domingo, 1 de marzo de 2020

Música del universo


El universo a ritmo.

La armonía existente entre cómo el universo parece y cómo es,
tiene que ser un logro de nuestra magia neuronal,
 porque lo blanco y lo negro no se presentan en la retina.

En: Cómo funciona la mente (1997), Steven Pinker.

Dr. Xavier A. López y de la Peña.

             Hace dos mil quinientos años el filósofo y matemático griego, Pitágoras de Samos, personaje a quien el también filósofo, Heráclito de Éfeso, se refería diciendo que había practicado el examen y la investigación más que ningún otro hombre y cimentó su sabiduría fuera del prejuicio y de las malas artes,[i] experimentando con el sonido dedujo que las longitudes de las cuerdas que dan una nota, su quinta y octava se hallaban en la relación 6:4:3, encontrando así la armonía en los sonidos de una cuerda al dividirla en ciertas porciones.
             Con ello, más sus conocimientos matemáticos, astronómicos y geométricos, dedujo la teoría de que el universo se correspondía con este esquema numérico en el que la distancia entre la Tierra y los demás planetas se hallaba en armonía con una progresión musical (la música, definida como el arte de organizar sensible y lógicamente una combinación coherente de sonidos y silencios respetando los principios fundamentales de la melodía, la armonía y el ritmo).
             En la leyenda de los martillos atribuida a este personaje, se rumora que éste, al pasar frente a una herrería y gracias a su particular agudeza auditiva, era capaz de distinguir y diferenciar el sonido emitido por cuatro martillos de diferente tamaño. Con esta capacidad auditiva (probablemente lo que hoy conocemos como tener “oído absoluto”) y sus demás conocimientos -como ya citamos-, emitió la teoría de que el universo está regido por proporciones numéricas en armonía o Teoría de la armonía de las esferas. Sí, y que el observado movimiento de los distintos planetas se correspondía con determinadas proporciones musicales; esto es, que las distancias entre los planetas corresponderían, según esta teoría, a diversos intervalos musicales.[ii]

             Por otro lado, el filósofo griego Platón, hizo alusión a su vez que el ritmo (del latín rhythmus, y este del griego ῥυθμός, de ῥεῖν, fluir. Orden acompasado en la sucesión o acaecimiento de las cosas) es orden del movimiento. Y abundaba…, distinguiréis el ritmo en el vuelo de un pájaro, en las pulsaciones de las arterias, en el paso del bailarín, en los períodos de una oración; también advertía que… la música es una ley moral (que) dota de alma al universo, de alas a la mente, permite a la imaginación volar, da encanto y alegría a todas las cosas, a la vida misma. Es decir, reconocía el ritmo en los movimientos del animal, en las funciones fisiológicas, en los desplazamientos estéticos de un artista, en el habla sometida a la respiración. Porque Platón advierte y busca el ritmo en lo que está vivo.[iii]
             Esta misma armonía celestial fue descrita por este personaje cuando, en el diálogo Epinomis, (sostenido entre los personajes Clinias de Creta, Megilio de Lacedemonia y un ateniense) se declaró que los astros ejecutaban la mejor de todas las canciones.

             Es así que esta visión mística pitagórica de la Naturaleza, manifiesta en la doctrina de los números, permea tanto en el pensamiento griego que el mismo filósofo y médico griego, Alcmeón de Crotona, ubicó al ser humano como una miniatura del Universo o microcosmos y que su cuerpo refleja con ello la estructura del mundo, y su alma constituye una armonía del número; en una tenencia de alma tanto en el ser humano como en los astros, e identificó entonces a lo que llamó la armonía con una ley universal.
             Poco después el jurista, político y filósofo romano, Marco Tulio Cicerón, también se refirió en el sueño de Escipión (obra de la autoría de Macrobio, que comenta el texto ciceroniano Sobre la república, sobre las propiedades místicas de los números, sobre la naturaleza del alma, sobre astronomía y sobre música) a ese sonido tan intenso como agradable que llenaba los oídos de su héroe y que se originaba en las órbitas celestes, reguladas por intervalos desiguales que originaban diferentes sonidos armónicos.
             Más adelante Johannes Kepler, -el último pitagórico- publica, mezclando tanto ideas religiosas como místicas en su libro Harmonices mundi (1619), la fórmula en las que sienta las bases del conocimiento matemático de nuestro sistema planetario, en el que, entre la armonía de los planetas y sus susurros geométricos se cimientan sus leyes. Impresionado por el sistema copernicano, refería lleno de exaltación: ¡Yo declaro tal sistema como verdadero en lo más profundo de mi alma, y contemplo su belleza con increíble y embriagador deleite!
             Si bien sus tres leyes del movimiento planetario fueron precedidas por los conceptos del primer astrónomo moderno, el danés, Tycho-Brahe (1546-1601) y éstas sirvieron de base a los conceptos astronómico de Isaac Newton, Kepler creía firmemente que Dios creó al mundo acorde con el principio de los números perfectos y atribuía a la armonía matemática, la música de las esferas, la causa real y efectiva de los movimientos planetarios.

