Memento
vivere.
- ¿Dónde estás?
- Aquí.
- ¿Qué hora es?
- Ahora.
- ¿Qué eres?
- Este momento.
Frase en la película El guerrero
pacífico, 2006
Dr. Xavier A. López y de la Peña
Temprano por la mañana nos
despertamos y… ¿qué más?
Bueno,
luego de abrir los ojos nos desperezamos, salimos de la cama y pasamos al baño
a asearnos, luego a vestirnos, a desayunar y al trabajo o a la escuela, o de
viaje, o a sentarse a ver televisión, o ponerse a leer, etc.
Esto
es, nos dedicamos a vivir el instante como nuestra única verdadera realidad,
como una realidad que transcurre en una sucesión única e irrepetible de
instantes. Sin embargo, esta realidad vivida al instante, los humanos la
vivimos, o deberíamos vivir deseablemente, con consciencia y libertad.1
El sentido que solemos dar a la vida
proviene, entonces, de dos preguntas: ¿qué propósito tiene nuestra existencia?
o ¿qué significa vivir?, cuyo tema de análisis ha sido tratado largo tiempo en
búsqueda de respuestas tanto en la filosofía como la ciencia, el arte, la
historia, en la religión o en nuestra propia experiencia.
No nos referiremos a la teleología
de la vida como la analizamos en el ensayo que publicamos el 26 de agosto de
2010 titulado Vida y verbos, en el que señalamos que ella es la conservación
de su estructura, sino que trataremos de enfocarnos al sentido consciente
del vivir. Y de antemano vale la pena aclarar que, a pesar de que no exista una
única respuesta al sentido de la vida, cada persona podrá tener una
manera propia de entenderlo, de justificarlo y de encontrarlo.
Así, cada persona tendrá la gana, la
oportunidad y capacidad de decidir qué hacer con su propia vida; qué quiere
hacer de ella, qué metas perseguir, qué deseos lograr, qué pasiones tener, qué
proyectar o producir o qué destruir y malquerer u odiar.
Todo
lo anterior lleva implícito el que cada persona se conozca a sí misma, sus
cualidades y defectos, talentos e intereses y que, en el curso de su desarrollo
asuma con responsabilidad las consecuencias de sus decisiones y acciones
concretas; esto es actuar consciente, coherente y responsablemente.
En nuestra relación con los demás,
ya que somos seres sociales, habrá que conducirse con respeto hacia ellos en su
diversidad, buscando siempre relaciones constructivas y colaborativas hacia el
bienestar común y de equilibrio con todo lo que nos rodea, esto es, con la
naturaleza.
Quizá la sucesión de vivir nuestros únicos
e irrepetibles instantes se ligue también a conectarse con algo trascendente
que le provea un sentido más amplio y profundo a nuestra vida, y que se
supuestamente nos ofrezca seguridad, esperanza, confianza y paz interior.
Todo lo dicho previamente no son
conceptos excluyentes o que guarden un orden rígido establecido, sino que son
complementarios e interdependientes unos de otros y que habrán de conducirnos,
de lograrlo, a vivir a plenitud y con equilibrio, dando satisfacción a nuestras
necesidades físicas, intelectuales-emocionales y, en su caso, espirituales.
También, y es importante aclarar,
que el sentido que cada persona imprime a su vivir no es unidireccional, sino
que se inscribe dentro de un proceso dinámico y continuo dentro de su propio
lugar, tiempo y cultura, que nos demanda análisis y revisión periódicas para
ajustar las intenciones y las acciones que de ello deriven.
Las
decisiones personales dependerán, al fin y al cabo, de la filosofía de vida que
se decida seguir. Es, entonces, el sentido que damos en nuestra vida a un
transcurrir sucesivo de decisiones. Pero… hay algunas decisiones que no
necesariamente tomamos nosotros mismos, sino que se nos han imbuido e impuesto culturalmente
de una u otra manera; esto es, son supra-decisiones como, por ejemplo, y
aplicable no al momento o al instante, sino al continuum de ellos:
En
el cristianismo se afirma que, el sentido de la vida, está en amar a
Dios sobre todas las cosas y al prójimo como a uno mismo. También sostiene que
el ser humano fue creado por Dios a su imagen y semejanza y que tiene un
destino eterno después de la muerte; en el budismo, el sentido de la
vida radica en lograr liberarse del sufrimiento causado por el deseo y el
apego. También sostiene que el ser humano está sometido al ciclo del samsara
o reencarnación hasta que alcanza el nirvana o estado de iluminación; en el humanismo,
el sentido de la vida está en el logro del desarrollo pleno del potencial
humano y en la búsqueda del bienestar individual y colectivo. También sostiene
que el ser humano es un fin en sí mismo y que tiene una dignidad intrínseca y
unos derechos inalienables; en el existencialismo el sentido de la vida
está en la libertad y la responsabilidad de cada individuo para crear su propio
proyecto existencial. También sostiene que el ser humano es un ser arrojado al
mundo sin un propósito previo y que tiene que afrontar la angustia, la
absurdidad y la muerte.
