales de año, lo que
representa un aumento del 82 % desde 2019.[vi]
Y finalmente del último jinete, el que
monta el caballo bayo, o de la Muerte:
Se lee en el Nuevo Testamento: Cuando
abrió el cuarto sello, oí la voz del cuarto ser viviente que decía: «Ven». Miré,
y vi un caballo bayo. El que lo montaba tenía por nombre Muerte, y el Hades lo
seguía: y les fue dada potestad sobre la cuarta parte de la tierra, para matar
con espada, con hambre, con mortandad y con las fieras de la tierra. Ap.
6,7-83.
La guerra arroja, hasta ahora, los
siguientes resultados:
Los casos de Covid-19 en el mundo
alcanzaron este domingo (10 octubre) la cifra de 37 267 921 contagios y las
muertes por coronavirus llegaron a 1 073 780.
Estados Unidos se mantiene como el
país más afectado por la pandemia, con al menos 7.7 millones de casos
confirmados y 214 379 fallecimientos. Brasil, con 5.05; y Rusia con 1.2.
Después se encuentra Colombia con 894 mil casos; Argentina con 871 mil; España
con 861 mil; y Perú, con 843 mil.
Al día de hoy (11 de octubre),
México acumula 814 328 casos de Covid-19 y 83 mil 642 muertes, lo que lo
convierte en el noveno país con más contagios en el mundo y el cuarto con más
fallecimientos por el virus.
Sin dudarlo, esta cabalgata apocalíptica afecta a todas las personas.
Pero… a la sombra de esta feroz
batalla se esconde el drama de la persona enferma, de su vulnerabilidad
acentuada ante esta particular epidemia. Si de antemano sabemos que los
derechos y libertades del paciente han estado desigualmente sometidos al
arbitrio del poder médico, ahora llega el jinete del caballo blanco (virus
SARS-Cov2) a complicarle aún más su existencia y, muy probablemente, su
supervivencia.
La pandemia llega a México con el
primer caso de Covid-19 detectado el 27 de febrero de 2020, en donde el sistema
de salud del país “está hecho un desastre tras años de negligencia y corrupción
en la compra y distribución de medicamentos, falta y abandono de hospitales,
insuficiencia de personal de salud (médicos, enfermeras/os, laboratoristas,
etc.), de material y equipamiento, y la muerte de innumerables personas por
problemas en los servicios sanitarios”.[vii]
Además, “las muertes sin sentido son
las que más atormentan a médicos y enfermeros: el hombre que murió porque un
enfermero inexperto desconectó su ventilador. El paciente que murió de choque
séptico porque nadie monitoreó sus signos vitales. Las personas cuyos tubos
respiratorios se obstruyeron después de ser abandonadas en sus camas de
hospital durante horas” y mucho, mucho más.[viii]
Dificultad para hacer el diagnóstico
por falta de pruebas, o porque son inaccesibles; internamiento bajo aislamiento
estricto si hay camas disponibles y si se puede pagar, en su caso, privados de
familiares, amigos y de toda comunicación con ellos.
Con frecuencia y particularmente en
los servicios públicos de salud (IMSS, ISSSTE, SSA, etc.) no sabemos quién o
quiénes son los responsables directos de la atención del paciente (un
infectólogo, un internista, un médico general o familiar, un inmunólogo, un
neumólogo, un intensivista, un anestesiólogo, un reumatólogo o ginecoobstetra, etc.),
o si está calificado para ello: ¿ha llevado un entrenamiento específico para
tratar pacientes con Covid-19? ¿sigue un plan de atención determinado o
estándar? ¿le dan el tratamiento adecuado? ¿está siendo supervisado o
monitoreado? ¿quién informa de su condición a su familia? ¿le dan alimentación
adecuada, incluso nutrición parenteral si ello fuese necesario? ¿lo asean? ¿le
toman radiografías, tomografías, gammagrafías, y otros oportunamente? ¿quién se
ocupa del ventilador mecánico o de sus sondas o catéteres?
La danza de Los Derechos del
Paciente[ix] está, ciertamente
trastocada y frecuentemente incognoscible para sus familiares y para nosotros,
los amigos que perdimos a un querido colega y amigo bajo estas circunstancias.
Siguen en pie las preguntas que hace
años he planteado:
¿Quién seguirá sufriendo y llorando
por la discapacidad, o quizá la muerte, de un ser humano a causa de la
negligencia, impericia o dolo del mal proveedor de servicios de salud?, ¿qué
hace falta para que la sociedad en su conjunto exija del proveedor de servicios
de salud un tratamiento justo, igualitario, de calidad y responsable, y se
establezca en la ley la norma que ampare al paciente?[x]
El ataque del jinete blanco es feroz
y se extiende por toda la tierra.