             Bueno… Así sigue la historia.

             Y recientemente un grupo de astrofísicos coreanos observaron que la dirección de rotación de varias galaxias a una distancia de 400 millones de años luz, tendía a ser coherente con el movimiento promedio de sus vecinos cercanos dentro de la distancia de 1 megapársec (Mpc es como se abrevia; es decir, 1 millón de pársecs, donde 1 pársec equivale a 3.26 años luz), encontrando en ello una importante sincronía en el movimiento de las galaxias, lo que les sugiere una sorprendente coherencia armónica a gran escala en todo el universo.
             Descubrieron que la rotación de cada galaxia estaba vinculada al movimiento de decenas de miles de galaxias vecinas y que la coherencia rotacional era más significativa en las regiones externas de la galaxia que en la parte central de la constelación, considerándolo de esta manera ya que, si las galaxias se forman de dentro hacia afuera (como lo demuestra el Universo en expansión), la mayor fuerza de la gravedad está en el interior y deja a las partes externas más expuestas a influencias de otras galaxias.[iv]

Finalmente, como refiere el doctor en neurofisiología por la Universidad de Bolonia, Italia, David Muehsam, también participa activamente como profesor de yoga/meditación y es un músico consumado, tocando la flauta y el saxofón desde la infancia; relacionando el mundo físico con el biológico nos dice que: toda la vida existe dentro de un mar de vibraciones, y el ritmo es fundamental para toda la vida. Los ciclos diurnos, estacionales, lunares y solares, y las oscilaciones del campo electromagnético resonante (EMF) de nuestro planeta constituyen la sinfonía de ritmos en los que existe la vida en la Tierra.
Nace con ello un nuevo propuesto paradigma capaz de unificar múltiples disciplinas, que trata de revelar las conexiones entre la vida, lo social y el universo físico: todo ello con ritmo y en armonía como si se tratase de una orquesta universal. Tal paradigma, podría influir enormemente -como se destaca- en los problemas médicos y terapéuticos. Por ejemplo, en la genómica psicosocial se ha demostrado que la expresión génica puede ser modulada no sólo por campos electromagnéticos no térmicos y vibraciones sonoras, sino también a través de las actividades de la mente, las emociones, la música, el arte, los rituales, la cultura y la vida espiritual. [v]
            
             Miguel Martínez Meguélez, pedagogo, psicólogo y pensador venezolano nos lo dice así:

Es tiempo de comprender que vivimos inmersos en esa red de sistemas que se integran en un orden (armónico y) jerárquico; y que la validez y método de este enfoque es clave para la comprensión de las ciencias en general. Desde hace unos 50 años, las ciencias de la complejidad, como el pensamiento sistémico, la holonómica, la resonancia mórfica, la teoría del caos, la teoría de cuerdas y súper cuerdas, y otras… (Apuntan a que) eso es lo que somos también cada uno de nosotros mismos: un "todo físico-químico-biológico-psicológico-social-cultural-espiritual" que funciona maravillosamente y que constituye nuestra vida y nuestro ser. Por esto, el ser humano es la estructura dinámica o sistema integrado más complejo de todo cuanto existe en el Universo.[vi]