Sin
embargo, en la filosofía del momento cada decisión y acto se origina en un
entorno concreto (matriz), que ocurre en un lugar concreto (locus)
y tiene un desarrollo temporal (status nascendi)2. Es una forma de entender
y vivir la existencia centrada en el valor y la importancia del presente, como
el único tiempo real y significativo.
La
filosofía del momento entonces, demanda una actitud atenta de apertura y de
creatividad ante lo que ocurre en cada instante del vivir, sin dejarse llevar
por las preocupaciones, los miedos, los deseos o las expectativas, y se opone a
la idea de que la vida tiene un sentido o un propósito predeterminado, y de que
el pasado o el futuro son más relevantes que el ahora.
Largo
tiempo atrás, esta filosofía del momento ha sido englobada bajo el término
latino de memento vivere, que quiere decir “recuerda vivir” o “recuerda
que debes vivir”, que nos invita a estar atentos y reflexionar sobre el momento
presente, que es limitado y fugaz, con la intención de disfrutarlo y
aprovecharlo a plenitud para el logro de nuestras metas.
En
los tiempos que vivimos, este instante en sucesión, este memento vivere
se suele asociar al deseo e intención, consciente o no, de que sea indoloro,
rápido, cómodo, fácil y exitoso, en contraposición de lo que propondría de que
fuese, pacífico, tranquilo, equilibrado.
Quizás,
dicho secuencialmente, sería vivir como el “yo quiero”, “yo tengo”, “yo soy”,
en vez de enfocarlo al “yo soy”, “yo tengo” y “yo quiero”.
La
primera formulación (el “querer” antes que el “ser”) nos suele generar actitudes
negativas como lo son la tensión, angustia, ansiedad, temor, estrés o depresión
que llevan (de no lograrlo) a la inseguridad, frustración, enojo, al
aislamiento y rechazo social; en tanto que la segunda (del “ser” antes que el
“tener”) nos proporciona tranquilidad, equilibrio, confianza y paz; es decir, salud
mental y física, mejorando el desarrollo personal y social, y estimulando la
creatividad, la curiosidad la empatía y la gratitud.
Vivir
el instante o darle sentido a la vida en la filosofía del momento, no obstante,
requiere que se actúe con responsabilidad y se asuman las consecuencias de las
acciones realizadas, no seguirla como una manera de evadir los problemas que se
presenten en la vida o para cegarse ante las consecuencias de ellas. De igual
forma, no significa ignorar o despreciar hechos, emociones, recuerdos, acciones
o problemas pasados, sino buscar la forma de integrarlos, acomodarlos,
tolerarlos y modelarlos para nuestro propio conocimiento, crecimiento y visión
de futuro, dándole merecido valor al momento presente.
Vivir
el instante o el momento con sensación plena y sentido, es arrogarse el
gozo de pertenencia con el entorno, es responder con sentimientos y emociones
varias al suceso inmediato.
En
nuestra sociedad industrial occidental tan objetiva y materialista en la que
los valores y las creencias se basan substancialmente en la posesión de bienes
materiales, en el consumo, en el lucro y el poder, el memento vivere se
sitúa entonces en buscar el “tener” para entonces, si acaso, poder ser “algo”.3
Tal vez necesitemos
reflexionar para reencontrar el camino que nos lleve a buscar nuestro “ser”, el
verdaderamente humano y deseable memento vivere.
1 .
Luis Abad Carretero. Una filosofía del instante. El Colegio de México, 1954. https://www.researchgate.net/publication/309113297_Luis_Abad_Carretero_Filosofo_del_instante/link/6089808c92851c490fa36c3c/download
2 .
Paola Martínez. Filosofía del momento. Disponible en: https://es.scribd.com/document/367045887/La-Filosofia-Del-Momento#:~:text=La%20filosofa%20del%20momento%3A%20Cada%20ser%20o%20cada,%28locus%29%20y%20tiene%20un%20desarrollo%20temporal%20%28status%20nascendi%29.
3 . Erich Fromm. Del tener al ser. Ed. Paidós Ibérica, España 2007.