Ojalá que nuestros colegas, aquellos
jinetes del caballo rojo, no soliciten inmunidad (impunidad, diría yo
con más propiedad) contra posibles demandas por negligencia, impericia o dolo
en su hacer luchando por salvar al paciente con Covid-19 (como lo han hecho y
obtenido hasta ahora en Puerto Rico, Nueva Jersey, Nueva York, Michigan,
Massachusetts, Illinois y Connecticut; en trámite Pensylvania), con lo que se
demuestra, una vez más, la extrema asimetría en la relación paciente-médico que
deja al paciente en su máximo grado de indefensión, y sigan en esta lucha contra
la enfermedad con la frente en alto, velando siempre por su mejor hacer hipocrático
y resiliente en beneficio de la salud de su paciente. A su lado, como únicos
cercanos defensores del mismo, por ahora.
Y que las instituciones encargadas
de velar por la vida y salud de los mexicanos, elaboren oportuna y continuamente
un plan de capacitación, supervisión y auditoría sobre esta “nueva normalidad”
de atención médica en el país, para rectificar yerros, ampliar beneficios,
mejorar estrategias y castigar, en su caso, a los que fueren culpables como lo
previene la ley.
#NiUnPacienteMasMalAtendido.
Como señala Darío Echeverri, después de todo esto no debemos ser los mismos, debemos pensar en una sociedad más civilizada, más justa, respetuosa del medio ambiente, equitativa, exigente con el cumplimiento de las normas y más rígida ante la corrupción y la violación de los derechos humanos.[xi]
[i] .
Natalie Kitroeff y Paulina Villegas. The New York Times. Publicado 28 de mayo
de 2020. Actualizado 10 de agosto de 2020. Disponible en: https://www.nytimes.com/es/2020/05/28/espanol/america-latina/mexico-hospitales-coronavirus.html
[ii] .
Contrario a lo que apunta Hanna Meretoja, “que usar metáforas de guerra para
atribuir el protagonismo a los pacientes, trabajadores de la salud y al público
en general es profundamente problemático. Los trabajadores de la salud no son
soldados, ni los pacientes son combatientes, como que tampoco el virus es el
enemigo”. Open Democracy. Dejemos de narrar la pandemia como una historia de
guerra. 20 de mayo de 2020. Disponible en: https://www.opendemocracy.net/es/dejemos-de-narrar-la-pandemia-como-una-historia-de-guerra/
[iii]
. Infobae. Una investigación dio con la fecha exacta del primer caso de
coronavirus en el mundo. 13 de marzo de 2020. Disponible en: https://www.infobae.com/america/mundo/2020/03/13/una-investigacion-dio-con-la-fecha-exacta-del-primer-caso-de-coronavirus-en-el-mundo/
[iv] .
Apocalipsis. Consultado en internet el 12 de octubre de 2020 en: https://es.wikipedia.org/wiki/Apocalipsis#Los_Cuatro_Jinetes_del_Apocalipsis
[v] .
Jorge Fernández Menéndez.La pandemia no es una guerra. Excelsior, 8 de mayo de
2020.
[vi] .
OXFAM. Disponible en: https://www.oxfam.org/es/el-mundo-al-borde-de-una-pandemia-de-hambre-el-coronavirus-amenaza-con-sumir-millones-de-personas
[vii]
. Alberto Nájar. Coronavirus en México: la enorme crisis del sistema de salud
que complica al país atender la pandemia de covid-19. BBC News Mundo, México 14
abril 2020. Disponible en: https://www.bbc.com/mundo/noticias-america-latina-51923474
[viii]
. The New York Times. Disponible en:
https://www.nytimes.com/es/2020/05/28/espanol/america-latina/mexico-hospitales-coronavirus.html
[ix] .
Aline Albuquerque y Kalline Eler (coordinadoras). Derechos humanos de los
pacientes y COVID-19. Observatorio de los derechos de los pacientes. Programa
de graduado de bioética de UNB. Brasilia, abril de 2020. doi: 10.13140 / RG.2.2.12549.29923
[x] .
Xavier A. López de la Peña. Los Derechos del Paciente. Editorial Trillas, A.A.
de C.V., México 2010, pp. 6-7.
[xi] .
Darío Echeverri. Entre guerras y pandemias ¿volveremos a ser los mismos? ¿Hay
duda de la resiliencia de la humanidad? Revista Colombiana de Cardiología. 2020
March-April; 27(2): 73–76. Published online 2020 Jun 4. Spanish. doi:
10.1016/j.rccar.2020.04.003
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