             En el pensamiento ortodoxo actual de la física teórica, la teoría de las súper cuerdas (es un esquema para explicar todas las partículas y fuerzas fundamentales de la naturaleza en una sola teoría, que modela las partículas y campos físicos como vibraciones de delgadas cuerdas súper simétricas, las cuales se mueven en un espacio-tiempo de más de cuatro dimensiones, más exactamente 10 dimensiones y una temporal) tiende a reconciliar la teoría de la gravitación con la mecánica cuántica y, al mismo tiempo, la de unificar todas las fuerzas y partículas conocidas en la naturaleza. De allí que en la jerga se la llame, con un toque de sutil ironía, la Teoría del Todo.

          Esto es, algo similar a lo que en lenguaje actual podríamos llamar el universo a ritmo, o la Teoría única de la energía-materia, en el periplo rítmico y armónico del espacio-tiempo del universo, regidas por el acorde de las fuerzas: gravitatoria, electromagnética, nuclear fuerte y nuclear débil.

Dr. Xavier A. López y de la Peña
Aguascalientes, Ags., a 24 de febrero de 2020.


[i]. Dampier-Whetham. Historia de las ciencias. Méxicolee, 1944, p.34.
[ii] . Armonía de las esferas. Consultado en internet el 18 de febrero de 2020 en: https://es.wikipedia.org/wiki/Armon%C3%ADa_de_las_esferas
[iii] . Teodoro Pedro Cromberg. Reflexiones sobre el ritmo en la perspectiva del siglo XXI. Rhuthmos, 12 septembre 2015 [en ligne]. http://rhuthmos.eu/spip.php?article1600
[iv] . Joon Hyeop Lee, Mina Pak, Hyunmi Song, Hye-Ran Lee, Suk Kim, and Hyunjin Jeong. Mysterious Coherence in Several-megaparsec Scales between Galaxy Rotation and Neighbor Motion. The Astrophysical Journal. Vol. 884, Num. 2. (October 2019). DOI:https://doi.org/10.3847/1538-4357/ab3fa3
[v]. David Muehsam and Carlo Ventura. Life Rhythm as a Symphony of Oscillatory Patterns: Electromagnetic Energy and Sound Vibration Modulates Gene Expression for Biological Signaling and Healing. Glob Adv Health Med. 2014 Mar; 3(2): 40–55. Published online 2014 Mar 1. doi: 10.7453/gahmj.2014.008
[vi] . Miguel Martínez Meguélez. Sobre la armonía del universo. Rev. Heterotopía. 2012. Consultado en internet el 20 de febrero de 2020 en: http://prof.usb.ve/miguelm/Sobre%20la%20Armonia%20del%20Universo.html


sábado, 1 de febrero de 2020

Biofilosofía



Disertación sobre la teleología de la vida.

Todo organismo vivo tiene un fin o propósito principal: conservar su estructura sin
participación ni intención sobrenatural alguna.


Dr. Xavier A. López y de la Peña

             Para iniciar, aunque la definición de vida sigue siendo un tema altamente debatible, aquí consideraremos que los sistemas u organismos vivos son una organización especial y localizada de la materia cuya compleja estructura molecular está compuesta  particularmente por carbono, hidrógeno, oxígeno, nitrógeno, azufre, y fósforo (CHONSP, por sus siglas en inglés), autoorganizada, capaz de intercambiar energía y materia con el entorno con la finalidad de automantenerse, renovarse y finalmente reproducirse a través de información hereditaria codificada en ácidos nucleicos, produciendo un continuo incremento de orden sin intervención externa y que es capaz de evolucionar mediante la selección natural.
             Estos sistemas vivos poseen la capacidad de responder a múltiples estímulos tanto externos como internos mediante un mecanismo llamado irritabilidad, diferente a otras formas de respuestas observadas en la naturaleza. Estas respuestas son adaptativas, asegurando la integridad del sistema vivo y por tanto su sobrevivencia.
             Ahora bien, podremos plantearnos la siguiente pregunta: ¿qué finalidad, objetivo o meta tienen (si esto es así), los sistemas u organismos vivos? O dicho de otra manera ¿la vida tiene algún sentido? Se podría contestar entonces con una afirmación o con una negación, ya que no habría posibilidad de un término medio.
             Recuérdese que el fin, la meta o el objetivo de cualquier acción es siempre la resolución de un problema percibido, y de que un medio es lo que sirve para alcanzar cualquier fin, meta u objetivo.1
             A este respecto el filósofo, físico y epistemólogo argentino, Mario Bunge, refiere que los organismos no actúan o se comportan así para lograr tal o cual objetivo o meta, y agrega que ello sólo sería posible si tuviesen un sistema nervioso muy desarrollado para imaginarlo y planear estrategias para alcanzarlo. Esto es, que sólo sería posible si estos organismos tuvieren consciencia. Lo dice así:

