Cuauhxicalli
Dr. Xavier A. López y de la
Peña
La
traducción de las líneas iniciales escritas en náhuatl, son parte del Huehuetlatolli o “pláticas de los
ancianos”, (recopilación de discursos-enseñanzas que los ancianos decían a los
jóvenes, los maestros a sus estudiantes y los padres a sus hijos para aconsejarles,
guiarles y educarles sobre las normas morales, sociales y creenciales dentro de
su cultura azteca y que eran transmitidos de generación a generación) a partir
del manuscrito MPM 4068.J83 de la Biblioteca de Bancroft de la Universidad de
California, en Berkeley E.U.A., que nos ofrece el padre Ángel Ma. Garibay
Kintana (1943)1, y
dice así:
Señor Rey, pues ya cumpliste con tu
encargo, ya has trabajado como esclavo pues ya se realizó se cumplió el
gobierno el mando de tu ciudad...
Códice mixteco o Selden |
Uno
de los monolitos pétreos más conocidos en México y en el mundo representativo
de estos ceremoniales de sacrificio es, sin dudarlo, el llamado “Calendario
Azteca”, tanto es así que su imagen representa el ícono de la cultura azteca y
del propio Museo de Antropología e Historia en donde preside la sala Mexica.
Trátase de un monolito-plataforma (Una piedra basáltica circular, de 3,56 m de diámetro y un peso de 25 toneladas) que, además de reunir fórmulas para el cómputo del tiempo y de claves para la interpretación de signos astrológicos, funcionaba a manera de techcatl o temalácatl, se utilizaba para recibir la sangre y los corazones de las víctimas; era, por tanto, un recipiente o cuauhxicalli, que cumplía simultáneamente con ambas funciones según se refiere en estudios recientes.3
Este techcatl-cuauhxicalli o Piedra del sol, o Calendario azteca, es un monumento pétreo dedicado al culto solar cuya parte central se representa parcialmente en nuestras monedas de 10 pesos actuales.
Esta
obra del artífice prehispánico fue encontrada en 1790 al sureste de la actual
Plaza de la Constitución en la ciudad de México. y por un tiempo se exhibió en
el costado poniente de la torre occidental de la Catedral Metropolitana, hasta
que en 1885 se llevó y guardó en el Museo Nacional de Antropología en un lado
del Palacio Nacional. Hoy, esta soberbia pieza ocupa un sitio de honor en el
Museo Nacional de Antropología e Historia de Chapultepec, y es considerado uno
de los monolitos más conocidos sobre la cultura mexicana en el mundo como
habíamos referido.
Aparentemente
esta piedra fue labrada en tiempos del rey Axayácatl, sexto rey (Tlatoani) de
México,4
en el año de 1479 y estaba colocada en el Templo del Sol.5
Su enorme contenido ideo-gráfico simbólico, sin embargo, sigue siendo ajeno a
muchos de nosotros a pesar de rodar en nuestras manos impresionado como moneda
y utilizarle frecuentemente en nuestras transacciones comerciales.
Si
le observamos detenidamente y quizá con la ayuda de una lupa, veremos que la
parte central está representada por un rostro, reconocido hoy como tonatiuh el numen solar quien lleva en
la frente una banda adornada con 3 chalchihuites,
la central con forma de corazón. Se observa que Tonatiuh tiene así mismo la boca abierta simbolizando que de él
emanan los rayos de luz y el calor que da vida a la tierra y de ella también
sale su lengua transformada en un cuchillo de sacrificio, el tecpatl o “cuchillo de pedernal” como si
se mostrase ávido de incidir sobre el pecho de los mortales para recibir de
ellos el manjar de su corazón y su sangre: su “vitalidad”. Es, por tanto, el
símbolo del movimiento, del despertar de la conciencia, que tiene que ver con
ese cruce de caminos.
A
la izquierda y derecha de la imagen de tonatiuh
se observa una “garra” transformada en fauces que devoran un corazón y,
complementando el marco se aprecian cuatro figuras rectangulares (Nahui-Ollin -cuatro-movimiento-)
representando a los 4 soles, ya perdidos y que antecedieron al actual “quinto
sol” central.
Arriba
a la izquierda está Ehecatonatiuh,
“el sol del aire” representando a Quetzalcóatl,
el norte como punto cardinal y con el símbolo de tecpatl (pedernal) para significar que los vientos eran tan
cortantes como el filo de un cuchillo. A la derecha y arriba está Tlaltonatiuh o “sol de tierra”, cuyo
punto cardinal es el sur, su elemento la tierra y el símbolo es el tochtli (conejo). Abajo a la derecha
está Atonatiuh “dios de agua” cuyo
punto cardinal es el oriente, su dios Tezcatlipoca y su símbolo Acatl (caña) y la estación el verano.
Por último, abajo a la izquierda Tletonatiuh
o “sol de fuego” representado por el dios Tonatiuh,
punto cardinal poniente, estación del año que representa es la primavera y su
símbolo calli (casa). En resumen, la
representación simbólica de los elementos naturales: tierra, agua, aire y
fuego; y de otra manera los cuatro puntos cardinales.
Contiene
más detalles que por ahora no referiremos pero que, al fin y al cabo,
demuestran que el sistema calendárico de este pueblo mexica poseía era muy
complejo ya que hacían coincidir el calendario religioso o ritual de 260 días (tonalpohualli),
con otro solar de 365 días cada 52 años, en las llamadas Fiestas del Fuego
Nuevo
Así también el conocimiento de este sistema calendárico era utilizado por los sacerdotes en la práctica de la adivinación, dándole a los padres del recién nacido una genuina “carta astral” que indicaba su destino y la fórmula para sortear los obstáculos posibles que se le presentasen.
De
esta manera y de forma muy sencilla, hemos apreciado que las obras artísticas
del pasado prehispánico perduran grabadas en nuestra cultura y en nuestras monedas
-como la que analizamos-, como una liga en el contínuum del saber con nuestros antepasados, en un vínculo atemporal,
aunque pocos nos demos cuenta de ello, lo admiremos y nos sintamos como sus
orgullosos herederos.
1 Garibay KAM. Huehuetlatolli, Documento A. Tlalocan.
(México) 1943;I(2):81.
2 Beyer H. Mito y simbolismo
del México Antiguo. Sociedad Alemana Mexicanista. México, Tomo X, 1965:138
(figura tomada de aquí).
3 Solís, Felipe. “La
Piedra del Sol”. Arqueología Mexicana. Núm. 41, Año 2000, pp. 32-39.
4 Clavijero FJ. Historia
antigua de México. Ed. Porrúa, S. A. (Colección Sepan cuantos… No. 29) México 1964:112.
5 Mitos y leyendas
mexicanas. El Libro Español. México. 1963:128.
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