UBÍCATE
Para poder ir a algún lado
primero tenemos que saber en
dónde estamos.
Lucio Anneo Séneca
Dr. Xavier A. López y
de la Peña.
Alguna vez quizá, nos preguntamos: ¿Dónde estoy? o
¿Dónde estamos?
¡Bah! Está fácil. Nos ubicamos en lo que dimos en
llamar hace mucho tiempo planeta Tierra, mismo que está localizado en
uno de los brazos espirales de la Vía Láctea (conocido como el brazo de Orión)
el cual está alrededor de 2/3 partes del camino desde el centro de la galaxia
en la que nos ubicamos y que contiene de 100 000 a 400 000 millones de
estrellas, entre ellas “nuestro” Sol, y se calcula que su diámetro es, nada
más, de unos 105 700 años luz.
Además, para determinar la ubicación de la tierra en esta
galaxia es importante saber que esta se halla en el súper cúmulo de Laniakea,
un congregado de varios súper cúmulos de galaxias respectivamente contiguos
entre sí. Uno de estos sería el caso del súper cúmulo de Virgo, en el
cual nos localizamos. (Vea la imagen anexa, para mejor detalle). La
localización exacta de la Tierra no es posible darla porque no hay coordenadas
como existen en los planos cartográficos, pero… eso sí, por allí estamos.
Otra cosa será saber si estamos arriba o debajo de
ella o a la derecha o a la izquierda, porque todo dependerá de qué referencias
tenemos para poder decirlo. Bien sabido es que, hablando de posición, todo es
relativo según el lugar en el que nos encontremos con respecto al objeto.
En fin, lo que quiero decir es que es muy importante
saber, o tratar de hacerlo, el saber en dónde estamos.
Los antecedentes para dar respuesta a ¿Dónde estoy? y ¿Dónde estamos? se dieron primitivamente con el desarrollo de la
humanidad cuando nuestros antepasados determinaron la ubicación en la que
estaban tomando en consideración diversos objetos habidos en el entorno. Algo que
fue necesarísimo para poder comunicarse con otros y entre nosotros, ya para
poder llegar a un determinado lugar y abastecerse de alimento, para saber en
dónde cazar o pescar, en dónde está cierta amenaza, dónde guarecernos o dónde
dejamos cierto alimento escondido, etc.
Nos servimos de referencia entonces de “algo”
relativamente fijo como un árbol, un cerro, un cauce de río, la salida del sol u
otra cosa, para comunicar a otros algo o algún lugar o suceso, y empezó a
decirse, allá a la derecha o izquierda (del árbol grande caído, o
del cerro más alto a la vista, etc.) o arriba o abajo (de la entrada de la
cueva, o del antiguo nido del pterodáctilo, o adentro o afuera (de la poza
verde o de la choza grande del bizco gur, etc.).
Con seguridad, no decíamos términos actuales como la derecha
o la izquierda sino tal vez con las voces guturales que podrían haber
sido gnoc (derecha) o rucs (izquierda).
Esta primitiva noción de la ubicación lateral o de lateralidad,
tal vez provenga de que el ser humano, durante su proceso evolutivo se percató
de que utilizaba más y con mejor destreza la mano de su extremidad superior
derecha para hacer algo, como escarbar, recoger, arrojar, señalar, rascarse o
comer, y con ello, con esta rudimentaria consciencia de nuestro propio cuerpo,
pudimos referenciar algo con sentido obtenido en base a mi mano de la
extremidad derecha o izquierda.
De hecho, se estima que alrededor de
un 90% de los seres humanos son diestros, y como explicación se ha
demostrado que en el ser humano hay un predominio del dominio del hemisferio
cerebral izquierdo que, evolutivamente, se “especializó” en la realización de
tareas de coordinación y lenguaje (ejemplo, el área del lenguaje llamado
también de Broca, está ubicado en el hemisferio izquierdo), sin embargo, la
actividad motora se da en el lado derecho del cuerpo porque la vía motora (o
vía piramidal) originada en el hemisferio izquierdo, se cruza a nivel del tallo
cerebral y pasa al lado derecho de nuestro cuerpo. Situación inversa ocurre con
la vía motora desde el hemisferio derecho.
Así, la gran mayoría de humanos tenemos dominio del
hemisferio izquierdo y por eso somos diestros como queda demostrado a la
hora de escribir, pintar, arrojar una piedra, chutar un balón o peinarse. Eso
es debido -repetimos-, a que durante el transcurso de la evolución humana se
produjo una expansión del hemisferio izquierdo especializándose en tareas de
coordinación y lenguaje.