(…) los organismos no se comportan como lo hacen para alcanzar tal o cual meta, a menos que posean un sistema nervioso altamente desarrollado que les permita, efectivamente, imaginar metas y estrategias para alcanzarlas.2

             Nosotros no compartimos este razonamiento, creemos que todos los sistemas u organismos vivos si persiguen una meta, un objetivo o un fin determinado, esto es, que no es necesario tener consciencia para lograrlo; desde el organismo vivo más simple hasta el más desarrollado o complejo, todos los seres vivos tienen la finalidad (meta, objetivo) de mantener su estructura funcional y por ende, la de seguir vivos. Esto es lo que podemos llamar, su teleología.
             La teleología es un neologismo creado por el filósofo alemán Christian von Wolff  en su obra de 1728 en latín titulada Philosophia rationalis sive lógica, uniendo las voces griegas teleos=fin y logia=estudio, ciencia. En filosofía, teleología se entiende como una creencia en que la marcha del universo es como un orden de fines que las cosas tienden a realizar, y no una sucesión de causas y efectos.
             Es así, que la teleología ocupa hoy un lugar preeminente en el debate epistemológico, particularmente en la biofilosofía.
             Al respecto, el biólogo evolutivo español nacionalizado estadounidense, profesor Francisco José Ayala, defensor de la teleología en los sistemas u organismos vivos, reafirma que la

“explicación teleológica es un modo de explicación aplicable a los organismos, pero no a otro género de objetos del mundo natural; que la explicación teleológica es compatible con la explicación causal, en el sentido científico, pero no puede exponerse en forma no teleológica sin perder sentido explicativo, y que la explicación teleológica es el distintivo de la biología como ciencia natural. Así también, es consciente de que no todos los procesos biológicos necesitan explicación teleológica; sólo son teleológicos aquellos que necesariamente están dirigidos al mantenimiento o supervivencia del sistema”.3

             Las características teleológicas de los organismos pueden identificarse como adaptaciones, sean estructuras, órganos, comportamientos. Dichas adaptaciones cumplen con ciertas funciones que incrementan el éxito reproductor y de supervivencia de sus portadores.
             Luego entonces, parece ser que el criterio determinante para distinguir si una explicación teleológica en biología es apropiada, es el indicado por la propia selección natural cuya finalidad es siempre la supervivencia del individuo y su éxito reproductor, lo cual concuerda plenamente con la ya citada definición de teleología facilitada por el Dr. Ayala.
             Para una comprensión y aplicación correctas del sentido teleológico de los sistemas u organismos vivos, presenta el profesor Ayala una división de la teleología de la siguiente manera:
             La Teleología puede ser:
1.      Natural o interna, y a su vez determinada (Función biológica) o indeterminada (Adaptación, características aportadas por la selección natural).
2.      Artificial o externa, como resultado de la intención de algún agente.

