viernes, 29 de octubre de 2010
Albedrío conculcado: Aborto
Blanco y Negro,o del Aborto.
Albedrío conculcado.*
*© (DR) Xavier A. López y de la Peña
Hombres [y mujeres] necios que imponéis
vuestra moral a la mujer,
sin ver que son de razón
y libres de decisión;
si con ansia sin igual
solicitáis su atención,
¿porqué no las dejáis que obren por elección
si las forzáis a vuestra convicción?
Siempre tan necios andáis,
que con desigual nivel
a una culpáis por ilegal y cruel
y a otra la excomulgáis.
¿Para qué os espantáis, pues, de la culpa que tenéis?
Regocijaos enhorabuena,
queredlas y dejadlas a su conciencia hacer
y os suplico por favor,
son mujeres con razón, no os entrometáis.
Quise rescatar este ensayo escrito en el año 2000 porque, a pesar de ciertos avances legislativos en la materia, la óptica sigue siendo más que miope en asunto tan trascendente en la vida humana.
El color «blanco» se define como el “color de la luz solar, no descompuesta en los del espectro”, y «negro» a lo “totalmente oscuro, como el carbón, y en realidad falto de todo color”. Para fines prácticos contrarios son el tener o no color.
El tema del aborto, como sustantivo de abortar y que significa el “expulsar un feto muerto o que todavía no está en condiciones de vivir” (en tanto que en el Código Penal para el D.F. en materia común y para toda la república en materia federal se establece que el «aborto» es la muerte del producto de la concepción en cualquier momento de la preñez) por causas varias, desde directas a indirectas, intencionales o no intencionales, voluntarias o involuntarias, enfrenta siempre a “pensares” contrarios de manera tan estricta como lo es con la tenencia o ausencia de color.
Sí a la despenalización del aborto, bajo ciertas circunstancias se matiza y esgrime de una parte, no a la despenalización del aborto bajo ninguna circunstancia se enfatiza y apuntala del otro.
PANORAMA REAL
En México como en todos los países, se acepte o no, quiérase o no se aborta legítimamente o no también bajo circunstancias varias. En el Programa Nacional de Población 1995-2000 (México 1995), el Consejo Nacional de Población (CONAPO) estimó que un 19.8% de la mujeres en edad reproductiva que han tenido algún embarazo informaron que habían tenido cuando menos un aborto.
Apreciaciones de la OMS para nuestro país consideran la cifra de 800 000 abortos ilegales practicados anualmente, en tanto que la referencias ofrecidas por las feministas estudiosas del tema y directamente implicadas la cifra asciende a casi 2 000 000. Si consideramos que de los abortos realizados ilegalmente sólo el 12% tienen complicaciones y que de éstas muere un 8% como se estimó en un estudio realizado en el IMSS en 1980, podemos inferir que por causa de este tipo de aborto ilegal y complicado en México mueren entre 7 680 y 19 200 mujeres anualmente.
Por estar penalizado el aborto en nuestro país, salvo bajo ciertas circunstancias y como especifica el código penal de una u otra entidad federativa y que son: por imprudencia de la mujer embarazada, o como resultado de una violación, por causas eugenésicas en situación de peligro para la vida de la madre, por grave daño a la salud y por razones económicas serias (Yucatán) o de inseminación no deseada (Colima, Chihuahua, Guerrero); algunas de las 800 000 a 2 000 000 mujeres que recurren al aborto ilegal aducen las siguientes razones de acuerdo a Marie Claire Acosta y cols. (El aborto en México, FCE 1976) y que son: 52% por considerar que ya tienen muchos hijos (método de control natal), 27% por problemas económicos, 12% por problemas con su pareja, y el resto argumentan razones de salud o terapéuticas.
De otra parte, la autoridad no parece fortalecer el mandato prohibitivo puesto que tampoco la ley se ejecuta si consideramos que de todas la mujeres que estimada mente abortaron ilegalmente en México en 1988 (unas 800 000 como mínimo como hemos señalado), sólo 15 de ellas fueron sometidas a juicio y de éstas sólo 6 fueron declaradas culpables. Por tanto, la ley establecida en realidad no desalienta la práctica ilegal aborto. La Iglesia Católica por otra parte y que yo sepa hasta hoy, no ha excomulgado a ninguna de las mujeres que ilegalmente abortaron en... 1995, 1996, 1997.....
7 680 o 19 200 mujeres muertas anualmente en el país por complicaciones de abortos ilegales constituyen un problema «real» de salubridad pública que no previenen ni frenan nuestras leyes ni las ideas religiosas. El Estado entonces, como responsable de la salubridad pública en el país debe ser considerado como el único responsable por dichas muertes. La única solución posible está, indiscutiblemente, en la despenalización del delito del aborto.
El otrora presidente francés V. Giscard enfrentó esta situación en su país y al aprobar la despenalización del aborto en 1975 dijo a sus conciudadanos los siguientes motivos: “Yo soy católico, pero también soy presidente de una República cuyo Estado es laico. No tengo por qué imponer mis convicciones personales a mis conciudadanos, sino que debo procurar que la ley responda al estado real de la sociedad francesa, para que pueda ser respetada y pueda ser aplicada..."
El Estado mexicano también laico, ha sido incapaz de afrontar la misma situación «real de la sociedad mexicana» con la misma medida.