Esto
también ha sido demostrado en nuestros más cercanos parientes, los simios, ya
que en un estudio realizado por los investigadores sobre conducta animal Barbara
Regaiolli, Caterina Spiezio y William D. Hopkins en el año 2016, comparando
diversas especies de monos del viejo mundo con grandes simios concluyeron,
después de varias pruebas, que los dos grupos taxonómicos son principalmente
diestros a la hora de empezar a caminar y que los grandes simios son
mayoritariamente diestros a la hora de realizar tareas de manipulación, como
uso de herramientas u obtención de comida.1
Además, es casi seguro también que, el reducido número
personas que no fueran diestras dentro de la comunidad fueran
consideradas, cuando menos, como “raras”, tal vez “defectuosas” o “incómodas” y
fuesen por ello mismo rechazadas, menospreciadas o aisladas, dando con esta
acción inicio de una forma de discriminación entre los seres humanos; o
tal vez, fuesen elevadas a la categoría de diferentes pero superdotados,
confiriéndoles algún papel protagónico (magos, hechiceros, videntes y otros)
dentro de la comunidad ya categorizados entonces como “buenos” o “malos”.
Sea como sea, lo “diferente” siempre
ha sido causa de predisposición, temor, inseguridad y hasta rechazo por parte
de los seres humanos quienes tienden a seguir rutinas en donde “más vale malo
por conocido que bueno por conocer”; somos pues, seres de costumbres.
Pero parece claro que la asignación
dada a las personas diestras desde los tiempos prehistóricos fuese de
“buena”, “deseable”, “común”, dado que, su mayoría así lo era; en tanto que, a
los no diestros llamados también siniestros o zurdos se les consideraba
por distintos, desde “raros” cuando menos y hasta “indeseables” de manera
general.
En síntesis, lo de la derecha, en forma muy general
fue desde entonces considerado como bueno, favorable, cómodo y lo de la izquierda
como malo, desfavorable e incómodo.
Ahora bien, esto queda de manifiesto con las
referencias más antiguas hechas de la palabra derecha (daksina) escrita
en sánscrito en la India antigua, palabra que deriva de la raíz daks que significa
“actuar a satisfacción de”, “ser útil”, “servir”, “valer”.2
Dentro de la cultura sumeria, la utilización de la
derecha tuvo una connotación similar, de hecho, cuando rezaban sus oraciones
lo hacían con la diestra en alto.3. El dios de la
ciudad de Cuthah en Akkad, Meslamtaea, fue alabado como “el brazo
derecho de Lagash”, considerándole con ello como la persona de mayor confianza.
Aristóteles da cuenta que los filósofos pitagóricos llaman
bueno lo que está a la derecha, arriba, adelante, y malo lo que está a la
izquierda, abajo y atrás.4 Platón, se refiere
en la República, que los jueces ordenaban a los justos que caminaran a la
derecha y hacia arriba, colgándoles por delante letreros indicativos de cómo
habían sido juzgados, y a los injustos los hacían marchar a la izquierda y
hacia abajo, portando por atrás letreros indicativos de lo que habían hecho.5
El templo del rey Salomón en Jerusalén, construido de
acuerdo con la narración bíblica bajo su reinado y terminado en el año 957 a. C.,
contaba en su centro con dos pilares o columnas elaboradas por el artesano
Hiram de Tiro: la de la derecha llamada de Jaquin que simbolizaba
lo luminoso, el orbe celeste, al varón y el bien, y la de la izquierda o
de Boaz que representaba lo oscuro, el orbe terrestre, lo femenino y el
mal.
De igual manera en la cultura hebrea,
la derecha también fue preferida por sobre la izquierda: El Antiguo Testamento
refiere que: la reina se sienta a la diestra del rey, Dios sienta a su
derecha al Hijo encarnado. El vástago más querido de Jacob se llamaba Benjamín,
(Ben iamin) que significa hijo de la derecha.6
En el terreno político, también campearon las
ideologías en torno a la ubicación derecha o izquierda con esa connotación ya
positiva o negativa, respectivamente. De esta manera, en Gran Bretaña, antes de
que surgieran los partidos llamados Tories (Conservadores que creían en la
soberanía y el derecho divino de un rey) y Whigs (Laboristas que creían en la
libertad pública y la propiedad), las reuniones en el Parlamento del año de 1648,
conocido también como “Parlamento rabadilla”, los miembros del ala radicalizada
de los puritanos -conocidos como “cabeza redonda”- liderados por John Pym se
sentaban a la izquierda del “speaker” y los conservadores o “caballeros”
a la derecha.