             Por otra parte, el filósofo francés Henri Bergson no compartió el racionalismo inscrito en la teoría de la evolución, manifestándose contrariado por el desperdicio ciego y sin razón de energía vital (Élan Vital) en ella, ya que tanto el ser humano como todos los organismos vivos, son fruto de una de las infinitas posibilidades en las que podía haber desembocado el proceso evolutivo y no un fin lógico previamente planificado por la naturaleza, pues esta, ni es racional ni actúa regida por patrones.4
             En este caso, la vida biológica estaría abierta a la novedad, a lo imprevisible: estaríamos dentro de un flujo vital del que cabría esperar lo inimaginable porque no estaría sometido ni al poder de una causa eficiente ni al poder de una causa final. Habría, por tanto, un “esfuerzo” (de “Dios”, o siendo “Dios mismo”) del que surgirían formas incesantes e imprevisibles. Eso sería la evolución creadora.5
             El concepto de vida bergsoniano no es elemento ni resultado, sino principio, como dice el filósofo español Xavier Zubiri, o como asienta el propio Bergson en su obra La evolución creadora, torbellino, proceso: nosotros no somos la corriente vital misma; somos esa corriente una vez cargada de materia, es decir, partes congeladas de su substancia que arrastra a lo largo de su recorrido 6. Biológicamente, sería que los átomos, moléculas, células germinales, etc., no son nada más que los medios necesarios para que aparezca la vida en los diversos organismos y no como resultante, sino como propiedad emergente. La vida, l’élan vital, no es una energía distinta como tantas veces se ha dicho, sino el conjunto de fuerzas naturales que actúan en los seres vivos como un empuje inicial. El error del finalismo clásico es haber situado la meta por delante, vis a fronte, en vez de situar el principio por detrás, vis a tergo.
             En opinión de otro estudioso, el jesuita, paleontólogo y filósofo francés, Pierre Teilhard de Chardin, considera que la teleología de la vida se alcanza con la llegada al punto omega (o Dios), la meta de la evolución. La historia evolutiva en la tierra se embebe en una complejidad y consciencia crecientes en la que el ser humano es el constructo más refinado del desarrollo evolutivo de la gran síntesis biológica.7
             El bioquímico francés, Jacques Monod, hace referencia a que la calidad del aparente propósito y orientación a objetivos de las estructuras y funciones de los organismos vivos, deriva de su historia y de su adaptación evolutiva para el éxito reproductivo, y emplea en ello un término diferente al de teleología, la teleonomía que conforma la teoría biológica que defiende que las estructuras y las funciones de los seres vivos están orientadas hacia un fin determinado.
             Igualmente que F.J. Ayala, tiende a admitir este rasgo teleológico de los seres vivos, empleando su término de teleonomía.

|            En la obra de J. Monod El azar y la necesidad, se encuentra estas frases:

(…) subrayar lo estéril y arbitrario de querer negar que el órgano natural, el ojo, representa el término de un proyecto. (…) Todo artefacto es un producto de la actividad de un ser vivo que expresa así, y de forma particularmente evidente, una de las propiedades fundamentales que caracterizan sin excepción a todos los seres vivos: la de ser objetos dotados de un proyecto que a la vez representan en sus estructuras y cumplen con sus actuaciones (tales como, por ejemplo, la creación de artefactos). En vez de rehusar esta noción (como ciertos biólogos han intentado hacer), es por el contrario indispensable reconocerla como esencial a la definición misma de los seres vivos. Diremos que éstos se distinguen de todas las demás estructuras de todos los sistemas presentes en el universo por esta propiedad que llamaremos teleonomía.8

             El biólogo francés, François Jacob, ganador del premio Nobel de fisiología en 1965 que compartió con André M. Lwoff y Jacques L. Monod, por sus descubrimientos sobre el control genético de la síntesis de enzimas y la síntesis de virus, afirmó en su explicación y comentario al programa genético la teleología de los sistemas u organismos vivos, de la manera siguiente:

(…) El organismo se convierte así en la realización de un programa prescrito por la herencia. La traducción de un mensaje sustituye a la intención de una Psique. Desde luego que el ser viviente representa la ejecución de un diseño, pero sin que éste haya sido concebido por inteligencia alguna. Tiende hacia un objetivo, pero sin que voluntad alguna lo haya decidido. El objetivo es preparar un programa idéntico para la generación siguiente. Es reproducirse.
(…) Hoy en día no es necesario cambiar ni una sola letra de estas líneas. No hay ni una sola frase que la biología moderna no pueda asumir. Sencillamente, con la descripción de la herencia como un programa cifrado en una secuencia de radicales químicos, la contradicción ha desaparecido. (…) En un ser vivo todo está dispuesto con vistas a la reproducción (…) la reproducción que constituye la causa misma de su existencia se convierte también en su fin.9