LO DIVINO
La Iglesia Católica, como la religión (conjunto de creencias o dogmas acerca de la divinidad, de sentimientos de veneración y temor hacia ella, de normas morales para la conducta individual y social y de prácticas rituales, principalmente la oración y el sacrificio para darle culto) predominante en México, finca su posición en cuanto a negarse a la despenalización del delito del aborto basada en la aceptación de un Dios que da la vida y por tanto solo él puede quitarla. Es, de hecho un razonamiento dogmático sobre el cual ninguna argumentación objetiva y racional puede hacerse si se piensa en contrario.
La creencia y el dogma (en la religión católica como en las otras) constituyen una manera de entender y ver el mundo que le rodea a la persona, lo que de suyo no necesariamente es cierto o falso.
Si las personas creen en esta forma de comprender el mundo, entonces considerarán indiscutible el dejar a Dios las decisiones, y toda intervención humana sobre la vida será, definitivamente reprobable. Pero si las personas no creen, su forma de entender al mundo se desligará del mando de Dios y podrá decidir ejerciendo su albedrío sobre el asunto de la vida, luego entonces, en tanto que en México habemos creyentes y no creyentes, la pretendida imposición de los primeros hacia los segundos es, a todas luces, inaceptable.
La vida tiene para los creyentes como para los que no creen un valor intrínseco ciertamente, sólo que para los segundos, este valor tiene un significado humano en su dimensión social que le hace diverso contra el unívoco deificado extra-social y acorde al positivismo moral. Sin embargo, hay que resaltar que de los 7 680 o 19 200 abortos ilegales realizados anualmente en México, aproximadamente podríamos considerar que un 90% de las mujeres que lo consintieron, son o se dicen católicas que también decidieron su acción en función de lo social que les «apremió» y no les contuvo el precepto religioso. Pretender entonces imponer una posición religiosa a otros les lleva a caer en el dogmatismo o la presunción de los que quieren que su doctrina o sus aseveraciones sean tenidas por verdades inconcusas.
LO HUMANO
El óvulo fecundado por el espermatozoide se convierte en un complejo biológico potencialmente en condiciones (si todo es propicio) de desarrollarse (pasando por estadios definidos como mórula, blástula, gástrula, etc.) hasta un ser humano hombre o mujer. Es por tanto una “persona en potencia”, sin embargo, como sucede en aproximadamente un 20% de todos los embarazos, éstos terminan en abortos. Quiere decir que 2 de cada 10 embarazos de “personas en potencia” son, de hecho, “no personas en potencia” por lo que resulta complicado otorgar un valor moral derivado igual a uno u a otro. Uno que podrá llegar a ser y de otro que no podrá llegar a ser. Damos valor así sólo a las “personas potenciales” que llegan a ser.
Ahora vamos al asunto de las personas. El diccionario define a lo que llamamos persona como: Individuo de la especie humana, hombre o mujer, con un supuesto inteligente. Las personas entonces son consideradas como constituidas con dos atributos: a) un cuerpo (materia y forma) particular indiscutibles. Es así que un árbol, como una vaca o un plamodium que también poseen materia y forma nunca podrán ser considerados personas y; b) las personas poseen una conciencia o una «acción intencional» o un supuesto inteligente como se le ha denominado.
Si otorgamos entonces un valor moral a las personas, entonces el asunto nos obliga a una exigencia moral de ello derivada. Si el óvulo fecundado tiene el potencial humano, podremos reconocer en él su componente corpóreo exclusivo –materia, aunque no forma aún- si tomamos en cuenta a su carga genética humana única ciertamente, pero también muy distante de ser (o no ser) una persona, y a este nivel ausente por completo de una acción intencional o un supuesto inteligente.
Si la Iglesia Católica opone el argumento bajo su particular manera de entender al mundo, dogmática e incuestionable de que la vida surgida de la unión de los gametos está infundida por Dios y que desde ese momento por su potencialidad es una persona, aún sin su forma de persona ni sin el supuesto inteligente que, también potencialmente habrá de adquirir. Nada puede razonarse en contrario.
El asunto del aborto y su despenalización en México, en todo caso, contiene argumentos a favor o en contra, de índole legal, social y religiosa y bajo los cuales cada actor esgrimirá cuanto recurso ideológico y material sea necesario para apuntar, justificar, criticar, imponer, liberar o anatemizar su convicción en contra de otro.
La norma mexicana legal que lo regule y que apremia, no obstante, debe contener ya los supuestos que den amparo a la «razón real social» que hoy tilda de ilegales a las 7 680 o 19 200 mujeres que ejercieron su potestad de obrar por reflexión y elección personalísimos (cada quien su conciencia) optando por el aborto clandestino y murieron por la miopía legislativa y religiosa.
Las controversias seguirán pero, en tanto que el Estado cacareadamente laico de México siga orientado como “conciencia moral” impositora como sucedió con la resolución del Congreso de Guanajuato que aprobó (hoy, asunto ya vetado por el Gobernador) la penalización del aborto en caso de violación, que no sólo privaba a las mujeres de un recurso antes legal (aunque también se les negara como en el infame caso de Paulina) sino que les obligaba además a sobrellevar una maternidad repugnante y no deseada; y que se muestre ciego a la realidad social que deja atrás miles o millones de tumbas de mujeres que ejercieron su albedrío por las razones que a ellas les atañen en manos del insalubre -las más de las veces- clandestinaje abortero al que fueron forzadas, seguirá siendo el único responsable por ello.
FINAL
El aborto es un asunto de albedrío.
No rendir el albedrío nos hará personas (cuerpo e inteligencia) libres; rendirlo nos hará ser sólo títeres entecos aherrojados por la “conciencia” de otro u otros.
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