En Francia, durante la Asamblea Constituyente
celebrada en agosto de 1789, en la que se votaba por decidir sobre el poder que
debía tener Luis XVI, a la derecha del presidente del organismo se sentó
el grupo más conservador compuesto por aristócratas y monárquicos opuestos a la
Revolución, en la que gran parte del clero se negaba a juramentar fidelidad a
la Constitución (Pío VI condenaba la Constitución y la Declaración de los
Derechos del Hombre), y en las sillas de la izquierda, se sentaron los
revolucionarios con una visión opositora; entre ellos, la Sociedad de los
Amigos de los Derechos del Hombre.
Desde entonces y a la fecha, estas dos tendencias
políticas han regido las diversas sociedades en el mundo: la izquierda y la
derecha.
En México, una vez establecida la república surgieron entre
las autoridades grupos de influencia ligados a las logias masónicas: la del
rito escocés de mayoría conservadora y la del yorquino de tendencia liberal
que, con el tiempo se conformarían como Centralistas y Federalistas y, que en
la década de 1850 terminaron como partidos Conservador y Liberal. Los primeros
de la historia de México, constitutivos de “algo” que puede llamarse como de derecha
para los primeros y de izquierda para los segundos.
Actualmente, el popurrí ideológico de los partidos
políticos en México (7 nacionales y 43 locales) podríamos decir que se ubican
en llegar al poder para poder… (¿?). Ya lo considerado como liberal, central y
conservador se entremezclan en un licuado ideológico sin significado, indescriptible
e indescifrable. En un “todos a una”, haiga sido como haiga sido.
Se ha dado al traste con lo que, en la esfera
sicoanalítica, Sigmund Freud, refirió: El camino de la derecha (el camino
derecho) significa siempre el camino del derecho, y en cambio, el izquierdo, el
del delito.7
Erich Fromm, simpatizaba con la izquierda, en aras de la libertad
venciendo el miedo que alienta a la servidumbre y a la pérdida de privilegios.
Finalmente, como bien dice el doctor en Ciencias
Políticas e Historia, Florencio Hubeñack:
…aunque sigan perdiendo significación ideológica –más allá de las
denominaciones-, derecha e izquierda expresan dos categorías naturales
(psicológicas) del ser humano. Todos podemos comprobar que hay gente que por
naturaleza otorga preferencia a rescatar el pasado y conservar los valores
tradicionales [de derecha], mientras que otra
tiene una tendencia al cambio, a anticipar el futuro modificando la situación
presente [de izquierda].
Bajo estas asignaciones de derecha
o izquierda u otros que se les pudieran asignar, continuará la lucha
ideológica y política dándonos cabida a todos para poder ubicarnos, los seres
humanos, al lado de unos u otros o en el medio.
Cada uno de nosotros habrá y sabrá en
dónde y cómo ubicarse, pero consciente y responsablemente, porque no es
deseable, ni se puede ser a “medias” ¿O sí?
¡William Shakespeare -con toda seguridad-, podría
reprochárnoslo acremente!
1 . Regaiolli B, Spiezio C, Hopkins WD. Three actions, two groups: Looking for
the origin of primate manual lateralization. J Comp Psychol. 2016
Aug;130(3):259-68. doi: 10.1037/com0000031. Epub 2016 Apr 28. PMID: 27124402.
2 . Bareau, A. Norma y lateralidad en la civilización india, en: Kourilsky, R. y
otros. Mano derecha y mano izquierda, Norma y lateralidad, Bs As, Proteo, 1972,
p. 140.
3
. Schmoekel, H. El país de los súmeros. EUDEBA, 1965, p. 184.
4 . Martinez Albaizeta, Jorge. Izquierdas y derechas. Su sentido y misterio.
Madrid, Speiro, 1974, p. 19.
5 . The Greeks and their Gods. London, 1950, p. 614.
6 . Hubeñak, Florencio. Derecha e izquierda en la historia [en línea]. Presentado
en IV Simposio de ADEISE “Política y religión en Europa”. Universidad Nacional
de Cuyo, Facultad de Filosofía y Letras, Abril 11-13, 2012. Argentina. Asociación
de Estudios interdisciplinarios sobre Europa. Disponible en
http://bibliotecadigital.uca.edu.ar/repositorio/contribuciones/derecha-izquierda-historia-hubenak.pdf. Fecha de consulta: 24 de junio de 2022.
7 . Freud, S. La interpretación de los sueños. Buenos Aires, Argentina 1953, t.
II, p. 53.
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