             El filósofo y científico estadounidense, Charles S. Peirce, postula a su vez una Teoría de la Teleología Natural señalando que la naturaleza tiene una predilección inherente y auto-engendrante del incremento de complejidad. Considera que en la evolución, el crecimiento,  y la complejidad son simplemente tendencias al desarrollo intrínsecas en la Naturaleza. El Universo físico es, en este respecto, autoteleológico, impulsándose a partir de sus propios recursos hacia una complejidad siempre mayor.10

             Entonces, se podría aceptar que la finalidad o teleología de los sistemas u organismos vivos es la conservación de su estructura en vistas a la reproducción, rechazando toda probable intencionalidad sobrenatural o humana en ello.

             Sin embargo y como apunta el doctor en filosofía, Diego Cano Espinosa, otros científicos argumentan que la explicación teleológica es aplicable a todo sistema dinámico organizado como es todo el Universo físico de quien también forman parte los seres vivos, pero no como exclusiva de éstos. Sin embargo, los conceptos de funcionalidad, adaptabilidad y supervivencia son más pronunciados en los organismos vivos y hacen que la explicación teleológica sea más evidente, apropiada e imprescindible en estos últimos por lo que puede ser considerada como distintivo de la Biología, pero no con carácter de exclusión.11


1 . Stefunko, Martin. Human Action: A Chapter-by-Chapter Summary. Published on mises.org, October 3, 2018. Consultado en internet en: https://mises.org/es/library/la-acci%C3%B3n-humana-un-resumen-cap%C3%ADtulo-por-cap%C3%ADtulo
2 . Mario Bunge. Epistemología: curso de actualización. 4a. Edición. Siglo XXI Editores. México 2004, p. 113.
3 . Diego Cano Espinosa. Teleología en el pensamiento biofilosófico de F. J. Ayala. PENSAMIENTO, 2009(65);246:915-946.
4 . Jorge Rodríguez. Henri Bergson, la Filosofía Francesa del Siglo XX y su Vitalismo. 19 de junio 2010. En: https://dialektika.org/2010/06/19/henri-bergson-vitalismo/
5 . David López. Un blog de Filosofía. En: https://www.davidlopez.info/diccionarios-filosoficos-es/filosofos-miticos-del-mitico-siglo-xx-henri-bergson/
6. Bergson, H. L’Évolucion créatrice, Ouvres, A. Robinet y H. Gouhier, Paris, 1959, p. 547.
7 . Teilhard de Chardin. El fenómeno humano, Edit. Taurus, Madrid, 1963.
8 . Monod, J. El azar y la necesidad. Tusquets Editores, S.A., Barcelona, 1981, pp. 19-31.

9. Jacob, F. La Lógica de lo viviente. Tusquets Editores, S.A., Barcelona, 1999, pp. 16-18.
10 . Rescher, N. Las modalidades de la complejidad. En Filosofía actual de la Ciencia, editor Pascual Martínez Freire, Suplemento 3 de Contrastes, 1998, Revista Interdisciplinar de Filosofía (ISSN: 1136-9922), Universidad de Málaga, pp. 223-243.
11 . Diego Cano Espinosa. Ob. Cit.

viernes, 3 de enero de 2020

Vericuetos de la percepción.



LAS RUINAS DE ASCLEPEION DE EPIDAURO.

Dr. Xavier A. López y de la Peña


En las ruinas de determinada cultura se perciben los esfuerzos, ideales, costumbres, progresos y desarrollo del ser humano expresados en toda su grandeza.
Sólo basta con descifrar el código en el que fue inscrito para asombro de sabernos sus sucesores.
De hecho, como decía W. Shakespeare, “el pasado es un prólogo” que hay que apreciar, interpretar y saber leer, y no pensar y sentir como lo refiere el rapero español Lírico con su frase: “Hay monumentos que para mí solo son ruinas”.

             Las frases anteriores se engloban claramente en las palabras que nos dejara F. Nietzche “no hay hechos sino interpretaciones”;[i] esto es, son nuestras necesidades las que interpretan y nos dan idea del mundo: nuestros impulsos con sus pros y sus contras. Cada impulso es una especie de ansia de dominio (poder), en la que cada uno tiene su percepción, que quisiera imponer como norma a todos los demás impulsos.
             Cada particular percepción va indiscutiblemente ligada con la cultura. Al viajar te percatarás de lo variable que puede ser la percepción en diferentes ámbitos políticos, económicos, sociales o geográficos. Así por ejemplo, ante las ruinas de una pretérita cultura, algunas personas lo percibirán como algo grandioso y placentero, en tanto que en otros se manifestará hastío, cansancio, o simple indiferencia ante un cúmulo de vetustas piedras amontonadas.
             En torno a estas ideas, diremos algunas palabras y reflexiones sobre las ruinas del Asclepeion de Epidauro, tradicionalmente considerado el lugar de nacimiento del dios griego de la medicina o la curación, Asclepio o Esculapio, como le nombraron los romanos, ubicado a unos 10 km al oeste de la ciudad de Epidauro, en la Argólida (Peloponeso).

             El lingüista belga, Henri Grégoire (1881-1964), especialista en estudios sobre el Imperio bizantino, investigando sobre el origen del nombre de Asclepio, refiere que su origen probablemente derive de las palabras griegas spalax, aspalax o skalops, todas ellas haciendo referencia al topo (animal subterráneo de la familia de mamíferos placentarios del orden Eulipotyphla), que cava madrigueras redondas, llamadas toperas y que cuentan con varias comunicaciones.
             Quizás por ello en el Santuario dedicado a Asclepio ubicado en Epidauro, emplazado en un pequeño valle griego llamado Herión (es decir, sagrado), cerca de la ciudad Koroni (derivado de Coronis o Corónide, llamada así en honor a la madre de Asclepio) rodeado por montañas en el Peloponeso y cuyo sitio comprende un santuario sagrado con diversos edificios públicos y dedicado al dios griego de la medicina Asclepio o Esculapio para los romanos, se encuentra una sobresaliente estructura circular llamada tholos[ii], simulando o recreando prácticamente algo similar a una topera.
             El culto a Asclepio o Esculapio, emanado del rendido antiguamente a su padre Apolo Maleatas, cobró forma como muy tarde en el siglo VI a.C. y llegó ser el culto oficial de la ciudad-estado de Epidauro. Algún autor ha señalado que podría caerse en la tentación de afirmar que Asclepio no fuera más que “un epíteto o epíclesis de Apolo” (Apolo “con el topo” o con la “topera”).[iii]
             Así, los principales monumentos del sitio, construidos en el siglo IV a.C., son el ya mencionado tholos, el templo de Esculapio y el teatro, que están considerados una de las más puras obras maestras de la arquitectura griega. Con sus hospitales y templos consagrados a otros dioses curadores, el conjunto del sitio aporta un testimonio excepcional sobre los cultos terapéuticos de la Antigüedad grecorromana.
             Describió el militar y príncipe espartano, Pausanias, que en el recinto del tholos había unas estelas escritas en lengua doria con los nombres de los que allí habían sido curados por Esculapio. Además, en las excavaciones posteriores se han hallado muchas inscripciones en dialecto argivo, que pertenece al grupo dorio, propio de Epidauro, que confirman estos hechos.
             Es por ello que el tholos con su singular estructura circular y sus múltiples e interconectadas galerías similares a las de las toperas, fuera considerado como un lugar sagrado y de culto en el que actuaba y se veneraba a Esculapio, y donde se creía que él mismo había sido enterrado.
             La ideología fantástica de aquellos tiempos le daba al topo cualidades curativas superiores, tanto que los magos consideraban que aquel que comiera el corazón de este animal aun palpitante, tendría el don de la adivinación y se elaboraban diversos y variados remedios curativos con múltiples partes del cuerpo de este pequeño, pero toti potencial mamífero: hígado, sangre, huesos, dientes y más.
             Tanto en el folklore alemán y francés, la topera es el lugar ideal para sepultar las enfermedades y en la Antigüedad clásica fue catalogado como el animal mágico y terapéutico por excelencia. Plinio refería que el topo era considerado el animal preferido por los magos y su corazón era mántrico (adivinatorio). Además, la tierra de la topera mezclada con vino, era útil contra las picaduras de víbora, etc.

             Tiempo después con la mezcla de magia, hechicería y superstición, ya en la era cristiana el topo fue entonces considerado como un animal maldecido por los dioses[iv], como un símbolo herético y figura del diablo[v] condenado a vivir bajo la tierra privado de toda luz.
             De hecho, en La Biblia de las Américas (LBLA), se lee en el Levítico 11, lo siguiente:

“Y de entre los animales que se arrastran sobre la tierra, estos serán inmundos para vosotros: el topo, el ratón y el lagarto según sus especies; el erizo, el cocodrilo, el lagarto, la lagartija de arena y el camaleón. Estos serán inmundos para vosotros de entre todos los animales que se arrastran; todo el que los toque cuando estén muertos quedará inmundo hasta el atardecer. También quedará inmunda cualquier cosa sobre la cual caiga muerto uno de ellos, incluso cualquier artículo de madera, ropa, piel, saco, o cualquier utensilio de trabajo; será puesto en el agua y quedará inmundo hasta el atardecer; entonces quedará limpio”.[vi]

             Volviendo al tema, el culto a Esculapio se extendió rápidamente por toda Grecia, Asia Menor y el imperio grecorromano a finales del siglo VI a.C. y en sus templos se enseñaba y practicaba tanto la medicina empírica como la mágico-religiosa.
             A los templos acudían, de todos los rincones, el fervoroso pueblo en busca de la salud trastocada. Dentro del templo surgía imponente, ante la atónita mirada de los dolientes, la preciosa escultura de Esculapio sentada en un sillón, hecha el oro y marfil por el escultor Trasimedes.
             En el Tholos de Epidauro pues, se representan constructivamente sintetizados todos los usos del animal (topo) y de su vivienda; su centro, equivalente a la cámara de una topera, sería la residencia del dios. También contaba con unas pinturas referidas por el pintor griego Pausias, representando al dios del amor Eros colocando su arco y flecha para recoger su lira. De igual manera había una pintura que retrataba la figura alegórica de la embriaguez como una mujer (Mete), bebiendo vino de una copa de cristal con la cara visible a través de la copa, probablemente sugiriendo con ello evitar los peligros de una vida disipada. Así mismo en esta construcción fluía de manera regular agua transparente proveniente de un manantial con propiedades aparentemente curativas.
             Cerca del Tholos se alzaba el Abaton, unos pabellones a los que eran trasladados los enfermos provenientes del templo. Una vez purificados, se introducían en esta sala para pasar momentos de vigilia esperando febrilmente que llegara la curación deseada. En Delfos se denominaba así a una sala situada al fondo del templo, donde sólo estaba permitido el acceso a la Pitonisa y los sacerdotes.[vii]

          Las ruinas de Asclepion de Epidauro son vivas voces pétreas del grandioso pasado griego del que somos herederos, o quizá sólo piedras consideradas por la estulticia de otro.


[i] . Friedrich Nietzsche. Fragmentos póstumos. Vol. IV. Tecnos. Madrid, 2008. Traducción Juan Luis Vermal – Joan. B. Llinares.
[ii] . Glosario ilustrado de arte arquitectónico. Consultado en internet: https://www.glosarioarquitectonico.com/
[iii] . José Carlos Bermejo Barrera. Mitología y mitos de la Hispania prerromana II. Akal Ed., Madrid, España 2005, p. 68.
[iv] . Theo Löbsack. Medicina mágica. Métodos y méritos de los curanderos milagrosos. Fondo de Cultura Económica. México 1986, p. 131.
[v] . María Dolores Carmen Morales Muñiz. Los animales en el mundo medieval cristiano-occidental: Actitud y mentalidad. Espacio, Tiempo y Forma, Serie III, H.a Medieval, t. 11, 1998, págs. 307-329.
[vi] . Biblia de las Américas. Consultado en internet en: https://www.bibliatodo.com/la-biblia/version/Biblia-de-las-americas
[vii] . Abaton. ArteHistoria. https://www.artehistoria.com/es/termino/abaton